Mes: enero 2023
Un viaje por el cine fantástico y de terror vol. 1
Con “Un viaje por el cine fantástico y de terror vol. 1: Del príncipe de las tinieblas a la odisea del comandante Bowman” te adentrarás en los orígenes del género a través de las primeras obras maestras silentes, firmadas por F.W. Murnau o Fritz Lang. Conocerás las producciones fantásticas de la Universal y RKO de los años 30 y 40 del siglo pasado. Compartirás desdichas con el rey Kong y los Freaks de Tod Browning. Gozarás de un amplio recorrido por la ciencia ficción USA de la década de los 50 y por las producciones de Hammer Films. Intemporales romances y aventuras fantásticas compartirán protagonismo con fantasmas, brujas, vampiros y monstruos de toda índole, algunos muy humanos.
Serán ineludibles paradas en el camino los títulos más populares —pero también otros menos conocidos— de las cinematografías norteamericana y británica, así como también los espectros del fantástico japonés, los horrores góticos del terror italiano, el cine fantástico de la Europa del Este o las leyendas y criaturas del imaginario mexicano. Y como privilegiados compañeros de viaje tenderemos a James Whale, Jacques Tourneur, Terence Fisher, Walt Disney, Alfred Hitchcock, Roger Corman, William Castle, George Pal, Ingmar Bergman, Federico Fellini, Roman Polanski, Stanley Kubrick y muchos otros. Un viaje, repleto de emociones y sorpresas, que partirá de los albores del cine y nos llevará hasta finales de la década de los 60.
Textos de José Abad, Tonio L. Alarcón, Jordi Ardid, J.P. Bango, Álex Barba, Tomás Fernández Valentí, Sergi Grau, Dario Lavia, Elisa McCausland, Joan Renter, David Salgado, Diego Salgado, Álvaro San Martín, Adrián Sánchez, Javier Trigales, Javier J. Valencia, Joaquín Vallet Rodrigo, Lluís Vilanova, Juan Carlos Vizcaíno Martínez.
Autor; VVAA. Coordinado por Lluís Vilanova. Editorial: Applehead Team Creaciones. Páginas:
«Sala:B»: allanamientos
Coto de caza (Jorge Grau, 1983). Int.: Assumpta Serna, Víctor Valverde, Luis Hostalot. Montserrat Salvador. España. 35 mm. Color. 109’
La primera entrega (Angelino Fons, 1971). Int.: Emma Penella, Glen Lee, Gemma Cuervo, Franco Citti. España, Italia. 35 mm. Color. 102’
«Sesión doble de allanamientos de morada con violencia y con dos mujeres de armas tomar defendiendo lo suyo: Assumpta Serna y Emma Penella.
El allanamiento de morada es uno de los delitos más politizados y rentabilizados por los medios de comunicación y quienes los manejan. Convertido entre unos y otros en miedo contemporáneo, tiene hasta su propio subgénero cinematográfico, conocido popularmente como “home invasion”. A principios de los ochenta, cuando Jorge Grau dirige Coto de caza, era habitual aterrorizar a la sociedad burguesa con la amenaza de los quinquis, como bien ilustraban las películas de José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia. Digamos que Coto de caza se alinea más con las ideas reaccionarias practicadas por de la Loma, convirtiendo a los quinquis en causa y efecto de una violencia bruta, amiga del ojo por ojo. Assumpta Serna es una abogada con un dilema moral de barra de bar, de esos que encienden los ánimos del personal. Decía la actriz que en el estreno oía gritar al público “¡mátalos, mátalos!” y que una conocida abogada feminista le pidió que no volviera a hacer películas como esta por responsabilidad. Grau mantiene el pulso firme hasta el impactante final, combinando la chabacanería (los geniales diálogos cheli, probablemente escritos por Manuel Summers bajo seudónimo) con una banda sonora de temas clásicos de Tristán e Isolda de Wagner. Sin duda, el principal hallazgo de la película fue poner a una actriz con una imagen tan serena como la Serna en la tesitura de lo que hoy denominaríamos una final girl.
Y hablando de final girls, lo de Emma Penella en La primera entrega es también digno de recordar, aunque esta película de Angelino Fons ha pasado injustamente desapercibida. Conocida también como La primera entrega de una mujer casada, se trata de un thriller producido por el marido de la actriz, Emiliano Piedra, que consigue rodearla de un importante reparto internacional, con nombres como Franco Citti y Bruno Corazzari. Aquí el peligro son una pareja de hippies muy setenteros formada por estos dos actores de culto, pero la ambigüedad es la baza que mejor juega Fons. Ambigüedad sexual entre los delincuentes, ambigüedad entre buenos y malos, y una lenta pero progresiva construcción del suspense desde el magnífico prólogo hasta el final. La fotografía en scope del experto en giallos Guglielmo Mancori es una delicia para ver en pantalla grande». (Álex Mendíbil)
Presentación a cargo de Álex Mendíbil, comisario de «Sala:B». Duración aproximada de la presentación: 20’ (Total sesión: 230’)
Teaser tráiler para lo nuevo de François Ozon «Mon crime»
Nadie puede discutir la diversidad genérica por la que parece transita durante estos últimos años el realizador francés François Ozon. Tras estrenar el pasado año su particular visión de Las amargas lágrimas de Petra von Kant de Rainer Werner Fassbinder este 2023 presentará la comedia criminal de época Mon crime, film cuyo primer teaser tráiler acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial. La película, que posiblemente estará presente en la próxima edición de la Berlinale, tiene previsto su estreno comercial en Francia para el 8 de marzo. A España llegará de la mano de Caramel Films el 28 de abril.
Mon crime nos sitúa en la Francia de 1935. Un investigador privado deberá resolver el misterioso asesinato de un banquero parisino. De entre una serie de pintorescos sospechosos destaca por encima de todos Madeleine, cuyos deseos de fama y fortuna se pondrán en el camino de la investigación.
La película, con guion a cargo del propio François Ozon, está protagonizada por Nadia Tereszkiewicz, Isabelle Huppert, Fabrice Luchini, Dany Boon, Jean-Christophe Bouvet, Rebecca Marder, Michel Fau, Radostina Rogliano, Félix Lefebvre y Edouard Sulpice.
El comportamiento del caos, primer tráiler de «La tour»
No es la primera vez que el realizador francés Guillaume Nicloux reincide en ese fantástico, que podríamos denominar como limítrofe, tras aquella pesadilla febril interpretada por Gérard Depardieu titulada The End (2016), con La tour (Lockdown Tower), cuyo primer tráiler acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial, el responsable de L’enlèvement de Michel Houellebecq se adentra en un relato de tono distópico sobre supervivencias extremas, en relación con la gestación de jerarquías sociales y raciales ocasionadas por un cataclismo, semejantes a las vistas por ejemplo en High-Rise de J. G. Ballard/ Ben Wheatley o la contundente Threads de Mick Jackson. La película tras su paso por festivales como el de Sitges el pasado mes de octubre se estrenará comercialmente en Francia el próximo 8 de febrero.
En La tour vemos como los habitantes de un bloque de pisos se despiertan una mañana con un niebla opaca que envuelve todo el edificio, obstruyendo puertas y ventanas y que devora a todo aquel que la traspase. Atrapados, intentarán organizarse por sí mismos, pero a medida que pase el tiempo, el instinto de supervivencia sacará a relucir sus instintos más primarios.
La película, con guion a cargo del propio Guillaume Nicloux, está protagonizada por Jules Houplain, Bruni Makaya, Hatik, Angèle Mac, Jules Dhios Francisco, Igor Kovalsky, Kylian Larmonie, Ahmed Abdel Laoui, Laurent Poignot y Ayoub Bara.
Llega a FlixOlé «El camino», obra cumbre de la pionera cineasta Ana Mariscal
La plataforma acaba de estrenar El camino, una de las joyas desconocidas del cine español, la primera en adaptar una novela de Delibes.
El recuerdo de Ana Mariscal como actriz de cabecera en las películas de los 40 y 50 permanece imborrable. Pero la interpretación no es el único legado que dejó esta estrella incontestable del cine español: fue una de las primeras mujeres en encarnar un personaje masculino en el teatro, en fundar su propia productora y en ponerse detrás de la cámara, haciendo carrera de ello. También fue la primera en adaptar una novela de Miguel Delibes: El camino (1963), una de las joyas del séptimo arte patrio, olvidada durante décadas, que se podrá ver en la plataforma FlixOlé a partir del próximo viernes, 13 de enero.
Pionera en multitud de aspectos culturales e intelectuales, Mariscal fue una de las precursoras del neorrealismo italiano en la España del franquismo. Su obra cumbre, El camino, es un claro ejemplo del cine personal, apegado a la realidad y a las preocupaciones sociales, que desarrolló la diva de la gran pantalla en su faceta de directora. Algo que no era del agrado de la censura, que entorpeció la exhibición y distribución de la cinta, contribuyendo a que ésta quedase como película maldita.
El interés por el título ha experimentado un reciente despertar en certámenes y filmotecas. De hecho, el Festival Internacional de Cannes, en su 74ª edición, incluyó la proyección de El camino en la sección de clásicos. Ahora, FlixOlé facilita la visualización de esta obra imprescindible con el estreno de una versión restaurada y digitalizada.
Representación de la vida rural, sus alegrías y penurias
Cara visible de las comedias escapistas, melodramas históricos y productos patrióticos que tanta fama le granjearon como actriz, Ana Mariscal cultivó un cine totalmente distinto, independiente a los cánones que marcaba el régimen. Bajo el sello Bosco Films, productora que la propia Mariscal creó a principios de los años 50, la cineasta volcó sus inquietudes y rodó una decena de películas, siendo una de las más reconocidas El camino. El humanismo y existencialismo del texto de Delibes se convirtieron en imágenes en este largometraje con el que la directora representó la vida de un cotidiano pueblo de la sierra de Ávila, con sus penalidades y alegrías.
Mariscal filmó un retablo costumbrista del mundo rural y sus gentes durante la dictadura. Para ello utilizó como hilo conductor a Daniel, un niño apodado ‘El mochuelo’ al que su padre quiere enviar a la ciudad para que termine sus estudios y sea un hombre de provecho. Durante las horas previas a su marcha, por la mente del adolescente desfilan los recuerdos del pueblo y de sus vecinos.
El bucólico retrato maquilla el ambiente opresivo, la falta de oportunidades y el paternalismo religioso que evidencia la película. Una crítica social que, paradójicamente, no descarga su culpa en los personajes. La ternura e inocencia de los protagonistas alcanzan de lleno al espectador, y dejan en éste numerosos episodios imborrables: como el del ejército de beatas persiguiendo las pecaminosas conductas de sus convecinos; las diabluras de los jóvenes del lugar, algunas de las cuales terminan en tragedia; el juego de la cucaña como excusa para ensalzar la masculinidad entre los lugareños; o las sonrisas y lágrimas de la pequeña Mariuca-Uca.
Directora y actriz, a la misma altura
El camino conduce con humor satírico a un fatalista reflejo de la realidad, lo que hizo que Ana Mariscal se las viera y se las desease con la censura. Un ninguneo que, sumado al sambenito de ser “la actriz del régimen”, ha impedido que el largometraje, y parte de la obra de la realizadora, hayan obtenido el reconocimiento que merece. Y es que en un tiempo en el que el rol de la mujer estaba tristemente encorsetado, Ana Mariscal mostró su empoderamiento en un sector poco dado a ello, sirviendo de inspiración a multitud de nombres que vinieron después.
La inclusión de El camino en el catálogo de la plataforma especializada en cine español, donde también están disponibles otros títulos protagonizados por la actriz, permite recuperar del olvido una joya fílmica de nuestro país al tiempo que pone en valor la carrera, menos conocida, de Ana Mariscal como directora.
Proyecciones Xcèntric: Godard/Farocki: hacia otras pedagogías de la percepción
Jean-Luc Godard y Harun Farocki comparten la mesa de montaje como lugar para otro pensamiento y una pedagogía disidente y alternativa sobre las imágenes, en la que los propios cineastas dudan y aprenden, desde cero y paso a paso, sobre sus herramientas y posibilidades. Entre el carácter autorreflexivo y el retratístico, estas «películas caseras» dialogan sobre las fronteras entre imágenes y sonidos, entre los gestos automáticos y los gestos creativos.
Schnittstelle [Interfaz] es una pieza ensayística fundamental en la obra de Farocki: un autorretrato de su proceso creativo hasta la fecha (1995), que abre los nuevos caminos que tomará su obra en digital, y revisa el montaje como laboratorio para el análisis crítico y la creación de metáforas. También, la sala de montaje es el espacio central de 3b Marcel, que forma parte de la extraordinaria y radical serie de televisión de Godard y Miéville: Six fois deux. A partir de un diálogo de Godard con Marcel, cineasta amateur y relojero de profesión, Godard y Miéville reflexionan sobre cómo ver lo que está entre el trabajo y el amor, entre los gestos del profesional y los del amateur.
Georg K. Glaser – Schriftsteller und Schmied es uno de los más hermosos films-retrato de Farocki: filmación y conversación con el escritor y artesano Glaser, quien durante la mañana se dedicaba a la literatura, y por la tarde trabajaba en su estudio de Le Marais, en París, haciendo cuencos, jarrones o cántaros, con técnicas de metal que casi nadie más ya sabía usar.
Schnittstelle, Harun Farocki, Alemania, 1995, Betacam a digital, 23’
Six fois deux: 3b Marcel, Jean-Luc Godard y Anne-Marie Miéville, Francia, 1975, U-Matic a digital, 55’
Georg K. Glasser – Schriftsteller und Schmied, Harun Farocki, Alemania, 1988, 16 mm a digital, 44’
VOSE. Copia de Jean-Luc Godard procedente del INA y copias de Harun Farocki cortesía de Antje Ehmann (Harun Farocki GbR).
Fecha: 29 enero 2023
Horario: 18.30
Espacio: Auditorio
Precio: 4 € / 3 € Reducida
Abono 5 sesiones: 15 € / 12 € Reducido
Amigos CCCB: gratuito
La inmortalidad en el futuro, tráiler de la retro sci-fi «Divinity»
Presente estos días en el marco del festival de Sundance, el nuevo trabajo tras las cámaras de Eddie Alcazar (Perfect 2018) titulado Divinity, acaba de presentar un primer tráiler que podéis ver a final de página junto a su póster oficial. El film, rodado en blanco y negro, y que se adentra en la ciencia ficción independiente de tono intimista, cuenta con la producción de Steven Soderbergh.
En Divinity vemos como el científico Sterling Pierce dedicó su vida a la búsqueda de la inmortalidad, creando los componentes básicos de un suero innovador llamado «Divinity». Jaxxon Pierce, su hijo, ahora controla y fabrica el suero de su padre. La sociedad en este árido planeta ha sido completamente pervertida por la supremacía de esta droga, cuyos verdaderos orígenes están envueltos en un misterio. Dos hermanos misteriosos llegan con un plan para secuestrar al magnate y, con la ayuda de una mujer seductora llamada Nikita, emprenderán un camino hacia la verdadera inmortalidad.
La película, con guion a cargo del propio Eddie Alcazar, está protagonizada por Stephen Dorff, Moises Arias, Bella Thorne, Karrueche Tran, Scott Bakula, Jason Genao, Danielia Maximillian, Michael O’Hearn y Sawyer Jones.
Weird TV
Al principio no había nada. Después llegó la televisión con una única cadena, que pasarían a ser dos y después tres, cuatro y cinco, y así hasta multiplicarse hasta el infinito, primero con la irrupción de la televisión digital y ahora con las plataformas de streaming.
En el mundo de las series de TV parece vivirse en un continuo «ahora» donde solo parecen tener importancia aquellas que generan más ruido en las redes sociales. ¿Dónde queda aquello que llamamos televisión de culto? ¿No debería, también, significar una mayor oferta televisiva la oportunidad de sumergirnos en el pasado y bucear a lo largo y ancho de la historia para redescubrir aquellas series que han quedado sepultadas por el torbellino de la actualidad?
Weird TV es un libro que desearía ser una cadena o una plataforma de streaming destinada a recuperar 47 series de género fantástico de las cuales no se ha hablado —o no lo suficiente— en nuestro país: se trata de series malditas, olvidadas, raras o exóticas que quizá pasaron desapercibidas, o tal vez consiguieron el éxito para después desaparecer de la memoria colectiva, pero que no han perdido ni un ápice de interés y están deseando ser recuperadas por todos aquellos amantes de la televisión de culto. Desde Max Headroom a Kolchak: The Night Stalker, pasando por Eerie, Indiana, Survivors, Belphegor: El misterio del Louvre o Quatermass. Todo ello en un libro escrito por Javier J. Valencia (Universo Twin Peaks, Terror Rural y Paganismo) que cuenta con las firmas invitadas de Jorge «Loser» Casanueva, Marcos Gendre, Xavi Torrents Valdeiglesias, Óscar Sueiro, Marc Muñoz, Dani Morell, Javier Ludeña y Víctor Castillo.
Autor: AA.VV, Editorial: Dilatando Mentes, Páginas: 542
Tráiler y póster para lo nuevo de Carter Smith «Swallowed»
Interesante cuanto menos resulta la trayectoria dentro del fantástico de Carter Smith, tras trabajos en principio tan antagónicos entre sí como son The Ruins (2008) y Jamie Marks Is Dead (2014) nos llega ahora Swallowed, film cuyo primer tráiler final acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial. La película, un body horror de texturas amateurs, tras su premier mundial en el pasado Fantasia Film Festival se estrenará VOD en Estados Unidos a partir del próximo 14 de febrero.
Swallowed nos cuenta como Benjamin y Dom son dos compañeros que se conocen desde la infancia. Benjamin ha estado secretamente enamorado de Dom durante mucho tiempo, pero ha llegado el momento de abandonar la ciudad natal por otro lugar en donde pueda ser el mismo y tal vez encontrar a una persona que le quiera. Benjamin por otra parte tiene previsto ir a Los Angeles en donde acaba de conseguir un papel en una película porno gay. Dom tiene un plan para despedir a su amigo en la última noche en que van a estar los dos juntos, lo único que tiene que hacer el entregar un paquete al otro lado de la ciudad.
La película con guion a cargo del propio Carter Smith está protagonizada por Jena Malone, Mark Patton, Cooper Koch, Roe Pacheco y Jose Colon.
La Casa Encendida. Ciclo: Las favoritas de Carlos Vermut
La Casa Encendida celebra su 20º aniversario durante 2023 y, para conmemorarlo, el ciclo de cine contemporáneo llega con una novedad importante: la programación se realiza bajo el título Las favoritas de, donde cineastas programan sus películas favoritas de los últimos dos años. En el mes de febrero le damos carta blanca a Carlos Vermut para reencontrarnos con él en la oscuridad de la sala de cine.
El director de cine Carlos Vermut ha programado cuatro películas que dan muestra de su personalidad y gusto en lo cinematográfico. Películas que han pasado por el festival de Sitges, como la última de Quentin Dupieux, Fumar provoca tos, que se estrena en junio en las salas de nuestro país; la filipina Leonor will never die, de Martika Ramirez Escobar; o Huesera, de la mexicana Michelle Garza. Además de la comedia de enredos lésbica La amiga de mi amiga, que presenta en La Casa Encendida su directora Zaida Carmona y que estará acompañada por el director de Mantícora.
En palabras del propio Vermut: “La selección de las películas de este ciclo ha surgido de la simple idea de elegir las mejores películas que he visto en los festivales en los que he estado estos últimos meses. No había otra pretensión ni afán más allá de aprovechar la oportunidad que me daba La Casa Encendida de compartir con el público películas que quizá, de otro modo, no tendrían un amplio recorrido en España. No obstante, al pensarlas poco a poco me he dado cuenta de que algo que las une a todas es la importancia de la amistad en sus tramas. Quizá, y aunque no se me pidió un título para este ciclo, si lo tuviese, sería: Solo no puedes, con amigas sí”.
Programación
03 y 04 febrero
‘La amiga de mi amiga‘, de Zaida Carmona
10 y 11 febrero
‘Leonor Will Never Die‘, de Martika Ramirez Escobar
17 y 18 febrero
‘Fumar provoca tos‘, de Quentin Dupieux
24 y 25 febrero
‘Huesera‘, de Michelle Garza
Sangre en alta mar, tráiler español de «Project Wolf Hunting»
Tras estar presente a finales del pasado año en certámenes de género fantástico de nuestro país como Sitges (Premio Especial del Jurado y mejores efectos especiales), Fancine de Málaga o la Semana de Terror de San Sebastián, acaba de ver la luz un primer tráiler en castellano, que podéis ver a final de página junto a su póster oficial, de la cinta coreana Project Wolf Hunting. Film, dirigido por Kim Hong-sun que fusiona cine de acción y terror, que se estrenará en España de la mano de A Contracorriente Films el próximo 17 de febrero.
Project Wolf Hunting nos sitúa en septiembre de 2021. Un grupo de peligrosos delincuentes coreanos tiene que ser trasladado en un buque de carga de Manila a Busán. Los acompañan a bordo el capitán de la policía coreana Suk-woo y otros 22 detectives experimentados, cada uno con al menos 10 años de experiencia investigando crímenes violentos. Pronto, la prisión flotante abandona el puerto y comienza su camino hacia Corea. Los prisioneros están fuertemente custodiados y todo está tranquilo a bordo hasta que los criminales inician un motín.
La película, con guion a cargo del propio Kim Hong-sun, está protagonizada por Seo In-guk, Sung Dong-il, Choi Gwi-hwa, Jung So-min, Jang Dong-yoon, Jeong-hwan Park, Moon-Sung Jung y Jang Young-Nam.
«Sala:B» y las artes marciales
Made in China (John Liu, 1982). Int.: John Liu, Mirta Miller, Raquel Evans, José María Blanco. España, Hong Kong. 35 mm. Color. 95’
Kárate contra mafia (Ramón Saldías, 1981). Int.: Agustín Denis, Carolina Yao, Paco Romero, Francisco del Barco. España. 35 mm. Color. 82’
Los programas dobles de artes marciales reinaron en los cines de barrio de los 70 y 80. Casi a última hora llegaron estas dos delirantes aportaciones españolas.
Las películas de kung-fu se extendieron como la pólvora con la popularidad de Bruce Lee, convirtiéndose en un fenómeno de explotación internacional. Nadie se las tomaba entonces muy en serio y se distribuían de cualquier manera, con montajes, doblajes y títulos improvisados a gusto de cada país. Made in China es el resultado de esa fiebre destajista: una película firmada por un célebre luchador taiwanés, aunque en realidad nadie iba al volante de este producto incalificable. John Liu es un personaje tan oscuro como fascinante que intentó modelarse una carrera de éxito al estilo Bruce Lee, inventando un arte marcial, el Zen Kwan Do, y usando el cine como trampolín. Su plan consistió en producir tres películas interpretándose a sí mismo y mezclando más ficción que realidad, exhibiendo sus premios, sus portadas y supuestos contactos con la CIA, el KGB o la NASA. Made in China fue la segunda entrega, coproducida con dos veteranos, Bermúdez de Castro y Enrique Esteban, tras producir en Francia Liu en París y seguir con Dragón Blood: Liu en México, rodada en Tenerife. Cada una con estrellas locales de la serie B, en nuestro caso con Mirta Miller, José María Blanco Raquel Evans y Víctor Israel. Otro personaje digno de estudio, el baladista austriaco, karateca y conspiranoico Christian Anders, que había hecho sus pinitos en el cine erótico y de kung-fu, participó también en Made in China como actor invitado y compositor. Las tres películas comparten metraje y tramas, que se remezclan con material nuevo, rodado aquí entre Barcelona y Girona. Existen además montajes diferentes, y en clave más o menos erótica para complacer a todos los exhibidores. La versión española, coescrita por Esteban y remontada por Josep María Aragonés (montador de Sebastián D’Arbó), incluye escenas y tramas de control mental que no aparecen en otras. Es sin duda la versión más desnortada, incluyendo imágenes reales de un accidente de aviación que tuvo lugar en Girona en junio de 1981, ¡con una disculpa en voice-over! Made in China solo puede entenderse como un encargo colectivo, un pastiche inconexo que alcanza cotas de surrealismo propias del trío Zucker y Abrahams.
Kárate contra mafia sigue muy de cerca los resultados de la anterior, pero la escasez de medios es aún más patente. Autoproducida por Ramón Saldías en Las Palmas, simulando ser Hong Kong, cuenta con Albino Graziani, actor local habitual de los rodajes canarios de Jess Franco –con quien Saldías había trabajado de operador– y con Agustín Denis, otro karateca convertido en protagonista de un solo título, eso sí, de culto». (Álex Mendíbil)
Presentación a cargo de John Tones, crítico cultural en Xataka, y Álex Mendíbil, comisario de «Sala:B». Duración aproximada de la presentación: 20’ (Total sesión: 200’)
Raymond Chandler según Neil Jordan, tráiler de «Marlowe»
Tras su premier mundial en el pasado Festival de San Sebastián acaba de ver la luz un primer adelanto en forma de tráiler, que podéis ver a final de página junto a su póster oficial, del último trabajo tras las cámaras del veterano Neil Jordan Marlowe. Película que retoma el mítico personaje creado por Raymond Chandler adaptando la novela publicada en nuestro país en 2014 La rubia de ojos negros de John Banville. Marlowe se estrenará en cines de Estados Unidos el próximo 15 de febrero, en España, aún sin fecha, lo hará de mano de de Diamond Films.
La película nos sitúa a finales de los años 30, en los bajos fondos de Los Ángeles, una rica y bella heredera encarga a Marlowe que busque a su antiguo amante, que ha desaparecido. Pronto descubre que tras la desaparición de ese hombre hay una red corrupta que le pone en el punto de mira de algunos de los mandatarios más acomodados y peligrosos de la ciudad.
Marlowe con guion adaptado a cargo de William Monahan está protagonizada por Liam Neeson, Diane Kruger, Jessica Lange, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Alan Cumming, Danny Huston, Ian Hart, Colm Meaney, Daniela Melchior, François Arnaud, Patrick Muldoon, Darrell D’Silva, Kim DeLonghi, Stella Stocker, Mitchell Mullen, Julius Cotter y Gary Anthony Stennette.
Crónica Festival de Sitges 2022 II
El fantástico limítrofe
Como viene siendo habitual estos últimos años, varias fueron las propuestas vistas en este Sitges 2022 que intentaron, con mayor o menor fortuna, transitar por el fantástico a través de conceptos poco dados a la complacencia o a la heterodoxia. A tal respecto, sorprende que una sección como New Visions, destinada en un principio al cine de riesgo y experimental, elija una película inaugural que se postula en las antípodas de dicha sección, Brian and Charles, quintaescencia de las Feel-Good Movie, aquí derivativa de la comedia nerd. El debut en el largometraje del británico Jim Archer nos cuenta, mediante una suerte de mockumentary con una caprichosa manía por romper la cuarta pared, cómo un despistado científico creará un robot para ayudarle a socializar con su entorno. Suave alegato contra la soledad, en donde llama la atención su premisa, en un principio muy proclive a la extravagancia o irreverencia, que sin embargo termina siendo demasiado blanca y convencional con relación a su desarrollo. Aun siendo antagónica, la iraní Zalava atesora una curiosa concomitancia con respecto a Brian and Charles, al contrario que ésta, aprovecha una premisa genérica, supuestamente manida y simple, a la hora de construir un relato metafórico que se desarrolla a través del concepto dual de la existencia, o no, de un demonio invisible, un punto de partida que por momentos nos remite al episodio The Howling Man de la fundamental The Twilight Zone. En el film de Arsalan Amiri, el miedo y el escepticismo pasa a ser global, en relación con la radiografía de un extracto social confundido entre fe y ciencia. Pese a un clímax excesivamente alargado, Zalava, basada principalmente en la articulación de la expectativa, indaga con acierto en el poder de la superstición y sugestión dentro de un colectivo abocado a una paranoia e histeria derivada de la creencia religiosa fundamentalista. Curiosamente este mismo año, otra película, Holy Spider de Ali Abbasi, también se detiene en males adyacentes a la sociedad iraní del pasado y presente, en este caso con respecto a la misoginia expuesta a través de la crónica negra de un psychokiller. En ambas historias termina siendo bastante más terrorífica la malignidad del ser humano que el supuesto componente sobrenatural o trastorno psicópata que propone el relato.
El conflicto bélico no resuelto ha sido durante los últimos años una constante a la hora de mostrar cómo una serie de películas indagaban en alegorías fraccionadas como punto de fuga sobre tal disidencia. Partiendo de la premisa de que la guerra en Yugoslavia podría considerarse un género en sí mismo, Darkling, thriller de postguerra estructurado a través de un acoso, aprovecha al máximo tal argumento. Lo hace mediante un modélico y contundente ejercicio de estilo de tono asfixiante, reconfigurando conceptos del fantástico actual, en especial la home invasión, aquí expuesta como metáfora con relación al asedio étnico al que se ve sometida una familia serbia. La película de Dusan Milic antepone la dialéctica a una concepción atmosférica, haciendo hincapié durante parte de su metraje en recursos técnicos, como la visión circular de fuera hacia dentro, creando la sensación de cómo algo, desde el exterior, observa a los atrincherados protagonistas. Por si fuera poco, la película tiene la virtud de prescindir del subrayado tan característico en este tipo de relatos, como Maus (2017) de Gerardo Herrero Pereda, por poner un solo ejemplo, a la hora de decantarse por plantear un fuera de plano, o percibir la presencia de un enemigo invisible, a la hora de invocar un horror sustentado en la sinrazón. Bastante menos afortunada resulta la británica Shepherd de Russell Owen, con respecto a la justificación de la creación narrativa mediante artilugios técnicos, una película que podría pasar perfectamente como un remake apócrifo de El faro de Robert Eggers, pues en realidad relata, mediante formas bastantes similares la misma historia con relación a una fantasmagoría derivada de un sentimiento de culpa que lleva al autoexilio al supuesto pecador, en donde el escenario, una isla deshabitada, actúa a modo de antesala del purgatorio. Relato pretendidamente gótico, plantea una interesante reflexión en lo relativo a cómo una gran parte del fantástico actual parece estar más preocupado por mostrar un contenido, de forma vacua, estetizante y ensimismada en alardes técnicos, que en dotar a dicho espacio de una profundidad.
Más convincente con respecto a la naturaleza de su concepción resulta la ópera prima de Andrew Legge, LOLA, relato especulativo de ciencia ficción low cost sobre universos paralelos en donde se modifican historias sociales y personales en la Inglaterra de 1941, gracias a una máquina que intercepta transmisiones provenientes del futuro. Película con ligeros retazos de steampunk y formulada mediante el found footage, provista de una generosa variedad de patrones utilizados a la hora de extender la narrativa. El interrogante viene dado en lo concerniente a si dicha sublimación de recursos y formatos justifica una alarmante falta de rigor, teniendo la sensación de estar ante ese tipo de películas que prometen bastante más de lo que terminan ofreciendo, primando la anécdota sobre cualquier atisbo de consistencia. Como mal menor, su entusiasmo e inventiva conceptual legitima en parte una propuesta en apariencia ideal, en cuanto a propósitos para una sección de las características de New Visions; Esta sección fue inaugurada con Piaffe, ópera prima de la realizadora alemana Ann Orense, en donde al menos se puede atisbar una cierta valentía y arrojo en lo concerniente a su condición de artificio fílmico, expuesto a través de tonos eróticos y sensoriales que cuestionan conceptos sobre la naturaleza de la sexualidad. Cinta que, a pesar de su osado planteamiento, termina siendo bastante más simple de lo que aparenta en un principio. Piaffe gira en torno a la sempiterna búsqueda de una identidad que finalmente consigue materializarse, muy a la manera del Dogs Don’t Wear Pants de J-P Valkeapäa, gracias al fetichismo y al sometimiento derivado de ello, aquí semejante a la relación existente entre un jinete y un caballo, el problema viene dado por cómo dichos artilugios, de claras y muy evidentes correspondencias “arty”, dinamitan por completo el concepto de una narrativa que termina siendo hilarante de forma involuntaria.
Aunque desde ópticas distintas, The Origin, al igual que la anteriormente citada Darkling, parte de una premisa que nos muestra a un grupo de personas asediadas y eliminadas por parte de un enemigo invisible. La particularidad del film de Andrew Cumming viene dada por estar ubicada en el 45.000 a. C. y está concebida como una suerte de survival prehistórico de narrativa minimalista, ésa que supuestamente intenta aprovechar lo máximo del mínimo que, sin embargo, carece del rigor de una cinta coetánea, como, por ejemplo, La Guerre du feu de Jean-Jacques Annaud. Esa carencia de verosimilitud, dialécticas y comportamiento poco creíbles para la Edad de Piedra no es el principal problema que atesora The Origin, principalmente lo es con relación a su no adscripción, o dubitación, a la hora de abrazar sin ningún tipo de reservas el relato de terror del que da la sensación de estar fundamentado. Al igual que muchas películas que hibridan géneros sin mucha convicción, sin ir más lejos el bélico que muta en fantástico visto en películas como The Bunker (2001) o Deathwatch (2002), el film de Andrew Cumming se queda genéricamente en tierra de nadie, especialmente a la hora de querer trascender en una revelación final, que nos muestra una visión muy oscura de la naturaleza humana. Poniendo de manifiesto cómo gran parte del fantástico actual termina siendo deudor de una serie de tendencias percibidas como líquidas, déficit cada vez más endémico del que no parecen librarse ni los relatos provenientes de lo ancestral. Más contundente con relación a sus propósitos se muestra el drama de horror Speak No Evil del danés Christian Tafdrup, una de las películas más comentadas en Sitges este año. Relato que le da la vuelta al concepto del extraño o desconocidos que se introducen en un núcleo familiar con intenciones poco halagüeñas, pues es ese mismo grupo de personas supuestamente afables, quienes se sumergen casi sin proponérselo, en un entorno transgresor. Partiendo de la premisa de una familia danesa que recibe la invitación de un matrimonio holandés al que conocieron durante unas vacaciones, Speak No Evil indaga con pausa en la germinación de una incomodidad que deriva en atrocidad, aquí conectada con las raíces de un miedo que no precisa de efectismos, en ocasiones propiciado a causa de la inmovilidad proveniente de clases acomodadas socialmente. Versión pervertida de The Comfort of Strangers de Paul Schrader o de Funny Games de Michael Haneke, el film de Christian Tafdrup logra con su tensión narrativa, meticulosamente calculada, una suerte de tratado del horror que subvierte las convenciones sociales de un Occidente que parece estar abocado al apocalipsis moral.
Asentamientos genéricos
Varias fueron las propuestas presentes este año en el festival que siguieron una serie de pautas genéricas hoy en día percibidas como preestablecidas, algunas de ellas intentaron buscar resquicios, y plantear una cierta originalidad en relación a un material aparentemente ya transitado. A tal respecto muchos fueron los relatos sobre brujería presentes en Sitges 2022, uno de ellos, Nocebo, parte de dichas coordenadas a la hora de indagar en una historia de venganza sobrenatural con reminiscencias al folk horror, narrada a modo de thriller psicológico con ciertos apuntes de denuncia social. Lorcan Finnegan es un cineasta al que se le intuyen interesantes maneras a la hora de articular conceptos genéricos, algo visible tanto en su estimulante debut, el terror ecológico Without Name (2016), como en ese elaborado juguete distópico que era Vivarium (2019) que bebía de fuentes tan reconocibles como The Twilight Zone, Tales of the Unexpected o Black Mirror. Nocebo, trabajo menos satisfactorio que las dos películas anteriores, conserva algún que otro apunte sugerente, distante al género, con relación a la apropiación cultural que alberga una sociedad consumista, en ese sentido posiblemente la mayor virtud de la película resida en la indagación del fantástico a través de lo social, y lo más importante, sin difuminar, o dejar en un segundo lugar el primer concepto. Lástima que Finnegan sea un autor que a veces dé la sensación de estar demasiado pendiente de un estilo, más atento al cómo que al qué; Nocebo en ese sentido no es una excepción, pues la ausencia de una narrativa entendida como sólida, por culpa en gran parte de un flashback estructurado de la peor forma posible, un déficit paliado de forma puntual por su decidida adscripción al drama de terror que expone los complejos estados psicológicos de sus personajes. El found footage y sus últimas derivaciones, un streaming multicámara en riguroso directo, también estuvo presente en Sitges 2022 con la disfrutable Deadstream de Vanessa y Joseph Winter, película en donde vemos a un influencer caído en desgracia que intenta de forma desesperada recuperar a sus seguidores transmitiendo en vivo su estancia nocturna en una supuesta casa embrujada. Deadstream, premio a la mejor película en la sección Panorama, reivindica su función lúdica e inteligente concepción visual, por momentos un homenaje en toda la regla al Evil Dead 2 de Sam Raimi, a la hora de mantener un ritmo que funciona, algo hoy en día difícil de ver dentro del género de terror, con una muestra tan simple como es la total ausencia de cortes que puedan romper la inmersión del espectador. A tal respecto, gracias a su adscripción al found footage, un subgénero que de alguna manera está obligado a transitar a través de una continua evolución en lo concerniente a formatos y personajes, Deadstream sale airoso de un enrevesado equilibrio genérico, comedia satírica y horror, también a la hora de reflejar actuales males generacionales, por ejemplo, el ansia de reconocimiento, por encima de cualquier otra cosa, a través de las redes sociales.
De leve impasse podría considerarse la presencia de películas surcoreanas en el festival, aún lejos de esa suerte de edad de oro, con aquellas no tan lejanas ediciones en donde la aparición de potentes autorías, como, por ejemplo, la de Park Chan-wook, Kim Jee-woon o Na Hong-jin, mostraban, casi a modo de evento dentro del propio certamen, un tipo de cine en donde se percibía un tono rupturista a la hora de reinventar según qué conceptos genéricos. A Man of Reason, debut en la dirección del actor Jung Woo-sung, presente en la renacida sección Órbita, ejemplifica patrones muy reconocibles, limítrofes con el último cine comercial proveniente de dicho país asiático. En la película vemos fórmulas y elementos reciclados vistos con demasiada anterioridad, poco dados a la originalidad, aquí en relación con el consabido thriller de acción aderezado con una fuerte dosis emocional dramática, que intenta ser diferente sin acabar de serlo, a través de la historia de un antihéroe que acabará por encontrar una irremediable redención. Una película que, como mal menor, está ejecutada en su faceta técnica de forma modélica. Algo más de repercusión en el festival tuvo la también coreana Project Wolf Hunting, ayudada por el jurado oficial, presidido por William Lustig, que este año decidió premiar un tipo de cine sin apenas derivas genéricas, Premio Especial del Jurado y mejores efectos especiales. El film de Kim Hong-sun desvela pocos misterios a la hora de discernir cuál es su compromiso con el espectador, a través de una premisa inicial que puede ser recordada a modo de una especie de Con Air en versión marítima con la aparición de un elemento fantástico que podría ser perfectamente derivativo del imaginario de Resident Evil 2. Relato que solo puede ser concebido a modo de videojuego que presume de su propia condición, a la hora de exponer un creciente festín hemoglobínico gore sin apenas pausa, bajo el postulado de cómo el exceso es la razón de ser de la historia. Una síntesis que en Sitges suele funcionar bastante bien, por aquello de la sinergia creada con el fan ávido de excedencias genéricas. Más preocupante puede resultar un análisis en frío de la película alejada de dicha burbuja, en especial con relación a la percepción de subtramas narrativas que resultan ciertamente absurdas, tan deficitarias como el poco ingenio del que hace gala Kim Hong-sun en el empleo de un espacio escénico, negándole un recorrido que vaya más allá de ser una simple y recreativa coreografía ultraviolenta.
Curiosa la mirada hacia conceptos pretéritos del fantástico contemporáneo del que hace acopio la belga Megalomaniac, relato malsano que parte de la premisa argumental de fantasear con la identidad de un asesino en serie real de los años 90, el descuartizador de Mons, que nunca pudo llegar a ser localizado. Film de escenografía barroca que se aleja de nuevas vías líquidas del fantástico actual al intentar recuperar nociones algo lejanas, como esa estética oscura de tono sádico de inicios del 2000, que hoy puede ser considerada como retro, derivativas de aquella corriente proveniente del extremismo francés, el torture porn y películas europeas como, por ejemplo, Angst (Gerald Kargl 1983) o Antikörper (Christian Alvart 2005). A través de una narrativa elíptica, Megalomaniac, situada a medio camino entre el realismo y la fantasmagoría, puede ser interpretada a modo de relato visceral, en donde el cuerpo de la mujer es el objetivo final de un depredador percibido de forma dual, mostrado tanto a nivel social, en su vertiente misógina, como sociópata. Sin embargo, a diferencia de gran parte de sus predecesoras, el film de Karim Ouelhaj, cuya filmografía parece oscilar en lo concerniente a la violencia contra las mujeres, Parábola (2005), Le repas du singe (2013), Une Réalité Par Seconde (2015), no logra llegar a ser transgresora, tampoco provocativa, pues parece estar más preocupada en mostrar una estética que en intentar articular algún tipo de narrativa percibida como sólida. Con relación a sus propósitos y posicionamiento respecto al fantástico de hoy, a Megalomaniac le viene como anillo al dedo aquello de más vale malo conocido que bueno por conocer. De corrientes del fantástico casi extintas pasamos a géneros que cada vez son menos transitados, dejando de lado estimulantes indagaciones autorales como las excelentes High Life (Claire Denis 2018) o Ad Astra (James Gray 2019), Rubikon viene a ser uno de esos últimos estertores de ese subgénero, que da la impresión de estar en vías de extinción, como es la ciencia ficción espacial. En la película de la austriaca Magdalena Lauritsch vemos como los miembros de una estación orbital internacional han de afrontar dilemas de máxima relevancia, en relación con la supervivencia o preservación, cuando la vida humana de nuestro planeta se extingue de forma repentina. Las ganas de intentar trascender, a través de un envoltorio de tono ecologista, en donde el trazo moral se antepone a la aventura espacial catastrofista, crea un matiz en el relato tan bienintencionado como tedioso. A tal respecto, la reivindicable Love de William Eubank ya nos planteaba una premisa similar con bastante más acierto.
También suele ser preceptiva en Sitges la presencia de alguna película de suspense que mire a escuelas y estilos próximos al cine de Hitchcock o De Palma, aquí con relación a su vertiente de thriller psicológico que gira alrededor de la idea del voyeur como ente amenazador. A tal respecto, posiblemente la cinta más representativa de dicha temática este año en el festival fue la ópera prima de la realizadora Chloe Okuno Watcher, película en donde vemos a una joven estadounidense, Maika Monroe, revisitando su papel en la fundamental It Follows, que se muda con su prometido a Rumania y se obsesiona con la sensación de ser acosada por un vigilante invisible que parece vivir en un edificio contiguo al suyo. Es un relato que transita a través de arquetipos poco originales, principalmente en lo concerniente al efecto que causan el aislamiento y la desubicación, desembocando en una tensión paranoica, que, no obstante, consigue ser un ejercicio relativamente hábil, respecto a su síntesis narrativa y tono contenido. También cabe destacar su nada disimulada mirada femenina; en realidad nos sumergimos en el punto de vista de una mujer que no puede convencer a nadie de su entorno de que está diciendo la verdad, mirada que, por fortuna, no resulta feminista, tampoco militante en referencia a como dicha tendencia actual difumina y altera conceptos genéricos. La mujer también está muy presente en la fallida cinta de terror A Wounded Fawn, relato que parte en un principio del concepto genérico del rape & revenge, cambiando, conforme avanza la trama, el rol del depredador y la presa. Rodada en 16 mm, y amparándose en una cierta estética vintage, el director Travis Stevens (Girl on the Third Floor 2019) se muestra ambicioso a la hora de relacionar alegorías con mitologías griegas, como las referidas a las Erinias. En tal sentido es legítimo, y de agradecer, pese a la precariedad de la propuesta, intentar recorrer a través de distintas fórmulas del terror, jugar con las convenciones del género, aquí fusionando temáticas, como el relato de psicópatas con lo sobrenatural, onírico o incluso ancestral. El problema viene dado en el empeño, ya comentado unas líneas más arriba, de intentar aplicar una genealogía con calzador al fantástico. No molesta tanto que se hable en A Wounded Fawn del empoderamiento femenino, sí fatiga la forma de hacerlo, poniendo de manifiesto la falta de talento, la oportunidad nuevamente perdida a la hora de intentar construir imágenes que aspiren a ser algo más que una suerte de arte surrealista ridículamente intelectualizado.
Si respecto a Rubikon hablábamos de subgéneros hoy por hoy casi inexistentes, con la hongkonesa Tales from the Occult queda de manifiesto lo complicado que puede llegar a ser en la actualidad encontrar películas de terror procedentes de Asia que sean mínimamente consistentes. Tales from the Occult queda muy lejos de anteriores e interesantes propuestas episódicas de tono autoral como Three (Peter Chan, Nonzee Nimibutr, Kim Jee-woon 2002) o su continuación Three… Extremes (Fruit Chan, Park Chan-wook, Takashi Miike 2004), quedando más cercana en concepto al tríptico coreano Horror Stories (2012, 2013, 2016) en lo relativo a una función genérica percibida como meramente alimenticia. Antología derivativa del j-horror, que recurre en demasiadas ocasiones al humor, dirigida por Fruit Chan, Fung Chi-Keung y Wesley Hoi Ip Sang, en donde de forma curiosa, y contradiciendo la propia naturaleza del film de episodios, no resulta irregular, ya que el nivel de las tres historias no varía en exceso con relación a su calidad, estando ordenadas de acuerdo con su supuesta seriedad, aligerando su tono conforme se desarrolla. A modo de indagación rupturista, y declarándose una película de su tiempo, se atisban pequeñas y difusas disquisiciones con respecto al presente, como el consumismo, el pánico pandémico o el actual papel de los influencers en la esfera social, intenciones que no logran resarcir la sensación de liviana intrascendencia que exhibe la propuesta. Siguiendo con un cine poco dado a repercusiones recientes, la comedia fantástica Unwelcome viene a ser un anómalo, por momentos indigesto, pastiche genérico en donde se intenta situar al fan en una época distinta a la actual. Durante su intervención en el pase de la sala Tramuntana el realizador Jon Wright, (Grabbers 2012), se congratulaba de la total libertad creativa de la que dispuso a la hora de concebir la película, no le faltaba razón, pues si de algo puede presumir una cinta como Unwelcome es de autodeterminación, al estar orquestada a modo de un delirante índice de subgéneros, empezando por ser una violenta home invasión urbana, que conforme avanza la trama se transforma en un thriller rural con reminiscencias al Straw Dogs de Peckinpah y derivativos, al folk horror y a una suerte de monster movies que parece homenajear, o parodiar, tanto al Ghoulies de Luca Bercovici como el Leprechaun de Mark Jones. La reflexión que podría plantearse es si un producto tan caótico y deficitario como Unwelcome puede funcionar hoy en día, relativamente bien, dentro de un ecosistema como el de Sitges, posiblemente sea debido a una adscripción que transita a través de una carta blanca, que como antaño, utiliza el fantástico a modo de banco de pruebas para el todo vale, para negarse a definir un tono. A tal respecto, poco importa que estemos ante el escaneo de una autenticidad pretérita, de igual manera es irrelevante que su visionado fuera del hábitat de Sitges pueda convertirse en una auténtica pesadilla. Por fortuna, aún es aceptado dentro de un determinado entorno festivalero que en ocasiones sigue anteponiendo la gamberrada a ciertas trascendencias impostadas del fantástico actual.
Documenta y Seven Chances
Si algo útil tiene la excesiva y anárquica variedad de secciones en Sitges, es poder encontrar ciertos reductos temáticos en donde poder refugiarse, especialmente con relación al evento. En una edición con una total ausencia de excelencia fílmica, o de cualquier tipo de aproximación a dicho término, secciones como Documenta o Seven Chances indagaron con acierto y determinación en arqueologías didácticas e interesantes recuperaciones cinematográficas. Yves Montmayeur, documentalista habitual en Sitges, responsable de trabajos tan interesantes como The 1000 Eyes of Dr Maddin (2015), o los más anecdóticos Dragon Girls! Les amazones pop asiatiques (2016) y Citizen K (2020) presentó Mad in Belgium, documental que partiendo de la fundamental C’est arrivé près de chez vous (1992) explora una curiosa corriente autoral surgida en la Bélgica de los años 90, poco conocida fuera de sus fronteras, transgresora en la manera de falsificar las formas y que hacía de la impostura un acto de creación. A través de varios testimonios, Benoit Poelvoorde, Jan Bucquoy o Fabrice du Welz entre otros muchos, y un generoso material de archivo, Mad in Belgium no deja de ser una afortunada elegía a una fuerza experimental, de estética feísta e irreverente, que de alguna manera dinamitó el lenguaje institucional a través del simulacro y el absurdo, cumpliendo a la perfección con lo que tendría que ser una de las máximas en relación al cometido de cualquier documental sobre cine que se precie de su función didáctica, en el caso que nos ocupa el de indagar en cinematografías, y sus ramificaciones, situadas muy al margen del mainstream. Bastante más convencional, y de carácter popular, se percibió la première mundial de 1982: Greatest Geek Year Ever!, documental que enfoca su mirada en la producción cinematográfica del Hollywood del 82, año fértil a la hora de entender no solo la aparición de películas fundamentales dentro del fantástico, Blade Runner, Tron, The Thing, E.T. o Conan the Barbarian entre otras muchas, sino también en la medida de poder discernir como se desarrollaron según qué hitos de la cultura pop a partir de ese preciso momento. Siguiendo el patrón de otros trabajos como, por ejemplo, Never Sleep Again: The Elm Street Legacy (2010) o la saga In Search of Darkness (2019, 2020, 2022), en relación al formato y su desmedida duración, 1982: Greatest Geek Year Ever! ostenta una interesante primera media hora desde una globalidad que se contextualiza en un determinado tiempo cultural, industrial y social, sin embargo en todo el metraje restante se recurre al piloto automático en lo relativo a comentar, más que a analizar, película tras película, principalmente a través del anecdotario y el testimonio de los implicados. En tal sentido, las formas devienen mecánicas, empero lúdicas y complacientes de cara al fan, a fin de cuentas, el material utilizado es de un potencial tal que requeriría de una gran dosis de torpeza a la hora de desaprovecharlo.
Al igual que Yves Montmayeur, otro de los autores que suelen tener una presencia fija en Sitges es Alexandre O. Philippe, no en vano sus siete anteriores documentales estuvieron presentes en el festival. Su último trabajo, Lynch/Oz, al igual que sus anteriores y notables 78/52 (2017) y The Taking (2021) queda supeditada a la validez de terceros, de unos interlocutores que analizan una materia o aspecto y su correspondiente mitificación. De la escena de la ducha de Psicosis, o las representaciones culturales próximas a Monument Valley, pasamos a las confluencias, pulsiones, o multiplicidad de miradas, entre dos fascinantes mundos que han hecho soñar durante décadas al espectador, The Wizard of Oz de Victor Fleming y el imaginario del creador de Blue Velvet. Lynch/Oz puede llegar a ser interpretada a modo de relato dual, el visual, frenético y solvente collage de imágenes y escenas a cargo de Alexandre O. Philippe, y el analítico, expuesto en forma de compilación de ensayos fílmicos en donde la crítica Amy Nicholson y los cineastas John Waters, David Lowery, Justin Benson & Aaron Moorhead, Karyn Kusama y Rodney Ascher analizan de forma episódica, casi a modo de coordinada tesis universitaria, una conexión que resulta tan evidente como fascinante. De forma inevitable se producen esporádicas reiteraciones en determinados apartados, aunque posiblemente el principal lastre del documental es que pueda llegar a ser percibido de manera didáctica, y que de forma más acertada o menos, palidezca ante una serie de imágenes totémicas que dejen en evidencia cualquier tipo de definición sobre ellas. Con todo, Lynch/Oz, dada su labor de estudio metacinematográfico, seguramente sea el mejor documental visto en este Sitges 2022. Por su parte Beyond the Wasteland nos sitúa en parcelas muy derivativas de lo cinematográfico, en lo concerniente al fenómeno fandom generado por la saga Mad Max. El documental de Eddie Beyrouthy prescinde de cualquier tipo de análisis fílmico, de hecho, ni siquiera tiene acceso a imágenes o secuencias de las películas, dadas las draconianas condiciones habituales en Warner a la hora de facilitar material, tampoco cuenta con el beneplácito de testimonios de gente implicada en primera línea. Dada esa evidente precariedad de medios, Beyond the Wasteland, al igual que otros muchos documentales de condición similar, opta por contar historias limítrofes, aquí casi a modo de una road movie australiana que se detiene en una determinada militancia, y cómo ésta repercute en lo real, casi en forma de drama personal, en un grupo de personas que de alguna manera ansían nuevas comunidades con las que compartir sus obsesiones. Centrándose más en lo individual que lo colectivo, en realidad Wasteland, el mayor evento fan celebrado en el desierto de Mojave en California, solo aparece en los últimos quince minutos del documental, Beyond the Wasteland termina siendo un empático, pero muy anecdótico tratado sobre una determinada devoción dirigida a la celebración, intuida en no pocas ocasiones en forma de posicionamiento que reemplaza carencias de talante emotivo e incluso social.
Nacida en 1993, la sección Seven Chances no ha dejado de ser con el transcurso de los años una especie de cajón de sastre, en muchas ocasiones alejado del fantástico y supeditada a designios y contextos ambivalentes. Una sección que nació con el propósito de ofrecer siete visionados de sendas películas que no tenían una distribución asegurada en nuestro país para cines o ámbito doméstico. En los últimos años Seven Chances parece haber encontrado una estabilidad genérica con relación a la recuperación, ayudada en muchas ocasiones por la remasterización de películas, que, en mayor o menor medida, requieren de una reivindicación, o en el mejor de los casos, de un descubrimiento o primer visionado por parte de nuevas generaciones afines al fantástico. Los clásicos, con la proyección del Kwaidan de Masaki Kobayashi, y los dos títulos vistos en Seven Chances, vinieron a paliar el bajo nivel del cine asiático presente este año en Sitges. Dejando para un análisis exhaustivo la excepcional Demon Pond de Masahiro Shinoda, Johnnie To, ya presente en esta misma sección en 2018 con Throw Down, volvía al festival, aprovechando la remasterización y el trigésimo aniversario a la vuelta de la esquina con The Heroic Trio (1993), obra hoy en día considerada clave a la hora de entender la trayectoria del realizador hongkonés. Una película en donde tuvo una presencia importante el productor Ching Siu-Tung, no solo disfrutable para ver en pantalla a Anita Mui, Maggie Cheung y Michelle la Yeoh juntas, sino también por ser una entretenida hibridación genérica del que conserva, entre otros conceptos, el cine de superhéroes, el wuxia, el policiaco, la comedia y una violencia delirante, por momentos cercana a la categoría III, mezcla de géneros cuya practica en occidente siempre ha sido percibida como indigesta y poco habitual. Considerada en la actualidad como un clásico, The Heroic Trio, vista hoy puede ser percibida como una cinta vanguardista, con relación a mostrar una fantasía que aglutina de forma desinhibida corrientes y mitologías a cuál más distinta, también como una suerte de epitafio cinematográfico, que por aquel entonces auguraba un futuro analógico a películas de gran presupuesto que nunca llegó a producirse, en tal sentido no deja de ser sintomático que ese mismo año viera la luz el Jurassic Park de Steven Spielberg.
Por su parte la sesión dedicada a la realizadora Stephanie Rothman, con la proyección de The Velvet Vampire (1971), acompañada de dos cortos realizados por la actriz Astrid Frank, auténticas joyas del fantástico británico de los 70 y 80, Red (1976) y The jealous mirror (1982), vino a darle algo de sentido a ese difuso apartado dotado en ocasiones de desmedidas proclamas, denominado Woman In Fan. La restaurada The Velvet Vampire viene a ser un cruce imposible entre una no pretendida explotation y un relato transgresor. Película de ligera estética psicodélica, que se permite el lujo de indagar en tipologías genéricas, con el Carmilla de Sheridan Le Fanu como gran referente, junto a corrientes europeas cinematográficas de una aproximación vampírica similar, surgidas conjuntamente, como, por ejemplo, La vampire nue (Jean Rollin 1970), Vampiros Lesbos (Jesús Franco 1971) o Les lèvres rouges (Harry Kümel 1971), al mismo tiempo que formula una mirada subversiva y rupturista de dicha temática en lo concerniente a exponer una sexualidad femenina de índole liberador. Posicionamiento que le hace renegar de conceptos genéricos propios del cine de vampiros, como la negación de una hegemonía masculina, una curiosa ausencia de visualización de colmillos o una nula nocturnidad escénica, aquí sustituida por la luminosidad del desierto de California. Rara avis, en el mejor sentido del término, que a su manera fue precursora en lo que respecta a los aires de cambio que estaban por venir, también por ser referente de películas que verían la luz con posterioridad, dos ejemplos serian The Hunger (Tony Scott 1983) y The Love Witch (Anna Biller 2016).
Dos años después de estar presente con Manos torpes (1970), el cine de Joaquín Luis Romero Marchent, aprovechando otra restauración, volvía a Sitges y a Seven Chances con Condenados a vivir (1972), dos cintas, alejadas de los cánones habituales, que podrían formar parte de un ceñido programa doble, pues ambas, cada una a su manera, pertenecen a ese fascinante subgénero colindante con el fantástico que es el Weird Western. Reverenciada de manera ecuánime, no solo en relación al imaginario de Quentin Tarantino, sino también por su filiación a lo extremo, presente en películas que han ido apareciendo en los últimos años de forma casi residual, The Burrowers (J.T. Petty 2008) o Bone Tomahawk (S. Craig Zahler 2015) por ejemplo. A tal respecto, si algo queda patente en Condenados a vivir, aparte de ser un spaghetti western distinto respecto a la narrativa visual, es su innegable interés a la hora de transgredir códigos establecidos en lo concerniente a una visceralidad y nihilismo que en parte sublima la violencia fronteriza al Eurowestern. Es un film en el que el gélido escenario, exteriores rodados en los Pirineos de Huesca, es la trampa llevada al límite en casi todas las facetas por las que transita, especialmente en relación con unas imágenes que pueden ser percibidas como insólitas, dada su difícil catalogación genérica, una turbia escena de violación múltiple, apariciones fantasmales o una onírica secuencia en donde vemos arder una cabaña en modo revertido entre otras. Para dar por concluida esta crónica de Sitges 2022, pocas cosas más gratificantes que revisar el fascinante universo de Rene Laloux y Philippe Cazza con la proyección de Gandahar, les années lumière, cinta que adapta libremente la novela de Jean-Pierre Andrevon, y que al igual que su anterior La planète sauvage, ejemplifica de forma modélica cómo gran parte del mejor cine de animación de los 70 y 80 vino de la mano de una unión creativa poco dada a los límites. Un tipo de cine que puede llegar a ser concebido casi a modo de cooperativismo, al aglutinar una serie de autores y corrientes diversas, gran parte proveniente de la mítica Métal Hurlant. En tal sentido, no se puede concebir un mejor colofón a un festival de género fantástico que el poder ver en una pantalla de cine un prodigio de las características de Gandahar, les années lumière, película en donde el arte conceptual muta en un fantástico simbólico y libre de ataduras, en relación a una serie de historias que por aquel entonces ambicionaban crear tendencia, aquí a través de una ciencia ficción de tono filosófico y apocalíptico, también político, alertando sobre el peligro de la homogeneización. La proyección, y la oportunidad que se le otorga al espectador de poder descubrir por primera vez el film de Rene Laloux, justifica de por sí la existencia de cualquier festival de cine que se precie de su condición.
Palmarés
SECCIÓ OFICIAL FANTÀSTIC A COMPETICIÓ
- Mejor película de la SOFC: «Sisu», Jalmari Helander.
- Premio especial del Jurado (patrocinado por Sunglass Hut): «Project Wolf Hunting», Kim Hong-sun.
- Mejor interpretación femenina (patrocinado por So de Tardor): Natalia Germani & Eva Mores, «Nightsiren» (mención especial) / Mia Goth, «Pearl» (premio)
- Mejor dirección (patrocinado por Moritz): Tereza Nvotová, «Nightsiren» (mención especial) / Ti West, «Pearl» (premio).
- Mejor interpretación masculina (patrocinado por Vilamòbil): Jorma Tommila, «Sisu».
- Mejor guion ex-aequo: Quentin Dupieux, «Fumer fait tousser» & «Incroyable mais vrai».
- Mejores efectos especiales, visuales o de maquillaje (patrocinado por Kelonik): «Project Wolf Hunting» (mención especial) / «Irati» & «Ego (Hatching)» (ex-aequo).
- Mejor música (patrocinado por Primavera Sound): Juri Seppä & Tuomas Wäinölä, «Sisu».
- Mejor fotografía (patrocinado por Lavazza): Kjell Lagerroos, «Sisu».
NOVES VISIONS
- Mejor película: «Jerk», Gisèle Vienne.
- Mejor dirección: Martika Ramirez Escobar, «Leonor Will Never Die».
- Mejor corto Noves Visions Petit Format: «Flashback Before Death», Rii Ishihara & Hiroyuki Onogawa.
MÉLIÈS D’ARGENT
- Premio a la mejor película de género fantástico: «Nightsiren», Tereza Nvotová.
- Premio al mejor corto europeo de género fantástico: «La machine d’Alex», MAel Le Mée.
JURADO DE LA CRÍTICA
- Mejor cortometraje de la SOFC (patrocinado por Fotogramas): «The Newt Congress», Matthias Sahli & Immanuel Esser.
- Premio de la crítica José Luís Guarner a la mejor película SOFC: «Something in the Dirt», Aaron Moorhead & Justin Benson.
- Premio Citizen Kane para el mejor director revelación: Michelle Garza, «Huesera».
ANIMA’T
- Mejor largometraje de animación: «La otra forma», Diego Guzmán.
- Mejor cortometraje de animación: «Ecorchée», Joachim Hérissé.
ÒRBITA
- Mejor película: «H4Z4RD», Jonas Govaerts.
BLOOD WINDOW
- Mejor película: «Huesera» (Michelle Garza)
BRIGADOON
- Premio Brigadoon Paul Naschy al mejor corto: «El semblante», Raúl Cerezo y Carlos Moriana.
JURADO CARNET JOVE
- Premio Jurado Carnet Jove a la mejor película SOFC: «You won’t be alone», Goran Stolevski.
- Premio Jurado Carnet Jove a la mejor película Sitges Documenta: «Jurassic Punk», Scott Leberecht.
PREMIS SGAE NOVA AUTORIA
- Mejor dirección-realización: Ariadna Pastor, «Tornar a casa».
- Mejor guion: Ariadna Pastor, «Tornar a casa».
- Mejor música original: Valentín Cremona, «Sweet Side».
PREMIOS DEL PÚBLICO
- Gran Premio del Público a la mejor película de la SOFC (patrocinado por La Vanguardia): «Irati», Paul Urkijo.
- Premio del Público Panorama Fantàstic: «Deadstream», Joseph Winter & Vanessa Winter.
- Premio del Público Focus Àsia: «The Roundup», Lee Sang-yong.
- Premio del Público Midnight X-Treme: «Sissy», Kane Senes & Hannah Barlow.
Rafael Gil. La huella de luz de un cineasta español (1913-1986)
Podría afirmarse que Rafael Gil (1913-1986), más que un prolífico director, fue un inquieto hombre de cine. Cinéfilo y crítico cinematográfico, documentalista y guionista, director y productor, fueron todas estas facetas las que conformaron su retrato profesional e hicieron de él la gran promesa del renacimiento de la cinematografía española tras la cruenta Guerra Civil que dejó un largo poso de amargura y un país desolado. Considerado oficialista y conservador por sus críticos, Rafael Gil planteó su profesión en comunión con los gustos del espectador, huyendo de la teoría de un único autor y confirmando su concepción de que el cine es un trabajo de equipo, resultado de la conjunción de esfuerzos de profesionales dotados de talento e iniciativa.
Sus inquietudes artísticas tuvieron su reflejo en sus magníficas películas de la década de los cuarenta (Huella de luz, El clavo, El fantasma y doña Juanita, La calle sin sol, Una mujer cualquiera). En cercana colaboración con el decorador Enrique Alarcón y el director de fotografía Alfredo Fraile, Gil fue capaz de dotar a nuestro cine de filmes de digna factura e interesante realización, herederos de las influencias hollywoodienses fruto de su empedernida cinefilia. Durante los años cincuenta, fue fiel a su compromiso con sus inquietudes políticas y religiosas gracias a su asociación con Vicente Escrivá y su productora Aspa Films dando lugar a notables películas como La guerra de Dios o Murió hace quince años, en la que se observa un Gil más maduro y con mayor pulso. El declive artístico, que no comercial, que se observó en su filmografía a partir de los años sesenta, con notables excepciones, se contrapone a una mayor actividad profesional al entrar en tareas productivas con la creación de su empresa Coral P.C. y, posteriormente, con los beneficiosos acuerdos de distribución con Paramount a través de Cinema International Corporation. En esa etapa, títulos como El sobre verde o la segunda versión de El hombre que se quiso matar, surgidos de necesidades de exhibición, se oponen a auténticos ejercicios fílmicos por recuperar los buenos tiempos con sus adaptaciones literarias clásicas de los años setenta.
Rafael Gil: La huella de luz de un cineasta español (1913-1986) ofrece las claves y distintas lecturas que se infieren de la obra del director madrileño, las directrices sociopolíticas que informan su cine, su cercana relación con la literatura, así como su obsesión por el perfecto acabado del filme y su intensa preocupación por consolidar la cinematografía española.
El autor
Juan Ignacio Valenzuela Moreno, nacido en 1975 en Bilbao, pero cordobés de sentimiento y adopción, es Licenciado en Derecho y en Ciencias del Trabajo por la Universidad de Córdoba.
Durante su etapa universitaria colaboró en diversas publicaciones y actos relacionados con el Aula de Cine de la Facultad de Derecho, al tiempo que escribía reseñas en actividades cinematográficas de otros organismos como las organizadas por el Gran Teatro de Córdoba. Ha ejercido como docente en cursos de extensión universitaria relacionados con el cine y la música cinematográfica, escribiendo artículos sobre esta materia en plataformas digitales como Andalocio o CineHistoria.
Es autor del libro Georges Delerue. De la Nouvelle Vague a Hollywood (Ediciones Rosetta, 2019), nominado al mejor libro de cine en los premios ASECAN, y coautor de Cómo crear una película. Anatomía de una profesión (T&B Editores, 2008). Ha participado como ponente en el IV Congreso Internacional de Historia y Cine: Memoria Histórica y Cinema Documental (2014) y escrito artículos en revistas como Fotocinema, Fonseca, Ámbitos. Revista Internacional de Comunicación y Sin final en el guion.
Doctor en Cine, dentro del Programa de Patrimonio Cultural y Territorio de la Universidad de Córdoba, con una Tesis Doctoral que lleva por título Revisión de la obra de un cineasta olvidado: Rafael Gil (1913-1986), bajo la dirección del Pr. Dr. Pedro Poyato Sánchez, con calificación Sobresaliente Cum Laude, que ha servido de base para este libro.
Autor: Juan Ignacio Valenzuela Moreno, Editorial: Shangrila Ediciones, Colección Hispanoscope libros, Páginas: 546
El terror religioso de Christopher Smith, primer tráiler de «Consecration»
El británico Christopher Smith es uno de esos realizadores que en mayor o menor medida siempre ha transitado a través del cine de género, tras propuestas estimulantes como Triangle (2009), Black Death (2010) o Detour (2016) Smith se vuelve a adentrar en el fantástico, tras su fallida y reciente incursión en el gótico, The Banishing (2020), con la cinta de terror Consecration, película cuyo primer tráiler acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial. El film se estrenará comercialmente en Estados Unidos el próximo 10 de febrero estando disponible a través de VOD a partir del 3 de marzo.
En Consecration vemos como después del presunto suicidio de su hermano sacerdote, Grace viaja al remoto convento escocés para averiguar qué es lo que sucedió realmente. Dudando del relato de la Iglesia, descubre un asesinato, un sacrilegio y una inquietante verdad sobre sí misma.
La película con guion a cargo del propio Christopher Smith junto a Laurie Cook está protagonizada por Jena Malone, Danny Huston, Ian Pirie, Janet Suzman, Steffan Cennydd, Thoren Ferguson, Angela White, Marilyn O’Brien, Eilidh Fisher, Victoria Donovan, Charlotte Palmer y Emma Hixson.
Curso online de cine de autor y experimental
Impartición en directo desde Zoom
Inicio: jueves, 19 de enero
Plazas limitadas: grupos reducidos
Presentación
El Curso Online Cine de Autor y Cine Experimental de Educa tu Mirada plantea una aproximación al cine que se mueve por los márgenes, que cuestiona la gramática convencional cinematográfica y que genera nuevos significados en la mirada del espectador; un tipo de cine arriesgado y artístico que no busca dar respuestas, sino formular preguntas.
El curso propone tres objetivos relacionados entre sí: el primero, pensar el complejo estado de las imágenes cinematográficas en la actualidad, donde el cine ha perdido su centralidad cultural en favor de otros medios y soportes; el segundo, comprender las cualidades del «cine de autor» y del «cine de vanguardia» a través de escenas y textos representativos; y el tercero, cuestionar ciertos clichés a la hora de entender lo «mainstream» y lo «underground», así como ciertas actitudes del canon cinematográfico.
Dirigido a
Cineastas, fotógrafos, artistas, estudiantes de cine, Bellas Artes, Comunicación Audiovisual, aficionados al cine, al arte y a la cultura, en general. No es necesario tener conocimientos previos sobre cine para disfrutar del temario y del recorrido del curso.
Metodología
El curso se imparte online, en directo desde Zoom. Las clases se graban y permanecen en la nube una semana a disposición del alumnado. Es obligatorio asistir a un 70% de las clases para obtener el certificado final. Cada sesión está formada por escenas y textos seleccionados por el profesorado. Los grupos de trabajo son reducidos con el objetivo de fomentar la participación, la reflexión y el diálogo.
Temario
• Hacia una definición de autoría.
• De la vanguardia al underground.
• Voces femeninas del experimental.
• El hilo invisible: autoría y mainstream.
• Reformulando la teoría de los autores.
• Mutaciones de la imagen contemporánea.
Profesorado
Javier Urrutia: director de Educa tu Mirada
Andrés Duque: cineasta experimental
Mireia Iniesta: crítica de cine
Javier Trigales: guionista
Antonio José Navarro: historiador de cine
Duración y horario
trimestral (enero, febrero y marzo)
jueves, de 18:30 a 21:00h.
La matriculación incluye
• Certificado final
• Suscripción a Filmin
• Suscripción a la revista Caimán
• Descuento en libro de Solaris
Precio
a) Pago mensual de 200€ (3 pagos)
b) Pago único de 360€ (40% de descuento)
Proyecciones Xcèntric: Women Light Music I
La sesión inaugural de la temporada presenta un conjunto de películas para pensar la relación entre las mujeres y la composición musical. Se trata de films cuyos modelos de composición son muy cercanos a los de la música, una especie de partituras donde los sonidos se anotan a través de las imágenes, trabajando así su sincronía, donde lo que se ve y lo que se oye es, muchas veces, materialmente lo mismo. Estas composiciones cinéticas de Eugènia Balcells, Mary Ellen Bute, Lis Rhodes y Blanca Rego nos sirven de pretexto para reivindicar la presencia de mujeres compositoras en la historia de la música.
Flight es una de las muchas videopartituras de Eugènia Balcells que nacen de su interés por el sonido. Este trabajo, como muchos otros de la artista catalana que investigan el espacio sonoro, está pensado para interpretarse en directo, donde el azaroso vuelo de los pájaros, enmarcado por las líneas de un pentagrama, dibuja las alturas de las notas que la intérprete, en esta ocasión la pianista Clara Lai, ha de tocar.
En lugar de pintar o rayar directamente el celuloide, Mary Ellen Bute usó otras técnicas de animación: filmó diversos artilugios domésticos —peines, coladores, batidores de varillas, bolas de pimpón, entre otros— y superpuso imágenes para explorar a través de la refracción y reflexión de la luz, las formas musicales. Sus abstracciones visuales no son estáticas, sino más bien fluidas y nacen de su interés por sincronizar los elementos visuales con los componentes acústicos, tarea para la cual se sirvió de la ciencia y de las matemáticas.
En los años 70, Lis Rhodes realizó un conjunto de obras que exploran la relación entre el sonido y la imagen. Estas películas emplean la técnica del sonido óptico, conectando así, materialmente, lo que se ve y lo que se escucha. Dresden Dynamo es una película hecha sin cámara, en la que las formas de las imágenes que vemos en la pantalla —rayas, puntos y líneas rojas y azules— crean una especie de obra musical compuesta de ruido blanco y pitidos atonales. Notes from Light Music es una versión comprimida de su célebre instalación Light Music, obra que llevó a cabo motivada por la poca atención que recibían las mujeres compositoras en la música clásica.
Tanto en sus películas como en sus escritos, a Blanca Rego le interesa la relación entre la imagen y el sonido. En muchos de sus trabajos, genera las imágenes a partir del sonido o el sonido a partir de las imágenes, donde lo que se ve es exactamente lo que se oye. Este proceso de transformación digital evoca experimentos del sonido óptico como aquellos aplicados por Lis Rhodes en muchas de sus películas.
Flight, Eugènia Balcells, España, 1984, U-matic a digital, 8′ (Videopartitura en directo interpretada por Clara Lai)
Synchromy no. 4, Mary Ellen Bute y Ted Nemeth, Estados Unidos, 1937, 35 mm a digital, 4’
Synchromy no. 2, Mary Ellen Bute y Ted Nemeth, Estados Unidos, 1935, 35 mm a digital, 6’
Rhythm in Light, Mary Ellen Bute, Ted Nemeth y Melville Webber, Estados Unidos, 1934, 35 mm a 16 mm, 5′
Notes from Light Music, Lis Rhodes, Reino Unido, 1975, 16 mm a digital, 12’
Dresden Dynamo, Lis Rhodes, Reino Unido, 1971, 16 mm, 5’
Computer Music Studies, Blanca Rego y Mikel R. Nieto, España, 2015, digital, 39’ (fragmento de 8’)
Polka Graph, Mary Ellen Bute, Estados Unidos, 1947, 35 mm a 16 mm, 5’
Tarantela, Mary Ellen Bute, Norman McLaren y Ted Nemeth, Estados Unidos, 1940, 35 mm a 16 mm, 5’
RGB Colour Model, Blanca Rego, España, 2016, digital, 5′
Copia de Flight procedente de Hamaca. Copias de Synchromy no. 2, Synchromy no. 4 y Dresden Dynamo procedentes de Light Cone. Copias de Rhythm in Light, Polka Graph y Tarantela procedentes de Arsenal. Copia de Notes from Light Music procedente de Lux. Copias de Computer Music Studies y RGB Colour Model cortesía de Blanca Rego.
Fecha: 19 enero 2023
Horario: 19:00
Espacio: Auditorio
Precio: 4 € / 3 € Reducida
Abono 5 sesiones: 15 € / 12 € Reducido
Amigos CCCB: gratuito
Venta de entradas en taquillas (taquilles@cccb.org / 933064100) y online