Primer tráiler para «La Bête» de Bertrand Bonello

No es la primera vez en este 2023 a punto de finalizar que la novela de Henry James La bête dans la jungle es libremente adaptada al cine. Si hace pocos días nos deteníamos en el film de Patric Chiha, ahora es turno para La Bête, película cuyo primer tráiler acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial. Mezcla de drama de época, thriller y ciencia-ficción, La Bête supone una nueva incursión en el fantástico por parte de Bertrand Bonello tras la notable Zombi Child. La película, aún sin fecha de estreno, llegará el próximo año a nuestro país de la mano de Caramel Films y YouPlanet.
La Bête nos sitúa en un futuro cercano, donde la inteligencia artificial reina, las emociones se han convertido en una amenaza. Para librarse de ellas, la joven Gabrielle decide purificar su ADN en una máquina que la sumergirá en sus vidas pasadas. Allí se reencuentra con Louis, su gran amor. Pero está abrumada por el miedo y por la sensación de que la catástrofe se avecina. Una historia ambientada en tres períodos distintos: 1910, 2014 y 2044.
La película, con guion a cargo del propio Bertrand Bonello, está protagonizada por Léa Seydoux, George MacKay, Dasha Nekrasova, Julia Faure, Guslagie Malanda, Tiffany Hofstetter, Lukas Ionesco, Parker Henry, Martin Scali, Lottie Andersen y Kester Lovelace.

Filmoteca Española se suma a las celebraciones del centenario Semprún en el cine Doré

El ciclo `Jorge Semprún. Miradas del exilio´ se incluye en el programa de actividades culturales impulsado por el Ministerio de Cultura. La efeméride enlaza valores de democracia, libertad y respeto a los derechos humanos
Las sesiones incluidas en el ciclo se celebrarán en el cine Doré durante los meses de diciembre y enero e incluirán, además de sus obras como guionista cinematográfico, el documental ´Les deux mémoires´, único título dirigido por el escritor y uno de los documentales más destacados sobre la guerra civil española
Filmoteca Española, organismo del Ministerio de Cultura encargado de la preservación y difusión del patrimonio cinematográfico español, se suma a la celebración del centenario de Jorge Semprún (1923 – 2011), uno de los intelectuales europeos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX.
La relevancia de su vida y obra se ve claramente reflejada en su trayectoria como intelectual, político, escritor, guionista y cineasta, facetas estas últimas que articularán el ciclo ´Miradas del exilio’ con el objetivo de profundizar en el conocimiento de su legado cinematográfico, así como de la época que le tocó vivir, abordando aspectos como el exilio español, la oposición al franquismo, el compromiso político de los intelectuales o la relación entre historia y memoria.
Entre los títulos elegidos, podrán verse los guiones en el exilio de Jorge Semprún para directores de relevancia internacional como Costa Gavras, Alain Resnais o Joseph Losey, Yves Boiset, Hugo Santiago o Alexander Arcady; así como el documental ´Les deux mémoires´, único título dirigido por Semprún, y uno de los documentales más destacados sobre la guerra civil española.
El ciclo, que se celebrará en el cine Doré entre los meses de diciembre y enero, comenzará el 27 de noviembre (19:00 h) con la proyección de ´La guerra ha terminado´ (Alain Resnais, 1966). La entrada será libre hasta completar el aforo y contará en su presentación con Felipe Nieto, Doctor en Historia Contemporánea por la UNED y autor de diferentes estudios sobre la figura de Semprún, y con Valeria Camporesi, directora de Filmoteca Española.
Centenario Semprún
El ciclo programado por Filmoteca Española se enmarca dentro del programa de actividades culturales impulsado por el Ministerio de Cultura con motivo de la conmemoración del centenario de su nacimiento. Este programa, que ha arrancado en noviembre, está aglutinando diferentes actividades y propuestas en torno a su vida en instituciones como el Centro Documental de la Memoria Histórica, el Centro Dramático Nacional o el Archivo Histórico Nacional.
Además de la profundización y la difusión del conocimiento de su biografía y su creación, el Centenario Semprún tratará de poner de manifiesto la plena actualidad de muchos de los valores que su legado representa: la solidaridad, la defensa de la democracia y la libertad contra pulsiones totalitarias, la denuncia de la barbarie de la guerra o la reivindicación de la fraternidad y la solidaridad. Igualmente, se destacará la vinculación de la trayectoria y el pensamiento de Semprún con los principios que dan sentido al proyecto de Europa, coincidiendo con la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea.

Sesiones noviembre / diciembre

27 de noviembre – 19.00 h. `La guerra ha terminado´ (Alain Resnais, 1966)
3 de diciembre – 17:30 h. ` Z ´ (Costa-Gavras, 1969)
5 de diciembre – 19:30 h. `Las dos memorias´ (Jorge Semprún, 1974)
10 de diciembre – 17:30 `Sección especial´ (Costa-Gavras, 1975)
12 de diciembre – 19:00 ` Stavisky´ (Alain Resnais, 1974)
15 de diciembre – 17:30 `La guerra ha terminado´ (Alain Resnais, 1966)
16 de diciembre – 20:30 `Las dos memorias´ (Jorge Semprún, 1974)
17 de diciembre – 20:30 `La confesión´ (Costa-Gavras, 1970)
20 de diciembre – 21:00 `Las rutas del sur´ (Joseph Losey, 1978)
27 de diciembre – 20:30 `El atentado´ (Yves Boiset, 1972)
29 de noviembre – 17:30 `Z´ (Costa-Gavras, 1969)

Alfred Hitchcock en la televisión (1955-1965): el surgimiento del telefilme

Las series televisivas producidas, presentadas y (muy parcialmente) realizadas por el director británico entre 1955 y 1965 (Alfred Hitchcock Presents y The Alfred Hitchcock Hour) constituyen un destacado campo de análisis para adentrarse en el tortuoso periodo histórico en que se produce el imparable surgimiento del telefilme en los EE.UU. Nacido de una dificultosa simbiosis de elementos, el nuevo relato televisivo parte sin duda de una estandarizada simplificación de los dispositivos de puesta en escena del cine clásico de Hollywood, que habrán de convivir con decisivas influencias del medio radiofónico, convocando además un amplio y complejo volumen intertextual. Determinado por su prioritaria finalidad publicitaria, constreñido en su estricta duración, el telefilme acabará volviendo imposible la continuidad histórica del modelo fílmico a partir del cual se había formado.
En dicha situación de encrucijada, las series de Alfred Hitchcock constituyen un ejemplo de interés excepcional. De hecho, mientras tal proceso de esquematización del modelo clásico se producía desde las parrillas de programación de las grandes cadenas televisivas norteamericanas, sufría a su vez otras radicales presiones, encarnadas textualmente en la progresiva complejización de unas escrituras manieristas en cuyas experimentaciones Hitchcock ocupaba igualmente un singular protagonismo. Se trata, pues, de profundizar en la paradójica posición de un cineasta que forzando el cine clásico, tirando de él —decididamente y con todo su peso— desde ambos lados de la soga, se constituye en pieza clave para comprender históricamente tanto el asentamiento de las fórmulas televisivas como la desintegración del modelo clásico de representación.
Prologada por Santos Zunzunegui, esta nueva edición corregida, actualizada —tras revisión de la práctica totalidad de la bibliografía y las tesis doctorales publicadas sobre el tema desde 1999, lo que ha permitido añadir algunos datos y ampliar ciertas discusiones— y (definitivamente) ilustrada, muestra la plena vigencia de la investigación original y cambia ligeramente su título para situar el nombre de Alfred Hitchcock en el lugar protagónico que en justicia le corresponde.
El autor
José Luis Castro de Paz (A Coruña, 1964). Licenciado en Historia del Arte, doctor en Historia del Cine y catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Santiago de Compostela. Director del Centro de Estudios Fílmicos de la USC (CEFILMUS). Presidente de la Fundación Wenceslao Fernández Flórez.
Ha participado en obras colectivas y coordinado volúmenes sobre diversos aspectos y figuras de la historia del cine español, entre ellos, con Julio Pérez Perucha y Santos Zunzunegui, La nueva memoria. Historia(s) del cine español (1939-2000) (Vía Láctea, 2005). Autor de una cincuentena de artículos en revistas especializadas, entre sus numerosos libros destacan títulos como, Alfred Hitchcock (Cátedra, 2000), Un cinema herido. Los turbios años cuarenta en el cine español (1939-1950) (Paidós, 2002), Fernando Fernán-Gómez (Cátedra, 2010), Del sainete al esperpento. Relecturas sobre cine español de los años 50 (con Josetxo Cerdán, Cátedra, 2011), Sombras desoladas (Shangrila, 2012), Cine y exilio. Forma(s) de la ausencia (Shangrila, 2017) o Formas en Transición. Algunos filmes españoles del período 1973-1986 (Shangrila, 2019). En 2021 dirigió, con Santos Zunzunegui, el doble volumen Furia española. Vida, obra, opiniones y milagros de Luis García Berlanga, cineasta (1921) (Generalitat Valenciana y Filmoteca Española). Ha comisariado ciclos y exposiciones para el Centro Galego de Artes da Imaxe/Filmoteca de Galicia, Filmoteca Española, Generalitat Valenciana o Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Autor: José Luis Castro de Paz, Editorial: Shangrila, Colección [Encuadre] libros, Páginas: 398

 

El viaje distorsionado, tráiler para «The Sweet East» de Sean Price Williams

Es una de las sensaciones del cine indie estadounidense de este 2023, el debut en el largometraje, del hasta ahora reconocido director de fotografía Sean Price Williams, The Sweet East, estrena un primer tráiler, que podéis ver a final de página junto a su póster oficial. La película, una road movie que anida sobre el imaginario norteamericano, rodada cámara al hombro y en 16 milímetros, que nos puede retrotraer a los primeros trabajos de cineastas como Gus van Sant y Sean Baker, después de su paso por el Festival de Cannes, dentro de la Quincena de Cineastas, y la Seminci, llegará a las salas comerciales de nuestro país, aún sin fecha de estreno, de la mano de Caramel Films.
The Sweet East nos sitúa en un picaresco viaje a través de las ciudades y los bosques de la costa este de EE.UU. emprendido por Lillian, una joven estudiante de último curso de secundaria de Carolina del Sur que tiene su primera visión del mundo en un viaje de estudios a Washington, D.C.
La película, con guion a cargo de Nick Pinkerton, está protagonizada por Talia Ryder, Earl Cave, Simon Rex, Ayo Edebiri, Jeremy O. Harris, Jacob Elordi y Rish Shah.

Crónica Festival de Sitges 2023 (IV)

La no ficción y estimulantes revisiones

Para finalizar el repaso de este Sitges 2023, un recorrido parcial por tres secciones periféricas muy alejadas del evento entendido como tal, que de alguna manera le da un fundado sentido a la existencia y a la labor de un certamen cinematográfico: Sitges Documenta, a través de un cometido casi pedagógico con el cinéfilo, Seven Chances, sección que con el paso de los años ha ido encaminada hacia un tipo de cine menos autoral y más genérico, en referencia a una vertiente más fantástica, que en la mayoría de las ocasiones aprovecha la remasterización, o los Director’s Cuts de títulos algo olvidados hoy en día, que a través de dichas reediciones gozan de una segunda vida, y Sitges Clàssics, parcela más global que sustituye el concepto entendido anteriormente como retrospectiva, y que resulta fundamental en su función de revisitar un tipo de cine pretérito, que este año de forma satisfactoria, se ha visto reforzado con la proyección de un mayor número de películas con respecto a ediciones pasadas.

Sitges Documenta

En el apartado de documentales que transitaron al margen de las coordenadas del estudio cinematográfico, destacaron Kim’s Video de David Redmon y Ashley Sabin, historia que nos sitúa justo después del cierre del legendario videoclub neoyorquino en 2008, a través de un trabajo que afortunadamente evita la enésima revisión nostálgica del fin de una era de consumo mediante un estimulante, y por momentos divertido, ejercicio de periodismo gonzo derivado del estilo de Michael Moore, con cierta apariencia de thriller y que aborda múltiples géneros y estilos. Con ciertas similitudes a otro trabajo de no ficción como Atari: Game Over (2014) con relación a la búsqueda de quimeras de la cultura popular, Kim’s Video parte de la premisa de seguir la pista a una colección de 55.000 películas propiedad de dicho videoclub, que una década después de su cierre parece estar desaparecida. Los responsables del documental, en el papel de investigadores, se trasladaron a Salemi, un pequeño pueblo de Sicilia, escenario alejado de cualquier tipo de canon cinematográfico, que adquirió dicha colección con oscuros fines burocráticos; documental cuyo complejo subtexto, la obsesión cinematográfica o el ambiguo juego entre imaginación y realidad, logra adecuarse de forma satisfactoria a una trama de indudable tono empático para fanáticos del cine. Menos compleja con relación a estructuras narrativas resultó Satan Wants You de los directores Steve J. Adams y Sean Horlor, un documental que explora el fenómeno conocido como “Satanic Panic”, surgido a principio de la década de los 80, cuyo principal origen se focaliza en la publicación del libro Michelle Remembers, obra del psiquiatra canadiense Larry Pazder y su paciente Michelle Smith, en donde se relata cómo esta última fue entregada siendo niña a una secta satánica que le infligió todo tipo de vejaciones y abusos. Lástima que una premisa tan interesante, que parte de la idea de explorar las raíces de una era de sugestión, locura y paranoia en Estados Unidos, no estudie de forma integral dicho movimiento, quedándose en una suerte de documento de investigación de índole testimonial con abundante material de archivo centrado en la ambigua relación de dos personajes como principal motor argumental a la hora de desmontar un asunto que aporta muy pocas novedades para quienes ya conozcan el caso. Como mal menor, hay una interesante y soterrada contextualización con la actualidad, a través de curiosos paralelismos entre la histeria religiosa de los años 80 y las teorías de conspiración imperantes en políticas del presente.
Centrándose en el análisis de autorías y géneros cinematográficos, dos propuestas indagaron de diferente forma en el cine de terror italiano, por una parte, Dream Time de Claudio Lattanzi pone el foco en los últimos estertores de dicho género, situándonos en la década de los 80 y 90, planteando interrogantes del porqué de semejante involución hasta su práctica desaparición. Partiendo del estudio y gestación de dos películas como piezas angulares de su postrero éxito en taquilla, Dèmoni (1985) y Dellamorte Dellamore (1994), el documental divaga en exceso, sin apenas rumbo fijo, en relación con un anecdotario, vivencia y relaciones de tono nostálgico por parte de una serie de testimonios que no profundiza en la supuesta tesis que intenta abarcar. Para más inri, la narrativa, conducida por Davide Pulici, fundador de la revista especializada Nocturno, nos muestra momentos que rozan peligrosamente el ridículo, al intentar guionizar de forma surrealista algunos encuentros con los entrevistados. Un documental que posiblemente, dada su difusa estructura y olvidadiza memoria, elude películas y autores esenciales de la época como, por ejemplo, Pupi Avati, hubiera encontrado un mejor acomodo en esa segunda línea de flotación de trabajos de no ficción, que es la sección Brigadoon.
Como bien indica su título, Dario Argento Panico repasa obra y vida del responsable de Suspiria, del hombre y su método, a través de su propio testimonio sumado a intervenciones de autores influidos por su obra, como Guillermo del Toro, Gaspar Noé o Nicolas Winding Refn entre otros, y colaboradores cercanos a su trayectoria, como Vittorio Cecchi Gori, Lamberto Bava o Michele Soavi. Simone Scafidi, que había abordado con algo más de fortuna el estudio de otro tótem del fantástico italiano en la estimulante Fulci for Fake (2019) dirige su mirada hacia el cénit de la producción creativa de Argento, ubicada en los años 70 y 80, dando la impresión de poner el piloto automático, a la hora de recorrer unas narrativas preestablecidas dentro del formato documental, de decantarse más por la consabida veneración difundida por terceros, que por un análisis que sea percibido como profundo, que indague tanto en unas dinámicas familiares intuidas como complejas como en un legado cinematográfico que deviene como capital dentro de la historia del género fantástico. Un sospechoso habitual en Sitges del documental es Yves Montmayeur, al igual que otro pope contemporáneo de la no ficción que examina cinematografías y autorías como es Alexandre O. Philippe, ya que prácticamente todos sus trabajos han estado presentes en el festival, desde las interesantes The 1000 Eyes of Dr Maddin (2015) o Mad in Belgium (2022), hasta piezas bastante más residuales y anecdóticas como Dragon Girls!, Les amazones pop asiatiques(2015) o Citizen Kitano (2020). Kaidan. Strange Stories of Japanese Ghosts parte de un estudio que fija su mirada en Japón como uno de los territorios del mundo con más tradición en leyendas mitológicas protagonizadas por dioses y demonios en un país rico y propenso a los cuentos de fantasmas. Un contenido realmente ambicioso, y poco menos que inabarcable en la hora y media que dura un documental, que recorre los cimientos del género de fantasmas en la cultura japonesa, desde el folclore autóctono, teatro kabuki, cine mudo, los años 60 y 70 con películas fundamentales como Tôkaidô Yotsuya kaidan (Nobuo Nakagawa), Kwaidan (Kobayashi Masaki), Onibaba (Shindo Kaneto), hasta las ramificaciones adyacentes al J-Horror. Tiene la virtud de ser consciente de la imposibilidad de ser considerada como una enciclopedia, de ser exhaustiva sobre un temario al que no le habría venido mal aplicar una cierta linealidad en su discurso, puesto que enlaza artistas de performance, historiadores y cineastas, sin un aparente orden en una parcela cultural, la idiosincrasia del pueblo japonés, ciertamente fascinante.

Seven Chances

Dentro de Seven Chances nos detendremos en cuatro propuestas presentes en la sección, por un lado, en The McPherson Tapes, asistimos a la grabación casera de una celebración familiar, donde el padre documenta el evento con su nueva cámara VHS, sin saber que está a punto de capturar el primer contacto humano con vida alienígena. Material en bruto con nuevo transfer del posterior remake Alien Abduction: Incident in Lake County a cargo del mismo responsable, Dean Alioto, que viene a ser una curiosidad fílmica destinada para coleccionistas del fantástico, y que en su día fue considerada como punta de lanza del subgénero del found footage o metraje encontrado, nueve años después de Cannibal Holocaust, y diez antes de The Blair Witch Project, auténticos referentes de dicho formato. Más allá del nulo valor cinematográfico que atesora, tiene la particularidad de deambular por conceptos que pueden ser entendidos como pioneros en el tiempo de su gestación, grabación en vídeo y en una aparente única toma, y en especial por fomentar casi desde la clandestinidad, en una era pre internet, una especie de leyenda urbana sobre su supuesta veracidad. Por su parte O-Bi, O-Ba: The End of Civilization de Piotr Szulkin, nos muestra cómo tras una guerra nuclear, ochocientas personas se refugian en un búnker subterráneo, ante la imposibilidad de sobrevivir en un exterior convertido en un gran glaciar incompatible con la vida humana, esperando la llegada de un arca que los lleve a un lugar seguro y habitable. Proyección que sirvió de oportunidad para poder ver a quienes aún conserven esa virtud de índole casi personal, cada vez más extinta, de acudir a festivales de cine con el propósito de descubrir un tipo de cine poco difundido, una de las mejores películas realizadas sobre mundos distópicos y post-apocalípticos. Metafórica y absurda, esta obra maestra de la ciencia ficción y del fantástico onírico de la Europa del Este, supone la tercera parte de una tetralogía dirigida por Piotr Szulkin, que transita por Apocalipsis futuristas y deprimentes, formada por Golem (1980), The War of the World: Next Century (1981) y la posterior Ga-ga: Glory to the Heroes (1986). O-Bi, O-Ba: The End of Civilization expande dicho temario hacia conceptos tales como la religiosidad, el Arca de Noé omnipresente en la trama, la sátira política y social, en forma de alegoría de una demolición existencial a través de la agonía de un orden establecido, por entonces cercano en paralelismos al fin del comunismo en Polonia y la URSS. También importante por su condición de producto que asimila referencias estéticas, con relación a la utilización de neones azules y violetas en la fotografía de Witold Sobocinski, que nos retrotrae a imaginarios adyacentes a pilares de la ciencia ficción cinematográfica como Stalker o Blade Runner. Del mismo modo, interesante en lo concerniente a su función de expandir conceptos, esa noción de la inoperancia de la burocracia como movimiento absurdo de un sinsentido que veríamos en Brazil de Terry Gilliam, o ese final, en donde presenciamos cómo la pesadilla claustrofóbica estalla en caos, conclusión digna de la también fundamental Day of the Dead de George A. Romero, ambas películas curiosamente realizadas el mismo año que O-Bi, O-Ba: The End of Civilization.
Otra oportunidad, intuida por un servidor como impagable, de poder ver en pantalla grande un material fílmico que nos viene a decir que no todo el cine se encuentra en plataformas, ni está al alcance de nuestra mano, fue la proyección de La Venere d’Ille, film rodado en 16 mm para televisión como uno de los episodios de la serie I giochi del diavolo, que supone el último trabajo como director de Mario Bava, aquí en codirección junto a su hijo Lamberto y con Daria Nicolodi, mujer de Dario Argento, como protagonista principal. Relato situado a principios del siglo XIX que adapta una novela de Prosper Merimeée, en donde se indaga en ese gótico tan característico que explora la dualidad maldita, el fatalismo inescrutable, a través de un trabajo comedido, ya no solo ocasionado por la precariedad del marco televisivo, que curiosamente aquí le permite a Bava rodar un film a su gusto, sino por conservar unos rasgos de creatividad personal basada en una fuerza estilística, de índole más pictórico que cinematográfico, alejado de la estridencia vista en sus últimos trabajos, Lisa e il diavolo (1973), Cani arrabbiati (1974) o Shock (1977). Película que permite retrotraernos a los mejores trabajos del maestro italiano, especialmente visible en la parte final, donde la visión subjetiva de esa estatua que cobra vida, está fundamentada principalmente mediante la creación de una atmósfera, de una iluminación tenebrista en donde todo parece estar calculado, con relación a un tipo de cine que sugiere o indica más que muestra, puro cine fantástico… De un tono más lúdico que reivindicativo, fue la presencia en la sección de Los leprosos y el sexo, de ese referente en el cine de género mexicano que es René Cardona. Incursión del personaje de El Santo en el western, en una película, que como suele ser habitual en estas narrativas de tono pulp, son poco dadas a las sutilezas y el refinamiento y que en realidad es un remontaje en 4K con insertos sexploitation de Santo contra los jinetes del terror (1970). Curiosamente más sobria de lo que puedan dar a entender en un principio sus postulados, de hecho, lo más estridente y anti climático de la película termina siendo esos aparatosos añadidos de escenas sexuales, podría pasar como un western al uso si no fuera por esos manierismos en las tomas de acción, propios de la lucha libre. Tiene la particularidad de articular en el relato tropos del cine de terror, al presentar a los leprosos casi a modo de una legión de muertos vivientes, muy a semejanza del estupendo inicio de otro western, colindante desde otra vertiente a lo Weird, como es Manos torpes de Rafael Romero Marchent.

 Sitges Clàssics

Aprovechando la sinergia creada por la retrospectiva Ciudad Pánico, sobre la urbe como catalizador del terror y su reciente remasterización en 4k, se pudo ver dentro del apartado Sitges Clàssics, la genial y fascinantemente excéntrica, God Told Me To. Un híbrido de géneros casi imposible, en donde podemos ver al Mal encarnado en un extraterrestre mesiánico hermafrodita bajo los rasgos del icónico Richard Lynch, que nos muestra cómo a Larry Cohen le salía bien y de fábrica este tipo de películas hace cincuenta años. God Told Me To explora terrenos ignotos, siendo al mismo tiempo un perfecto ejemplo de lo entendible como cine de guerrilla, de aprovechar de forma clandestina el rodaje en exteriores; la estupenda escena del desfile del Día de San Patricio en Nueva York es un inmejorable ejemplo de ello, a través de un estilo pseudodocumental, cámara en mano, edición brusca y actuaciones naturalistas que buscan el impacto en el espectador. Relato que parte de claras coordenadas próximas al thriller policíaco, que abraza sin complejos un fantástico que flirtea con el terror en su tramo final, ofreciendo una perversa lectura por parte del responsable de It’s Alive, del fundamentalismo cristiano. Se anticipa a algunos conceptos vistos con posterioridad en la fundamental Cure de Kiyoshi Kurosawa. Tras estar presente el pasado año con la revisión de Gandahar, les années lumière, René Laloux volvió a tener acomodo en Sitges con la extraordinaria Les Maîtres du temps, adaptación de una novela de Stefan Wul, que ejemplifica de forma modélica cómo gran parte del mejor cine de animación de los 70 y 80 vino de la mano de una unión creativa poco dada a los límites, contundente en su intento de realizar un cine a contracorriente, a través de una perspectiva filosófica y experimental, muy alejada del paroxismo del estilo hollywoodiense. Un cine europeo que llegó a ser concebido casi a modo de cooperativismo, al aglutinar una serie de autores y corrientes diversas, Jean Giraud, Jean-Patrick Manchette o Roland Topor entre otros muchos, provenientes en su mayoría de la mítica revista Métal Hurlant. Les Maîtres du temps, de narrativa casi episódica, ofrece un arte conceptual que muta en un fantástico simbólico y libre de ataduras, en relación con historias que por aquel entonces ambicionaban crear tendencia dentro del ámbito de la animación. La proyección, y la oportunidad que se le otorga al espectador de poder descubrir la obra de René Laloux, justifica por sí sola la existencia de cualquier evento cinematográfico que se precie de su condición.
Como sesión especial dentro de la sección New Visions se pudo ver Le Mépris de Jean-Luc Godard, una de las reflexiones elegíacas sobre el fin del amor más bellas que haya dado la historia del cine. Aprovechando una reciente restauración que coincide con su sexagésimo aniversario, y bajo el inolvidable adagio de Georges Delerue, Le Mépris constituye en sí mismo, como bien menciona André Bazin en la cita que abre el film, el tratado definitivo sobre cómo el cine sustituye nuestra mirada por un mundo, supuestamente acorde a nuestros deseos. Película inabarcable, también entendible como homenaje crepuscular al cine, sublimado por su autor a la hora de trascender como el relato de un dolor privado. Entre sus innumerables virtudes, imposible de analizarlas con algo de rigor en escasas líneas, destacar la apropiación que hace de la metáfora del desprecio, concepto aquí llevado más allá del desamor o incluso del odio, a modo de reinterpretación del mito de Odiseo, en donde en un mundo de apariencias solo queda el vacío y el olvido, como mucho la melancolía como epifanía de un fracaso sentimental. Como colofón a la crónica de este Sitges 2023, nos detendremos en una recuperación bastante significativa que tuvo lugar en el pase nocturno en el Auditorio el primer día del festival, a un servidor la película le estuvo rondando por la cabeza durante todo el certamen, nos referimos a Caligula – The Ultimate Cut (4K) de Tinto Brass, posiblemente la película, por diferentes motivos, más importante presente en esta edición, cuya proyección no tuvo una recepción acorde a su relevancia, por parte de un público, perteneciente a esa característica burbuja Sitges, que en su gran mayoría parece estar más pendiente de la novedad insustancial del presente que en la indagación de un material pretérito, cuyo visionado en la película que nos ocupa, ya merece la pena solo por disfrutar de su barroca escenografía faraónica. Reconstrucción completa del film a partir del material original, con imágenes inéditas y un montaje lo más encaminado posible a la idea primigenia del guion de Gore Vidal, que deviene como la sexplotation Deluxe definitiva, tanto por su discurso político-sexual, como por su salvaje tratado sobre la locura y el poder, a través de una celebración pagana que aúna a la perfección conceptos tales como lo arty y lo trash. Obra en donde confluyen imaginarios propios de Fellini, Pasolini o Jodorowsky, cuya desmesura nos muestra un tratado, a modo de pesadilla, sobre la demencia del tirano. Lo más significativo de la película termina siendo su condición de cine representativo de una época concreta, percibida en el presente como irrepetible y libre, cuya concepción y posterior exposición, sería inimaginable hoy en día.

Palmarés

Sección Oficial Fantàstic Competición
Premio al Mejor Largometraje – ‘Cuando acecha la maldad’
Premio Especial del Jurado (ex-aequo) –
‘Stopmotion’ (por su exploración creativa del lado oscuro de la creatividad) y ‘Vermin: La plaga’ (por por ser una película de monstruos poderosa y política)
Premio a la mejor Dirección – Baloji por ‘Omen’
Premio a la mejor Interpretación Femenina –
Kate Lyn Sheil por ‘The Seeding’
Mención especial Interpretación Femenina –
Zafreen Zairizal por ‘Tiger Stripes’
Premio al mejor Interpretación Masculina –
Karim Leklou por ‘Vincent debe morir’
Premio al Mejor Guion –
Colin y Cameron Cairnes por ‘Late Night with the Devil’
Premio a la Mejor Fotografía – Martin Roux por ‘La morsure’
Premio a la Mejor Música –
Markus Binder por ‘Club Zero’
Premio a los Mejores VFX –
Frédéric Lainé, Jean-Christophe Spadaccini, Pascal Molina, Cyrille Bonjean-Jean, Bruno Sommier y Jean-Louis Autret por ‘El reino animal’
Mención especial 2 –
Riddle of Fire’ (porque hizo muy feliz al jurado)
Mención especial 3 –’Moscas’ (por su bonita visión del lado feo de Buenos Aires)
Premios de público
Gran Premio del Público a la mejor película de la SOFC – ‘Robot Dreams’
Premio del Público Panorama Fantàstic –
‘El exorcismo de Eastfield’
Premio del Público Focus Asia –
‘Fuerza bruta: sin salida’
Premio del Público Midnight X-treme –
‘Os reviento’
Noves Visions
Mejor Largometraje Noves Visions – ‘Moon Garden’
Mención especial 1 – ‘Humanist Vampire Seeks Consenting Suicidal Person’
Mención especial 2 –
‘Halfway Home’
Mención especial 3 –
‘Mimì – Prince of Darkness’
Mejor Dirección Noves Visions –
David Kapac y Andrija Mardesic por ‘The Uncle’
Mejor Cortometraje Noves Visions Petit Format – ‘The Old Young Crow’
Anima’t
Mejor Largometraje Anima’t – ‘Tony, Shelly y la linterna mágica’
Mejor Cortometraje Anima’t – ‘Ghost of the Dark Path’
Blood Window / Órbita
Mejor Película Blood Window – ‘Cuando acecha la maldad’
Mejor Película Órbita – ‘The Last Stop in Yuma County’
Méliès
Méliès de Oro a la Mejor Película – ‘LOLA’
Méliès de Oro al Mejor Cortometraje – ‘Gnomes’
Méliès d’Argent a la Mejor Película – ‘La morsure’
Méliès d’Argent al Mejor Cortometraje –
‘Cultes’
Brigadoon
Premio Brigadoon Paul Naschy al Mejor Cortometraje – ‘Ellos
Crítica
Premio de la Crítica José Luis Guarner al Mejor Largometraje SOFC – ‘La teoría universal’
Premio Citizen Kane al Director Revelación –
Stéphan Castang por ‘Vincent debe morir’
Premio al Mejor Cortometraje SOFC –
‘I’m Not a Robot’
CARNET JOVE
Mejor Película Sección Oficial Fantástico a Competición – ‘La morsure’
Mejor Película Sitges Documenta – ‘Kim’s Video’
SGAE Nova Autoría
Mejor Dirección – Mikel Garrido (ESCAC) por ‘Tenemos patria’
Mejor Guion –
Karen Joaquín (ECIB) por ‘O que me parta un rayo’
Mejor Música Original – Márcio Echevarria (IDEM Barcelona) por ‘The Sun Thief’

 

 

 

 

La Casa del Cine. «Historia y Análisis Fílmico: Fuera de Canon»

Las formas subversivas, las fugas del clasicismo, el cine moderno no francés, el cine del este y latinoamericano, el cine africano de los 60, el cine experimental y/o underground americano, el giallo y el blaxplotation, la serie B japonesa, los cines periféricos o el cine heterodoxo español. Así se planeta este curso anual para estudiar, analizar y reflexionar sobre las cinematografías olvidadas. Una historia que incluya temas, voces y territorios tradicionalmente ignorados ya sea por género, clase, raza o nación.
BLOQUE 1: El clasicismo y sus fugas
▪ La comedia como agente del caos. El slapstick más allá de Chaplin y Keaton: Harold Lloyd, Laurel & Hardy, Mabel Normand y otras heroínas del slapstick, etc.
▪ Autores fuera de canon en el Hollywood clásico: Erich vonStroheim, Josef von Sternberg, F.W. Murnau…
▪ El Hollywood del “Pre-Code”: sexo, moral y censura en el inicio del sonoro. Mae West, actriz-autora.
▪ Directoras del Hollywood clásico: Dorothy Arzner e Ida Lupino
▪ La producción de serie B: géneros, subgéneros y autoría en el Hollywood clásico. El caso de Monogram Pictures. Val Lewton,productor-autor
BLOQUE 2: Los otros cines modernos. Más allá de la nouvelle vague
▪ El Nuevo Cine de los países del Este: Polonia (el primer Polanski, Andrzej Wajda, Jerzy Skolimowski), Checoslovaquia (el primer Milos Forman, Vera Chytilova), Hungría (Miklos Jancso, Laszlo Kovàcs), etc.
▪ El Nuevo Cine Alemán. Más allá de Schlondorff o Fassbinder: Straub & Huillet, Alexander Kluge, el primer Werner Herzog.
▪ Nuevo Cine Latinoamericano. El Cinema Novo (Brasil): Glauber  Rocha, Nelson Pereira Dos Santos, etc. El nuevo cine argentino (Fernando Birri, Fernando Solanas, etc.). El nuevo cine cubano (Tomás Gutiérrez Alea, Santiago Álvarez, etc.). El caso de Sara Gómez, la primera cineasta cubana.
▪ El nacimiento del cine africano en los 60: el cine de Ousmane Sembene (Senegal), Med Hondo (Mauritania) y Djibril Diop Mambety (Senegal).
▪ El cine de la India: de Satyajit Ray al “nuevo cine”. El star system en la India y Bollywood.
BLOQUE 3: Breve recorrido por el experimental y/o underground
▪ Inicios del cine experimental en EE.UU.: Maya Deren, Kenneth Anger, Curtis Harrington y su “cine del psico-drama”.
▪ El New American Cinema: Jonas Mekas, Marie Menken, Stan Brakhage, Bruce Conner, Gregory Markopoulos, etc.
▪ El cine estructural: Peter Kubelka, Hollis Frampton, Michael Snow, Paul Sharits, etc.
▪ El cine militante. Cine y mayo’68. Tercer Cine.
BLOQUE 4: Géneros y subgéneros populares entre los 60 y los 70
▪ Italia: giallo (Dario Argento, Mario Bava, Lucio Fulci, etc.) y spaguetti western (Sergio Leone, Sergio Corbucci, Enzo G. Castellari)
▪ España: la edad dorada del fantaterror (Jess Franco, Paul Naschy, León Klimovsky, Armando de Ossorio…)
▪ EE.UU.: el Blaxploitation y sus estrellas, Pam Grier y Richard Roundtree. Los inicios del gore: el cine de Herschell Gordon Lewis.
▪ Japón: la serie B y los pinku eigas (cine erótico) de Nikkatsu. El caso de Seijun Suzuki (Youth of the Beast, Tokyo Drifter, Branded to Kill)
▪ Hong Kong: los wuxia de los Shaw Brothers. El cine de acción hongkonés.
BLOQUE 5: Cine e identidad(es)
▪ Cine(s) feminista(s). Las pioneras: Agnès Varda, Chantal Akerman. El contracine de Laura Mulvey y Peter Wollen. Born in Flames, de Lizzie Borden. Un caso de estudio: el colectivo de vídeo feminista “Las insumusas” (Delphine Seyrig & Carole Roussopoulos). Otro caso de estudio: Cecilia Bartolomé (España).
▪ Antes del New Queer Cinema: Flaming Creatures de Jack Smith, Derek Jarman. New Queer Cinema: Todd Haynes, Gregg Araki, Rose Troche. El caso de Bruce LaBruce.
BLOQUE 6: Los cines periféricos desde los 80 a la actualidad
▪ El cine iraní desde los años 80 a la actualidad. El cine de Abbas
Kiarostami.
▪ La nueva ola rumana: Cristian Mungiu, Cristi Puiu, Radu Muntean, etc.
▪ El nuevo cine filipino: Lav Diaz, Raya Martin, Brillante Mendoza, etc.
▪ La “nueva” generación de cineastas mejicanos: Carlos Reygadas, Amat Escalante, etc. La “nueva” generación de cineastas argentinos: Lucrecia Martel, Lisandro Alondo, etc.
▪ Corea del Sur y su cine: Bong Jong-hoo, Lee Chang-dong, Na Hong-jing, etc
BLOQUE 7: Breve recorrido por el cine español heterodoxo
▪ Pioneros heterodoxos: Nemesio Sobrevila, Manuel Noriega, Luis Buñuel…
▪ La corriente de “cine telúrico”: Carlos Serrano de Osma. Llorenç Llobet Gràcia y un título de culto: Vida en sombras
▪ José Val del Omar y el Tríptico elemental de España
▪ La Escuela de Barcelona: Joaquim Jordà, Jacinto Esteva, José María Nunes, Gonzalo Suárez, Vicente Aranda…El caso de Pere Portabella y Vampir Cuadecuc.
▪ El cine clandestino catalán: Antoni Padrós, Llorenç Soler, etc. Cine a contracorriente en España: Adolfo Arrieta, Antonio Maenza. Paulino Viota y Contactos.
▪ Cine underground: los cortometrajes (y largometrajes) de Iván Zulueta.
DOCENTES
María Adell, Miquel Echarri, Violeta Kovacsics, Antonio José Navarro, Víctor Esquirol, Mariona Borrull, Adrián Sánchez, Andreu Marves, Bet Giravent, Mar Canet.
Fechas: 9 de enero al 20 de junio 2024
Horario: 19h a 21h (martes y miércoles)
Precio: 700€ (reserva de plaza 300€)

 

Un hombre decente, tráiler para «Perfect Days» de Wim Wenders

Después de algunos años de capa caída, la vuelta del mejor Wim Wenders ha supuesto la aparición de Perfect Days, una de las mejores película de este 2023 que está a punto de finalizar, cuyo primer tráiler norteamericano acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial. Tras un largo periplo por festivales de cine, Premio a la Mejor Interpretación Masculina para Kôji Yakusho en la pasado edición de Cannes, la película se estrenará en nuestro país de la mano de A Contracorriente Films el próximo 12 de enero de 2024.
En Perfect Days vemos como Hirayama parece totalmente satisfecho con su sencilla vida de limpiador de retretes en Tokio. Fuera de su estructurada rutina diaria, disfruta de su pasión por la música y los libros. Le encantan los árboles y les hace fotos. Una serie de encuentros inesperados revelan poco a poco más de su pasado.
La película, candidata japonesa a los Oscar de este año, cuenta con un guion a cargo del propio Wim Wenders junyo a Takuma Takasaki, estando protagonizada por Kôji Yakusho, Tokio Emoto, Arisa Nakano, Aoi Yamada, Yumi Asou, Tomokazu Miura, Min Tanaka y Sayuri Ishikawa.

Filmin estrena la versión restaurada en 4K de «Let’s Get Lost», de Bruce Weber

El próximo 24 de noviembre llega a Filmin el documental sobre Chet Baker nominado al Oscar, junto a otros cinco títulos del gran fotógrafo y director estadounidense.
35 años después de su celebrado estreno en el Festival de Venecia, donde se llevó el Premio de la Crítica, llega a Filmin el documental de Bruce Weber «Let’s Get Lost», esta vez en una versión restaurada en 4K. Una copia prodigiosa que se estrenó el pasado mes de octubre en el Lumiére Film Festival de Lyon y que ha sido realizada por la empresa neoyorquina Cineric y distribuida internacionalmente por HanWay Films.

Muchos consideran «Let’s Get Lost» como el mejor documental musical de todos los tiempos. Nominado al Oscar en 1988, el film es un retrato del último año de vida del genial trompetista, cantante y músico de jazz Chet Baker, valiéndose de material rodado durante la última gira del músico, con entrevistas con el propio Baker, sus esposas, hijos, amigos y novias, así como extractos de antiguas películas italianas de serie B. La película es un documento explícito que presenta, a modo de advertencia, las trampas en las que pueden caer los personajes famosos y llenos de talento, y adquirió una dimensión adicional cuando, durante la etapa de montaje, el artista murió al precipitarse por la ventana de un hotel en Ámsterdam.

«Let’s Get Lost» llegará a Filmin junto a otros títulos de Bruce Weber, uno de los fotógrafos de moda más importantes del mundo gracias a su trabajo con firmas como Calvin Klein, Abercrombie & Fitch y Ralph Lauren. En su faceta como cineasta encontramos títulos como «Nice Girls Don’t Stay for Breakfast», un retrato del actor Robert Mitchum; «Chop Suey», en el que documenta el paso de la niñez a la edad adulta de un joven llamado Peter Johnson; o «Broken Noses», su ópera prima, en la que sigue al boxeador profesional Andy Minsker y a sus jóvenes pupilos en un pequeño club de boxeo en Portland, Oregon.

Títulos que integran el ciclo:
– «Let’s Get Lost (4K)» (1988)
– «Broken Noses» (1987)
– «The Beauty Brothers» (1987)
– «Chop Suey» (2001)
– «Nice Girls Don’t Stay for Breakfast» (2018)
– «Las fotografías de Paolo di Paolo, el tesoro de su juventud» (2021). Ya disponible en Filmin.

Crónica Festival de Sitges 2023 (III)

Noves Visions: El fantástico intuido

Noves Visions, sección ya con veinte años de existencia, volvió a ser un año más ese agradecido reducto temático destinado a cinematografías y autorías distantes de convencionalismos, algo que en la mayoría de los casos se materializa en un apartado con cierta autonomía con relación a articular según qué tipo de coordenadas apartadas en un principio de lo preestablecido. Estamos pues ante una serie de películas en donde el concepto genérico tiende a esparcirse hacia parcelas supuestamente colindantes al fantástico, abriendo nuevas vías discursivas que devienen tan infinitas como complejas, especialmente en lo concerniente a las relecturas conceptuales que nos llegan a ofrecer.
De cinematografías poco proclives al fantástico, como la chipriota, pudo verse la estimulante Embryo Larva Butterfly de Kyros Papavassiliou, relato utópico de narrativa fragmentada que indaga en lo relativo a existencias no lineales, a través de una historia que gira en torno a la paradoja temporal. Al igual que la comedia fantástica referencial Groundhog Day de Harold Ramis, pero pasado por el filtro argumental del Kramer vs. Kramer de Robert Benton, la temporalidad arbitraria no deja de ser una excusa en donde los protagonistas deben descifrar el momento exacto de su vida: pasado, presente y futuro en el que se despiertan cada día. Lo realmente importante vendrá dado por las complicaciones que se derivan de ello, aquí centradas en un drama sobre problemas y decisiones adyacentes a la pareja, premisa sobre anomalías que recuerda en algo a los primeros trabajos de Yorgos Lanthimos, especialmente con relación a una puesta en escena aséptica y minimalista que hace que estemos ante una gélida historia de amor, aquí encaminada hacia un tono filosófico que explora conceptos supuestamente trascendentales como la mortalidad y la existencia. Como buen relato de características weird, su tratado sobre lo insólito hubiera requerido algo más transgresor. Por su parte, el sangriento cuento de hadas In My Mother’s Skin de Kenneth Dagatan, se adentra en texturas cercanas a la tradición regional mediante un relato colindante a un folk horror, que evoca oscuras fabulas de la infancia situadas a medio camino entre la pesadilla de los cuentos y la alegoría histórica. También interesante por su adscripción al gótico familiar, la acción se sitúa en una finca rural de Filipinas durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, poco antes de la derrota de las fuerzas de ocupación japonesas, ese subtexto sobre el fascismo, adherido al imaginario fantástico de seres mitológicos, nos deriva inevitablemente al El laberinto del fauno de Guillermo del Toro o a una suerte de analogía oriental del concepto de Hansel y Gretel, con relación a una película que tiene la virtud de no perder nunca de vista el contexto en el que se inscribe. Otro relato sugerente, aunque algo menos afortunado, vendría a ser Moon Garden. Con la excusa argumental de ver a una niña de cinco años en coma a causa de un accidente, y partiendo de ese postulado universal que es Alice in Wonderland respecto a imaginarios escapistas de infantes, el film de Ryan Stevens Harris articula una variante de referentes visuales que van desde el Labyrinth de Jim Henson,  MirrorMask de Dave McKean, Silent Hill, Alice de Švankmajer o Mad God, del homenajeado en el festival este año Phil Tippett, entre otros. Es una lástima vertebrar la historia a través de dos conceptos: fantasía y realidad, demasiado equidistantes, ocasionando un cuestionable desequilibrio de narrativas, si el primero funciona en lo concerniente a su condición de stopmotion pesadillesca expuesta a modo de versión Steampunk de la magnífica Paperhouse de Bernard Rose, el segundo apartado naufraga casi por completo con relación a una mal disimulada redundancia que transita lo real.
La representación patria en la sección de este año vino de la mano de la modesta, pero estimable La última noche de Sandra M. de Borja de la Vega, película que se sumerge en el relato de ficción especulativo sobre las últimas horas de vida de la malograda actriz del destape Sandra Mozarowsky. De un talante teatral a nivel escénico, y más próximo a un ejercicio de imaginación objetiva que un biopic al uso, el film encierra bajo los postulados de crónica negra una sugerente doble lectura a modo de tratado de terror como noción básica, en donde visitas y llamadas amenazantes de origen anónimo actúan como una herramienta simple y efectiva a la hora de mostrar la transición española, o el tardofranquismo como una entidad no material que imposibilita los sueños de la joven protagonista. Reinterpreta de forma curiosa conceptos ya vistos en Blonde de Andrew Dominik, funcionando relativamente bien, como obra opresiva y claustrofóbica próxima a una pesadilla que nos traslada a una especie de home invasión anclada en un perpetuo y poco complaciente estado mental. Por relatos femeninos fragmentados también discurrieron dos propuestas lastradas por modismos del presente como fueron Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person y My Animal, ambas películas lo hicieron a través de unas coordenadas genéricas bastante predecibles. La ópera prima de Ariane Louis-Seize recurre al relato vampírico desde una vertiente moderna que recoge lo peor de subvertir dicha mitología a un cine independiente contiguo a la comedia adolescente de tono naif. Dilema existencial sobre inadaptados, la incomprendida vampira y el suicida, más cercano a la intrascendencia de productos tan en boga hoy en día como A Girl Walks Home Alone at Night o What We Do in the Shadows, ambas del 2014, que a la transgresión inherente en dicho subgénero visto en películas como The Velvet Vampire (1971), Martin (1977), Nadja y The Addiction (1995), por citar solo cuatro ejemplos que nos venían a decir que desmitificar leyenda y realidad era un signo de valentía y originalidad, postulado situado en las antípodas de un producto tan complaciente y, por momentos cursi, como es Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person. Algo menos irritante pero igual de fallida resultó My Animal, otro debut en el largometraje por parte de la realizadora Jacqueline Castel, sobre gente marginada adherida al relato fantástico, en esta ocasión amparándose en el concepto de la licantropía, como eje narrativo por donde circula la alegoría del despertar sexual adolescente. Articulaciones narrativas que representan un subgénero en sí mismo, al vincular el consabido coming of age made in Sundance a una historia de trasformación animal, aquí consagrada a la manida historia sobre jóvenes con problemas de adicción, o con inclinaciones LGBTQ+ que se ven obligados a quedar al margen de una sociedad que no comprende sus necesidades o deseos, el elemento fantástico hará acto de presencia a modo de catarsis, en un relato carente de cualquier tipo de ambigüedad, algo que la sitúa a años luz, con respecto a su complejidad, de la mejor película de hombres lobo centrada en mujeres, Ginger Snaps (2000), cinta curiosamente también filmada en Canadá.
El western, o algunos de sus conceptos contiguos, tuvo una doble presencia en Noves Visions, por un lado The Last Ashes vino a confirmar una preocupante tendencia en un género hoy entendido como residual, el film de Loïc Tanson, un neo wéstern vinculado al folk que nos sitúa en el Luxemburgo de 1854 al igual que Brimstone (2016), también presente en el certamen hace unos años, utiliza unas coordenadas genéricas preestablecidas a la hora de orbitar por una serie de demandas actuales que intentan indagar en relación con la yuxtaposición de tramas de índole feminista víctimas de un patriarcado representado en la historia como atroz. Más próxima a un relato colindante al militarismo que a lo entendible como Weird, lógica definición que hibrida dos géneros en un principio tan antagónicos como el western y el fantástico, la película se desarrolla a modo de un convencional rape & revenge, que termina siendo bastante más complaciente de lo que pretender dar a entender en principio. Más lógica, dado su riesgo conceptual, fue la presencia en la sección de Where the Devil Roams, un American Gothic de claras resonancias performativas, a cargo de la familia Adams, la madre Toby Poser, el padre John Adams y las hijas Zelda y Lulu, involucrados en diferentes parcelas de la producción. Relato tan vanguardista como autoral, que hace uso de una fantasmagoría casi artesanal salpicada de barro, con relación a una historia narrada a modo de road movie que nos muestra la travesía sangrienta de una familia de artistas ambulantes por los Estados Unidos en plena época de la Depresión. Cambiando continuamente de texturas en blanco y negro a tonalidades descoloridas y subexpuestas, Where the Devil Roams atesora la virtud de darle un sentido al término cine independiente, y lo hace en lo concerniente a la aproximación que hace de lo temático desde el ángulo estrictamente más estético. Por su parte la estimable The Vourdalak de Adrien Beau, como hizo en su día Mario Bava en la estupenda I tre volti della paura, adapta el clásico cuento de Alekséi Tolstoi con el encanto que puede proporcionar la posibilidad de ver en una pantalla de cine una pieza de naturaleza casi arqueológica que se desarrolla en lo relativo a audaces formas escénicas, la mayoría de ellas derivadas de una teatralidad, en donde los actores se expresan más a través de los cuerpos que de las palabras. Película extravagante, en el buen sentido de la palabra, con cierto aroma a experimento de texturas retro que enlaza con ese terror gótico clásico del Este europeo de los años 60, en donde solía imperar una fuerte noción de la artesanía entendida como arte escénico. Con un sentido incuestionable de la honestidad, Adrien Beau se muestra hábil en lo relativo al ensamblaje de ciertos códigos del género de terror autoral, aquí desarrollados a través de una oscura sinergia que conecta la institución familiar con el vampirismo.
Al igual que la estupenda y algo más sofisticada Zora de Dalibor Matanic, presente en el festival en 2021, la también croata The Uncle de David Kapac y Andrija Mardesic (Premio a la Mejor Dirección) vino a ser una de las grandes películas metafóricas vistas este año en Sitges, especialmente en su exposición de una forzada disfuncionalidad familiar dentro de un contexto histórico, que conecta tanto con Croacia, como con Serbia y el posterior descontrol de la extinta Yugoslavia. Bajo la apariencia de un oscuro thriller con toques de un humor asfixiante, que mira sin disimulo a imaginarios que parecen surgidos de la mente de unos primerizos Michael Haneke, en especial su Funny Games, o Ulrich Seidl, el relato, que juega en todo momento al desconcierto y la incomodidad, nos muestra una celebración familiar navideña situada en la Yugoslavia de los años 80, en la que el tío llega desde Alemania, premisa que resulta ser cualquier otra cosa de lo que en un principio da a entender. El mérito de la propuesta vendrá dado por su función alegórica en diversos frentes que terminan por entrelazarse, especialmente el relacionado con una serie de dinámicas familiares origen de la autodestrucción, también en mostrar la Navidad como concepto subliminal que ataca nuestro subconsciente. Menos justificación en la sección tuvo Pandemonium, cinta del artista multidisciplinar francés conocido con el seudónimo de Quarxx. Presente hace unas ediciones con la interesante Tous les Dieux du ciel (2018), Pandemonium nace de la unión de tres cortos del autor, que pretende a través de curiosas referencias pictóricas tener una conexión argumental sobre el tránsito y origen de almas condenadas al infierno. Tomando en consideración la estructura episódica insertada en el largometraje que siempre ha sido irregular dada su propia naturaleza, el film de Quarxx lo es doblemente. La unión de sus segmentos, en términos de agrupación temática resulta muy cuestionable, en especial en lo concerniente a tonos y narrativas que terminan siendo demasiado equidistantes entre sí; uno de los episodios podría pasar perfectamente como anuncio concienciador contra el bullying, mientras que el otro, el más afortunado, parece surgido de estéticas propias de imaginarios cercanos a Clive Barker. Obra fallida que solo despierta cierta curiosidad en relación con su vocación de experimento. Puestos a buscar semejanzas, queda muy alejada en conceptos y resultados de las películas de antología de la Amicus, relatos que venían a explicar prácticamente lo mismo desde una perspectiva más simple y efectiva. El cierre de la sección vino de la mano de Kim Jee-woon con Cobweb; el autor, viejo conocido del festival y responsable de obras referenciales del cine coreano moderno como A Tale of Two Sisters (2003) o I Saw The Devil (2010), cuya presencia en Noves Visions fue percibida como algo controvertida, tanto en relación a su dudosa adscripción al fantástico, como por ser la obra supuestamente subversiva que algunos han querido ver en ella a modo de ejercicio de fabulación metafílmica, contada a través de una trama situada en los años 70, en donde se muestra a un director de cine obsesionado con volver a rodar el final de su película recién terminada. En realidad Cobweb, producto cercano a ser una metafarsa de condición supuestamente terapéutica, con relación a la creación cinematográfica, no deja de ser la deriva de un autor que ha intentado volver de forma infructuosa a unos parámetros de comedia algo más sofisticados con respecto a los que debutó, The Quiet Family (1998) o The Foul King (2000), para terminar ofreciendo un ejercicio poco convincente y de excesiva autocomplacencia que dejará a la mayoría de espectadores preguntándose sobre el significado real de lo que trata de contar.

 

 

Mistress of Fan. Monstruos, criaturas y pesadillas engendrados por ellas

¡Por un nuevo mundo de diosas y monstruos! Y recordemos, parafraseando a Vampira, los demonios pueden ser los mejores amigos de una mujer.
Este libro recorre la trayectoria más o menos acreditada de títulos relativos a tradiciones como el extremismo, el rape and revenge (venganza tras una violación), el slasher, la ciencia ficción y los zombis, como muestra del talento femenino en obras capitales (o no tanto) del género fantástico.

Puestos a rendir tributo a la creación, hemos decidido añadir la trayectoria de las célebres «Horror TV Hosts» (anfitrionas de programas de terror de televisión), auténticas prescriptoras del amor por el género y que con su sola presencia en la gran pantalla alumbraron verdaderos iconos de la cultura popular. Nos referimos, por supuesto, a Vampira (Maila Nurmi), Moona Lisa o la incombustible Elvira, que sigue en activo liderando su Queen B Productions y elevando su macabra femineidad a los altares del ‘merchandising’.

Autor: Mònica Garcia Massagué, Ángel Sala, Jordi Sánchez-Navarro, Alexandra West, Alexandra Heller-Nicholas, Mikko Aromaa, Alan Jones, Editorial: Hermenaute, Páginas: 192

La maldición Von Erich, primer tráiler para «The Iron Claw» de Sean Durkin

Con tan solo dos largometrajes en su haber, Martha Marcy May Marlene (2011) y The Nest (2020), Sean Durkin se ha convertido en uno de los realizadores más interesantes del momento. Con su tercer trabajo tras las cámaras titulado The Iron Claw, cuyo primer tráiler acaba de ver la luz de la mano de A24 y podéis ver a final de página junto a su póster oficial, Sean Durkin se adentra en el biopic de la legendaria familia de lucha libre Von Erich, dinastía que revolucionó dicho deporte a partir de la década de los sesenta con una trágica historia personal a sus espaldas. La película llegará a los cines de Estados Unidos el próximo 22 de diciembre, teniendo previsto su estreno en España para febrero de 2024.
The Iron Claw nos cuenta la vida de los inseparables hermanos Von Erich, que hicieron historia en el competitivo mundo de la lucha libre profesional a principios de la década de los 80. A través de la tragedia y el triunfo, y bajo la sombra de su dominante padre y entrenador, los hermanos buscan el éxito en el escenario de dicho deporte.
La película, con guion a cargo del propio Sean Durkin, está protagonizada por Zac Efron, Jeremy Allen White, Harris Dickinson, Maura Tierney, Stanley Simons, Holt McCallany,  Lily James, Kevin Anton y Cazzey Louis Cereghino.

Proyecciones Xcèntric: Proyecto para un texto

Conjunto de películas para pensar la relación entre la escritura y el cine, dos ámbitos que en este programa no se contraponen, sino todo lo contrario. Muchos de estos trabajos muestran el espacio y los gestos propios de la creación de un texto en analogía con los procedimientos cinematográficos. Plantean así la palabra escrita como una forma de imagen fílmica, entrelazando las tareas del escritor y del cineasta.
La película La pluie (Projet pour un texte), de Marcel Broodthaers, es una de las muchas obras del artista belga en las que la escritura se relaciona con otras formas artísticas. Este filme, en el que vemos al propio Broodthaers intentando escribir bajo la lluvia mientras el agua diluye constantemente la tinta, explicita que cualquier intento de recreación del gesto literario conduce el cine y el texto al límite.
Poetic Justice, la segunda película de la serie Hapax Legomena (1971-1972), de Hollis Frampton, investiga la naturaleza del cine a través de la relación entre la imagen y la palabra. En este trabajo nos acercamos al espacio que habitualmente se asocia a la escritura —una pila de papeles, una taza de café y una maceta con un cactus sobre una mesa—, y vemos una a una las hojas manuscritas que configuran una especie de guión de un filme que el espectador tiene que vislumbrar. Pero la verdadera acción del filme, la escritura del texto, fuera de campo, solo la podemos atisbar en el espacio minúsculo que existe entre fotogramas.
No es casual que la primera película de João César Monteiro sea un retrato de la escritora Sophia de Mello Breyner Andresen, vinculando así desde el inicio su cine con la creación literaria. Consciente de que la palabra poética no se puede filmar, el cineasta intenta acercarse a la poeta portuguesa mostrándola en el espacio de producción de su escritura, sentada en una mesa junto a una ventana, un vaso de agua y un cesto de fruta, con un lápiz y un cigarro en mano. La película se rodó en un verano con la ligereza y el humor propios de un filme diario, en el que vemos, asimismo, a la escritora con sus hijos junto al mar, elemento fundamental en su literatura y en la filmografía del cineasta.
Además de presentarse materialmente entre las imágenes, los libros condujeron a Robert Beavers a hacer algunas películas, como sucedió con From the Notebook of…, que parte de los cuadernos de notas de Leonardo da Vinci, del ensayo de Paul Valéry sobre el artista y también de las notas que el cineasta hizo para la preparación de este trabajo. En la película, el cineasta se retrata trabajando, en un espacio semejante al de un escritor: una mesa junto a una ventana, un cuaderno de notas, filtros y una cámara. Lo que le llevó a comparar, además del movimiento de las alas de los pájaros con la apertura de las persianas, el giro de las páginas de sus notas manuscritas con el movimiento del obturador y de las lentes de la cámara.
Por último, la película de Bruno Delgado Ramo intenta acercarse a la figura del pensador Baruch Spinoza y retratar la habitación en que trabajaba, donde aparte de escribir uno de sus principales tratados —la Ética—, que vemos fragmentado en tomos en el filme, pasaba los días dedicado al negocio familiar de importación de frutos secos y también puliendo lentes destinadas a la fabricación de instrumentos ópticos.
La Pluie (Projet pour un texte), Marcel Broodthaers, 1969, 16 mm, sin sonido, 2’; Poetic Justice (Hapax Legomena II), Hollis Frampton, 1972, 16 mm, sin sonido, 31’, VOSC; Sophia de Mello Breyner Andresen, João César Monteiro, 1969, 35 mm a DCP, 17’, VOSC; From the Notebook of…, Robert Beavers, 1971-1998, 16 mm a DCP, 48, VOSC’; Spinoza/Ongodist, Bruno Delgado Ramo, 2021, Súper-8, 11’
Copia de La pluie cortesía del MACBA. Copia de Poetic Justice procedente de Light Cone. Copia de Sophia de Mello Breyner Andresen procedente de la Cinemateca Portuguesa. Copias de From the Notebook of… y Spinoza/Ongodist cortesía de sus respectivos autores.
Fecha: 23 noviembre 2023
Horario: 19.00
Espacio: Auditorio
Precio: 4 € / 3 € Reducida
Abono 5 sesiones: 15 € / 12 € Reducido
Amigos CCCB: gratuito

Filmoteca Española y el Museo Reina Sofía y presentan una retrospectiva de Peter Watkins, creador del falso documental

Filmoteca Española y el Museo Reina Sofía y presentan una retrospectiva integral de Peter Watkins, creador del falso documental.
La retrospectiva `Peter Watkins: Imágenes en guerra´ se desarrollará del 2 de noviembre al 29 de diciembre.
Su obra plantea una crítica a la manipulación y uniformización de los medios y defiende que la experimentación narrativa y formal del documental nos conducirá a ser ciudadanos libres y autónomos.
Patrick Watkins, escenógrafo, colaborador en sus últimas películas e hijo del cineasta, presentará en Madrid las primeras sesiones del ciclo
El Museo Reina Sofía y Filmoteca Española presentan su ciclo anual conjunto dedicado en esta ocasión a Peter Watkins (Reino Unido, 1935), uno de los últimos cineastas rebeldes de nuestro tiempo. Su obra plantea una crítica a la manipulación y uniformización de los medios de masas según intereses creados y defiende una creencia en que la experimentación narrativa y formal del documental nos conducirá a ser ciudadanos libres y autónomos respecto a los poderes que gobiernan el mundo.
Comisariada por Chema González (Museo Reina Sofía) y Natalia Marín y Carlos Reviriego (Filmoteca Española), Imágenes en guerra es una retrospectiva integral que va a mostrar todas las películas del cineasta y que es la culminación de más de dos años de conversaciones entre Peter Watkins, el Museo Reina Sofía y Filmoteca Española, así como un extenso trabajo de búsqueda y negociación de los derechos de proyección, en muchas ocasiones propiedad de televisiones que muestran escaso interés, cuando no censura, en la obra de este cineasta a contracorriente.
El ciclo tiene lugar entre el cine Doré de Filmoteca Española y el Auditorio Sabatini del Museo Reina Sofía, e incluye hitos como una de las escasas proyecciones de La Commune, la primera proyección íntegra en nuestro país de The Journey, serie de más de 14 horas sobre el pacifismo global, la recuperación de las obras de juventud y la presentación comentada de Patrick Watkins, colaborador e hijo del cineasta, durante la primera semana. La mayor parte de las sinopsis de este programa, el orden de proyección de las películas, así como el formato de debate tras su proyección han sido decididos y elaborados por el propio autor.
Del docudrama al falso documental
Vivimos en un tiempo de posverdad, de fake news, de mentiras virales, en el que la representación de los conflictos y guerras a nuestro alrededor imita las convenciones del cine bélico, el lenguaje de los videojuegos o simplemente copia formatos de entretenimiento informativo. A comienzos de 1960, un joven realizador del departamento de documental de la BBC se planteó de qué manera podemos evitar esta “monoforma”, en su propia acepción, y cómo entender el documental como un proceso democrático, emancipatorio y profundamente escéptico con el statu quo. Ese joven, Peter Watkins, inventa así el docudrama o el falso documental; esto es, el uso de la ficción dentro de este género, en el que la re-escenificación teatral de los acontecimientos históricos, la dramatización de los recursos periodísticos —entrevistas, declaraciones—, el uso de actores amateurs y la implicación de un equipo no profesional conduce a un paradójico proceso en el que el artificio nos acerca a las distintas aristas de la verdad. Watkins ha persistido en una firme idea a lo largo de su trabajo: el totalitarismo, la sociedad con nulas libertades civiles y el camino a la aniquilación de la humanidad en una guerra nuclear es una probabilidad muy cercana. Así, su obra está plagada de distopías sobre la noción de un futuro policial y aterrador, Punishment Park, The Gladiator o The Trap que, en última instancia, aluden al potencial del cine político para despertar conciencias.

El relato especulativo, tráiler de «La última noche de Sandra M.» de Borja de la Vega

Acaba de ver la luz un primer tráiler, que podéis ver a final de página junto a su póster oficial, del segundo trabajo tras las cámaras de Borja de la Vega La última noche de Sandra M.    Dramatización de las últimas horas de vida de Sandra Mozarowsky, trágica figura de culto del cine español de los setenta que tuvo una muerte misteriosa. El film, después de su paso por el Festival de Málaga y Sitges, dentro de la sección Noves Visions, llegará a los cines de nuestro país el próximo 15 de diciembre.
La película nos cuenta como Sandra, de 18 años, es actriz en la España de la Transición, un momento en el que ser joven y guapa te relega irremediablemente a hacer cine del destape. Una calurosa tarde de agosto, sola y angustiada por un embarazo no deseado, intenta decidir su futuro.
La última noche de Sandra M., con guion a cargo del propio Borja de la Vega, está protagonizada por Claudia Traisac, Georgina Amorós, Núria Prims, Nicolás Illoro, Pep Ambròs, Beatriz Arjona, Olaya Caldera, Rafa Castejón, Manu Imizcoz, Ramon Pujol, Bruno Sevilla y Oriol Tarrasón.

Crónica Festival de Sitges 2023 (II)

Autorías establecidas: Evolución y equidistancia
Sobre autorías en mayor o menor medida consagradas dentro del circuito de festivales, se pudo ver el nuevo trabajo de la austriaca Jessica Hausner, realizadora que regresaba a Sitges 19 años después de estar presente con la sugerente Hotel y ya con la etiqueta de ser una presencia habitual en los festivales de clase A, al haber abrazado proyectos de una proyección internacional de mayor envergadura, como en su anterior film Little Joe o Club Zero, película en donde se atisban constantes ya presentes en el ideario fílmico de la autora, a través del análisis, desde una perspectiva que linda con la sátira de los dogmas y los supuestos males adyacentes al Occidente contemporáneo. En Club Zero, Hausner vuelve a recurrir a una suerte de distopía acerca de nuevas religiones de nutrición saludable a modo de neurosis colectiva en donde se forman a autómatas anoréxicos. Lástima de un frío y aséptico dispositivo formal que dada su obviedad, en contraposición con lo encriptado de gran parte de su obra, diluye casi por completo la paradoja o denuncia, aquí podría ser tanto la técnica del mindfulness, como el dejar de comer a modo de posicionamiento anticapitalista expuesto desde el propio capitalismo, tesis que pretende ser divertida; Lourdes (2009) funcionaba muy bien en dicho aspecto, en relación con una historia que, sin embargo no dejaba de dar vueltas sobre sí misma, reiterando conceptos supuestamente cínicos e irónicos de la mano de una realizadora cuyo nivel de inteligencia crítica aquí bordea de forma algo peligrosa el subrayado. Por otra parte resulta curioso, cuando menos, que un director como Takeshi Kitano, Shinya Tsukamoto también entraría en la ecuación, ya no cotice, ni falta que le hace, en el ecosistema de festivales de cine. La esplendida Kubi, inspirada en los hechos reales conocidos como el incidente Honnō-ji ocurrido en 1582, es bastante más que la ostentación de un delirio consensuado o una deconstrucción del chambara que muchos han querido ver en ella desde su première mundial en el pasado festival de Cannes. Como lo fue en su día Zatoichi, Kubi es una película deliberadamente incomprensible, aquí aún más desaforada y liberada del temor a la muerte, o sea, es para bien puro ‘Beat’ Takeshi. Hablando de cotizaciones, esta vez al alza en según qué círculos, la de Yorgos Lanthimos parece estar en plena ebullición, Poor Things, después de triunfar en Venecia fue uno de los platos fuertes de este Sitges 2023, una relectura del mito de Frankenstein en clave de fábula liberadora sobre una mujer que conforme evoluciona, anhela dicha condición y status. En realidad, estamos ante una película que pretendiendo ser poco ortodoxa acaba siéndolo, como resultado de una liviandad y obviedad inhabitual en el cine de su autor, aquí enmascarada por un agradable visionado, su estructura visual nos remite a imaginarios propios de Terry Gilliam o unos primerizos Jean-Pierre Jeunet y Marc Caro. Adaptando la novela de Alasdair Gray, estamos ante un relato de subjetividad femenina que puede funcionar como comedia gótica retro futurista, en donde el sexo se convierte en una herramienta de poder, pero no funciona tan bien a la hora de requerir una trasgresión formal, aquí el humor ya no nace de la incomodidad, algo que era una seña de identidad del autor, tanto en sus inicios, Canino o Alps, como en trabajos de una proyección ya más amplia, Langosta o The Killing of a Sacred Deer. Puestos a ser algo maliciosos, ante un film en donde se percibe una voluntad política cuestionable, podríamos estar ante una suerte de reverso conceptual de Barbie de Greta Gerwig.
En un año plagado de testamentos fílmicos por parte de referentes, The Boy and The Heron, la nueva producción del Studio Ghibli inspirada en una novela de Genzaburo Yoshino, se vislumbra como un ejercicio derivado de la observación, donde la expresividad de las imágenes limita con la abstracción que vuelve a imbuir de magia un entorno que abarca tanto lo grandilocuente como lo minúsculo. Como suele ser habitual en una figura de la importancia de Hayao Miyazaki, la fantasía vuelve a cuestionar condición y realidad, a través de dicho statu quo el maestro, que siempre tendrá algo que decirnos, nos habla sobre el duelo y la tragedia infantil en relación con el drama personal, aunque no deja de ser en sí mismo una celebración ¿final? de un imaginario consustancial, aquí provisto de la mejor caligrafía del estilo de su autor. Con respecto a otros festivales, Sitges cuida con cierto esmero su selección de película de clausura, por consiguiente, Dream Scenario de Kristoffer Borgli fue una digna elección, estimulante película que sortea con bastante austeridad cuestionables antecedentes como Ari Aster, A 24, a la hora de exponer el concepto de la pesadilla del individuo gris como un mal social, y como todo ello puede llegar a ser interpretado a modo de simulacro de un mundo supuestamente feliz. Relato que brilla con relación a temarios que invitan a la reflexión, que cuestiona cierta masculinidad al mismo tiempo que rescata la acidez inherente en la comedia existencial vista, por ejemplo, en la anterior Sick of Myself, aquí también con relación a una voraz crítica hacia lo efímero o la cultura de la cancelación, funcionando por momentos mejor como película de terror que como supuesta comedia negra. Además, constatar después de mucho tiempo que Nicolas Cage, traspasando su condición de subgénero propio, sigue siendo un gran actor.
Sección Panorama: El fantástico como constante
La sección Panorama continúa siendo ese agradecido reducto dedicado a una serie de películas cuya adscripción al género no admite dudas; evidentemente dicha sección deriva en un conglomerado donde impera por encima de todo, más como virtud que como deficiencia, la serie B. A tal respecto, Suitable Flesh viene a ser un disfrutable intento de resucitar la Empire y a Stuart Gordon a través de aquellas placenteras e imposibles adaptaciones de relatos de H.P. Lovecraft como Re-Animator, From Beyond o Castle Freak. Propósito concentrado en la presencia de Barbara Crampton y el guionista Dennis Paoli. Se agradece que no se detenga únicamente en la nostalgia retro, dando la sensación de ser más un loable esfuerzo que una simple condescendencia genérica. Por su parte la ópera prima de Anna Zlokovic Apéndice, es otra película de género consciente de sí misma, de una condición, que en esta ocasión indaga en temáticas algo más actuales, y lo hace a través de coordenadas como body horror, el concepto Body Snatchers o la referencia al Basket Case de Frank Henenlotter. A medio camino entre el ingenio y la distensión genérica, se permite el lujo de ser una pervertida metáfora, sin ínfulas ni militarismos, sobre ansiedades e inseguridades varias adyacentes al imaginario femenino.
El mexicano Jorge Michel Grau ya había dado buena cuenta en Somos lo que hay de la disfuncionalidad familiar ubicada en escenarios precarios; en Rabia, secuela espiritual de su anterior drama caníbal, vuelve a fijar una narrativa en una periférica urbe mexicana, aquí casi apocalíptica, también en núcleos familiares desestructurados, pero lo hace bajo conceptos algo más clásicos como la licantropía. Partiendo siempre de la metáfora y las segundas lecturas, la película reinterpreta a través de conceptos fantásticos nuestra realidad, lástima de una narrativa percibida como abrupta en lo concerniente a intentar hibridar drama y fantasía, la furia o pulsión derivada de esta última, noción característica adyacente al imaginario de la licantropía, que quedaba mejor expuesta en otra película latinoamericana, As boas maneiras de Marco Dutra y Juliana Rojas, con relación a relatos que inquieren en la observación social ensamblada a elementos fantásticos. Por su parte Hideo Nakata volvía a Sitges 24 años después de presentar en 1999 las dos primeras entregas de The Ring. En la disfrutable, y por momentos delirante, The Forbidden Play, se intuyen algunos indicios de vida en el J-horror, algo muy de agradecer después de décadas de absentismo, tanto por parte del subgénero como del propio autor. Dentro del tono liviano por el que transita la película, que intenta evitar lugares comunes, funciona relativamente bien a modo collage en donde se integra, un terror deudor del ideario de Pet Sematary, comedia y melodrama. A tal respecto, estamos ante un film que convendría contextualizar de forma adecuada, especialmente si nos fijamos en comparación, no a unos inicios ya referenciales, y sí a una última etapa por parte del responsable de la extraordinaria Dark Water de un claro talante alimenticio.

 

Cine patrio: Referentes consolidados
Fue bastante congruente que la inauguración de este Sitges 2023 recayera en un producto tan convincente como Hermana muerte de Paco Plaza, película que constituye el mejor, y más austero trabajo del realizador español que mejor ha sabido indagar a través de coordenadas genéricas en iconografías contiguas a la historia socio-cultural de nuestro país, un autor, cuya madurez en el manejo de códigos narrativos del horror, le permite tener una fe ciega en sus imágenes, Hermana muerte es una buena muestra de ello. Relato de tono tenebroso expuesto a plena luz del día, que transcurre en el año 1949 en un convento de monjas, que tiene el doble mérito de confirmar una autoría que le hace solventar y trascender en varios apartados por los que transita, primero como producto Netflix, y segundo como obra independiente del referente, a modo de precuela que es de Verónica, en realidad más deudora de ¿Quién puede matar a un niño? respecto a recrear ambientes siniestros en escenarios luminosos, también cuenta con el beneplácito de salir airoso de una temática tan explotada en la actualidad como es el terror religioso. Solvente en lo formal, atesora un espléndido clímax que la sitúa entre lo mejor del fantástico español de los últimos años. Por su parte, La sociedad de la nieve, película que recrea la tragedia del accidente aéreo de los Andes de 1972, deja claro que en el cine no existen temas trillados, sí autorías, como la de J.A Bayona y su emotividad llevada a la hipérbole, camuflada como viene siendo habitual por una inmaculada ejecución técnica. Puestos a elegir una versión sin violines de la historia, un servidor siempre estará a favor, tanto del Supervivientes de los Andes de René Cardona, como de la efectiva Alive! de Frank Marshall.
Uno de los platos fuertes dentro de la animación visto este año en Sitges fue el nuevo trabajo de Pablo Berger Robot Dreams, película que recurre al uso de ese tipo de relatos, aquí sin diálogos, situado a medio camino entre imaginarios infantiles y adultos, que nos habla sobre la complejidad que anida en la amistad, a través de una historia que expone la emotividad desde el punto de vista de la contención, amparándose en esencia en el poder de la mirada y la música. A tal respecto, no sorprende que un cineasta de las características de Berger no se conforme con transitar por trazados y formatos convencionalistas, en realidad una actitud consecuente al optar por experimentar con otras formas posibles de la imagen, ya lo hizo con Blancanieves, plasmada en coordenadas del cine mudo. En Robot Dreams, a través del icónico paisaje urbano del Manhattan de los años 80, y ayudado por una limitada expresividad, se maximiza la fuerza emocional de cada simple gesto de sus protagonistas, aquí volvemos a las referencias del cine mudo, en esta ocasión el cómico. El resultado final, o el trayecto que nos lleva a dicho punto no importa tanto como las cuestiones y posteriores reflexiones que esta interesante película nos llega a plantear. Otra película patria importante este año en el festival fue La espera, tercera película de F. Javier Gutiérrez en donde recurre, al igual que en su opera prima 3 días, a un escenario árido y solitario que nos sitúa en la Andalucía de los 70 a la hora de abordar un thriller rural patrio de época con alma de western, que abraza la locura y pulsión de la España profunda, y que transmuta en su parte final, desde el conocimiento de coordenadas genéricas por parte del responsable de Rings, en un disfrutable Folk Horror clásico de manual. Tan sólida en la utilización de su despliegue atmosférico, como algo predecible con relación a su viraje narrativo, se agradece, sin embargo, su determinación a la hora de no ser esclava de contenidos desmarcados del género. Como colofón a esta segunda crónica del festival nos detenemos brevemente en la fallida La ermita de Carlota Pereda, producto que no deja de ser una lógica consecuencia de querer elevar por encima de sus posibilidades líquidas autorías intuidas aún como embrionarias. Película de una resolución narrativa alarmante, que recuerda en parte a ese cine español fantástico enquistado en la indeterminación genérica de finales de los 90, y que se explica a la perfección revisando su anterior film, Cerdita. Mucha curiosidad por parte de un servidor por ver cómo el buenismo y el nepotismo instalado en la industria y crítica patria logra mantener el hype creado.

 

 

 

Crónica Festival de Sitges 2023 (I)

Del 5 al 15 de octubre, con unas temperaturas más propias de la temporada estival, tuvo lugar la 56 edición del Festival de Sitges, un año marcado por una definitiva vuelta a la normalidad, después de unas últimas ediciones que se vieron afectadas en diferentes parcelas, principalmente como consecuencia de las restricciones provocadas por la pandemia y todo lo relacionado con ello. Sitges 2023 volvió a transitar por unas reconocibles señas de identidad plagadas de claroscuros, especialmente con referencia a su labor como certamen de un indudable talante popular, en ocasiones excesivamente encaminado al evento, que por momentos dio la sensación de estar demasiado preocupado en proclamas de éxito respecto a la afluencia de público, con relación a una justificación percibida como burocrática, algo que no deja de ser contradictorio en lo concerniente a otros ámbitos y apartados de un festival que, entre otras cosas, propone una generosa selección de títulos de tono heterodoxo, dirigidos al riesgo y la experimentación, también con referencia a ofrecer la oportunidad de poder visionar clásicos del género en pantalla grande, apartado este año potenciado con un mayor número de títulos. También como función meritoria, señalar su decidida apuesta por seguir ofreciendo publicaciones en papel, este año por partida doble, a través de los ensayos colectivos: Ciudad Pánico. Morfologías urbanas del horror y Mistress of Fan. Monstruos, criaturas y pesadillas engendrados por ellas.
Como inabarcable cajón de sastre genérico que siempre ha sido, Sitges volvió a ofrecer diversas actividades paralelas a un público que regresó de forma generosa a las cuatro salas habilitadas para la ocasión, más una quinta improvisada a última hora por problemas de infraestructura para la sección Brigadoon. A la hora de hacer un balance general de lo que fue este Sitges 2023, a nivel de selección, señalar el regreso de unos viejos déficits intuidos ya casi como endémicos, visibles desde hace varios años, principalmente el referido al difícil equilibrio a la hora de poder cuantificar y cualificar el elevado número de películas en el festival, algo que en realidad no tendría que suponer un problema en sí mismo, en cierta manera no deja de ser una ventaja para el espectador tener la opción de poder elegir qué querer ver, más discutible puede resultar que ello ocasione la renuncia a poder acceder a determinados títulos, o algo más importante, prescindir de unos casi inexistentes Q&A o justificar una determinada cifra de películas en relación con una selección percibida como algo mecanizada y poco clarificadora, especialmente con relación a un criterio que da la sensación de estar concebido a la carta, con base en una cuadratura, intuida como meramente estadística, en la medida de darles un lógico sentido de ubicación y temática en las distintas secciones del festival.
A continuación, y cambiando el modelo de crónica de antiguas ediciones publicadas en el portal, el análisis y la perspectiva generada desde el tiempo y la reflexión de todo lo que dio de sí este Sitges 2023, a través de cuatro extensas entregas.

 

Sección oficial: El fantástico discordante

Asentamientos y nuevas vías
Lo más interesante visto en este Sitges 2023 vino de la mano de esporádicas reformulaciones y un cierto resurgimiento de cinematografías en estado embrionario desde hace tiempo, así la ganadora a la Mejor Película, la argentina Cuando acecha la maldad, fue una de las pocas cintas presentes este año en el certamen que intentó indagar en el terror sin ningún tipo de ambivalencias disuasorias. Demian Rugna, que tan buenas sensaciones nos había dejado en su reivindicable Aterrados, nos muestra a través de unas coordenadas genéricas reconocibles como es el cine de posesiones demoníacas, un tratado sobre el mal expuesto, casi en tiempo real, a modo de una infección de alcance colectivo que hace estragos en un asfixiante y hostil escenario rural, espacio donde cohabitan masculinidades violentas y mitologías populares. Cine que recuerda, dada su ausencia de concesiones, a aquella corriente de extremismo francés surgido a principios del 2000 que no denotaba inconsistencias en su planteamiento. Al igual que aquellas, Cuando acecha la maldad intenta sin temor ir más lejos en su condición de violento y caótico relato de terror. Otra película que se ampara en el exceso, en el buen sentido de la palabra, y con el principal referente de la estupenda Ghostwatch, fue la australiana Late Night with the Devil, historia que sustituye el terror en tiempo real por una suerte de found footage de tono vintage que nos traslada a los años 70. No tan original como se ha comentado, la película carece de cierta credibilidad y realismo con relación a la utilización de sus dispositivos formales, sin embargo tiene la virtud de evitar subrayados narrativos proclives a dicho formato, desplegando una ingeniosa mirada sobre la fascinación y credulidad de América por lo oculto y las consecuencias que acarrea el anhelo de éxito bajo cualquier tipo de circunstancias. Situada a medio camino entre Network y Rosemary’s Baby, y pervirtiendo el concepto del reality show, el film de Cameron Cairnes y Colin Cairnes, que cuenta con un extraordinario David Dastmalchian, por fin en un papel principal, atesora uno de los clímax mejor llevados en relación con su puesta en escena del reciente cine de terror. Por su parte The Theory of Everything del alemán Timm Kröger vino a ser una peculiar celebración de los clásicos y sus referencias. Ciencia-ficción europea de aplicado tono vintage que tiene la virtud de no desentonar a la hora de hibridar conceptos en un principio antagónicos, tales como integrar el multiverso y las paradojas espacio-temporales en coordenadas de cierto cine negro Hollywoodiense de los años 60, también en películas más recientes como, por ejemplo, Europa de Lars von Trier, en relación con una estética de fantasía en blanco y negro, que utiliza imágenes monocromáticas de alto contraste, ubicado en el contexto de la posguerra. Un sugerente pulp cuántico que sin embargo da la sensación de ser más efectista que convincente, impoluto en lo concerniente a su condición de ejercicio de estilo referencial, no tanto con relación al desarrollo de una deriva narrativa, críptica en el mal sentido del término, causada por la desmesura de sus intenciones.
Dentro de la compleja labor de poder llegar a discernir alguna nueva corriente dentro del fantástico actual hay dos apuntes a destacar, primero, el asentamiento de un determinado cine francés que abordaremos más adelante, y segundo, un tímido resurgimiento del terror asiático, subgénero en estado aletargado desde hace muchos años, a tal respecto la ópera prima de Yûta Shimotsu  Best Wishes to All parte de uno de los conceptos argumentales más originales vistos este año en Sitges, al generar una serie de imágenes y situaciones insólitas, lindando con el terror, que hacen que la historia vaya en todo momento por delante del espectador, y no al revés. A medio camino entre lo extraño del cine de Kiyoshi Kurosawa y un trazo bizarro digno de un Hitoshi Matsumoto o Junji Ito, Best Wishes to All cuestiona la estabilidad familiar y el sacrificio generacional que conduce a una supuesta armonía social. Su condición de rara avis, como relato alegórico que se sustenta en lo inaudito, no indica que estemos ante una película que abra nuevas vías dentro del ahora extinto J-Horror, posiblemente sí sea reconocida como vía alternativa del resurgimiento de ciertas autorías asiáticas periféricas, que intentan indagar desde la introspección en ese otro cine fantástico. Otra cinematografía aletargada en los últimos años es la del terror proveniente de Corea, género que supuso a principios del 2000 un auténtico boom a un nivel industrial, más que autoral. En Sleep, al igual que Best Wishes to All, no se establece una clara adscripción al género de terror, la etiqueta de película de misterio sobre ansiedades varias de la vida en pareja que ocasionalmente mira sin disimulo a la comedia, sería algo más preciso. La ópera prima del guionista y director Jason Yu, al igual que The Machinist de Brad Anderson, o Come True de Anthony Scott Burns, entre otras, parte de una premisa interesante, como es el conflicto originado por desórdenes del sueño, en este caso el referido al sonambulismo, y cómo a través de él, nuestros peores miedos pueden cobrar vida mediante la ambigua paranoia que los protagonistas sufren por dicha anomalía. Película que, conforme avanza muta hacia coordenadas más genéricas y predecibles, como el cine de posesiones y escenarios encantados, algo que irremediablemente hace que esa tensión inicial quede bifurcada, y en parte diluida, en otros apartados intuidos como más artificiales, con todo, un debut prometedor.
Como colofón a este primer apartado, dos propuestas destacaron por encima del resto de películas presentes en la Sección Oficial a concurso en este Sitges 2023, por una parte, la cinta canadiense Les chambres rouges, film que pervierte conceptos tales como el drama judicial, las serial killer groupies y las derivaciones del true crime, mediante la fascinante disección de un personaje sumido en la obsesión. Al igual que en Kissed (1996) o Dans ma peau (2002) en Les chambres rouges asistimos al desarrollo de una oscura patología, con relación a una historia que tiene la gran virtud de estar continuamente incumpliendo las expectativas del espectador, narrativas en donde sus protagonistas descubren que hay lugares que una vez que los visitas, es muy difícil volver. La película de Pascal Plante termina siendo un fascinante thriller autoral que cobra vigencia en unos tiempos marcados por el voyerismo morboso y el capitalismo de vigilancia. Relato que comienza con una disección del tropo del asesino en serie, evolucionando hacia un psicodrama centrado en dos mujeres que orbitan en una historia que canaliza hábilmente la esencia del horror social anexo a internet y el concepto de la perversidad de la imagen, funciona también como estudio sobre la preocupación enfermiza de la sociedad por el mal. Desafiante también podría considerarse la trayectoria de Bertrand Mandico, Conann viene a ser una inclasificable reinterpretación del personaje de Robert E. Howard a modo de demencial parábola Faustiana de tono glam. El responsable de la también fascinante After Blue, como cineasta experimental que es, sigue a lo suyo, ofreciéndonos siempre algo divertido mediante las subversiones de género, la sensación intencionadamente barroca de su estética, y el sentido de la inmersión en un espectáculo visual que no excluye al espectador con predisposición a su cine. Inalterable a la hora de deformar personajes y narrativa contiguos a la cultura pop y el exceso mediante la ostentación de su puesta en escena, el cine de Bertrand Mandico deviene como una autoría sofisticada, y hoy por hoy inimitable, que aúna lo indefinido y lo kitsch, su visionado en bruto justifica el cine como experiencia única.

 

Reformulaciones y el nuevo cine fantástico social francés
Como últimamente viene siendo habitual, varias fueron las propuestas vistas en este Sitges 2023 que intentaron reconfigurar patrones genéricos que han tenido una presencia destacada en el fantástico pretérito y contemporáneo, nos detendremos en dos películas que discurren por ese ideario de una forma cuestionable. Riddle of Fire, del debutante Weston Razooli, pretende recuperar conceptos de la aventura infantil como perpetuo happy place. En el film vemos como tres niños que intentan descifrar el control parental de su videoconsola tendrán que dar con la receta de la tarta de arándanos perfecta para el cumpleaños de su madre convaleciente, y así, a modo de premio, poder acceder al juego. Riddle of Fire recurre en todo momento a una narrativa adyacente y deudora de la cultura popular, la trama apela al lenguaje del videojuego, también a una suerte de fábula infantilizada de tono medieval, el problema surge al comprobar como aquí la mirada, de un claro tono hipster, intenta situarse por encima de la complacencia que pretende mostrar, intentar presumir de rodar en 16mm, o acabar el relato bajo los acordes musicales del Cannibal Holocaust de Riz Ortolani a modo de guasa, no significa forzosamente ser el más listo de la clase, mucho menos estar a la altura de los clásicos cinematográficos en los que se sustenta. Más deficitaria, aún si cabe, resulta There’s Something in the Barn, película que atesorar una crisis de identidad galopante en sus obviedades genéricas, poniendo de manifiesto que no es una idea acertada que cinematografías nórdicas indaguen en conceptos consustanciales del fantástico occidental, como ya se pudo comprobar en Rare Exports: A Christmas Tale de Jalmari Helander. Aquí la principal referencia sería la comedia de terror navideña en la que se sustentaba el Gremlins de Joe Dante, aunque en realidad el film de Magnus Martens, pese a recurrir a una cierta tradición local, orbita en todo momento alrededor del tópico que busca por encima de todo la condescendencia del fan, sin saber muy bien adecuar a qué tipo de audiencia se dirige, pues resulta algo violenta para un público infantil y excesivamente naif para un espectador pretendidamente adulto.
De fallidas reformulaciones también anda sobrada la ópera prima del francés Romain de Saint-Blanquat, La Morsure, película que pretende deambular a través del concepto de lo impredecible e inconcreto, lo hace a modo de artefacto de consonancias arty que también intenta alardear de referencias genéricas. Posee cierto aroma de Giallo, aunque citar como principal antecedente el cine vampírico de Jean Rollin le hace un flaco favor, al quedar todo en un propósito de fantasmagoría que circunvala conceptos dramáticos, como el coming of age, el angst juvenil y la correspondiente pulsión sexual, de forma tan abstracta, que el simbolismo que pretende exponer de forma sutil, termina revelándose a modo de simple cliché. Algo más entonada con respecto a propósitos y narrativa resulta la cinta pakistaní In Flames, película que curiosamente hace un recorrido inverso al film de Romain de Saint-Blanquat. Al igual que hacía Ali Abassi en Holy Spider a través de la óptica de la crónica negra, aquí todo se inicia con una problemática social, será conforme avance la trama, cuando irá haciendo acto de presencia el subjetivo elemento fantástico. La ópera prima de Zarrar Kahn nos cuenta una historia de opresión que aborda el género como mecanismo de denuncia, en ella vemos la precaria existencia de una madre y una hija tras la muerte del patriarca de la familia, un nuevo status de indefensión social ocasionará un trauma intergeneracional cuyo origen es percibido como patriarcal. El escenario, una sociedad machista, será el terreno abonado para una aparición fantasmal intuida en el relato como dual, imaginaria y terrenal, la primera no desentona en el conjunto, seguramente por la ausencia de subrayados a modo de espectral recordatorio de cómo los hombres pueden conservar el control en las psiques femeninas, incluso después de haber fallecido. Posiblemente la corriente más contrastada dentro del fantástico actual sea ese cine proveniente de Francia abonado a la distopía que inserta sin pudor realismo y alegoría al relato de género, Acide, al igual que el anterior trabajo de Just Philippot, la estimulante La nuée, indaga con determinación en el tono trágico del apocalipsis medioambiental, un ecoterror aquí ocasionado por una lluvia ácida que causa devastación y pánico por donde pasa. Bastante más convencional que su ópera prima, aquí lo social y familiar dan la impresión de estar orquestados como mera excusa. Como mal menor, dejando de lado su cuidada producción, los mejores momentos de la cinta los podemos encontrar a través de cierto talante deudor, a modo de survivor catastrofista, que nos conduce, salvando distancia y condición, al War of the Worlds de Steven Spielberg.
Hubo más cine francés que profundizó en ese fantástico que parece estar sumido en el drama, Le règne animal de Thomas Cailley, también recrea un escenario distópico, aquí mediante su condición de fábula animalista que toma iconografías y tropos derivados de, por ejemplo, La Isla del Doctor Moreau, los X-Men o de ciertas texturas colindantes al body horror. En esta ocasión, la fantasía deviene más luminosa que apocalíptica, a través de una historia en donde contemplamos una alteración genética con relación a mutaciones que transforman de forma aleatoria a humanos en animales, y los prejuicios que de todo ello se deriva. De ritmo errático, su enunciado propone una oda a la amistad y el proceso de aceptación de una metamorfosis a través de una relación paternofilial, la idea resulta original, no tanto el desarrollo, y se agradece al menos la ausencia de vulgares moralejas en el manejo de la parábola. Otra cinta que modula géneros respecto al apocalipsis y la condición humana es Vincent doit mourir, el film de Stéphan Castang parte de una interesante premisa: sin explicación alguna, un hombre empieza a ser atacado con claras intenciones homicidas por parte de personas corrientes, concepto que nos retrotrae a un imaginario que parece surgido de la mente de Richard Matheson, en relación a su minimalismo y a la imposibilidad del individuo corriente de asumir con lógica un hecho fantástico e irracional, de tratar de comprender algo incomprensible que trastoca por completo, su hasta ese momento gris existencia. Historia de enorme complejidad, que empieza casi como una sátira social sobre el mundo laboral, coquetea más tarde con el slapstick y acaba en relato de índole paranoide, algo lastrada por una parte final en donde el cataclismo pasa a ser global, dejando en un segundo plano esa interesante exploración que aborda la ruptura de una cohesión social, cuya única solución posible previa al colapso, pasa por redimir la confianza hacia el otro. Por otra parte, sorprende que un producto tan encaminado a la serie B como es Vermin, película de monstruos de bajo presupuesto, no escape a esa tendencia comentada en estas líneas sobre cómo gran parte del fantástico francés actual mira a problemáticas sociales. De epiléptica dirección, la película de Sébastien Vanicek transcurre, al igual que La tour de Guillaume Nicloux, en un bloque marginal de la periferia de una gran ciudad, desarrollando su historia a cerca de la indecisión, en lo concerniente a elegir entre una narrativa desenfadada de supervivencia o un registro más realista que aborda la alegoría social. Lo mejor del film de Sébastien Vanicek termina siendo la añoranza que desprende hacia películas que sí tenían claros concepto e idearios y que transitaban por la temática de las arañas letales; Kingdom of the Spiders o Aracnofobia serían dos buenos ejemplos de ello.

Ciudad Pánico. Morfologías urbanas del horror

¿Qué tienen en común la onírica Venecia, la ciudad de la muerte, con Los Ángeles, la ciudad de los sueños? ¿La «culta» Nueva York con la «industriosa» Detroit? ¿Un suburbio de Estados Unidos con el centro de Roma? Todos ellos son escenarios del miedo contemporáneo. Cartografías del terror que toman forma de ciudad. Laberintos para las ansiedades de nuestro tiempo. Coordinado por Ángel Sala y Jordi Sánchez-Navarro. Libro oficial de SITGES ? Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.
Las ciudades se reflejan en el género como centros densos de actividad humana, albergan tanto sueños como pesadillas y brindan un terreno fértil para que los cineastas exploren emociones que solo tienen sentido en el marco de la vida urbana. En esos enfoques, el aislamiento y la alienación se convierten en temas centrales.

Jordi Sánchez-Navarro habla en el primer capítulo de la representación de algunas ciudades italianas legendarias en el cine de terror y su relación con el concepto de lo sublime terrorífico.

Jorge Gorostiza analiza, a través de los nombres y la morfología urbana, cómo funcionan las urbes imaginadas y los pueblos inventados en las ficciones cinematográficas.

Los guetos y los suburbios residenciales son el material que ha tratado Victoria Santamaría Ibor en su capítulo.

Símbolo del colapso del siglo XX, Detroit es el escenario predilecto del terror contemporáneo que analiza Lluís Rueda.

Ángel Sala nos propone recorrer los mil y un horrores de la ciudad total, las grandes megalópolis urbanas de la modernidad.

Antonio José Navarro
nos acompaña en una muy especial cartografía española del miedo urbano.

Carlos Tabernero
pone el foco en la representación de las ciudades abandonadas.

El volumen se cierra con una selección de películas brevemente comentadas por Xavi Sánchez Pons y Ángel Sala.

Autor: Coordinado por Ángel Sala y Jordi Sánchez-Navarro, Editorial: Hermenaute, Páginas: 214

Henry James en la discoteca, tráiler para «La bête dans la jungle» de Patric Chiha

Es sin duda alguna una de las películas más inclasificables de este año, el nuevo trabajo del austríaco Patric Chiha, La bête dans la jungle, cuyo primer tráiler podéis ver a final de página junto a su póster oficial, adapta de forma libre de la novela homónima de Henry James.  Película, que tuvo su premiere mundial en la sección Panorama de la pasada edición del Festival de Berlín, sobre esperas, cuya banda sonora marca el paso de las transformaciones de un país, que transita entre varias épocas, desde la epidemia de sida a los atentados del 11 de septiembre.
The Beast in the Jungle nos narra la relación de dos amantes que, entre cuerpos en movimiento y a lo largo de veinticinco años, se acercan y alejan en la sala de fiestas de un club nocturno sin percatarse de que, a su alrededor, el tiempo avanza y el mundo cambia.
La película, con guion adaptado a cargo del propio Patric Chiha junto a Jihane Chouaib y Axelle Ropert, está protagonizada por Anaïs Demoustier, Tom Mercier, Béatrice Dalle, Martin Vischer, Sophie Demeyer, Pedro Cabanas, Mara Taquin y Bachir Tlili.

FlixOlé estrena el primer gran título del Fernán Gómez director: La vida por delante

La plataforma también incorporará al catálogo de películas dirigidas por Fernán Gómez la exitosa adaptación de ‘Los palomos’ y la arriesgada zarzuela ‘¡Bruja, más que bruja!’
Como si de un hombre del Renacimiento se tratara, Fernando Fernán Gómez alcanzó la excelencia en cuantos trabajos realizó a lo largo de su carrera: legó al público memorables personajes en su faceta de actor; firmó obras literarias de obligada lectura, traducidas algunas al guion cinematográfico; y dirigió varios clásicos del cine español, entre los que se encuentra La vida por delante (1958), película que FlixOlé estrenará el próximo viernes, 10 de noviembre.
La plataforma especializada en cine español presentará una colección con los títulos más emblemáticos dirigidos por Fernán Gómez. Un recorrido por la filmografía del cineasta en el que también se incorporarán al catálogo de FlixOlé —además de la citada La vida por delante— la adaptación de la obra teatral de Alfonso Paso, Los palomos (1964), y ¡Bruja, más que bruja! (1977).

Fernando Fernán Gómez, en la película ‘La vida por delante’

Ingeniosa y ácida comedia dramática
Considerado por la crítica como el primer gran título que Fernán Gómez realizó en su faceta como director, La vida por delante significó un soplo de aire fresco para la gran pantalla del país en el momento de su llegada a las salas. El autor proyectó las influencias sainetescas y neorrealistas que le impactaron a su paso por los escenarios y delante de la cámara; hasta convertirlas en un retrato cómico de los dramas que las gentes vivían en la España de los 50.
Protagonizada por el propio cineasta, en compañía de Analía Gadé, el filme presentaba las dificultades que experimenta una pareja joven para construir su hogar. Problemas tan en boga en la actualidad como la falta de oportunidades y de un trabajo fijo, los apuros económicos y la angustia de no poder pagar el minúsculo apartamento en el que viven marcan el negro porvenir de sus personajes.
Una crítica al modelo familiar, moral y laboral promovido por el franquismo. La película fue castigada por la censura, que la calificó con la puntuación más baja para limitar su proyección y distribución. A pesar de ello, el largometraje cosechó un importante éxito comercial, lo que propició el rodaje de una secuela.

Manuel Alexandre, José Luis López Vázquez y Gracita Morales, protagonistas en ‘Los Palomos’

Una completa colección
La vida por delante ha quedado también como uno de los filmes más interesantes estrenados en la época. Ello se debe a la originalidad con la que Fernán Gómez narró los avatares de la pareja, haciendo uso del flashback y del narrador presente. Entre las ingeniosas secuencias de la película se encuentra la de una persona tartamuda que intenta explicar a las autoridades los hechos de un accidente de tráfico: las imágenes de la escena se repiten de acuerdo a las intermitencias de la voz en off de Pepe Isbert cuando éste relata el suceso.
El largometraje La vida por delante se incluirá dentro del especial con el que FlixOlé recordará el periplo de Fernán detrás de la cámara. En dicha colección se podrá acceder a títulos tan inspiradores como El extraño viaje (1964) y El mundo sigue (1965); las disparatadas comedias El malvado Carabel (1955), La venganza de Don Mendo (1961) y Crimen imperfecto (1970); así como las premiadas El viaje a ninguna parte y Mambrú se fue a la guerra (ambas de 1986).
Nuevas incorporaciones ‘fernandianas’
A dichos filmes se suman el estreno en la plataforma de Los palomos, encargo que Fernán Gómez recibió y resolvió con envidiable solvencia al dirigir a un reparto de renombre encabezado por José Luis López Vázquez, Gracita Morales, Fernando Rey, Mabel Karr, Julia Caba y Manuel Alexandre. El resultado fue una divertida comedia de salón que atrajo a más de medio millón de espectadores con la historia de un empresario sin escrúpulos que intenta colocar un crimen que él mismo ha cometido a un matrimonio humilde, Los Palomos.
También se añadirá a FlixOlé ¡Bruja, más que bruja!, una zarzuela esperpéntica en la España rural en la que el cacique del pueblo (Fernán Gómez) aprovecha la ausencia de su sobrino (Francisco Algora) para casarse con la novia de éste (Emma Cohen). Cuando el familiar regresa, intentará vengarse.

Crónica Festival de San Sebastián 2023 (I)

El contenido como constante

Del 22 al 30 de septiembre tuvo lugar la 71 edición del Festival de San Sebastián, un año marcado, y en parte recrudecido por una serie de vicisitudes que han estado presentes a lo largo de los últimos tiempos en el Zinemaldia, esto se manifiesta esencialmente a través de su ambivalente condición de festival de festivales. Ese estado de origen ya casi crónico, que le coloca en la difícil tesitura de estar en la cola de los certámenes de categoría A, en parte aliviada en los últimos tiempos por la vía Toronto, ha hecho que San Sebastián se tenga que buscar la vida a la hora de auxiliar sus sempiternas carencias en la medida de dar un sentido consistente y temático a su Sección Oficial, problema este año patente a través de una cuestionable representación del cine español, apartado que anteriormente en parte acreditaba y justificaba la exigüidad conceptual de esa parcela principal del certamen, siendo nuevamente apartados alternativos como New Directors, Perlas o Zabaltegi-Tabakalera, los espacios que han logrado equilibrar una vez más una programación que en esta edición se ha visto algo supeditada a los abruptos saltos cualitativos existentes en secciones.
Ausencias y presencias que posiblemente vengan motivadas por un rumbo actual cuando menos debatible, especialmente en relación a una encorsetada Sección Oficial que parece estar sometida a una serie de contenidos, cuotas o compromisos que da la sensación de colocarse por encima de lo entendible como puramente cinematográfico, solo así se puede llegar a entender una serie de decisiones de difícil justificación, por ejemplo, una película como El sueño de la sultana en competición, también la comparecencia de dos propuestas argentinas, de temática y desarrollo demasiado similares como resultaron ser La práctica y Puan, o la presencia, algo forzada en lo relativo a la búsqueda de equivalencias, de complejas indagaciones autorales con cintas tipo All Dirt Roads Taste of Salt o MMXX, interesantes trabajos autorales que parecían estar programadas a modo de compensación respecto a propuestas de otra índole en donde prevaleció un tono demasiado condescendiente.
Forzados equilibrios entre secciones en esta 71 edición en la que destacó por encima del resto, por la esforzada y necesaria (hoy más que nunca) labor de seguir al pie del cañón con las retrospectivas clásicas, este año dedicada al cineasta japonés Hiroshi Teshigahara, ciclo acompañado de una interesante publicación. A continuación, y al igual que en pasadas ediciones, pasamos a detallar los títulos presentes en la Sección Oficial, así como el cine español visto en San Sebastián, dejando para un segundo dossier el análisis, igualmente pormenorizado, de todo lo que dio de sí lo visto en secciones paralelas del festival, tales como New Directors, Perlas, Zabaltegi-Tabakalera y retrospectiva.

 

Hayao Miyazaki y el riesgo

En un año plagado de testamentos fílmicos por parte de referentes, The Boy and The Heron, la nueva producción del Studio Ghibli inspirada en una novela de Genzaburo Yoshino, no dejó de ser una inauguración soñada por parte del festival, situada muy por encima en calidad y contenido con respecto a anteriores propuestas presentes en el certamen. Ejercicio derivado de la observación, en donde la expresividad de las imágenes, colindantes con la abstracción, vuelven a inundar de magia un entorno que atiende tanto a lo grandilocuente como a lo minúsculo. Como suele ser habitual en el cine de una figura de la talla de Hayao Miyazaki, la fantasía vuelve a cuestionar condición y realidad, a través de dicho statu quo el maestro, que siempre tendrá algo que decirnos, nos habla sobre el duelo y la tragedia infantil en relación con un compendio, el drama personal, que no deja de ser en sí mismo una celebración, tal vez final, de un imaginario consustancial, aquí provisto de la mejor caligrafía de estilo de su autor. Provenientes de sectores duros, incluso experimentales con referencia a autorías percibidas como arriesgadas, dos propuestas destacaron del resto de películas a competición, por un lado la ópera prima de la realizadora estadounidense Raven Jackson con All Dirt Roads Taste of Salt, exploración lírica compuesta casi en su totalidad por secuencias de transición que parecen girar sobre sí mismas, cine que por momentos puede retrotraernos a Terrence Malick, en lo concerniente a querer trascender en cada secuencia, recurriendo estrictamente al trazo sensorial a la hora de mostrar un retrato vivido, en el más estricto término de la palabra, que recorre décadas y dos generaciones de mujeres que viven a orillas del Mississippi.  Narrativamente cargada de imágenes y sonidos ambientales, la historia, una indagación sobre el discurrir de la vida, no inventa nada nuevo con respecto a un fondo que sin una cierta predisposición puede resultar algo esquemático, en lo formal sin embargo nos encamina a ese tipo de relatos hoy en desuso, aquellos que intentan a través del riesgo componer una gramática solo entendible como propia. Más arriesgado, aún si cabe, resultó ser el último trabajo de Cristi Puiu MMXX, cinta que transita a través del autosabotaje y que posiblemente sea junto a Zeros and Ones de Abel Ferrara el mejor retrato pandémico, dada su complejidad a la hora de diseccionar una sociedad, realizado hasta la fecha. El director de La muerte del señor Lazarescu nos cuenta a través de cuatro historias sinérgicas el devenir de universos cerrados que hablan de su tiempo, en realidad el último y más interesante de todos, no deja de ser una cruel consecuencia de los tres anteriores. De formato infranqueable el conjunto, por lógica, resulta desigual y por momentos complicado de descifrar, pero interesante en referencia con una función metafórica que radiografía una Europa supuestamente próspera en lo moral y material. Curioso y sintomático fue comprobar como las películas de Cristi Puiu y Raven Jackson fueron posiblemente las dos propuestas a competición peor recibidas por parte de la crítica acreditada, ausencia de unos aplausos ya normalizados al término de cada sesión y deserciones masivas en pases de prensa, un preocupante indicativo, tanto del adocenamiento crítico, como de los tiempos líquidos para el cuestionamiento que nos toca vivir en la actualidad.

 

Cine patrio en la estacada

El cine español presente este año en San Sebastián puso de manifiesto la difícil coyuntura existente por la que atraviesa hoy el certamen con relación a una selección de cine patrio cuando menos cuestionable. La sensación de que festivales como Cannes, Berlín o Venecia se llevan la mejor parte del pastel volvió a ser patente, siendo una representación la de este año condicionada por dicho escollo, solo así se entiende que una película de las características de El sueño de la sultana, que hubiera encontrado con suma facilidad acomodo en cualquier otra sección del festival, excepto a competición, película de animación a cargo de la veterana Isabel Herguera que indaga en un relato feminista de Begum Rokeya escrita a principios del siglo XX, loable, aunque limitado esfuerzo artesanal al servicio de un discurso que deviene como simplista y dramáticamente disperso. Con respecto a Un amor, nada como un material literario intuido como complejo a la hora de subrayar alarmantes carencias autorales. Una película que nos dice lo que ya sabíamos del cine de Isabel Coixet, se reconoce al menos su inteligencia, o si se prefiere su oportunismo, al transitar por una serie de temarios en boga dentro de la cinematografía patria, lo rural como nirvana de la clase media alta, moda que ojalá acabe lo antes posible. En parte lo campestre también tiene una presencia destacada en la ganadora de la Concha de Oro como Mejor película, O corno, segunda película de Jaione Camborda tras su estimulante opera prima, Arima, que nos sitúa en un relato íntimo de época, Isla de Arosa a principios de los 70,  y que explora una odisea terrenal y corporal, fisicidad que por momentos puede evocar el cine de Claire Denis, en forma de huida, de una mujer que se ve obligada a abandonar su hogar tras la muerte de una adolescente a la que ha ayudado a abortar. Obra que, al menos, confirma una voz e identidad propia, cuyo poderío visual rehúye del costumbrismo edulcorado, al mismo tiempo que difumina reiteraciones temáticas teniendo la virtud de no caer en alegatos militaristas poco perspicaces, a la hora de abordar retratos genuinamente femeninos. Con diferencia, la mejor película española presente este año en la Sección Oficial.
Dos películas, en apariencia importantes, provenientes de otros festivales que encontraron un acomodo en San Sebastián fueron, por una parte, La sociedad de la nieve, película que recrea la tragedia del accidente aéreo de los Andes de 1972, en donde queda claro que en el cine no existen temas trillados, sí autorías, como la de J.A Bayona y su emotividad llevada a la hipérbole y camuflada, como viene siendo habitual, en su inmaculada ejecución técnica. Puestos a elegir una versión sin violines de la historia, servidor siempre estará muy a favor tanto del Supervivientes de los Andes de René Cardona, como de la efectiva Alive! de Frank Marshall. Por otra parte, la proyección de Cerrar los ojos y el merecido Premio Donostia otorgado a Víctor Erice vino a dignificar, y en parte a justificar, la existencia de cualquier festival de cine que se precie, obra que da por finalizado un círculo y que utiliza el cine, y la pervivencia de la imagen, como fábula nostálgica y herramienta para fijar el tiempo a través de una historia a la que no le sobra ni un solo minuto de metraje. Un autor de una película monumental en la cual nos detendremos de forma más exhaustiva próximamente. Dentro de Galas de RTVE, Chinas de Arantxa Echevarría volvió a ser otro de esos trabajos tan voluntariosos como intrascendentes que indagan en problemáticas sociales de nuestro presente a través de un relato que reflexiona sobre identidad y raíces con relación a una mirada situada a la altura de la infancia, lástima que el resultado final sea esclavo de una serie de clichés raciales y generacionales, que derivan en una cierta irrelevancia. La práctica de Martín Rejtman, una de las dos representaciones argentinas a concurso este año en San Sebastián, transita bajo las coordenadas de una comedia mordaz a través del cordial retrato de la prototípica figura del perdedor, aquí un individuo refugiado en la metafísica vegetariana oriental, doctrina que pregona como supuesta solución para la salud de mente y cuerpo. Relato que intenta beber del cine de Éric Rohmer y que tiene la virtud de poner sobre la palestra algunas de las derivas de la psique que asolan a gran parte de seres humanos de este siglo XXI.

 

Autorías en impasse

Varios fueron los realizadores de una reconocida trayectoria dentro del circuito de festivales que estuvieron presentes este año en competición en el Zinemaldia, autorías que sin embargo mostraron un tono difuso y distante con respecto a anteriores trabajos, Joachim Lafosse parte de una premisa recurrente este año en el certamen, las trágicas consecuencias de la pedofilia en el seno de la institución familiar, ligado a otro tema bastante reiterativo dentro de su filmografía, la descomposición de dicho núcleo, visto por ejemplo en películas como L’économie du couple o la más reciente Les intranquilles , también en Un silence, que parte de un mediático caso real ocurrido en Bélgica, donde una cosa lleva irremediablemente a la otra, haciendo acto de aparición el consiguiente dilema ético, que lo hace de una forma algo confusa, a través de un relato de estructura aleatoria por parte de un Lafosse que pareciera estar más pendiente del juego genérico de la ocultación de datos en la trama, se intenta narrar lo que no aparece en la pantalla, que de la sutileza propia de su cine. Obra algo menor de un realizador interesante que siempre ha sabido manejar con soltura eficaces coordenadas que inciden en retratos psicológicos dirigidos en la mayoría de los casos a disputas de poder internas. De complejas derivas paternofiliales y espirales psicológicas infernales también trata Le successeur del francés Xavier Legrand, relato camuflado a modo de oscuro thriller que nos habla del mal como concepto heredado, en realidad la historia no deja de ser el estado mental del protagonista, una premisa sobre tinieblas familiares que resulta como punto de partida fascinante, el pánico e irracionalidad con relación a sus actos que puede generar una persona ante la elevada probabilidad de heredar toxicidades de su progenitor, no tanto un desarrollo, hay momentos en donde se transita peligrosamente hacia la comedia involuntaria, del que hace uso el responsable de la notable Jusqu’à la garde, otra película algo más afortunada en concepto de la que nos ocupa, que también abordaba la paternidad a modo de un relato de terror.
Por su parte L’île rouge de Robin Campillo, ambientada en el Madagascar de principios de los años 70, se postula, en un principio, mediante un tono evocador bajo los designios de la perspectiva del infante, camuflada por la supuesta cotidianidad de un coming-of-age de tono fabulario y autoficcional, la película es percibida a través de un claro talante político que nos muestra el final del colonialismo a través de un relato vertebrado en dos partes bien diferenciadas, la primera, y más interesante, la referida a los “colonos” y su retirada moral y física, apartado que indaga en corrientes ocultas de una supuesta normalidad que no lo es tanto y que queda expuesta a modo de radiografía de una trastienda familiar, pues  básicamente asistimos al derrumbamiento, a la claudicación alegórica de un mundo adulto, dejando para la parte final la algo más obvia a modo de subrayado narrativo, la histórica y explícita representación de la liberación. Una interesante propuesta, que pasó demasiado desapercibida en el certamen, sobre el discurrir del tiempo y la melancolía de un paraíso que deviene finalmente como falso. Como viene siendo habitual en los últimos años la clausura estuvo representada a través del academismo, y qué mejor para ello que el biopic de un personaje histórico, Dance First retrata las vivencias del Premio Nobel de Literatura Samuel Beckett, relato que se inclina más por los debates emocionales internos del protagonista que por la propia creación artística, elección que no deja de ser consciente de las limitaciones poco gratificantes que suelen albergar el retrato de los intelectuales en el audiovisual moderno. La película acontece como la imposibilidad de intentar capturar elementos subversivos de unas vivencias que podrían reflejar parte de una obra artística. Para una reflexión más profunda, queda discernir el adocenamiento en la trayectoria de su director James Marsh, interesante autor de documentales tan reconocidos como Man on Wire o Proyecto Nimy y responsable de una de las óperas primas más rupturistas en lo formal de los últimos años, Wisconsin Death Trip, película que en espíritu nos sitúa justo en las antípodas de todo lo mostrado en Dance First.

 

Reincidencias y divergencias genéricas

Los dramas ocasionados por las inseguridades sentimentales de la pareja estuvieron presentes en la sección oficial por partida doble, primero con Fingernails del griego Christos Nikou, comedia dramática que orbita a través de la complejidad e incógnita que anida en el sentimiento amoroso, película que tiene el problema de utilizar una distopía como peaje, y mal necesario, a la hora de bucear sobre mecanismos narrativos de supuesta apariencia extraña, aquí un instituto de alta tecnología diseñado para incitar y probar la presencia del amor romántico en parejas cada vez más desesperadas que bien podría formar parte de un episodio de la serie Black Mirror, en relación con un simple McGuffin, que aquí hace honor a su condición sin apenas desarrollo, a priori interesante concepto solo esbozado de forma tímida a través de una mirada crítica sobre la dependencia de la tecnología que nos lleva a dejarnos condicionar dentro de dicha esfera. Otro detector de la deriva del responsable de la más entonada Apples sería un cierto abuso, ya casi sempiterno, en la utilización de música de los 80, a modo de recurso que, ante la imposibilidad de profundizar en sus conceptos, pretende ser empático a toda costa con el espectador. Algo más distendida en lo concerniente a sus formas a la hora de retratar masculinidades heridas causadas por las complicadas relaciones de pareja, resultó Ex-Husbands, segundo largometraje de Noah Pritzker que pretende ser un amable y distendido retrato generacional sobre los desvaríos sentimentales de los miembros masculinos de una familia. Pese a evitar el trazo tópico y facilón de dicha premisa la sensación final es la de estar ante un producto de tono liviano, algo que en parte queda mitigado al comprobar como cuarenta años después del After Hours de Martin Scorsese, Griffin Dunne como concepto y personaje con relación a la indagación sobre cómo asumir la soledad, sigue representando en sí mismo un estado de ánimo.
Como en The Assistant  la realizadora Kitty Green reincide en temarios ya trillados al volver a cuestionar la toxicidad de la mirada masculina utilizando la presencia física de una notable Julia Garner, si en su anterior trabajo el conflicto quedaba situado a un nivel corporativo en The Royal Hotel, esos severos peligros consustanciales encauzados a la feminidad son visualizados a través de un ambiento aún más hostil y físico, como resulta ser la Australia profunda del Outback, escenario intuido como inhóspito, un no lugar que por momentos nos remite al cine de terror y al western,  y que funciona a modo de curiosa variante turbia situada a medio camino de la extraordinaria Wake in Fright de Ted Kotcheff y de Thelma & Louise en clave teen angst. Lástima que Kitty Green no lleve hasta el final este interesante tratado sobre el miedo, en el que dos jóvenes mochileras canadienses se ven obligadas a trabajar en la barra de un pub ubicado en una desértica y remota localidad minera. El enunciado y la escala dramática sobre la feminidad acosada funciona a la perfección, no así una resolución en donde se evidencia su condición de ostensible metáfora simbólica, posiblemente el abrazar coordenadas genéricas, como el exploitation, o incluso el rape-revenge, hubiera dado algo más de sentido a una conclusión que requería algo más de contundencia con respecto a cómo tarde o temprano la violencia, como única vía posible, termina por emerger. Pese a evidentes carencias, The Royal Hotel fue un soplo de aire fresco en una Sección Oficial demasiado enfocada a contenidos sociales. Hablando de incomodidades varias, Isabella Eklöf, al igual que Kitty Green, pero desde una perspectiva bien distinta, también indaga sobre temarios ya intuidos en su corta trayectoria, tanto en Kalak como en su anterior Holiday, sigue a personajes marcados por la violencia, lo hace de forma irregular a través de un retrato plagado de aristas que intenta romper expectativas en base a la sordidez de sus acciones. Aquí, basándose en una novela autobiográfica de alguien que huye de su pasado y que en su huida se pierde. El concepto abrupto y rupturista de la trama parte de un abuso sexual sufrido en el pasado, la víctima, ya en edad adulta, intentará validar el trauma mediante exilio y adicciones varias a través de un relato agrio y poco amable para el espectador; tiene el déficit, sin necesidad de serlo, de ser arbitrario e ilustrativo en exceso, el Abel Ferrara de los 90 hubiera sacado auténtico petróleo de dicho material.
En la representación asiática a competición de este año hubo una cierta sensación de reincidir en conceptos narrativos muy frecuentados durante este Zinemaldia 2023, en las dos películas presentes contemplamos después de una larga ausencia, el regreso de un hijo a la vida de su padre, ya en una condición muy precaria, y cómo bajo estas circunstancias debe ajustar cuentas con él. En la taiwanesa A Journey in Spring, sencilla pieza de estilo y de estructura casi artesanal, las debutantes Peng Tzu-Hui y Ping-Wen Wang nos hablan mediante un tono poético que evita manierismos recurrentes, y a través de elementos mínimos, de cuestiones que se atisban como supuestamente trascendentales, una podría ser la asunción de la muerte y la correspondiente conservación de la memoria a un nivel emocional que ello conlleva, la historia nos cuenta las vivencias de una pareja de ancianos que viven en la periferia urbana de Taipei, tras la repentina muerte de la mujer, el marido la coloca en un viejo congelador intentando de forma infructuosa aferrase a un modo de vida ya materializada como pretérita. La película también profundiza, a través de la indefensión en la que se ve sumido su protagonista, en una suerte de un autoconocimiento paternofilial, y como a causa de un hecho traumático y rupturista, se intenta reparar un mal del pasado. Algo más compleja en fondo y forma resulta Great Absence de Kei Chika-Ura, drama de precisión casi quirúrgica, que viene a ser una nueva observación sobre las difusas brumas que anidan en la figura paterna, y que también comparte más de una semejanza argumental con otra película presente el pasado año en el festival, como fue la también japonesa A Hundred Flowers de Genki Kawamura, ambas cintas comparten un complejo juego narrativo, por momentos críptico, al fragmentar la estructura del relato en un intrincado juego que oscila entre presente y pasado. En esta ocasión, un hijo no tendrá más remedio que adentrarse en el enmarañado laberinto mental, víctima de la demencia en el que se encuentra su padre, un excepcional Tatsuya Fuji. Podríamos decir que el nexo en común de estas películas vendría a ser tanto una nueva visión de viejos conceptos cada vez más extintos de masculinidad por parte del pariente más joven del clan familiar, como un tratado sobre el sufrimiento ocasionado por un severo declive mental. Se agradece que Great Absence no subraye tremendismos propicios a su trama, en cambio adolece de una excesiva duración de más de 150 minutos, un mal ya habitual en el cine contemporáneo, para un relato que posiblemente requería una mayor economía narrativa.

 

 

La desintegración de América, primer tráiler para «Leave the World Behind»

El derrumbamiento de una sociedad ha sido a lo largo de los años un tema recurrente en el cine a través de películas que indagan en la temática del apocalipsis. Al igual que la siempre reivindicable The Trigger Effect de David Koepp en Leave the World Behind, cuyo primer tráiler acaba de ver la luz y podéis ver a final de página junto a su póster oficial, se nos muestra el principio de un supuesto fin, y como los protagonistas has de asumirlo. Basada en la novela de Rumaan Alam del mismo título, la película con Sam Esmail tras las cámaras, Comet (2014), Mr. Robot (2015), se estrenará vía Netflix el próximo 8 de diciembre.
En Leave the World Behind vemos como las vacaciones de una familia dan un giro escalofriante cuando dos desconocidos, G.H. y su hija Ruth, se presentan en plena noche buscando refugio frente a un ciberataque que se va volviendo más y más aterrador. En esta situación, todos deberán asumir su papel en un mundo que se desmorona.
La película, con guion adaptado a cargo del propio Sam Esmail, está protagonizada por Julia Roberts, Mahershala Ali, Ethan Hawke, Myha’la Herrold, Kevin Bacon, Charlie Evans, Farrah Mackenzie, Vanessa Aspillaga, Josh Drennen, Madison Jessica Bennett y Erica Cho.

«Sala:B» y el péplum

Hércules contra los hijos del sol (Osvaldo Civirani, 1964). Int.: Mark Forest, Giuliano Gemma, Angela Rhu, Anna Maria Pace. España, Italia. 35 mm. VE. Color. 80’
La rebelión de los gladiadores (Vittorio Cottafavi, 1958). Int.: Gianna Maria Canale, Ettore Mani, Rafael Luis Calvo, Mara Cruz. España, Italia. 35 mm. Color. 98’
«Presentamos uno de los subgéneros más clásicos de los cines de barrio, el péplum o “cine de romanos”, en un programa doble coproducido con Italia lleno de exóticas aventuras y fornidos gladiadores en minifalda.
Hércules contra los hijos del sol es uno de los últimos trajes a medida del culturista (y luego tenor) Mark Forest, sucesor de Steve Reeves en el trono de héroes musculosos de la antigüedad. Forest había sido gogo-boy de Mae West en Las Vegas, para luego protagonizar varios Hércules y Macistes de segunda fila. En 1964, cuando la prolífica fórmula se empezaba a agotar, se intentaron mestizajes improbables como este, donde el héroe naufraga en el continente americano para toparse con los incas y el mismísimo Atahualpa. Este improbable periplo da como resultado una de las aventuras más exóticas, delirantes y coloridas de la saga, aliñada con paisajes, matte-paintings y vestuarios de puro cómic, en los que se podría reconocer la influencia de un Mario Bava. Ojo a las secuencias musicales que son todo un espectáculo. Para más inri, la habitual compañera femenina queda eclipsada por Giuliano Gemma como príncipe inca, constantemente obnubilado por los brazos y la espada de Hércules. A pesar de la peluca inca que luce, Gemma se convertirá a continuación en una de las raras bellezas masculinas del spaghetti western.
En contraste con la visión pop y sin prejuicios de la anterior, La rebelión de los gladiadores es un pequeño clásico del cine de romanos, dirigido por uno de sus máximos exponentes: Vittorio Cottafavi, que inició con ella una serie de péplums más comprometidos con la historia y menos con la fantasía mitológica. Sin perder el ritmo de aventuras y las peleas de circo romano, La rebelión de los gladiadores incluye sólidas tramas de conspiraciones e intrigas femeninas con villanas de altura, algo poco frecuente en este subgénero tan varonil». (Álex Mendíbil)
Presentación a cargo de Víctor Matellano, escritor y cineasta, y Álex Mendíbil, comisario de «Sala:B». Duración aproximada de la presentación: 20’ (Total sesión: 200’).

 

Proyecciones Xcèntric: Una Técnica con T mayúscula: Tecnología, etnografía y plástica en el cine de José Val del Omar

Pensado en conexión con la sesión del curso “Escribir el cine II” (Aula Xcèntric 2023) dedicada al cineasta José Val del Omar, este programa pretende ofrecer un marco histórico y biográfico que ayude a comprender su producción teórica, nutrida de un imaginario que se mantendrá constante a lo largo de su trayectoria. Presentación a cargo de Lluis Alexandre Casanovas, programador de la sesión.
Esbozando la constelación de intereses de cineastas próximos a Val del Omar, este programa explora la persistencia de un recurso que alimentará buena parte del cine de vanguardia del siglo XX español: el uso de la tradición popular como punto de partida para la experimentación visual. La tecnología del cine, argumentan diferentes autores, ayuda a reconstruir una supuesta continuidad entre cultura y entorno, entre antropología y tecno-ciencia, con métodos etnográficos sustentados en las posibilidades ópticas de los nuevos mecanismos de registro visual. Se trata, como Val del Omar explicará, de ofrecer al espectador “documentos objectivos de primera calidad” que muestren la conexión entre naturaleza y tradición; por ejemplo, entre las formas del agua sometida a la fuerza de la gravedad y el movimiento del cuerpo al bailar una siguiriya, o entre las formas sinuosas de las células vegetales y las imágenes barrocas esculpidas en madera de pino. Los esfuerzos de estos cineastas se enmarcan dentro de la confianza en las posibilidades comunicativas que, más allá del lenguaje, permite la reproductibilidad técnica de imágenes, y se desarrollarán a partir de diferentes ámbitos cientificotécnicos y artísticos.
El programa se estructura en dos bloques, a partir de dos producciones de Val del Omar sobre su Granada natal. El primer bloque investiga las posibilidades que inaugura el cine en la comprensión de fenómenos biológicos y culturales. Gira alrededor del corto Vibración de Granada (1935), que acompaña con piezas de Guillermo López Fernández-Zúñiga, Carlos Velo y Fernando G. Mantilla, asociados, como Val del Omar, al Servicio de Cinematografía de las Misiones Pedagógicas. Esta iniciativa no solo proyectaba cine en las regiones rurales más aisladas, sino que también documentaba, a través del cine y la fotografía, las condiciones de vida de estas áreas y la persistencia de tradiciones ya desaparecidas en entornos metropolitanos. Esta doble operación servia, además, para recalcar la importancia que estas comunidades y su cultura tenían en el proyecto político de la República. En paralelo a la documentación de las Misiones, estos cineastas realizarán cortometrajes científicos y etnográficos de vocación educativa en los que ensayarán nuevas estéticas políticas como es el caso de Galicia/Finis Terrae (1936), de Velo y Mantilla.
El segundo bloque muestra la continuidad del proyecto de revaloración de las tradiciones populares emprendido en el período republicano después de la Guerra Civil. Aguaespejo granadino (La gran siguiriya) (1953-55) de Val del Omar se acompaña aquí del documental “lírico-antropológico” Boda en Castilla (1941) de Manuel Augusto García Viñolas. Esta película experimental emplea los recursos estéticos que ofrece el cine para registrar las tradiciones nacionales como un sistema esencialista cerrado, sin continuidad con la materia ni el entorno. En contraposición, el programa concluye con Aguaespejo granadino, un “ensayo de plástica lírica” sobre las arquitecturas y el paisaje de la Alhambra y la comunidad romaní que vive a su alrededor. Val del Omar estructura la relación entre entorno e individuo a través de una imajen que funciona como el motor capaz de despertar manifestaciones culturales ocultas en el inconsciente, que se activa a través de recursos ópticos como la obturación rápida que congela el agua de las fuentes de la Alhambra en un baile de siguiriyas o la iluminación estroboscópica que convierte figuras vegetales en patrones ornamentales abstractos.
Vibración de Granada, José Val del Omar, 1934-35, 16mm, Sin Sonido, 21’; Polinización, Guillermo Fernández López-Zúñiga, 1935, 16mm, Sin Sonido, 3’; Finis Terrae-Galicia, Carlos Velo y Fernando G. Mantilla, 1936, 35mm, 8′; La ciudad y el campo, Carlos Velo y Fernando G. Mantilla, 1934, 35mm, Sin Sonido, 9’; Boda en Castilla, Manuel Augusto García Viñolas, 1941, 35mm, 16’; Aguaespejo granadino (La gran siguiriya), José Val del Omar, 1955, 35mm, 23’
Proyección en digital.
Agradecimientos: Archivo Val del Omar, Piluca Baquero, Fundación Carlos Velo, Margarita Ledo y Grupo de Estudos Audiovisuais de la Universidade de Santiago de Compostela.
Fecha: 2 noviembre 2023
Horario: 19.00
Espacio: Auditorio
Precio: 4 € / 3 € Reducida
Abono 5 sesiones: 15 € / 12 € Reducido
Amigos CCCB: gratuito
Venta de entradas en taquillas (taquilles@cccb.org / 933064100) y online.
Los abonos solo se pueden adquirir en las taquillas.