Crónica de una insatisfacción, tráiler de «A Hero» de Asghar Farhadi

Tras estar presente en el reciente Festival de Valladolid y unos meses antes en Cannes en donde se alzó con el Gran Premio del Jurado el realizador iraní Asghar Farhadi tiene ya listo el que es su nuevo trabajo tras las cámaras titulado A Hero, película cuyo tráiler podéis ver a final de página junto a su póster oficial. El film, que supone el regreso del autor a su país de origen tras Todos lo saben (2018), verá la luz comercialmente en nuestro país de la mano de A Contracorriente Films el próximo 21 de enero de 2022, misma fecha en que Amazon Prime Video a través de su plataforma la estrenará en Estados Unidos.
A Hero nos presenta a Rahim, un hombre que se encuentra en la cárcel por una deuda que no ha podido devolver. Durante un permiso concedido de dos días, trata de convencer a su acreedor para que retire su reclamación de desembolso de una parte del pago. Pero las cosas no irán como tenía previsto.
La película con guion del propio Asghar Farhadi está protagonizada por Amir Jadidi, Abolfazl Ebrahimi, Mohsen Tanabandeh, Fereshteh Sadrorafaei y Sarina Farhadi.

Crónica Festival de San Sebastián 2021. Día 4

De iniciaciones autobiográficas a la cruda y conmovedora finalización de una existencia

Otra de las sorpresas agradables vistas este año dentro de la sección Nuevos Directores correspondió a la opera prima del realizador esloveno Darko Sinko Inventura, un interesante debut que pone sobre la palestra la ambigüedad existente que puede existir en relación a una casi imperceptible línea que separa del día a la noche la confianza de la desconfianza. En Inventura vemos como Boris Robic es, como suele decirse, un tipo corriente. Una noche, sin embargo, alguien intenta dispararle. Las investigaciones no revelan nada. Ni enemigos, ni sospechosos. Se podría decir que Boris es la última persona a la que alguien querría matar. Cuando la policía cierra la investigación, Boris empieza a investigar por su cuenta. Mientras busca al sospechoso, vemos cómo se desarrolla la tragicomedia de un hombre que descubre que le odia mucha más gente de lo que pensaba y que la forma en que ve su propia vida era una ilusión.

Inventura se vale de una premisa que podría formar perfectamente parte de un relato surgido de la mente del escritor Richard Matheson, a través de un inicio de naturaleza casi anecdótica vemos como una duda se trasforma lentamente en miedo al comprobar como un hombre corriente, algo gris y ordinario en lo concerniente a su existencia, va entrando paulatinamente en una oscura espiral personal de índole conspiranoico hacia su entorno, un recorrido que a cada paso tiende a empeorar en base a esa recurrente pesadilla de naturaleza desconocida que invade el territorio de una persona normal haciendo que la paranoia se apodere de toda lógica, síntesis argumental tan característica en los textos de escritor de Nueva Jersey que aquí cobra sentido y se amplifica en relación a como las sospechas adyacentes en la mente humana pueden condicionar hasta límites insospechados una existencia placida hasta ese momento. Bajo ligeros retazos de tragicomedia el relato, que en realidad nos cuenta la imposibilidad de un individuo a la hora de poder entender un hecho, conforme avanza va mutando genéricamente dando paso de la intriga policial inicial a un cada vez más oscuro drama psicológico de tono existencialista, a raíz de dicha premisa la película nos va planteando interesantes interrogantes tales como que puede llegar a suceder cuando empiezas a dudar de las personas más cercanas de tu propio entorno, algo que termina conduciéndonos inevitablemente en esa máxima que nos dice que nunca es posible llegar a conocer del todo bien al prójimo, poniendo sobre la palestra como la duda hacia el otro termina siendo derivada hacia nosotros mismos.

No era nada fácil plasmar en imágenes, y que estas tuvieran un sentido lógico en lo relativo a su traslación cinematográfica, la novela de la escritora argentina Samanta Schweblin Distancia de rescate, nos sitúa bajo el concepto dramático de la conexión de las madres con sus hijos y su instinto casi salvaje a la hora de protegerlos ante cualquier tipo de peligro, síntesis argumental que es expuesta a través de una fábula sobrenatural aquí emparentada en base a un realismo mágico, el film nos presenta a una mujer llamada Amanda pasa las vacaciones en un tranquilo pueblo argentino con su pequeña hija, Nina. Siempre preocupada por el bienestar de su hija, calcula constantemente la «distancia de rescate» necesaria para protegerla. Pronto descubre que las cosas que la rodean no son como parecen.

Hay algo en la película de Claudia Llosa, que aquí nos ofrece un registro nuevo en su ya dilatada trayectoria, que a los aficionados al fantástico con algo de probatura sobre el género a nuestras espaldas nos suele generar bastantes dudas y cierta desconfianza hacia el producto en cuestión, y más en estos últimos tiempos en donde parece que las reglas genéricas tienden a ser interpretadas con cierta algarabía, en lo concerniente a enfrentarte a una película y que esta utilice el componente fantástico como mera excusa a la hora de hablarte de otras cuestiones. Un servidor viendo Distancia de rescate tuvo la sensación de estar ante ese tipo de relatos que mira con cierta condescendencia al fantástico, algunos emplearían la frase algo menos condescendiente “mirada por encima de hombro”, sea como fuere es bastante notorio que estamos ante una película fantástica, esa migración espiritual esta omnipresente en todo el relato, que sin embargo no está desarrollada como tal. Distancia de rescate, título que remite al tiempo y el espacio necesario para reaccionar ante cualquier amenaza hacia el vástago, en realidad orbita a través de la maternidad y los peligros invisibles derivados de ella, también en lo relacionado a la conexión biológica entre madre e hijo que va derivando por momentos en telúrica en base al miedo a que algo terrible les pueda pasar a nuestros descendientes, dando lugar a que esa maternidad en conflicto antes comentada que según sea aplicada en diferentes circunstancias hace que el espectador tenga que replantearse a cada minuto la verdadera naturaleza de cada personaje. La película al menos tiene la virtud de no caer en la sobre explicación de una narrativa que en según qué tramos puede tender a lo indescifrable, a tal respecto la cineasta peruana se ayuda de una cierta reiteración hacia el flash-back a la hora de presentarnos una obra en donde las sensaciones oníricas de tono algo ornamentales son percibidas como más fuertes de lo que finalmente terminan siendo sus posteriores resoluciones.

Paolo Sorrentino aterrizo en San Sebastián con una obra en donde regresa a sus orígenes mediante una suerte de auto-biopic, en cierta manera estamos ante la película más personal de su ya extensa trayectoria, no se trata de un cambio de registro y si más bien una especie de reset en relación a una mirada pretérita, la suya propia, que evoca el dolor y el nacimiento de una vocación artística y al mismo tiempo le sirve para toma un necesario respiro en lo concerniente a su pose autoral. È stata la mano di Dio nos cuenta la historia de la angustia y la liberación de un joven en Nápoles, Italia. Estamos en la década de 1980 y Fabietto Schisa, de 17 años, no sería más que un torpe adolescente italiano que intenta encontrar su lugar de no ser por una increíble familia que ama la vida y disfruta con las travesuras y entrometiéndose en las complicadas relaciones del prójimo. Pero un par de acontecimientos lo alterarán todo. Por un lado, la llegada triunfal a Nápoles de una leyenda divina del deporte: Maradona, el exitoso ídolo futbolístico que fascina tanto a Fabietto como a toda la conflictiva ciudad y les hace sentir un orgullo que antes parecía imposible. Y por otro, un accidente inconcebible que destrozará la vida de Fabietto y marcará su futuro. Aparentemente salvado por Maradona, tocado por la casualidad o por la mano de Dios, Fabietto lucha con la naturaleza del destino, la confusión de la pérdida y la embriagadora libertad de estar vivo.

Al ser una obra de una clara naturaleza confesional posiblemente È stata la mano di Dio sea bastante menos ampulosa, en cierta manera es un paso atrás en lo referente a lo estético, que anteriores película de Paolo Sorrentino debido a ser una historia muy cercana a la realidad, en ese sentido la realidad como tal no se puede alterar en exceso, algo que no es óbice para que esta sea rica en matices y emotividad pues se rememora una etapa crucial de alguien que atesora un ideario autoral tan abundante como interesante. Bajo parámetros propios de la consabida coming of age se nos cuenta el nacimiento de su interés por ser cineasta después de una tremenda tragedia familiar, en tal sentido en È stata la mano di Dio se aprecia un evidente trazo que tiende a idealizar el recuerdo, algunas situaciones posiblemente vistas desde otra perspectivas no serían tan placenteras, por ejemplo esa perdida de virginidad por parte del protagonista, sin embargo lo que realmente importa en la película es comprobar como Sorrentino está dispuesto a abrirse en canal, y lo hace con un estilo propio pues este en realidad es inherente a su figura como artista, evitando en todo momento la trampa del trazo nostálgico tan característico en esta clase de rememoraciones de índole personal, de alguna manera lo hace ofreciéndonos su particular versión de Amarcord, la representación de una tragedia primigenia ubicada en un escenario único y verídico como es ese Nápoles de los años ochenta, una ciudad irracional y caótica en donde sus habitantes se entregan a un sentido lúdico de la vida bastante peculiar, posiblemente el único sitio sobre la faz de la tierra en donde sus habitantes son capaces de convertir en un ideario vital de naturaleza casi divina la figura de un futbolista.

No sorprende tanto que un autor de las características de Gaspar Noé de un golpe de timón a estas alturas de su carrera con respecto a la tonalidad y aparente registro de sus películas, si nos fijamos en sus últimos trabajos en Climax o Lux Æterna se percibe ya de forma clara la naturaleza de un autor inquieto a la hora de abordad nuevas fórmulas y coordenadas narrativas, Vortex parte indudablemente de esa voluntad, la película nos presenta una escueta sinopsis que nos dice que la vida es una fiesta corta que pronto será olvidada, a partir de ahí el relato nos ofrece una historia desgarrador sobre dos ancianos, geniales Dario Argento y Françoise Lebrun,  él enfermo del corazón y ella aquejada de un estado bastante avanzado de Alzheimer, la crónica de un final a través del día a día de dos personas en los últimos momentos de su existencia.

Según se mire Vortex no es tan diferente de otros trabajos de su director como puede parecer en un principio, lo es evidentemente en lo relativo a sus formas, pues es su película más conmovedora y aparentemente sosegada, pero no tanto en un fondo que sigue siendo terrible en referencia a lo que nos explica, del sexo, la violación, la desmedida juventud, las drogas, la danza y la violencia pasamos a un tratado de índole inmersivo, minimalista y supuestamente tranquilo sobre el envejecimiento y la mortalidad, la virulencia de la cámara pasa de estar desmedidamente agitada a reducir la marcha sin dejar de estar algo nerviosa e inquieta, en realidad existe un muy importante tercer personaje en la trama en lo concerniente al apartamento parisino en donde han vivido la práctica totalidad de su vida adulta los dos protagonistas del relato, un habitáculo lleno de recuerdos, libros, carteles relacionados con el cine y cierto radicalismo de los años sesenta y setenta, una atiborrada decoración que funciona como metáfora perfecta en relación a como la memoria y la experiencia de un tiempo pretérito terminan encontrando inevitablemente la decadencia mental. En este aspecto Gaspar Noé es lo suficientemente inteligente como para no renunciar del todo a esas coordenadas autorales que dan pie a un reconocible virtuosismo formal pese a abordar un relato más lineal que de costumbre siendo relativamente fiel a unos parámetros estéticos en la medida de aplicar una experimentación que inciden principalmente en lo concerniente a la incomodidad de sus personajes, en esta ocasión en referencia a la utilización de un split-screen en encuadres 2,35:1 que juega de forma reiterada con el doble punto de vista y que nos deriva al mismo tiempo a un movimiento desatado en donde esa crispación tan marca de la casa de su autor hace tímidamente acto aparición en lo concerniente a la continua y por momentos desesperada agitación de sus protagonistas dentro de un espacio reducido, cercano a un angustioso laberinto, a modo casi de último bastión de resistencia por parte de ellos contra la muerte. Con su toque inusualmente humano Vortex es la obra más sutil, reflexiva y honesta de toda la filmografía de Gapar Noe, posiblemente también su mejor película realizada hasta la fecha, en base a un cine que aquí es utilizado a modo de una brillante herramienta de disociación que requiere del respeto y  la solemnidad. Sus 142 minutos de duración no es tanto un obstáculo como una virtud en la medida de como están planteados, pues ayuda a la inmersión del espectador ante un relato que requiere de ello. Por si fuera poco el film atesora la virtud de eludir por completo ese tono maniqueo y subrayado tan proclive en este tipo de relatos, parcela esta en donde por ejemplo Michael Haneke con su Amour no estuvo tan acertado en su día.

 

Crónica Festival de San Sebastián 2021. Día 3

La mujer como epicentro y veteranos realizadores trasgresores que abrazan la explotaition

El debut en la dirección de la realizadora danesa Tea Lindeburg fue una de las pocas cintas de las varias presentes este año en el festival que logro de alguna manera solventar la pobreza de un mensaje alegórico tan manido como poco consistente gracias a un ejercicio de estilo cinematográfico potente en relación al retrato que nos hace de un asfixiante drama psicológico, a tal respecto el premio a la mejor dirección fue posiblemente el galardón más coherente otorgado este año en el certamen, As In Heaven nos sitúa a finales del siglo XIX, la vida de Lise, de 14 años, cambia para siempre. Es la mayor de sus hermanos, la primera de su familia en ir a la escuela y está llena de esperanza y confianza en la vida. Pero cuando su madre se pone de parto, pronto algo parece ir mal. A medida que cae la noche y el parto avanza, Lise empieza a comprender que el día que comenzó siendo una niña podría terminar con ella convertida en la mujer de la casa.

As In Heaven vuelve a incidir mediante la tiranía estructural del patriarcado en la precariedad de la mujer del ayer extrapolable a según qué circunstancias al presente, en realidad el mensaje que se expone en la película no va mucho más allá de dicho enunciado, en un periodo de 24 horas, espacio temporal que cambiará la existencia de la protagonista para siempre, asistimos al complicado parto de una madre, mientras tanto la hija mayor del clan familiar se debate en quedarse en el hogar o irse a estudiar a un internado de la ciudad y desligarse de ese universo plagado de dogmatismo religioso y explotación femenina en el que parece estar condenada a subsistir, llegados a este punto lo realmente interesante que vemos en As In Heaven no es tanto el mensaje, por momentos bastante obvio, y si como este queda plasmado en la pantalla a través de un preciosismo visual que por momentos puede colindar peligrosamente con lo ostentoso de dicho posicionamiento. Hace un par de años Malgorzata Szumowska intento de forma fallida hacer algo parecido aplicando el concepto me too en The Other Lamb, en este sentido Tea Lindeburg recurre a través de la imagen y el sonido a estilismos más propios del cine de terror premonitorio con reminiscencias telúricas a la hora de mostrarnos un oscuro imaginario onírico que orbita principalmente sobre los miedos y los sentimientos de culpa de la protagonista. Una película que pese a atesorar un continuo conflicto en referencia a lo que es su fondo y su forma tiene la innegable virtud de no recurrir a las proclamas gravitatorias de índole gratuitas en referencia tanto de la negación del coming of age como al sacrificio de esas mujeres que convivían en ese perturbador y marginal mundo rural de finales del siglo XIX.

La oportunidad de hacer una post crónica de un festival de cine con un tiempo de meditación holgado y una perspectiva temporal del evento y sus película bastante generoso viene en cierta manera perfecto a la hora ya no de analizar una película de las características de Crai Nou en sí mismo tanto como la incidencia y repercusión que tuvo dentro del certamen especialmente en referencia a su polémica Concha de Oro otorgada. En Crai Nou vemos como una joven intenta luchar para conseguir una educación superior y escapar de la violencia de su disfuncional familia. Una ambigua experiencia sexual con un artista será el acicate para enfrentarse a la violencia en su familia.

No deja de ser curioso que en un mismo día el Festival tuviera en consideración proyectar por primera vez dos películas que parten de un patrón narrativo casi idéntico, tanto As In Heaven como la opera prima como realizadora de la actriz rumana Alina Grigore Crai Nou nos cuentan exactamente lo mismo, incluso la conclusión de ambos relatos son bastantes simétricos, sin embargo las formas en que lo hacen son bien distintas, si As In Heaven utiliza un dispositivo formal bastante potente a la hora de retratar la asfixia de una mujer dentro de un entorno patriarcal abusivo en Crai Nou es todo lo contrario pues se vale para dicho discurso de la precariedad de recursos estéticos a la hora de retrata casi en un formato vérité esa tensión antes comentada que acontece dentro de un entorno plagado de dinámicas tóxicas. Estructurada formalmente casi a semejanza de un mockumentary de terror en donde su agresividad intensamente física, pese a que paradójicamente su realizadora recurra en más de una ocasión al fuera de campo, forman todo un statu quo en sí mismo.  El film de Alina Grigore nos retrata cámara en mano una paulatina degradación situándonos en un territorio hostil para con la mujer, esa Rumania rural termina siendo campo abonado para familias disfuncionales en donde la violencia machista forman parte de una manera casi natural del día a día de su precaria subsistencia. Dejando de un lado las formas y el fondo el problema de Crai Nou no viene en que sea una mala película de por sí, de hecho estamos ante un trabajo que pese a su evidente modestia es arriesgado a la hora de enfatizar una determinada incomodidad, el debate viene dado en base al premio principal que se le otorga que termina siendo contraproducente si la comparamos con otras películas presentes en la sección oficial que juegan en una liga bien distinta en referencia a su calidad como por ejemplo Benediction o Earwig, de esta manera lo que en un principio ha de ser un gran reconocimiento pasa a ser un incómodo cuestionamiento hacia una película loable, más propia de estar integrada en una sección de las características de New Direct@rs más dada la descubrimiento, un film en definitiva de texturas ásperas construido desde una incomodidad que en ocasiones consigue ser radical en lo concerniente a sus propósitos pero que sin embargo resulta ser algo pequeña e inferior en referencia a una comparativa de la que no sale bien parada si la encuadramos con otros trabajos presentes este año en la competición oficial a concurso.

La ópera prima del uruguayo Agustín Banchero fue una de las varias cintas que certificaron el elevado nivel visto este año dentro de una sección tan interesante como resulta ser siempre New Direct@rs, en Las vacaciones de Hilda vemos como mujer solitaria que vive en el pueblo de Concepción. Intencionalmente quiebra cualquier tipo de relación afectiva con las personas de su entorno cercano. Su vida se ve interrumpida por el aviso de que su hijo viene a visitarla después de varios años de ausencia. Así ella comienza los preparativos para mejorar su casa y su imagen que ha decaído en los últimos tiempos. Sobre la fecha, su hijo cancela la visita y la pospone por tiempo indeterminado. Ahora Hilda deberá vivir un verano en el pasado.

En Las vacaciones de Hilda, película que requiere de una cierta paciencia por parte del espectador, asistimos a un relato vertebrado en dos tiempos, de un presente invernal y deprimente pasamos a un pretérito verano luminoso, afortunadamente dicha variación temporal no resulta ser un capricho estilístico de tono críptico orquestado por el autor, como suele ser bastante habitual actualmente en muchas películas, y si una razón de ser de la propia historia a la hora de mostrarnos un drama que da la sensación de estar transitando continuamente a través de una ensoñación personal. La narrativa del film de Agustín Banchero se mueve pues únicamente en base a la memoria selectiva de su protagonista principal, la primera parte del film nos sitúa en un desalentador presente plagado de silencios pero lleno de diversos matices por descifrar siendo el segundo segmento el que mirando al pasado, una década atrás, nos explique el porqué de esa precariedad emocional que presenciamos al inicio del relato, de esta forma todo los interrogantes que el espectador se puede llegar a plantear al principio acaban resueltos a través de una historia que nos permite entrar en la cabeza de un personaje que da la sensación de no regirse de una forma lineal ni selectiva en relación a los acontecimientos externos que van ocurriendo alrededor de ella, derivándonos constantemente a un tono de cierta fantasmagoría a la hora de ofrecernos un interesante y oscuro díptico que trata principalmente sobre memoria y los detalles que quedan anclados en ella y como estos termina por desvelar la razón de ser de una desidia emocional.

Tras estar más de un año en el congelador a causa de diversas circunstancias derivadas de su algo problemática distribución el nuevo trabajo tras las cámaras del veterano Paul Verhoeven había levantado durante los últimos meses una inusitada expectación, tras su premier mundial en el pasado Festival de Cannnes Benedetta aterrizo en San Sebastián refrendando una vez más la total falta de prejuicios cinematográficos por parte del responsable de Flesh+Blood.  Ambientada a finales del siglo XV en la película vemos como una joven llamada Benedetta Carlini se une al convento de la Madre de Dios en Pescia como novicia. Supuestamente capaz de realizar milagros desde niña, la irrupción de Benedetta en la vida de la comunidad es inmediata, sin embargo la joven empezará a sufrir una serie de perturbadoras visiones a modo de visiones eróticas en donde mantiene relaciones sexuales con otras mujeres.

Quien espere de Benedetta un film ostentoso y solemne que atesore a través de su narrativa un rigor histórico solido seguramente desconocerán la filmografía de Paul Verhoeven, el realizador de origen holandés ha cimentado gran parte de su trayectoria en base a una trasgresión apócrifa en casi todos sus trabajos, su cine resulta ser tan apasionado y estridente como poco tradicional y nada austero en relación a sus formas, en cierta manera sus últimas películas no dejan de ser una lógica evolución más ampulosa, dado su actual estatus, de aquellos primeros largometrajes irreverentes que eran Turks Fruit o De Vierde Man por ejemplo. Bajo la apariencia de drama de época Benedetta abraza pues ese gusto por personajes y relatos carentes de una lógica interna que parecen orbitar a través de la trasgresión y la fisicidad fílmica excesiva, la novela Immodest acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy de Judith Brown es pues un caldo de cultivo perfecto para dicha ecuación, a tal respecto Verhoeven no se priva de nada y menos de ser algo gamberro en base un tono irregular que acerca al relato por momentos a la explotaition de monjas de estética algo hortera provisto de ciertos desvaríos narrativos en lo concerniente a un humor algo desvergonzado y poco dado a según qué tipo de sutilezas. Es por eso que Benedetta en lo relativo al caos lúdico por el que transita, que se detiene más la picardía de una trama lésbica, usando la religiosidad como vestimenta, que en un riguroso tratado sobre el sentido del puritanismo, no deja de ser percibida como una película provista de un generoso presupuesto pero con una indudable alma de serie B, como en realidad lo ha sido gran parte de la filmografía de Paul Verhoeven, un tipo de cine por otra parte más dado a la reivindicación a posteriori que al reconocimiento instantáneo, en tal sentido Benedetta no es ninguna excepción.

El nuevo trabajo de ese referente en la no ficción que es Claire Simon vino a confirmar ese tono heterodoxo que siempre suele estar presente de una forma u otra en la sección oficial del Zinamaldia, en Vous ne désirez que moi vemos como un hombre que mantiene una apasionada relación con una célebre escritora 30 años mayor que él necesita hablar. Está fascinado por ella y, sin embargo, siente que no puede seguir adelante. En un intento de poner en palabras la intensidad de su amor, se abre y lo describe con gran claridad.

Vous ne désirez que moi parte del material biográfico publicado de la entrevista entre Yann Andréa, amante de la célebre escritora Margarite Duras, y Michèle Manceaux, reputada periodista francesa, que es desarrollado a través de una propuesta de evidente tono minimalista en donde se intenta de forma algo forzada adecuar la palabra a la imagen, a tal respecto el film entra en una continua confrontación en lo concerniente a no saber ensamblar de una forma satisfactoria el discurso al escenario elegido para ello, es por ese motivo que Vous ne désirez que moi se mueve más por terrenos adyacentes a la obra de teatro que a un propio lenguaje fílmico que es percibido aquí como demasiado encorsetado, sin apenas escenas de exteriores y reducido en su mayor parte a un sin fin de planos y contraplanos que en ocasiones son interrumpidos de forma puntual por material de archivo en donde aparece la célebre escritora situando al film en más de una ocasión en un terreno algo contradictorio al colindar la ficción y el documental de forma poco elegante. Lo mejor con diferencia de la película termina siendo ese material original de base del que parte el relato, a través de una confesión oral asistimos a la descripción de una relación sentimental que dista mucho de ser platónica y si bastante compleja dada su aparente naturaleza de sumisión absoluta, más bien es percibida en la película como algo enfermiza e incluso patológica, a partir de ahí las reflexiones que nos podemos hacer pueden llegar a ser ricas en matices en lo relacionado por ejemplo a cuestiones tales a como artista reconocido en su labor puede llegar a ser una persona de conducta cuestionable o la disección que se hace de la prototípica figura del fanático obsesionado con el famoso aquí trasladada a un ámbito intelectual, ligeros retazos que no terminan de solventar una propuesta osada en sus fundamentos que sin embargo termina siendo algo simple en referencia a su resultado final.

 

 

 

Tráiler y póster de «Zeros and Ones», lo nuevo de Abel Ferrara

No deja de ser una gran noticia que Abel Ferrara se encuentre en un momento bastante prolífico a la hora de poder sacar adelante diversos proyectos, tras las esplendidas Tommaso y Siberia nos llega un primer tráiler, que podéis ver a final de página junto a su póster oficial, de su nuevo trabajo tras las cámaras titulado Zeros and Ones, película con apariencia de thriller conspiranoico que vuelve a indagar en los miedos y paranoias varias causadas por la pandemia. Zeros and Ones que obtuvo el Premio al mejor director en el pasado Festival de Locarno tendrá un estreno simultaneo en cines y VOD de Estados Unidos previsto para el próximo 19 de noviembre, en nuestro país tendrá un estreno comercial unas semana después, el 10 de diciembre, de la mano de DeAPlaneta.
En Zeros and Ones vemos como tras un duro asedio apocalíptico en una ciudad de Roma en la que el Vaticano ha saltado literalmente por los aires, un soldado americano llamado JJ tendrá que luchar contra la amenaza de un enemigo desconocido. A partir de dicho escenario hará acto de aparición una guerra interior entre la historia del pasado y un futuro incierto.
La película con guion del propio Abel Ferrara y música a cargo del habitual Joe Delia está protagonizada por Ethan Hawke, Valerio Mastandrea, Cristina Chiriac, Babak Karimi, Dounia Sichov, Salvatore Ruocco, Phil Neilson, Anna Ferrara, Valeria Correale, Korlan Rachmetova y Mahmut Sifa Erkaya.

Crónica Festival de San Sebastián 2021. Día 2

La elegancia y solidez del biopic y fabulas lúgubres de una cineasta irreductible

Terence Davies sigue incidiendo, cada vez de una forma más visible y sin muchas medias tintas ni concesiones de por medio, en un tipo de cine que parece pertenecer a una época distinta a la actual, lo suyo es un trazo autoral plenamente definido en referencia a un tipo de clasicismo que tiene la virtud de no ampararse en ninguna clase de coyunturales modismos actuales, todo un logro digno de alabar según se mire, un cine sin apenas pliegues en ese sentido, posiblemente debido a ello algunos críticos pueden considerar que Benediction sea una película que puede llegar a bordear peligrosamente lo que muchos entienden como anacronismo cinematográfico, nada más lejos de la realidad pues estamos posiblemente ante uno de los films, preciosismo y lirismo visual aparte, más ricos en matices y significados de los vistos este año en San Sebastián,  la película nos cuenta como Siegfried Sassoon fue un hombre complejo que sobrevivió a los horrores de combatir en la I Guerra Mundial y fue condecorado por su valentía, pero a su regreso se convirtió en un firme crítico de la continuación de la guerra por parte de su gobierno. Su poesía se inspiró en sus experiencias en el frente occidental y terminó siendo uno de los principales poetas de guerra de la época. Idolatrado por aristócratas y estrellas del mundo literario y escénico londinense, mantuvo relaciones con varios hombres mientras intentaba aceptar su homosexualidad. Al mismo tiempo, roto por el horror de la guerra, hizo de su viaje vital una búsqueda de la salvación, tratando de hallarla en la conformidad del matrimonio y la religión.

En lo referente a su tono cinematográfico hay un sello intuido como inconfundible en Benediction que nos explica en lo concerniente a su gramática que estamos ante una película dirigida por Terence Davies, en base a grandes elipsis y elegantes fundidos  situados a medio camino entre la rememoración del relato melancólico y el doloroso peso del pasado acumulado en el presente por parte del protagonista el nuevo trabajo del responsable The Neon Bible vuelve a repetir las mismas formas narrativas que ya nos mostró en su anterior y también magnifica A Quiet Passion a la hora de decantar la historia principalmente en la peripecia personal y no tanto en la creación artística del retratado, ese legado cultural sin embargo está muy presente en el relato de una forma casi omnipresente, así pues no encontramos ante un relato de tono dual en referencia a temporalidad y narrativa en donde una voz en off va leyendo poemas del artista de forma reiterada mientras asistimos a la solemnidad y el preciosismo que muestra el devenir de una vivencia dominada principalmente por el trauma, una lección de cine a cargo de un cineasta siempre exquisito en sus formas, por si esto fuera poco Benediction atesora uno de los más emotivos y devastadores planos finales que un servidor recuerda haber visto en la gran pantalla en estos últimos años.

El nuevo trabajo de la realizadora argentina Inés María Barrionuevo dio cierta sensación de ser una de las varias películas presentes este año en San Sebastián de tener un acomodo algo forzado dentro de la sección oficial a concurso, como hemos señalado en anteriores crónicas en esta edición el Zinemaldia decidió apostar de forma muy determinante por un cine de supuesto índole reivindicativo de mujeres otorgando a un servidor bastantes dudas en relación a percibir como se prioriza más el mensaje que la calidad que atesora el producto en cuestión, en Camila saldrá esta noche vemos como una chica se ve obligada a mudarse a Buenos Aires cuando su abuela enferma gravemente. Deja atrás a sus amigos y una escuela secundaria pública liberal por una institución privada tradicional. El temperamento feroz pero prematuro de Camila se pone a prueba.

Desprovista de esa coyuntura que en cierta manera trasgrede el posicionamiento social antes citado posiblemente Camila saldrá esta noche se percibe como una película algo limitada en lo concerniente a lo que son sus propias intenciones, la sensación final será la de estar ante trabajo que posee una estructura casi anecdótica, más propia, dada su naturaleza, de figurar en una sección de las características de Nuevos Directores pese al bagaje ya algo extenso de su responsable. Siguiendo unos parámetros narrativos que nos derivan en un principio al consabido retrato generacional con apariencia de coming-of-age la película de Inés María Barrionuevo nos muestra la particular lucha feminista de una joven de cierta mentalidad liberal en un país en donde aún predominan en muchas de sus instituciones una actitud de clara tendencia hacia lo tradicional, en este escenario de clara confrontación ideológica el relato fluye con cierta soltura en relación a la cotidianidad de la historia, tanto de los hechos que van haciendo acto de aparición como de los distintos estados de ánimo y dudas por los que pasa su joven protagonista ante según que acontecimientos, será en lo concerniente a su desenlace en donde su aparente y supuesto tono social combativo o reivindicativo es percibido en base a texturas pantanosas más propias del militarismo, más allá de dicho posicionamiento, loable o no según se mire, Camila saldrá esta noche termina siendo pese a su más que evidente honestidad un producto cinematográficamente tan pobre como algo gratuito en relación a como intenta exponer y desarrollar según que determinadas problemáticas sociales de hoy en día.

Es digno de elogio que un Festival como San Sebastián siga haciendo una apuesta  tan decidida por autores tan poco dados a convencionalismos como resulta ser Lucile Hadzihalilovic, Premio New Directors con su ópera prima Innocence (2004) y presente en 2015 con la también extraordinaria Evolution, en Earwig se nos vuelve a situar a través de una autoría tan arriesgada como poca dada a según qué tipo de convencionalismos por aquello de las dudas que pudiera generar en un principio el adaptar una obra ajena, el rodar por primera vez en inglés o disponer de un presupuesto algo más holgado en relación a anteriores trabajos suyos, en este sentido se sigue siendo fiel a un estilo que da la sensación de ir continuamente a contracorriente con respecto a todo lo demás, la historia de Earwig nos sitúa en algún lugar de Europa, a mediados del siglo XX, Albert trabaja cuidando de Mia, una niña con dientes de hielo. Mia nunca sale de un apartamento donde las puertas y ventanas siempre están cerradas. El teléfono suena con regularidad, y un individuo conocido como el Maestro se interesa por el estado de Mia. Un día, Albert recibe instrucciones: debe preparar a la niña y salir al exterior.

Partiendo de la novela homónima de Brian Catling con Earwig Lucile Hadzihalilovic, que con solo tres largometrajes atesora un estatus ya plenamente definido tan singular como exquisito, no solo demuestra ser fiel a unas determinadas coordenadas autorales que no otorga concesiones sino que de alguna manera refuerza y amplifica dichos matices en base un material ajeno que enriquece dicho imaginario, situado a media camino entre la fábula lúgubre y la ensoñación, el cine, que como suele ser preceptivo transita nuevamente por universos atormentados y enigmáticos, de la responsable de Innocence vuelve a orbitar a través de universos femeninos en constantes peligros en donde ese statu quo en el imaginario de Hadzihalilovic que es la perdida de inocencia deviene como forzada de forma no natural, especialmente en infantes, empujados a través de un estado casi narcótico, que son manipulados por misteriosos mayores que ejercen autoridad sobre el menor en base a intenciones percibidas como poco claras, de hecho en este sentido las tres películas de la realizadora francesa podrían ser interpretadas a tal respecto perfectamente casi como de una trilogía temática se tratase. Aquí el relato, nuevamente sin apenas diálogos, es percibido incluso como algo más críptico que los anteriores trabajos de su directora, en cierta manera estamos ante un tipo de cine que prioriza por encima de todo el componente sensitivo a la hora de proponer difusas lecturas, el espectador que acepte dicha premisa ha de refugiarse más en la atmosfera de las imágenes, magistral fotografía a cargo de Jonathan Ricquebourg,  que en buscar una racionalidad a una historia contada en base a una narrativa en donde no resulta fácil aplicar una lógica a según qué determinados imaginarios oníricos, en este sentido quien busque una explicación fácil a esos dientes de hielo o a ese succionador de saliva seguramente se estrelle contra un muro difícilmente interpretable . De estética tenebrista  con claras texturas a relato gótico Earwig, que tiene esa virtud cada vez más difícil de encontrar en la actualidad de no generar indiferencia para con el espectador, nos cuenta un historia de tono pesadillesco, o eso se percibe, en donde el adulto protagonista del relato no llega a ser consciente del imaginario del que parece formar parte confundiendo continuamente recuerdos y pesadillas, en este apartado podemos encontrar una conexión de lo más estimulante con el Spider de David Cronenberg, todo ello expuesto en base a un cine de texturas que atesora una serie de ideas muy potentes a cargo de  una de las autoras más personales, sugerentes e irreductibles del actual panorama cinematográfico.

Laurent Cantet es un autor que durante los últimos años no ha dejado de radiografiar en base a la formulación las vicisitudes y alteraciones sociales de nuestro día a día actual, su último trabajo presentado a competición no es ninguna excepción a tal respecto,  Arthur Rambo nos plantea la pregunta de ¿Quién es Karim D.? ¿El nuevo escritor, joven y comprometido, del que los medios nunca tienen suficiente? ¿O su alias, Arthur Rambo, autor de mensajes alimentados por el odio que se escribieron hace tiempo y que se extrajeron, un día, de los sitios web de las redes sociales?

Uno de las mayores virtudes que podemos encontrar en el habitual ideario del responsable de Ressources humaines viene dada en referencia a plantear una determinada problemática más que juzgarla en sí misma, Arthur Rambo empieza por su ritmo e imágenes casi como una película interactiva se tratase, el tono acelerado de sus imágenes va de alguna manera en consonancia con lo que se nos quiere explicar, el auge de un joven escritor es escenificado a través de sus exitosas apariciones mediáticas, de alguna manera es el hombre del momento, al mismo tiempo que presenciamos este ascenso visualizamos en pantalla una serie de tuits anónimos bajo el seudónimo de Arthur Rambo que parecen estar situados en ese difusa línea que separa lo supuestamente políticamente incorrecto de apologías tan peligrosas como la homofobia y el antisemita, al poco sabremos que el autor de moda y el responsable de los tuits son la misma persona, a partir de dicha ruptura narrativa y en cuestión de segundos, pues en las redes sociales todo va a un ritmo vertiginoso como bien refleja la película al estar narrarla en tan solo 48 horas, lo que era un ascenso se convertirá en el descenso de un personaje que queda atrapado en el interior de una tormenta de opinión ajena, será en ese momento en donde Laurent Cantet ponga sobre la palestra a partir del concepto del héroe caído en desgracia una serie de cuestiones sobre problemas de actualidad, especialmente en lo concerniente a la verdadera identidad del individuo, si es que realmente existe tal, que conducirán al espectador a la reflexión posterior pues a fin de cuentas estamos ante un trabajo que plantea más que resuelve interrogantes, en este sentido no hay una dirección marcada en lo referente a lo que es su discurso corriendo cierto riesgo de quedarse en un territorio de nadie, también puede terminar siendo algo deficitario que su decidida apuesta hacia el debate debilite o anule casi por completo cualquier componente dramático de la historia, algo que de alguna manera no parece no importarle mucho a Laurent Cantet pues lo suyo va más encaminado a una indagación que deriva en interrogación que a una resolución de la que evidentemente la película carece.

Tras pasar por el Festival de Cannes el realizador belga Joachim Lafosse presento en la sección Perlas la cinta Les intranquilles, un inteligente drama que aborda ese espinoso tema de la enfermedad mental que se introduce y erosionan lentamente el seno de una familia, una película que tiene la virtud de no recurrir al tremendismo ni al subrayado a la hora de adentrarse en una temática que resulta ser tan compleja, en Les intranquilles vemos como Leïla y Damien se quieren con locura. Ambos luchan por mantener unida a la familia a pesar de la bipolaridad de Damien. Ninguno se rinde, aunque él sabe que nunca podrá ofrecerle lo que ella desea.

Hay algo en el desarrollo narrativo del nuevo trabajo de Joachim Lafosse que parece remitirnos al L’enfer del maestro Claude Chabrol, en ambas películas expuestas a modo de dramas que orbitan a través de la adicción somos testigos de la descomposición de una pareja que evidentemente deriva en familiar, una a causa de los celos y en la que nos ocupa por culpa de una enfermedad bipolar, ambas sintomatologías las sufren los cabeza de familia padeciéndolas las mujeres y sus respectivos hijos, en ambos relatos también podemos encontrar una cierta similitud en como se muestra una suerte de in crescendo narrativo cuesta abajo que dinamita la cotidianidad de sus protagonistas. El responsable de la también notable L’économie du couple no busca resoluciones sencillas a tal respecto volviendo  a eso que se le da tan bien en su cine que es el transitar a través de un tono íntimo por la complejidad existente en las emociones de una pareja, notables Leïla Bekhti y Damien Bonnard, en base a pequeños y sutiles detalles que al final no lo son tantos pues forman parte de un elemento primordial en la trama,  a través de ellos vemos como la enfermedad toma un espacio vital en el día a día del matrimonio casi a modo de ente invasor, a partir de dicho escenario se reflexiona más sobre las causas que en el motivo, más en lo concerniente a las consecuencias provocadas por dicho colapso familiar que en la indagación de un trastorno bipolar entendido como tal, especialmente en referencia a diferentes disyuntivas que se plantea un miembro de la pareja, como por ejemplo el darse cuenta que la otra persona con la que comparte vida no estará donde esperamos que esté.

Tres piezas para el asesino. Jazz, rock y electrónica en el cine de terror y criminal

Este libro de Pacus González Centeno analiza como las bandas sonoras del cine de terror y criminal han reflejado la historia del siglo XX incorporando el rock, el pop, el jazz y la música electrónica.
Pacus González Centeno analiza en orden cronológico, filme a filme, el uso evolutivo de los diferentes estilos no sinfónicos en los principales estilemas del cine de género. Repasa el papel preponderante del jazz en la ruptura del imperio de la sinfónica romántica y su relación con el rock y con las demás músicas negras. Y reseña los estilos que acompañaron al horror sobrenatural y a los psychokillers, o cómo la electrónica —que nació unida a la ciencia ficción— devino en el ingrediente que oscureció el terror distópico. Este libro sintetiza las claves del desarrollo de las bandas sonoras como reflejo de las modas, de la cultura y de los diferentes contextos sociopolíticos que distinguieron al medio siglo más relevante de la historia contemporánea de Occidente. De Stein, Glasser y Baxter a Mancini, Schifrin y Quincy Jones. De Curb, Stu Phillips y Hayes a Morricone, Nicolai, Rustichelli, Ortolani, Goblin o los De Angelis. De Fastway, Simonetti y Carpenter a Bauhaus, David Bowie, Iggy Pop y Neil Young. Con Vangelis, Wendy Carlos, Schulze y Tangerine Dream; o Underworld, Badalamenti y Nine Inch Nails.
Autor: Pacus González Centeno, Ilustraciones: Miki Edge, Editorial: Hermenaute, Páginas: 312

Auge y caída, tráiler de «The Eyes of Tammy Faye»

Fue una de las películas que compitieron en la Sección Oficial del pasado Festival de San Sebastián en donde se alzó con el premio a la mejor interpretación protagonista para Jessica Chastain, The Eyes of Tammy Faye, cuyo primer tráiler acaba de ver la luz de la mano de 20th Century Studios y podéis ver a final de página junto a su póster oficial, se adentra en el biopic de tono satírico de unos conocidos personajes  que tuvieron su momento de fama en la América de los años 70 y 80. La película dirigida por Michael Showalter (The Big Sick, The Lovebirds) se estrenará comercialmente en nuestro país el próximo 25 de febrero de 2022.
The Eyes of Tammy Faye nos muestra el ascenso, caída y redención de la telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker. En los años 70 y 80, Tammy Faye y su marido, Jim Bakker, pusieron en pie prácticamente de la nada la red de cadenas religiosas más grande del mundo, así como un parque temático, y gozaron de una inmensa popularidad gracias a sus mensajes de amor, aceptación y prosperidad. Tammy Faye era legendaria por sus pestañas indestructibles, su original forma de cantar y su generosidad a la hora de acoger a personas de todo tipo. Pero no pasó mucho tiempo antes de que las irregularidades financieras, las rivalidades e intrigas y los escándalos derrocaran un imperio construido con gran meticulosidad.
La película con guion de Abe Sylvia está protagonizada por Jessica Chastain, Andrew Garfield, Vincent D’Onofrio, Cherry Jones, Sam Jaeger, Fredric Lehne, Gabriel Olds, Chandler Head, Mark Wystrach, Lindsay Ayliffe, Dan Johnson, Louis Cancelmi, Randy Havens, Joe Ando-Hirsh, Kimberly Hester Huffstetler, Coley Campany, Meredith Jackson, Jay Huguley y Kevin J. O’Connor.

Proyecciones Xcèntric: Scenes From Under Childhood

Obra capital de Stan Brakhage, y su gran película sobre la infancia, Scenes From Under Childhood (1967-70) explora el nacimiento de la visión. A través de las filmaciones de sus hijos, el cineasta compone en cuatro partes, desde los inicios fetales, la experiencia del descubrimiento del color o la luz, en una materialización de sus ideas sobre el arte de la visión y las potencias inexploradas, pero originarias, del cine.

Rehuyendo la filmación bucólica e idealizadora de la infancia, Brakhage busca captar los estados de temor e inquietud, contrastados con los de súbita felicidad, o cómo a veces los niños «se sienten como si estuvieran en una bruma». En una superposición, el registro lleno de ternura de sus hijos se conjuga, en el montaje, con los recuerdos de su propia infancia. El film revela, de este modo también, las sincronías entre las percepciones sensoriales del niño, previas al lenguaje, y la vida creativa del artista que busca evitar las «restricciones en el flujo libre de la memoria».

Scenes From Under Childhood: Section No.1, Stan Brakhage, 1967, 16 mm, 25 min.
Scenes From Under Childhood: Section No.2, Stan Brakhage, 1969, 16 mm, 40 min.
Scenes From Under Childhood: Section No.3, Stan Brakhage, 1969, 16 mm, 28 min.
Scenes From Under Childhood: Section No.4, Stan Brakhage, 1970, 16 mm, 46 min.

Proyección en 16 mm. Copias cortesía de Canyon Cinema.

Fecha: 5 noviembre 2021

Horario: 19.00

Espacio: Auditorio

Precio: 4 € / 3 € Reducida

 

Abono 5 sesiones: 15 € / 12 € Reducido

Amigos CCCB: gratuito

Venta de entradas en taquillas (taquilles@cccb.org / 933064100) y www.eventbrite.es

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Crónica Festival de San Sebastián 2021. Día 1

El año de las mujeres

Después de una atípico en todos los sentidos 2020 el Zinemaldia pudo recuperar en cierta manera la normalidad con respecto al pasado año, aun existiendo una limitación de aforo en la salas y una lógica reducción de proyecciones el Festival logro sacar adelante con cierta solvencia una edición que en su recta final se vio ligeramente empañada a causa de un palmarés que creo una cierta controversia especialmente en referencia a la Concha de Oro otorgada a la cinta rumana Blue Moon, película de un nivel cinematográfico bastante pobre que logro de forma nada sorprendente el conceso critico poco antes de conocerse el palmarés de ser el film con diferencia al resto de más baja calidad de todos los presentes en la Sección Oficial. A tal respecto no estaría de más una reflexión algo profunda en lo relativo a como el Festival durante esta edición ha aplicado con excesivo celo y de forma algo forzada el integrar según qué cuotas de índole social en su programación, especialmente el referido al papel de la mujer en distintos ámbitos de nuestro presente e incluso pasado estuvo demasiado omnipresente en la Sección Oficial dando una cierta sensación de que predominaba en la mayoría de los casos más el mensaje que la calidad del producto en cuestión. Evidentemente uno percibe que la intención por parte del certamen es del todo loable sin embargo dichos equilibrios de cuotas deberían de estar regulados de una forma algo más natural, pues el exceso en dicha materia puede derivar en un cierto artificio que provocan pequeños desbarajustes tales como premiar con el más alto galardón a una cinta cuyo estatus de calidad no fue ni mucho menos un fiel reflejo del nivel real de las cintas presentes este año a competición.

Entrando en materia el Zinemaldia volvió a encontrar ese acomodo adyacente en sus diversas secciones que conforman una sinergia en sí misma en referencia a poder ofrecer una programación direccionada a un amplio abanico de paladares, donde no llega la Sección Oficial lo hacen con solvencia las secciones paralelas, Perlas posiblemente de forma algo difusa últimamente al estar convertida en un apartado algo previsible en relaciona dar cabida a un número excesivo de películas de estreno comercial inminente. New Directors por su parte volvió a ser uno de los apartados más interesantes del certamen complementado con una potente selección de títulos en un apartado como es Zabaltegi-Tabakalera que pese a cierta sensación de cajón de sastre sigue ofreciendo el cine autoral con más riesgo de todo el certamen. Digno de elogio fue la recuperación, aunque algo cerciorada en lo relativo al número de películas previstas en un principio, de la retrospectiva de cine clásico correspondiente este año a Flores en el infierno: la era dorada del cine coreano así como la oportunidad única de poder ver en pantalla grande piezas de un cine pretérito tan reivindicables como por ejemplo el Manicomio de Fernando Fernán-Gómez y Luis María Delgado

A continuación y como viene siendo habitual en estos ultimo años dentro del portal iremos desgranando a modo de crónica diaria y con una perspectiva temporal todo lo más importante visto en esta 69 edición del Festival de San Sebastián.

El celuloide como último recurso y prematuras obras de culto

Zhang Yimou inauguró el certamen con Un segundo, cinta que según palabras del propio responsable venía a ser una particular carta de amor al séptimo arte que mira al pasado histórico. En Un segundo vemos como un convicto es enviado a un campo de trabajo en el desolado noroeste de China durante la Revolución Cultural del país. Utilizando su ingenio, y con el único fin de ver a su hija, quien ha sido filmada en una película, logra escapar y huye en dirección al cine de un pueblo cercano. Allí espera encontrar esa cinta de película y hacerse con ella. Sin embargo, en dicho lugar se cruza con una vagabunda desesperada por conseguir el mismo carrete de película y que logra robarlo. Curiosamente, este enigmático objeto, que ambos anhelan por motivos muy distintos, se convertirá en la raíz de una inesperada amistad.

Posiblemente la evolución en la carrera de Zhang Yimou no haya sido la esperada por parte de los adeptos, entre los que un servidor se encuentra, de un realizador que tuvo un inicio ciertamente deslumbrante de cara a la cinefilia con cintas como Sorgo rojo o La linterna roja, en parte esas expectativas solo se han visto parcialmente cumplidas con respecto a sus traslaciones al universo Wuxia con películas tan potentes como las anteriores pero dentro de un ámbito genérico bien distinto como fueron Hero, House of Flying Daggers, Curse of the Golden Flower o la más austera en medios Shadow, Un segundo en parte es un claro ejemplo de una indecisión autoral cuyo desarrollo se percibe como irregular aunando en su haber aciertos con puntuales despropósitos. A través de un cine plagado de diversos claroscuros la película no deja de ser una bien intencionada versión particular de Cinema Paradiso que partiendo de los postulados del film de Giuseppe Tornatore trasforma lo que aquello era una supuestamente emotiva carta de amor hacia el cine a mostrarnos el inherente poder transformador del cine en relación al reconocimiento a la bobina física como último bastión de la memoria del individuo caído en desgracia, un relato circunvalado a medio camino entre el optimista y el pesimista, entre ligeros retazos de humor que rozan lo burlesco y entrañable a dolorosas metáforas políticas en lo concerniente a las víctimas del duro periodo de la Revolución Cultural de los años 60.

Una de las constantes temáticas dentro de la siempre interesante sección New Directors ha sido la exploración de universos adolecentes dentro de las llamadas coming of age, el segundo trabajo tras las cámaras del realizador chino Sun Liang parte en apariencia de un trayecto plagado de lugares comunes de los que sin embargo sabe sacar provecho mediante un meritorio trabajo de cámara. Lost in Summer nos cuenta como durante el verano, cuando acaba el instituto, un adolescente se enfrenta a su confusión vital y lo intenta todo para encontrar una salida. Sin embargo, fracasa, con intento de asesinato incluido.

Posiblemente la mayor virtud de una película de las características Lost in Summer radique en su falta de pretensiones a la hora de exponernos una serie de situaciones en principio nada novedosas argumentalmente para con el espectador, como bien indica su título la película nos sitúa en ese periodo temporal tan habitual en la adolescencia, final de estudios y comienzo de una época estival plagada de demasiados tiempos suspendidos, evidentemente entrara en escena ese periodo de indecisión, al fin del cabo el auténtico statu quo del relato, en donde el joven protagonista a punto de entrar a las puertas de la madurez se debatirá entre cuestiones tales como una primera e imposible atracción romántica y la duda de tomar la decisión correcta en según de cuestiones de índole moral, al final de la historia como es preceptivo hará acto de aparición una especie de redención a la hora de mostrarnos por parte del joven un reconocimiento y aceptación a un entorno familiar que hasta ese momento había despreciado. A tal respecto se agradece que la película adopte un tono naturalista y no contemplativo en base a lo impostado como suele ser muy habitual en este tipo de producciones chinas de primeros realizadores que nos llegan masivamente durante estos últimos años, también es digno de mención en esta humilde propuesta que el anexo narrativo social a la historia principal este expuesta de una forma sutil en base al contexto de una situación social y política actual, prescindiendo de esos subrayados tan característicos y deficitarios en dramas sociales actuales de los que afortunadamente Lost in Summer logra sortear de forma airosa.

Recién llegada del Festival de Venecia aterrizo en San Sebastián dentro de la sección Perlas Competencia oficial, sátira de escenografía teatral que reflexión sobre el ego del artista en donde somos testigos de cómo en busca de trascendencia y prestigio social, un empresario multimillonario decide hacer una película que deje huella. Para ello, contrata a los mejores: un equipo estelar formado por la celebérrima cineasta Lola Cuevas y dos reconocidos actores, dueños de un talento enorme, pero con un ego aún más grande: el actor de Hollywood Félix Rivero y el actor radical de teatro Iván Torres. Ambos son leyendas, pero no exactamente los mejores amigos. A través de una serie de pruebas cada vez más excéntricas establecidas por Lola, Félix e Iván deben enfrentarse no solo entre sí, sino también con sus propios legados.

Existen momentos en Competencia oficial en donde la delgada línea que separa la simple sátira y la autorreflexión más profunda queda diluida a causa principalmente de su evidente falta de riesgo pues de alguna manera el film de Gastón Duprat y Mariano Cohn no deja de ser una sucesión de gags, algunos más agradecidos que otros, que se beneficia principalmente de la labor actoral de un excelso Antonio Banderas, muy por delante de Penélope Cruz y  Oscar Martínez. Película más de actores que de narrativa fluida Competencia oficial se deja ver con cierto agrado pero termina siendo olvidada con demasiada premura, posiblemente debido a como los responsables de El ciudadano ilustre terminan desgastando con demasiada celeridad una premisa que en un principio daba para bastante más juego, la de burlarse de su propio reflejo en relación a la parodia de tono ligero a través de egos y rutinas dentro del mundo del cine, o sea una mirada cínica realizada desde dentro, aquí reflejada en el enfrentamiento entre dos artistas de un muy diferente ámbito y metodología  que sin embargo confluyen en una misma y algo sombría meta profesional que termina siendo personal.

En una edición en donde casi todas las problemáticas sociales de nuestro presente tuvieron su espacio el cambio climático tuvo su acomodo en la sección Perlas con el tercer trabajo tras las cámaras de un habitual del certamen como es Louis Garrel, La croisade, bautizada con el algo caprichoso título en castellano Un pequeño plan… cómo salvar el planeta nos muestra a modo de pequeña farsa provista de un ligero tono fabulario ese a veces farragoso propósito llevado al cine de concienciar al espectador sobre posibles fallas en nuestra sociedad que conducen irremediablemente a diversos conflictos generacionales. En la película Abel y Marianne descubren que su hijo Joseph, de 13 años, ha vendido en secreto sus objetos más preciados. Pronto se percatan de que Joseph no es el único: cientos de niños de todo el mundo se han unido para financiar un misterioso proyecto ecologista en África. Su misión es salvar el planeta.

No es tarea fácil enjuiciar de una manera ecuánime una serie de películas en donde lo loable del mensaje parece ir en una dirección contraria a la calidad del producto en cuestión, San Sebastián en esta edición estuvo plagada de muchos ejemplos a tal respecto, La croisade podría ser perfectamente uno de ellos, en cierta manera los mejores momentos con diferencia del film lo encontramos en sus primeros quince minutos, aquellos en donde el relato aún no ha desvelado sus verdaderas intenciones, ahí es donde entra en escena esa inconfundible escuela Garrel en base a ingeniosos diálogos que hacen que su narrativa sea fluida, todo lo demás que vendrá a continuación no deja de ser catalogo curioso tan loable y simpático como en parte anecdótico poniendo sobre la palestra como, en la temática que nos ocupa, el efecto Greta Thunberg puede llegar a ser contraproducente llevado a según qué artes escénicas. Cuestiones tales como la reflexión sobre la madurez o la rebelión filial terminan siendo expuestas de forma muy esquemática, esta última por cierto mucho mejor plasmada e inquietantemente intuida en otra cinta francesa que indagaba a través de parámetros genéricos por la misma problemática, la reivindicable L’heure de la sortie de Sébastien Marnier.

Dentro de la sección  Zabaltegi – Tabakalera el esperado nuevo trabajo de la dupla formada por Helena Girón y Samuel M. Delgado tras su buena acogida en el pasado Festival de Venecia tuvo un perfecto acomodo dentro de ese apartado cinematográfico de consonancias alternativas, aquí a través de un relato cercano a lo experimental que reflexiona sobre el poder intrínseco de la propia imagen y todo lo que puede derivarse de ella. Eles transportan a morte nos sitúa en el año 1492. Entre la tripulación de Cristóbal Colón viajan tres hombres que ya deberían haber muerto. Han conseguido evitar sus condenas participando en el incierto viaje, pero al llegar a las Islas Canarias, huyen cargados con una de las velas de la embarcación. Mientras, en el Viejo Mundo, una mujer trata de salvar a su hermana moribunda, con la esperanza de que una curandera pueda ayudarla. Ambos viajes tratan de burlar a la muerte. Ambos viajes están a merced del tiempo y de la Historia.

Eles transportan a morte, película que esta de forma continua vulnerando las reglas del género, es ese tipo de cine que un servidor espera que en un futuro no muy lejano forme parte de manera normalizada en las secciones oficiales de certámenes de clase A, la principal virtud del film en este aspecto seguramente radique en su no adscripción a reglas ya preestablecidas situándose en el punto más alejado posible de lo entendible de un tono académico, de hecho su argumento no deja de ser una declaración de intereses en este sentido pues estamos ante un relato que reinventa, y más tarde cuestionar y bifurcar, el relato oficial histórico despojándolo de toda épica posible. Partiendo de unas bases argumentales que nos remiten a la  conquista y exploración de un nuevo mundo Delgado y Girón nos ofrecen una potente alegoría visual a través de una odisea anticolonialista de consonancias tan políticas como antropológicas respecto de los males que la Europa colonialista derivo al resto del mundo, unos eventos que no fueron tan gloriosos como nos lo han explicado, otorgándonos una muy interesante relectura crítica y heterodoxa de un pasado expuesto a través de una simple trasgresión fílmica que es digna de elogio.

Precedida por la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes Titane de la realizadora francesa Julia Ducournau vino precedida de una inusitada y en parte lógica expectación a la hora de poder comprobar si realmente estamos delante de una obra de talante rompedor o ante una de esas modas con fecha de caducidad bastante frecuente dentro de ese ecosistema de burbuja que son los festivales de cine, al final ni una cosa ni otra pues si hay una clase de películas que necesiten de una contextualización en frio y con cierta perspectiva es sin lugar a dudas una película de las características de Titane, en el film vemos como un joven con la cara magullada aparece repentinamente en un aeropuerto. Asegura llamarse Adrien Legrand, un niño que desapareció en extrañas circunstancias hace diez años. Para su padre, Vincent, esto supone el final de una larga pesadilla y lo lleva a casa. Simultáneamente, se suceden una serie de horribles asesinatos en la región en donde viven. Alexia, modelo en un showroom para coches, tiene todas las papeletas para convertirse en la próxima víctima.

Resulta complicado separar el ruido mediático generado del simple análisis que se puede extraer de la película pues ambas vertientes están ligadas de algún modo casi como de vasos comunicantes se tratase, con todo no deja de ser una buena noticia que los festivales de clase A empiecen a valorar un tipo de cine fantástico que hasta ahora en cierta manera ha estado ninguneado de forma casi sistemática. A tal respecto Titane tenía todos los atributos para ser considerada con el paso del tiempo como una obra de culto, como en realidad y por poner un solo ejemplo lo ha sido otra película francesa que transita por narrativas no tan distantes como es la magnífica Trouble Every Day de Claire Denis, sin embargo el film de Julia Ducournau ha recorrido un recorrido completamente inverso a este tipo de films teniendo un reconocimiento, excesivo y contraproducente a mi entender, planteando la interrogante de cómo será valorada al cabo de un tiempo. Elucubraciones aparte, pues al final la película es lo que es, estas ni envejecen ni se rejuvenecen a diferencia de la mirada del espectador, por muchas valoraciones y expectativas mutantes que la circunvalen, lo mayor virtud que se puede percibir en ese drama psicológico disfrazado de fantástico que es Titane, extraordinario Vincent Lindon de lado, viene dada en referencia al irrenunciable posicionamiento autoral por parte de Julia Ducournau, un cine sin complejos que pretender ir más allá a través de una mirada trasgresora y desprovista de cualquier tipo de encorsetamientos genéricos que sin embargo se ve perjudicada por lo atropellada e inconclusa que resulta ser en lo concerniente a discernir y desarrollar según qué tipo de metáforas.

A la hora de emparentarla a otras ramas y autores de fantástico, y supuestamente en un intento de ser lo más original posible en la medida de buscar una serie de referencias a la obra, se ha ido nombrando por parte de la crítica prácticamente todos los conceptos posibles dentro del fantástico cuando en realidad la principal base de la que parece sustentarse Titane la encontraremos en la primera película de su directora Raw, ambas películas, una más ambiciosa que otra pero igual de irregulares, anidan a través de la problemática de la identidad de género expuesta en la película en forma de trasformación y posterior pulsión en base a sesgos en un primer lugar inconscientes que con el tiempo pasan a ser dependientes. Llegados a estos extremos poco importa la poca credibilidad del relato en cuestión, en realidad esto no deja de ser es un peaje natural por parte de un tipo de cine desprovisto de perjuicios y que de alguna manera se lanza al vacío sin muchos miramientos, un cine en definitiva que por lógica es más proclive a la contextualización temporal que a líquidos hypes de índole supuestamente postmodernos.