«Sala:B» Comedias del hambre

Hay que zurrar a los pobres / Un millón de amigos, 190′
  •  Hay que zurrar a los pobres (Santiago San Miguel, 1991). Int.: Francisco Casares, Agustín González, Juan Ribó, Mireia Ros. España. 35 mm. Color. 90’
  • Un millón de amigos (Fernando Merinero, 2007). Int.: Álex de la Nuez, Miguel Esteban, Francisco Jurdao Arrones, Javier Jurdao. España. DCP. Color. 83’
    Invitamos al director Fernando Merinero a una sesión doble con una de sus comedias más gamberras y nos trae una recomendación con sabor a decadencia baudelairiana y a esperpento.
    Para Merinero, Hay que zurrar a los pobres parece protagonizada por los deudos de los mendigos de Viridiana, pero el director Santiago San Miguel va más atrás y agradece en los créditos la inspiración de Baudelaire. El título remite claramente a uno de los poemas en prosa del autor francés, donde narra precisamente la paradoja que abre y cierra la película.  Merinero nos descubre aquí otra de esas producciones malditas del cine español, que ni con un reparto espléndido, ni con una fotografía del maestro José Luis Alcaine o con la presentación en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, consiguió evitar la indiferencia de crítica y público. En la carrera de San Miguel había hasta entonces películas personales como Adiós, Alicia y La casa del paraíso, y productos de crónica negra a la sombra de El crimen de Cuenca. Con esta película de muy bajo presupuesto intentó recuperar un cine que ya no se estilaba en los 90, con raíces literarias y un costumbrismo oscuro situado entre Berlanga y Ferreri. Hay que zurrar a los pobres bien podría pasar por un precedente de La comunidad de Álex de la Iglesia, con esa cochambrosa pensión Ezequiel y sus extravagantes inquilinos, pero en clave más amarga y simbólica.
Siguiendo el símil de Merinero, el protagonista de Un millón de amigos, Javier Jurdao, no desentonaría como huésped de la pensión Ezequiel; sus diatribas sobre el capitalismo, la religión o las mujeres, podrían haber sido tertulias de sobremesa con palillo en boca y copazo de sol y sombra. Hoy en día suenan a cómico anclado a otra época, que convierte su desubicación en un estilo de vida. Merinero se aproxima a la familia Jurdao como si fuera una versión malagueña de los Panero de El desencanto, más pillos y vividores, con el padre Francisco Jurdao como ‘intelectual con seis carreras’ que ni su exmujer reconoce. La película, reconoce Merinero, trata de empatizar con ellos mientras se ríe de sí misma y se desmitifica.
Presentan la sesión el director Fernando Merinero y el comisario de «Sala:B», Álex Mendíbil. Duración aproximada de la presentación: 20’ (Total sesión: 190’).

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