«Furiosa: A Mad Max Saga» review

Furiosa: A Mad Max Saga nos muestra cómo al derrumbarse el mundo, la joven Furiosa es arrebatada del Lugar Verde de Muchas Madres y cae en manos de una gran Horda de Motoristas liderada por el Señor de la Guerra, Dementus; Arrasando el Páramo, concurren en la Ciudadela presidida por Inmortan Joe. Mientras los dos Tiranos luchan por su dominio, Furiosa deberá sobrevivir a muchas pruebas, mientras reúne los medios para encontrar el camino de vuelta a casa.

Existe una curiosa concomitancia con el mensaje que parece desprender una película como Furiosa: A Mad Max Saga y su incómoda naturaleza, con relación al mainstream contemporáneo orquestado por los grandes estudios, curiosamente en los dos casos se percibe una amenaza latente, pues ambos conceptos, el puramente cinematográfico y el industrial, dan la impresión de transitar por ecosistemas amenazados por una serie de intereses económicos y de posicionamiento de poder, en el apartado comercial, certificado por los pobres resultados en taquilla de la película, algo que, con toda seguridad, hará que la saga se dé por concluida.

Si algo define una franquicia tan admirable como Mad Max es su reformulación concebida desde la no complacencia, de hecho, Furiosa en según qué parcelas podría ser considerada como un anti-blockbuster, especialmente dada su condición de cine esencial, pero también por la manera de ahondar en las motivaciones de sus tramas y personajes, llegando a la cima de tal concepto a través de ese arriesgado diálogo final vestido de texturas shakespearianas, que sustituye a la habitual set piece de acción con la que solían concluir los relatos de la saga. Mediante una sólida épica estructurada en cinco episodios y un arco temporal de veinte años, expuesto mediante un tono casi novelesco, el responsable de Babe, Pig in the City, utiliza la condición de precuela a la hora de expandir la mitología de la saga, un poco a la manera de la reivindicable Mad Max Beyond Thunderdome (1985),  donde se ampliaba una narrativa dramática más extensa de una historia de connotaciones minimalistas e incluso miméticas, como era la excelente Mad Max 2: The Road Warrior (1982).

En cierto sentido, algo parecido podemos apreciar en Furiosa, pero mostrado, si cabe, de una forma mucho más relevante y acertada, pues la historia orquestada como precuela de la anterior película, Fury Road, adquiere su mayor virtud en la decisión de Miller de cambiar de marcha, de utilizar una nueva narrativa que no desvirtúa una esencia, cuyas escenas de acción siguen siendo extraordinarias, prestando especial atención a ese prodigio de secuencia de cerca de veinte minutos de duración conocida con el título de “Stairway to Nowhere”, donde nos vuelve a remitir a conceptos ya explorados como la road movie de tono apocalíptico, al relato épico con influencias del péplum, o al viaje del héroe y su némesis, un Dementus que viene a ser una nueva reformulación del líder atávico pergeñado de una serie de matices que han sido poco percibidos por la crítica.

Pero si una cosa caracteriza una película como Furiosa, y por ende, toda la saga que la precede, es la condición autoral de la que hace gala George Miller dentro de ese pantanoso ecosistema que son las franquicias comerciales, de ser alguien con un concepto diferente del cine de acción, tanto en los años ochenta como en la actualidad, de un genio del diseño que, pese a no desdeñar ciertos rasgos distintivos evolutivos, sigue siendo el mismo de siempre, un creador cuya peculiaridad reside en el detalle, que antepone la pureza del concepto visual a cualquier otro tipo de narrativa. Lo hace a través de una plástica exuberante, que sabe utilizar, sin ningún ápice de aparatosidad, una serie de herramientas que hacen desplazar la mirada del espectador de un plano general a un plano corto, de un objeto a un rostro, todo ello a través de un montaje y una serie de encuadres concebidos de forma admirable. A tal respecto, y como simple ejemplo, en Furiosa: A Mad Max Saga existe otra secuencia prodigiosa que nos sitúa en el Criadero de Balas, en apariencia, una simple escena de tiroteo filmada de la forma más efectiva e inteligente posible, donde se nos muestra cómo un tiro es montando minuciosamente mediante dos únicos planos, el cañón y el impacto que produce, el mérito viene dado en la utilización de la profundidad de campo, de algo tan inusual hoy en día como tomarse la molestia de introducir dos elementos en un mismo encuadre.

Furiosa, de una manera casi involuntaria, cierra una de las mejores sagas cinematográficas de la historia, lo realiza de la forma más brillante y consecuente posible, dando por concluido el círculo iniciado por Miller en 1979 con Mad Max, hablándonos prácticamente de lo mismo, de una idea llevada casi al paroxismo durante cuarenta y cinco años; en ambas películas, se nos muestra el sinsentido de la barbarie ubicada en escenarios post apocalípticos,  la quimérica búsqueda de un oasis y la naturaleza autodestructiva del ser humano y la irremediable sed de venganza derivada de ello, de una épica, en definitiva, carente de cualquier tipo de heroísmo.

 

Valoración 0/5:4

 

 

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