«Club Zero» review

Miss Novak es una maestra que se une al equipo de una escuela de élite para dar clases de nutrición a jóvenes estudiantes. En poco tiempo, la maestra establece un estrecho vínculo con cinco de sus alumnos, sin que el resto de profesores se dé cuenta de lo que sucede. Hasta que todo da un inesperado giro muy peligroso.
Sobre autorías en mayor o menor medida consagradas dentro del circuito de festivales, en la pasada edición de Sitges se pudo ver el nuevo trabajo de la austriaca Jessica Hausner, realizadora que regresaba al certamen 19 años después de estar presente con la sugerente Hotel y ya con la etiqueta de ser una presencia habitual en los festivales de clase A, al haber abrazado, siendo aceptada, proyectos de una proyección internacional de una mayor envergadura, como lo fue en su anterior film Little Joe o Club Zero, película esta última en donde se atisban de forma algo irregular constantes ya presentes en el ideario fílmico de la autora, a través del análisis, desde una perspectiva que linda con la sátira de los dogmas y los supuestos males adyacentes al Occidente contemporáneo.
En Club Zero, Jessica Hausner vuelve a recurrir a una suerte de distopía centrada en esta ocasión en lo concerniente a nuevas religiones de nutrición saludable, expuesta en el relato a modo de neurosis colectiva en donde se forman a autómatas anoréxicos. Lástima de un frío y aséptico dispositivo formal, en donde predomina encuadres geométricos, que dada su obviedad, en contraposición con lo encriptado de gran parte de la obra de la responsable de Amour Fou , diluye casi por completo la paradoja o denuncia, que aquí podría ser tanto la técnica del mindfulness, como el dejar de comer a modo de posicionamiento anticapitalista expuesto desde el propio capitalismo, instaurando una suerte de rebelión ante dicho orden establecido, tesis que pretende ser divertida e incluso satírica; Lourdes (2009) funcionaba muy bien en dicho aspecto, en relación con una historia que, sin embargo  aquí no deja de dar vueltas sobre sí misma, reiterando conceptos supuestamente cínicos e irónicos de la mano de una realizadora cuyo nivel de inteligencia crítica aquí da la impresión de bordear de forma algo peligrosa el subrayado.

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