Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 6

Vision

En Vision vemos como en la región japonesa de Nara, una ensayista francesa (Juliette Binoche) busca en esa zona una planta única y legendaria que parece solo existir en esa región y que ve la luz una vez cada 997 años, allí conoce a un misterioso hombre que vive en las montañas (Masatoshi Nagase). A pesar de la barrera del lenguaje y la cultura, ambos sentirán la necesidad de acercarse el uno al otro.

El tono más poético y metafísico visto este año en San Sebastián vino como ya se podía intuir de  antemano por parte de la realizadora japonesa Naomi Kawase con la fábula ecológica Vision, un film que de alguna manera va al límite en lo referente a la ilustración de una amalgama de imágenes que por momentos entran en un evidente conflicto con ese supuesto mensaje trascendental que quiere trasmitir su realizadora, en esta ocasión demasiado potenciado y por ende con cierta sensación final de estar algo forzado en lo referente a sus formas, de características tan supuestamente importantes como falsamente aleccionadoras.

El mayor problema que un servidor pudo comprobar en el visionado de Vision vino en la medida de comprobar como un especifico tipo de cine adquiere unas características de militancia en lo referente a un determinado estilo, algo que en ocasiones puede derivar en un tono impostado o de falso lirismo, la responsable de Una pastelería en Tokio con este su último trabajo tras las cámaras se adentra en un terreno ciertamente pantanoso en cómo abordar según qué tesis,  Vision es de esas película que sin ser cripticas terminan pareciéndolo debido a un montaje tan confuso como torpe a la hora de marcar las líneas narrativas de las que parte, del mismo modo como relato que está camuflado en el interior de sus personajes de forma algo hermética transita a través de fabulas, alegato, metáforas, poesía e introspecciones personales, de alguna manera dicho temario o estilo narrativo requiere de un ritmo que sepa acompañar adecuadamente el tono sensorial y naturalista tan característico en el cine de Naomi Kawase, en esta ocasión no es así, no resulta fácil retratar un bosque como principal personaje de una trama cuando abusas de la fotogenia, el problema viene dado en la medida que la recreación de las imágenes por momentos devienen como impostadas, planos cenitales, contrapicados de árboles cuyas hojas son retratadas mecidas por el aire y atravesadas por rayos de sol, hay mucho metraje de todo esto en Vision, quizás demasiado,  un esfuerzo ilustrativo que no es presentado con la naturalidad de la que en teoría parte su narrativa, por otra parte hay quienes puedan pensar todo lo contrario, que la historia carece de la solidez no estando a la altura de sus imágenes o trazo formal impuesto por Kawase, sea como fuere la descompensación de Vision termina siendo demasiado manifiesta, el mayor ejemplo de todo ello posiblemente venga en la medida de estar presenciando algo ciertamente confuso en vez de ambiguo.

Valoración 0/5: 2

 

Roma

Roma nos presenta a Cleo, una joven empleada doméstica que trabaja en Roma, un barrio de clase media de Ciudad de México. En esta exquisita carta de amor dirigida a las mujeres que lo criaron, Cuarón rescata fragmentos de su infancia para tejer un retrato emotivo y auténtico de los conflictos domésticos y de la jerarquía social con la turbulenta situación política de los años 70 como telón de fondo.

Que Netflix presente películas en los festivales cinematográficos parece que afortunadamente por fin empieza a ser una norma común, que la asimilación a la hora de según qué nuevos consumos de visionado ha ido más lento que la propia evolución del gigante del streaming también parece bastante evidente, en San Sebastián como no podía ser de otra manera Netflix tuvo una presencia destacada, aunque Illang: The Wolf Brigade fue la encargada de estar en la sección oficial a concurso el auténtico plato fuerte en este sentido correspondió a la ganadora del León de Oro en el pasado festival de Venecia Roma del mexicano Alfonso Cuarón, una  de las mejores películas vistas en esta edición del Zinemaldia y por ende en este 2018.

No voy a entrar en el algo ya cansino debate de como algunas películas producidas por plataformas televisivas tendrían que tener (pases en festivales aparte) alguna oportunidad a la hora de ser exhibidas en cines comerciales, en este sentido tengo bastante claro que una película de las características de Roma merecería ser disfrutada de esa manera, cerrarse a esta posibilidad no dejaría de ser una herejía.  Si más arriba hablábamos del tono algo impostado de Naomi Kawase en su fallida Vision Roma se sitúa justamente en las antípodas en lo referente a intenciones y resultado final, film que se sumerge en la memoria de una infancia concreta, la del propio realizador, a través eso sí de la perspectiva de una sirvienta. Estamos ante una película en donde cada mimbre parece estar colocado de la forma más adecuada posible, en este sentido el diálogo continuo existente entre el naturalismo y el formalismo hacen que en Roma todo parece sonar a verdad, posiblemente una virtud que hace que huya de la nostalgia para adentrarse en lo cotidiano de un tiempo pretérito en donde no solo se detiene en una situación personal sino que muestra un trasfondo social y político de forma ciertamente admirable, un film de claro índole íntimo que en ningún momento desvía la mirada a la perspectiva histórica que subyace en la historia, la de mostrar en definitiva el fresco de una sociedad, exquisitamente retratado para la ocasión en base a un lenguaje visual que pese a su opulencia no parece estar forzado en ningún momento sirviendo de forma inmejorable a la hora de expresar la complejidad y sentimientos de sus personajes. Roma como film sencillo que indaga con precisión en los exactos del recuerdo deviene como la obra más personal del responsable de Gravity, una historia en definitiva mayúscula en donde la emotividad se mueve en eso a veces tan difícil de plasmar en una pantalla de cine como es la sutileza o incluso la épica.

Valoración 0/5: 4’5

 

High Life

En el espacio profundo. Más allá de nuestro sistema solar. Monte y su hija Willow viven juntos en una nave espacial, completamente aislados. Monte, un hombre solitario que usa su estricta autodisciplina como protección contra el deseo –el propio y el ajeno–, tuvo a su hija contra su voluntad. Su esperma se usó para inseminar a Boyse, la joven que dio a luz a la niña. Formaban parte de un experimento realizado con un grupo de prisioneros: convictos espaciales, presos en el corredor de la muerte. Conejillos de indias enviados en una misión al agujero negro más cercano a la Tierra. Ahora solo quedan Monte y Willow. Y Monte ha cambiado. A través de su hija, por primera vez, experimenta el nacimiento de un amor todopoderoso. Willow crece y se convierte primero en adolescente y después en una mujer joven.

No deja de ser curioso que este año los mejores films de género fantástico hayan tenido una presencia muy visible dentro de los festivales de clase A, si en el pasado Cannes destacaban películas tan fundamentales como por ejemplo The House That Jack Built o Lazzaro felice San Sebastián no fue ajeno a esta coyuntura y dos de los mejores films presentes en la sección oficial transitaban a través del fantástico como la rompedora In Fabric y la fascinante reorientación de la aventura espacial llevada a cabo por Claire Denis en la genial High Life.

Es evidente para quien conozca meridianamente bien la carrera cinematográfica de la realizadora francesa que esta no iba a realizar un film de ciencia ficción al uso, por norma siempre ha sido una autora que se ha distanciados de los tópicos, también es de recibo el comentario de muchos emparentando a High Life con el Solaris o Stalker de Andrei Tarkovski, evidentemente todas ellas transitan a través de la ciencia ficción de tono existencialista pero la semejanzas terminan ahí, en esta ocasión las formas son diametralmente opuestas. Claire Denis en esta fascinante y compleja High Life lo que hace es situar su mirada por encima de géneros cinematográficos, de alguna manera aporta un dialogo, propio como no podía ser de otra manera, que hasta ahora era bien difícil de visualizar en este tipo de películas, pocas veces se ha visto una reflexión tan oscura de la vida del ser humano al borde del apocalipsis, una visión descarnada del actual estado en donde nos encontramos,  lo meritorio es que dicho pensamiento o estudio está basado y visualizado a través de un tono totalmente epidérmico, en este sentido en High Life es un compendio de obra orgánica a modo de parábola espacial en base al tratamiento de los cuerpos, fluidos y carne, de la materia en definitiva y su exploración acerca una sociedad que deviene como incurable, por esto y mucho más cosas más en la que nos detendremos próximamente con motivo de su estreno comercial High Life se define como un relato tan denso como inabarcable, el film de más riesgo formal y temático visto este año en San Sebastián, también el más original, y que a nadie le sorprenda el buen hacer de Claire Denis con una película de género, ya en su día hizo una extraordinaria película de caníbales con Trouble Every Day, porque razón no iba a sacar musculo con una ciencia-ficción distópica?

Valoración 0/5: 4’5

 

Neon Heart

Neon Heart es la historia de tres personas persiguiendo la vida y persiguiéndose mutuamente. Laura regresa a su hogar en Dinamarca después de una corta carrera en el mundo del porno en Estados Unidos. A pesar de que todavía hay vídeos suyos en internet, trata de recomponer las piezas de una vida normal. Niklas, el ex de Laura, es un adicto en recuperación que encuentra sentido a su existencia en su nuevo trabajo, cuidando de dos hombres con síndrome de Down. Conforme desarrolla una nueva empatía por los dos, comienza a saltarse las rígidas normas de su puesto, lo que le lleva a una situación resbaladiza. Frederik, el hermano adolescente de Niklas, quiere ganarse el respeto como vándalo, presionado por sus colegas para meterse en situaciones difíciles y obligado a lidiar con las exigencias de la bravuconería masculina. A través de fragmentos del pasado y el presente, seguimos a Laura, Niklas y Frederik en un periplo lleno de tabúes y deseos en el que los vínculos se establecen y también se rompen.

Hay películas que pese a tratarse de óperas primas como resulta ser esta Neon Heart del danés Laurits Flensted-Jensen presente en la sección Nuevos Directores dan la impresión de nacer ya de por si algo obsoletas en lo referente tanto a  su fondo como a sus formas cinematográficas, dicho de otra manera lo que nos cuenta Neon Heart y en especial en como lo hace es algo que últimamente hemos vista en demasiadas ocasiones, en ella vemos a tres disfuncionales personajes conectados entre sí a través de lazos afectivos y familiares, tres historias centradas en una acerca de las supuestas normas a seguir en la sociedad moderna, ni que decir tiene que dichos personajes por un motivo u otro no se atienen a dicho tratado de sociabilidad, la pornografía como exploración de los tabúes sexuales, drogas o la afiliación a tendencias de índole vandálicas son algunas de las dosis de realidad expuestas en el film a modo de continuos contrastes, el problema de una película no exenta de interés como resulta ser Neon Heart viene dado en la formula en la que se sustenta, esa especie de supuesto cinéma vérité visualizado por el feísmo habitual de la cámara en hombro quiere alejarse de forma consciente de la ficción otorgando al relato cierta sensación de un feísmo existencial bastante reiterativo en lo referente a sus formas por mucho que el film transite a través de una atmosfera y unos comportamientos ambiguos, algo que termina manifestándose de manera aún más clara en lo referente a un subrayado potenciado de forma algo forzada a través de supuestas escenas tan provocadoras, sórdidas y finalmente gratuitas. Como puntos a destacar en el film de Laurits Flensted-Jensen la curiosa cuanto menos utilización de grabaciones de una cámara subjetiva a modo de fractura narrativa temporal, un resquicio que otorga algo de curiosidad a un producto que sin embargo no logra desprenderse de cierta sensación de no ir más allá de la repetición de unos esquemas ya vistos con demasiada frecuencia en un tipo de cine muy concreto.

Valoración 0/5: 2

 

Ash Is Purest White

En 2001, la joven Qiao está enamorada de Bin, cabecilla de la mafia local de Datong. Cuando Bin es atacado por una pandilla rival, Qiao se defiende y dispara varias veces. Es condenada a cinco años de cárcel. Tras cumplir su pena, Qiao busca a Bin e intenta volver con él. Pero él no quiere seguirla. Diez años más tarde, en Datong, Qiao sigue soltera y ha salido adelante manteniéndose fiel a los valores de la mafia. Pero Bin, cansado de la vida, regresa buscándola, a la única persona a la que ha amado…

Viene siendo bastante habitual en estos últimos años que el realizador chino Jia Zhang Ke esté presente película en la sección Perlas, Ash Is Purest White no falto a su cita anual con San Sebastián, un relato que vuelve a incidir en unos esquemas ya abordados en anteriores ocasiones por Jia Zhang Ke, algo que en teoría no supone ningún problema si lo que se nos explica resulta tan interesante como viene siendo habitual en su cine.

Ash Is Purest White transita por un temario tan manido en anteriores trabajos como por momentos subyugante, como en todo el cine perpetrado por Jia Zhang Ke el individuo y lo social van cogidos de la mano. Durante muchos años el realizador de origen chino nos viene contando que en su país está ocurriendo una serie de cosas nada halagüeñas, en este sentido como viene siendo norma Ash Is Purest White al igual que en las anteriores A Touch of Sin o Mountains May Depart está estructurada narrativamente a través de distintos periodos temporales expuestos a modo de elipsis y sutiles transiciones, estos a la par que los protagonistas nos marcan la evolución de los brutales cambios económicos y sociales acontecido en el gigante país asiático durante los últimos veinte años, entre medio la historia, o mejor dicho odisea de una mujer (magnifica Tao Zhao y ciertamente complicado visualizar hoy en día el cine de Jia Zhang Ke sin ella) a través de ese periodo de tiempo, en este sentido estamos ante un relato de claro índole individual que no pierde de vista en ningún momento un humor que en varias ocasiones colinda con la tragedia. Ash Is Purest White termina siendo un pusilánime retrato de romanticismo y agresividad ubicados en una atmósfera cambiante que no solo trasforman un entorno material sino también el personal de unos protagonistas cuya reflexión sobre el paso del tiempo colisiona con el continuo desencuentro de los mismos a través de un escenario que para ellos deviene como bastante irreconocible.

Valoración 0/5: 3

Michele Soavi. Cineasta de lo macabro

Michele Soavi es una figura a redescubrir del cine de terror italiano, un realizador revolucionario que concentra lo mejor del legado de Mario Bava, Sergio Martino, Umberto Lenzi, Antonio Margheriti o Lucio Fulci, sin renunciar por ello a un universo propi y único.
En su 51ª edición, Sitges dedica su libro oficial al director italiano Michele Soavi, el primer ensayo en castellano sobre la figura del maestro, un cineasta inconformista y siempre innovador. Editado por la Editorial Hermenaute y bajo el título Michele Soavi. Cineasta de lo macabro, la publicación repasa la carrera de uno de los realizadores más influyentes del cine italiano de terror reciente desde sus inicios como ayudante y aprendiz de Dario Argento.
El libro, elaborado por Gerard Casau, Manlio Gomarasca, Mike Hostench, Diego López, Lluís Rueda y Ángel Sala –con prólogo de Luigi Cozzi– incluye un estudio de sus films más emblemáticos (Aquarius, La secta, El engendro del diablo, Mi novia es un zombi, etc.) e incide en su etapa más desconocida como realizador en los márgenes del fantástico: thrillers policiacos y melodramas nutren su etapa posterior como director de televisión. Para muchos, Soavi es el último gran talento del cine italiano, concentrando las virtudes de maestros como Mario Bava, Sergio Martino, Umberto Lenzi, Antonio Margheriti o Lucio Fulci.
Autor; Varios autores, Editorial: Hermenaute, Páginas; 174

Crónica Festival de Sitges 2018. Día 2

Fleuve noir

Un policía desengañado (Cassel) empieza una investigación sobre la desaparición repentina de un adolescente, mientras que al mismo tiempo ve cómo su hijo delincuente vuelve a su vida, tras haberse embarcado en el universo del narcotráfico, para que le ayude a salvar a un amigo.

En este Sitges 2018 dentro de su sección Orbita hubo una presencia bastante más abundante de lo habitual del cine policiaco, Fleuve noir que obtuvo una Mención especial en el palmarés final contaba con el añadido de estar dirigida por el realizador francés Érick Zonca, responsable de aquella historia intimista que bebía de forma nada disimulada de la nouvelle vague titulada La vie revée des anges, ahora con Fleuve noir se adentra en el cine de género con una de las sorpresas más agradables que dio este año el festival de Sitges en lo referente al thriller.

Fleuve noir como relato que fluctúa a través de una desaparición y posterior investigación es ante todo una película de personajes más que de historia, estos nos son expuestos como claros arquetipos del cine negro en especial al referido taciturno detective interpretado con solvencia por un Vincent Cassel en estado de gracia, algo menos reconocible resulta el muy sensitivo principal sospechoso a cargo de Romain Duris, entre ambos se establece un juego de sospechas y falsas pistas que será el principal motor narrativo de una trama de evidente ritmo lento que se toma su tiempo en ser desarrollada a través de una intriga que emparentada a medio camino entre el polar francés y el cine noir deviene como algo típica, en referencia a los matices expuestos principalmente a modo de duelo psicológico vendrán a través de los dos protagonistas antes mencionados, de cómo por medio de ellos se establece un interesante estudio de personalidades a cual más dispar. Posiblemente a Fleuve noir debido a que le cuesta zafarse de ciertos estereotipos genéricos termine faltándole algo de nervio narrativo en alguno de sus tramos, su principal articulación argumental versa a través del falso culpable cerrándose la historia de forma devastadora, de alguna manera es ahí en donde el film de Érick Zonca intenta proponer aunque de forma algo escueta un discurso que intenta y en parte lo consigue ir más allá del consabido duelo interpretativo antes comentado.

Valoración 0/5: 2’5

 

Apostle

Apostle nos sitúa en el Londres de 1905, Thomas Richardson viaja a una isla remota para intentar rescatar a su hermana que al parecer ha sido secuestrada por una misteriosa secta que pide un rescate para poder liberarla. Decidido a recuperarla de la manera que sea viaja hasta la isla en donde reside un extraño culto religioso bajo el liderazgo del carismático profeta Malcolm, pronto queda claro que la secta se arrepentirá del momento en que molestó a este hombre, ya que él empezará a indagar en los secretos y mentiras en torno a los que se ha construido la comunidad.

A día de hoy, y todo indica que de una forma más notoria en el futuro, viene siendo habitual que cualquier festival de cine que se precie presente en su programación alguna producción Netflix en su sección oficial, Sitges no podía ser ajena a dicha coyuntura y a pocos días de estar disponible en la plataforma de tv se presentó en sociedad Apostle, su responsable Gareth Evans es uno de los nuevos habituales de Sitges, sus anteriores Merantau y muy especialmente The Raid marcaron de alguna manera una nueva pauta en el cine de acción contemporáneo, con Apostle cambia de forma radical de escenario y de formas, un viraje de timón tan arriesgado y meritorio como relativamente imperfecto en lo concerniente a su cómputo global.

Una de las cosas positivas de Netflix es la libertad autoral que suele otorgar a la gente que trabaja en sus proyectos, en este sentido no deja de ser bastante sintomático que Apostle, que sin la aportación del canal televisivo posiblemente nunca hubiera visto la luz, sea una película más personal que incluso los anteriores trabajos de su realizados. El cine de Gareth Evans que ya había abordado con anterioridad el tema de las sectas (muy presente este año en Sitges) en el contundente found footage Safe Haven en la colectiva V/H/S/2 siempre se ha caracterizado por apoyarse epidérmicamente en la coreografía, Apostle no es una excepción en este sentido pese al cambio genérico que supone en la filmografía del realizador de origen gales, bajo un envoltorio ciertamente sugerente este nos ofrece un cruce por momentos imposible entre Witchfinder General, Lost (poca gente parece haber reparado en aspectos de ese final) y evidentemente The Wicker Man con el añadido de una parte final que parece beber directamente del universo Lovecraft, en este aspecto si una cosa sobresale en Apostle es la plena coherencia de su autor a la hora de exponer unos códigos plenamente reconocibles en obras anteriores suyas, aquí intentando aplicar la sutileza característica del horror folck por la desmesura habitual de su cine pretérito, algo que termina deviniendo como una empresa  tan meritoria como algo irregular, el problema viene dado en que la historia de Apostle a diferencia de por ejemplo The Raid tiene evidentemente un mayor empaque narrativo y requerían de unos mayores matices en el desarrollo de según qué personajes y situaciones,  Gareth Evans con todo es uno de esos autores que nunca pierde el pulso ni la capacidad de generar escenas de una potencia y una creatividad rara vez vistas vistas en el cine contemporáneo, Apostle pese a sus ocasionales imperfecciones supone la constatación de que Gareth Evans es mucho más que un autor especializado en filmar cine de acción.

Valoración 0/5: 3’5

 

White Chamber

En el futuro cercano, el Reino Unido se encuentra sumido en una cruenta guerra civil. En este escenario, una mujer despierta en un cubículo blanco, donde un interlocutor le exige una información que ella afirma no conocer. En este punto, la habitación aparentemente neutra se convertirá en una sofisticada sala de tortura, que llevará a la protagonista a los límites de su fortaleza física y mental.

Por mucho que se quiera potenciar con algún título que se escape en un principio de la ecuación Panorama es esa sección del festival de Sitges que parece destinada exclusivamente a albergar películas que por una u otra razón no han tenido cabida en la sección oficial, la modesta producción británica White Chamber del realizador Paul Raschid viene a representar casi a la perfección dicho tratado, un film que empieza queriendo ser una especie de remedo temático del Cube de Vincenzo Natali, en el vemos a un personaje encerrado en un habitáculo y sometido a un interrogatorio digamos peculiar, en este sentido White Chamber bajo esa apariencia de ciencia ficción minimalista y como un sinfín de propuestas de semejantes características es esa clase de películas que funcionan mucho mejor planteando preguntas o creando inquietudes que resolviéndolas, es en lo relativo a esas respuestas en donde nos damos cuenta de su insuficiencia y en parte inoperancia a la hora de intentar exponerlas y desarrollarlas de una forma adecuada, White Chamber pese a su evidente modestia presupuestaria intenta transitar por territorios que por momentos dan la impresión que le vienen harto complicado de poder abordar, especialmente en el referido a esa utopía futurista  con un régimen autoritario como epicentro de una guerra civil y soterrada crítica social de trasfondo que queda esbozada en el film casi a modo de Macguffin para dar paso a una acción de claros contornos minimalistas, todo este apéndice narrativo nos es expuesto de forma tan convencional como inverosímil en lo relativo a su conclusión quedándose como una de tantas películas de intenciones a priori sugestivas que quedan empañadas por un errático desarrollo pues al fin de cuentas lo que interesa y funciona meridianamente bien en White Chamber es ese simple juego por momentos reversible del gato y el ratón, entre torturador y víctima, todo lo demás en la manera que está contada en parte sobra.

Valoración 0/5: 1’5

 

One Cut of The Dead

El rodaje de una película de zombies en un almacén abandonado en el que se habían realizado experimentos militares se ve torpedeado por la irrupción de… ¡zombies!

One Cut of The Dead de Shinichirou Ueda sin ser ni mucho menos el mejor film visto en este Sitges 2018 sí que podría considerarse como la película del festival por varios motivos, fue la que indudablemente tuvo un mayor consenso público, en este sentido no deja de ser cuanto menos curioso como en estos últimos años han surgido una serie de films que parecen destinados a ser creados y funcionar mucho mejor en el marco de un certamen cinematográfico que en cualquier otro ámbito de visionado, Sitges es y siempre ha sido un festival de claro índole popular, es por eso que su binomio con un film de las características de One Cut of The Dead fue tan perfecto que apenas alberga dudas con respecto a la unanimidad de los efusivos aplausos cosechados tras sus proyecciones.

De hecho las características y naturaleza de One Cut of The Dead son bien sencillas aunque no por ello reprobables, modestísimo (solo 27.000 dólares de presupuesto) ejercicio por momentos ciertamente brillante de metaficción cinematográfica, en este sentido One Cut of The Dead es un film gestionado y creado por cinéfilos que funciona como un tiro en lo referente a ser una película de zombies que en realidad no lo es, de alguna manera un soplo nuevo en tan saturado subgénero, dicho posicionamiento en lo concerniente a ser una distendida especie de alegato acerca de amor incondicional de crear cine a partir de prácticamente nada la puede emparentar en un principio al Ed Wood de Tim Burton aunque solo en lo relativo a su fondo y no a unas formas que aquí adquieren la condición de película que busca la empatía de forma nada disimulada desde su primer fotograma con el espectador, el convertir la experiencia cinematográfica en un juego cómplice y coordinado con este pues al fin y al cabo One Cut of The Dead no deja de ser un film que pese a su inequívoca modestia está concebido y ejecutado con una inusual inteligencia, un tipo de cine entendido como esencia del mismo a través de su primitivismo original a disfrutar si se tercia eso si en un escenario lo más proclive para que la experiencia sea lo más satisfactoria posible.

Valoración 0/5: 3’5

 

Zoo

El matrimonio de Karen y John se hunde. Deprimidos, se arrastran por la casa como si fuesen muertos vivientes… el problema es que, fuera, se ha propagado una pandemia que convierte a la gente en verdaderos zombis. Encerrada en su apartamento, la pareja se verá obligada a reencontrarse, mientras el mundo a su alrededor se viene abajo.

Presentada en la sección Oficial Discovery  al igual que la japonesa One Cut of The Dead otra de las películas vistas en esta segunda jornada del festival que indagaban en la temática zombie fue la producción danesa Zoo a cargo de Antonio Tublen que algunos años atrás había presentado en Sitges la curiosa LFO. Zoo como afortunadamente muchas de las películas que van surgiendo en estos últimos años intentan al menos con mayor o menor fortuna, valiéndose en esta ocasión de una muy evidente disparidad genérica, encontrar alguna rendija de supuesta originalidad en el muy denostado panorama del subgénero zombie. Zoo, otro film de muy escaso presupuesto, parte de la supuesta peculiaridad de empezar a modo de comedia con algún que otro retazo dramático, en ella se nos explica una funcional crisis de pareja que se ve interrumpida abruptamente por un apocalipsis zombie, este sirve como mera excusa para que dichos personajes ante tal tesitura y adversidad unan sus fuerzas y reseteen de alguna manera una relación sentimental que parecía extinta, esta es la principal tesis por la que transita el film el problema de Zoo viene dado en función de ser una película que en ningún momento termina de posicionarse en relación a lo que realmente quiere ser, en el existen varios tránsitos narrativos a cual más dispar, comedia con gran dosis de ironía, drama sentimental o funcional film de terror van desfilando a lo largo de un metraje dejando una sensación final de simple anécdota que no va mucho más allá de tan singular enunciado, todo ello seguramente venga dado a través de un desarrollo no conceptuado en lo concerniente a dicha amalgama genérica, esa primera parte lúdica e incluso desinhibida da lugar a un segundo tramo que intenta ser mucho más trascendental en lo referente a su tesis haciendo de esta disparidad narrativa el principal hándicap de esta esforzada aunque irregular propuesta.

Valoración 0/5: 2

 

Piercing

Un hombre que se despide con un beso de su mujer y su bebé para, aparentemente, ir a trabajar, tiene un plan para coger una habitación de hotel, llamar a un servicio de señoritas y matar a una prostituta.

Mucha expectación había levantado tras su premier mundial en el pasado festival de Sundance el segundo trabajo tras las cámaras de Nicolas Pesce tras su alabada opera prima The Eyes of My Mother también presente en Sitges hace un par de años, Piercing pese a no ser un film redondo supone un nuevo paso adelante por parte de un autor del cual convendría seguir la pista a conciencia en un futuro no muy lejano.

Basada en la novela homónima de Ryû Murakami Piercing aborda las vicisitudes de dos disfuncionales personajes que parecen no haber encontrado un resquicio de acomodo en una vida digamos convencional, expuesta a modo de thriller psicosexual el relato nos presenta la colisión de ambas personajes a través de lo que en teoría les aleja del resto de personas, un desviado gusto por lo malsano en forma sadomasoquismo, flagelaciones y un variado catálogo de placer a la hora de infringir mutilaciones tanto a los demás como a uno mismo, en este sentido la película se beneficia mucho de la labor actoral de unos correctos Christopher Abbott y Mia Wasikowska en una historia que básicamente parece estar hablándonos a través de un fino humor negro de la insatisfacción del individuo de nuestros días en relación a supuestas fantasías y realidades. Si en The Eyes of My Mother predominaba la construcción de una determinada atmosfera en Piercing como film de pulsiones de difícil control parece ir por otra senda bien distinta, igualmente bien expuesta en lo visual Pesce nos ofrece una oscura fabula acerca de la anormalidad, el film pese a sus escasos 81 minutos de duración sin embargo no termina de tener la homogeneidad manifiesta que requieren esa clase de films cuyo escenario deviene de una forma casi tan teatral como minimalista, dos personajes y dos únicas localizaciones, de alguna manera es como si a Nicolas Pesce le hubiera costado algo el expandir las escuetas 150 páginas del escrito original dando esa sensación tan característica de película que aborda una premisa estimulante que se agota en demasiado poco tiempo. Las digresiones expuestas en Piercing a modo de juguetona variación de la exquisita Phantom Thread de Paul Thomas Anderson en referencia a según qué tipo de relaciones toxicas se vislumbran interesantes desde la lejanía, el deseo perforado de una pareja de psicópatas atormentados da para mucho, lástima que uno termine teniendo la sensación de que todo se queda a medio camino, aun así sin ser algo positivo o negativo con solo dos trabajos en su haber parece bastante claro que todo el cine de Nicolas Pesce hoy en día se basa en una continua referencia ajena, quien sabe si en un futuro cuando empiece a desarrolla un discurso algo más personal nos encontremos con un autor con una voz autoral tan propia como interesante.

Valoración 0/5: 3

Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 5

Oreina

Khalil es un joven desarraigado que vive en la periferia de la ciudad, allí donde los polígonos industriales confluyen con el río y la marisma. Khalil se busca la vida como puede y pasa los días junto a un viejo furtivo, que comparte una casa en la orilla del río con un hermano con el que no se habla desde hace años. En las orillas de la marisma, las mareas marcan el tiempo del amor y el desamor, de la amistad y la venganza.

San Sebastián acogió el debut en el largometraje de ficción, tras su estimulante ensayo documental Sipo phantasma, de Koldo Almandoz, realizador conocido hasta día de hoy por su vasta faceta dentro del cortometraje, la por momentos hipnótica Oreina deviene como una de las más interesantes operas primas presentadas este año dentro de la sección Nuevos Directores.

Tan austera como hermética en según qué tramos Oreina sin apenas artificios estilísticos y que al igual que el anterior trabajo de Koldo Almandoz tiene registros inequívocos de docuficción entran de lleno en esa clase de films que basan todo su supuesto potencial a través de los simbolismos y las sugerencias, en ellas encontraremos en parte las respuestas que parecen imposibilitados sus protagonistas de poder descifrar, Oreina nos habla principalmente de la incomunicación y el desarraigo emocional, de alguna manera los protagonistas del relato no dejan de ser unos seres que transitan de forma algo errática a través del exilio y la insatisfacción emocional, ya sea material o alegórico, en este aspecto Oreina muestra y cuestiona nuestras propias realidades aunque posiblemente la mayor virtud de esta modesta pero agradecida cinta recaiga en el uso escénico del que hace gala, esa periferia Donostiarra tan poco vista en el cine, a medio camino entre la naturaleza de la marisma y la periferia industrializada, a través de todo ello la evocación de unas imágenes que evitan el preciosismo no requiriendo apenas de diálogos y anteponiéndose a cualquier tipo de narrativa al uso, ese paisaje que no se recrea en dar respuestas pero si de alguna manera en formularlas, como fábula de contornos oníricos que pretende ser Oreina pese a alguna que otra carencia en lo relativo a su equilibrio cumple con creces su principal objetivo.

Valoración 0/5: 2’5

 

Illang: The Wolf Brigade

En el año 2029, tras anunciar los gobiernos de Corea del Norte y del Sur un plan quinquenal para unificar el país, las naciones más poderosas del mundo imponen unas fuertes sanciones que paralizan la economía y conducen a un periodo de caos infernal. Tras la aparición de un grupo terrorista armado llamado La Secta que se opone al gobierno y a la unificación, el presidente crea una nueva división policial llamada Unidad Especial que consigue amasar un poder considerable. Pero el servicio de inteligencia Seguridad Pública, al ver decaer su propia influencia, trama un plan para aniquilar a la Unidad Especial. En medio de esta sangrienta lucha entre dos instituciones tan poderosas, surgen rumores sobre una «brigada del lobo» secreta que se está formando en el seno de la Unidad Especial. Armas humanas que se hacen llamar lobos, «Illang» (La brigada del lobo).

No acaba el realizador surcoreano Kim Jee-woon de encontrar el tono de sus primeros y brillantes trabajos tras la cámara, después de aquel fallido periplo norteamericano que dio lugar a la decepcionante The Last Stand y volver a su patria con la algo más entonada cinta de espionaje El imperio de las sombras Kim Jee-woon vuelve a dar un paso hacia atrás con esta aparatosa adaptación del anime japonés TheWolf Brigade escrito por Mamoru Oshii que dio lugar en 1999 al manga Jin-ro de Hiroyuki Okura. Illang: The Wolf Brigade algo lejos de esa adaptación animada atesora un sinfín de característicos lastres del actual blockbuster del país asiático

Illang: The Wolf Brigade además de ser un film de género con ese cierto recelo aun existente en San Sebastián de verlo incluida en su sección oficial dada su condición venía con el añadido de ser una producción Netflix, algo que no imposibilita finalmente a que esta distópia futurista en clave política-acción posea todos los manierismos habituales del mainstream coreano de hoy en día, estos actúan en contra de un film que atesora una duración ciertamente excesiva (con el añadido de poseer una alarmante incapacidad a la hora de poder sintetizar) amen de una trama tan enrevesada en situaciones en apariencia simples que para el espectador poco atento puede resultar incomprensible por momentos, por el contrario es harto evidente que un autor de las características de Kim Jee-woon posee un innegable talento a la hora de capturar en pantalla la acción, en cierta manera lo suyo es algo meramente funcional, la película en este aspecto además de tener un look visual deslumbrante (tan solo 17 millones de dólares de presupuesto) atesora tres set piece de acción muy a tener en cuenta, lástima que todos estos añadidos en su gran mayoría técnicos no sirvan para camuflar una narrativa ciertamente caótica derivando al producto a una suerte de entretenimiento o feliz desvarió que en ningún momento tiende a trasgredir en lo más mínimo, ciertamente un pobre bagaje para un autor de la talla de Kim Jee-woon.

Valoración 0/5: 2

 

Angelo

La historia de Angelo, un africano nacido en el siglo XVIII y trasladado a Europa con 10 años. Convertido en sirviente en la corte de la nobleza ilustrada, sabe utilizar su otredad para llegar a ser un huésped apreciado y una atracción para los miembros de la alta sociedad. Cercano al emperador, decide casarse con Magdalena, una joven criada de la que se enamora. Al hacerlo, Angelo inevitablemente sufre el rechazo de la corte. En la cima de su prestigio, se dará cuenta de que su otredad nunca desaparecerá ni conocerá una vida normal, y será siempre un extraño. Basada en hechos reales.

El austriaco Markus Schleinzer responsable de aquella perturbadora cinta titulada Michael (2011) presento a concurso Angelo, un film en apariencia y teóricamente bastante diferente a su opera prima, en esta ocasión se nos relata una historia de época que curiosamente atesora bastantes consonancias y paralelismos con el presente de nuestros días.

Narrada a través de tres actos, en las tres diferentes etapas de la existencia de su protagonista, Angelo es de esa clase de películas que supedita prácticamente todo su entramado narrativo a través de los silencios, es harto evidente que el film de Markus Schleinzer transita a través de un tono contemplativo que lo deriva a una frialdad tan escénica como emocional, mucho de esta digamos asepsia posiblemente sea a causa de su indudable rigor histórico, ese distanciamiento, voluntario o no, hace que de una forma bastante evidente el espectador se distancie de cualquier tipo de empatía posible tanto en lo referente a sus personajes como a la historia que se nos cuenta, conociendo los precedentes de su realizador un servidor se atrevería a decir que todo termina estando consensuado con intención para que dicho tono de aparente distanciamiento, escenarios tan fríos como claustrofóbicos, acaben dando paso a la alegoría mordaz, al final ese mensaje de un tono que por momentos bordea la sátira queda expuesto de manera bastante definitoria de cara al espectador, básicamente la historia de Angelo es la de un entorno que se muestra tan racista como falsamente hipócrita, en lo concerniente a ese aparente cambio de roles al final seremos testigos de cómo todo pende del mismo hilo de siempre pues Angelo en ningún momento de su pintoresca existencia deja de ser un esclavo, un esclavo de corsé expuesto ante la burguesía como poco menos que una atracción de feria, un ser humano que no le quedó otra que dejarse europeizar para mayor gloria de la aristocracia de aquel entonces, de esta manera nunca una historia confluyo de una manera tan preocupante con nuestro hoy, pasado y contemporaneidad unidos por un pensamiento que no invita precisamente a la esperanza.

Valoración 0/5: 3

 

Quién te cantará

Quién te cantará  nos cuenta como Lila Cassen (Najwa Nimri) era la cantante española con más éxito de los noventa hasta que desapareció misteriosamente de un día para otro. Diez años después Lila prepara su triunfal vuelta a los escenarios pero, poco antes de la esperada fecha, pierde la memoria al sufrir un accidente. Violeta (Eva Llorach) vive dominada por su conflictiva hija Marta (Natalia de Molina). Cada noche escapa de su realidad haciendo lo único que la hace feliz, imitar a Lila Cassen en el karaoke donde trabaja. Un día Violeta recibe una fascinante propuesta: enseñar a Lila Cassen a volver a ser Lila Cassen.

Había mucha expectación por ver el nuevo trabajo tras las cámaras de Carlos Vermut, presente de nuevo en la competición oficial del festival después de arrasar en 2014 con Magical Girl Quién te cantará deviene como un film dogmatizado y algo pulido en referencia a los anteriores trabajos de su autor, en el encontramos señas inequívocas de un imaginario muy propio aunque en esta ocasión expuestas de una forma algo encorsetada.

Posiblemente en Quién te cantará echemos en falta algo del tono imprevisible de locura y según como se mire de libertad creativa  vistas en las dos anteriores películas de su realizador, seguramente todo esto venga dado por como el film parece buscar en todo momento ciertas referencias y estilos de una procedencia en apariencia ajena, unos puntos de asimilación que aunque confluyen no terminan de ser del todo propios, pongamos de ejemplos las reminiscencias más evidentes como son el Persona de Ingmar Bergman o al cine de Pedro Almodóvar, por otra parte un servidor tiene la ligera impresión de que ese sofisticado diseño visual orquestado para la ocasión juega un poco en contra de una originalidad que por momentos cuesta de vislumbrar como en anteriores ocasiones, sin embargo este tercer trabajo del responsable de Diamond Flash como punto a destacar señalar como no rehúye en ningún momento la complejidad inherente de un relato que tiene como epicentro narrativo la identidad, o más bien dicho, el juego que se establece a través de ella, en este aspecto Quién te cantará trata de ese búsqueda vital, de discernir ese reflejo de dualidad que separa el fracaso del éxito, no solo en lo referido al personaje interpretado por Najwa Nimri sino también a su réplica, una Eva Llorach en estado de gracia. A medio camino entre el melodrama y el thriller en Quién te cantará vuelve Carlos Vermut a incidir en aquello tan característico de su cine representado en esa máxima que nos dice que lo realmente importante no es lo que creemos ver sino más bien lo que intuimos que hay detrás de las imágenes, es en esa fantasmagoría en donde el cine de su autor encuentra en ocasiones su verdadera razón de ser.

Valoración 0/5: 3’5

 

Long Day’s Journey Into Night

Luo Hongwu regresa a Kaili, su ciudad natal, de la que huyó hace varios años. Comienza la búsqueda de la mujer que amaba, y a quien nunca ha podido olvidar. Ella dijo que su nombre era Wan Quiwen…

Long Day’s Journey Into Night el nuevo trabajo tras las cámaras de Bi Gan después de su notable puesta de largo con Kaili Blues fue por lo que respecta a un servidor la mejor película visto este año en San Sebastián y muy posiblemente en este 2018, al igual que su opera prima estamos ante un relato que transita básicamente a través de la ensoñación de sus protagonistas, estos viven en un círculo o bucle temporal en el cual es harto difícil el discernir si nos encontramos en el pasado, presente o futuro, posiblemente una de las grandes diferencias entre ambos films radique en lo referente a su presupuesto, algo que propicia que en este noir de tono romántico que es Long Day’s Journey Into Night asistamos a una imaginería a nivel formal ciertamente deslumbrante.

Dividida en dos partes bien diferenciadas Long day’s journey into night es un perfecto ejemplo de película que sobrepasa los supuestos límites narrativos para interpelar directamente a los sentidos a través de la imagen y la deconstrucción de esta como tal, la historia por momentos es lo de menos, un romance del pasado en donde un individuo busca a su amor perdido, inevitablemente dada sus características siempre habrá quien vea un exceso exhibicionismo esteticista en la propuesta, en especial ese desafío formal materializado por ese descomunal plano secuencia de 45 minutos de duración y rodado en 3D, pero también cabría preguntarse cuál es el auténtico cometido e intención de Bi Gan al contarnos y sobre todo en cómo hacerlo semejante historia situada a medio camino entre lo poético y lo existencial, podríamos discernir que estamos ante un relato que circunvala el sueño del recuerdo, o dicho de otra manera, en esta extraordinaria Long Day’s Journey Into Night somos testigos de cómo el cine y la memoria forman parte de un mismo conclave, aquel que nos dice que la representación de la memoria, la primera parte del film, y el cine a modo de una sucesión de escenas que nos mienten, segunda parte de la película, forman parte por igual de esta complejísima historia de amor en donde parecen mezclarse por igual realidad y sueño. Bi Gan con la excelsa Long day’s journey into night construye una película ciertamente insólita y por ende única, narrada a través de una dimensión propia y personal, algo que le termina por consagrar como uno, sino el que más, de los autores más virtuosos y fascinantes surgidos en el actual panorama cinematográfico de Asia, quien sabe si dentro de los próximos años estaremos hablando de todo un referente, hoy en día todo parece indicar que así será.

Valoración 0/5: 4’5

Crónica Festival de Sitges 2018. Día 1

Del 4 al 14 de octubre tuvo lugar una nueva edición del que a día de hoy sigue siendo el festival de género fantástico más importante de Europa y posiblemente del mundo junto al Fantastic Fest de Austin, a la hora de hacer un balance general y algo esquemático de esta edición volver a resaltar al igual que en estos últimos años una rutilante nómina de homenajeados que bien podrían formar parte de cualquier festival de categoría A que se precie, por Sitges desfilaron nombres tan importantes dentro del actual panorama cinematográfico como Peter Weir, Nicolas Cage, Ed Harris, Tilda Swinton, M. Night Shyamalan o Pam Grier entre otros, en este y otros sentidos queda claro que Sitges en varias de sus facetas y como incuestionable certamen de índole popular que siempre ha sido ha tocado techo. Sitges como festival de festivales sigue apostando por una programación del todo inabarcable, en este sentido el anhelado sueño de una quinta sala de proyección deviene tan necesario como complicado de materializarse, en definitiva un auténtico contenedor genérico por el cual desfilan todo tipo de tendencias como viene siendo habitual en estos últimos tiempos, del espectador dependerá dar en la diana a la hora de elegir la opción idónea de visionado, como mal endémico de este cajón de sastre que es Sitges un servidor sigue echando a faltar un mayor rigor en lo que respecta a la equiparación de secciones y una selección algo más coherente a través de ellas, estas como vengo repitiendo año tras años han de servir como guía a la hora de ofrecer según que tendencias para que el espectador sepa o esté bien direccionado en el momento de que poder elegir que ver.

En lo concerniente a desgranar las pautas generales de programación de este Sitges 2018 destacar nuevamente que la cosecha proveniente de Cannes estuvo muy por encima del resto de películas vistas en el certamen, films como Mandy, The House That Jack Built, Climax, Burning, Under the Silver Lake o la espléndida Lazzaro felice están destinados dada su calidad a marcar pautas en un futuro no muy lejano, de San Sebastián también vinieron dos de las mejores propuestas genéricas del año como fueron el High Life de Claire Denis y el In Fabric de Peter Strickland. En lo referente a las secciones Orbita con la magnífica Dragged Across Concrete como abanderada le comió terreno este año a una algo deslucida Noves Visions, se echó en falta de la misma manera un mayor número de proyecciones de films clásicos, los pocos que se pudieron ver este año en Sitges estuvieron relegados a horarios intempestivos como el pase de la restauración en 4K del Maniac de William Lustig y el Nueva York bajo el terror de los zombies de Lucio Fulci, una ausencia en la recuperación de films que se vio en parte algo aliviada por la acertada restructuración de la sección Seven Chances que tuvo para bien el proyectar joyas ocultas como la opera prima de Alex Proyas Spirits of the Air, Gremlins of the Clouds o la reivindicable Dream Demon de Harley Cokeliss amen de documentales tan validos como Blue Velvet Revisited o Wolfman’s Got Nards. Para terminar detenerme de forma muy breve en la polémica que acompaño el pase de la polémica película del youtuber Wismichu Bocadillo, Sitges siempre ha sido un certamen que ha apostado por la trasgresión pero no estaría de más en un futuro por parte de la organización el intentan poner un filtro a según qué determinados productos y eventos, una cosa es el riego en según qué propuestas por las que el certamen siempre se ha mostrado abierto otra cosa es la pueril tomadura de pelo que supone un producto de estas características, en este sentido y pese a lo anecdótico del caso el festival se vio perjudicado de una forma algo injusta por el rum rum mediático de tal hecho, a fin de cuentas en muchos medios periodísticos se terminó hablando mucho más de la polémica que acompaño el pase de Bocadillo que de por ejemplo el brillante cierre de festival en forma de concierto a cargo John Carpenter.

Sitges 2019 en la que será su 52 edición pronto iniciara su andadura, en el veremos expandido a modo de leitmotiv el universo Mad Max (curiosamente de escasa presencia en la historia del certamen), también estará presente los cuarenta años de vida del Alien: el octavo pasajero de Ridley Scott y el Apocalypse Now de Francis Ford Coppola, ambos films a través de sus influencias con respecto al El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad y cómo no..Stanley Kubrick aprovechando los veinte años de existencia de su póstuma Eyes wide shut. A continuación y como viene siendo habitual y a modo de post crónica iremos detallando los más de cincuenta títulos vistos este año en Sitges, en algunos de ellos aprovechando su estreno comercial o simplemente debido a la importancia que creemos que poseen nos detendremos más adelante de una manera más extensa y minuciosa a la hora de poder analizarlos con una mayor ecuanimidad.

 

Au poste!

Lo que empieza siendo un rutinario interrogatorio se acaba convirtiendo en un auténtico caos cuando una pareja de policías protagonizan una serie de retorcidos eventos repletos de extraños asesinatos y de humor negro.

Cuatro años después de su notable Réalité (posiblemente su mejor film hasta la fecha) el realizador francés Quentin Dupieux volvía a Sitges con su último trabajo tras las cámaras titulado Au poste!, en esta nueva aproximación al particular imaginario absurdo de Dupieux este vuelve a hacer gala de un humor de tintes demenciales, en esta ocasión en dosis más pequeñas de lo habitual pero siempre expuesto a través de un sentido del humor marca de la casa.

Si en su anterior Réalité vislumbrábamos una propuesta más contenida y por ende entendible con respecto a sus primeras películas Au poste! parece seguir unas mismas directrices, hay una evidente evolución narrativa pese a la irreverencia y el delirio habitual en este nuevo trabajo de Dupieux, en el por momentos todo llega a ser comprensible dentro de una contextualización adecuada pues al fin y al cabo en el cine del realizador francés no hay nada de convencional. Película de ínfima producción que otorga al producto una percepción escénica de tintes casi teatrales, Au poste! transita más que nunca a través del onirismo absurdo que en esta ocasión aborda la tesis del falso culpable, en el film hay evidentes retazos kafkianos en una trama, si se puede llamar así, que inciden en la sospecha y el consabido juego del gato y el ratón, provista de ingeniosos diálogos, estos están ejecutados a la perfección en lo concerniente al sentido de la paradoja de una historia que finalmente nos es expuesta a modo de una Matroska que deviene en un final metaficticio. Au poste! pese a sus muy evidentes limitaciones deviene como un film jocoso en el buen término de la palabra, como en todo el cine perpetrado por Quentin Dupieux en su innegable originalidad, a diferencia del empaque gamberro de sus primero trabajos, podemos empezar a percibir un interesante subtexto a explorar, algo ciertamente muy a tener en cuenta de cara a futuros trabajos de un autor de talante tan inclasificable.

Valoración 0/5: 3’5

 

Suspiria

Una oscuridad se arremolina en el corazón de una compañía de danza de renombre mundial, una fuerza que engullirá a la directora artística, a una joven y ambiciosa bailarina y a un psicoterapeuta afligido. Algunos sucumbirán a la pesadilla. Otros, por fin, se despertarán.

No es fácil dar el pistoletazo de salida a un certamen como el de Sitges, con la pasada inauguración a cargo de Guillermo del Toro con The Shape of Water se había tocado de alguna manera techo, la reinterpretación de Luca Guadagnino del clásico de Dario Argento Suspiria posiblemente fue la mejor opción para dicho cometido este año aunque a diferencia del consenso crítico otorgado al film del director mexicano en la pasada edición esta nueva Suspiria polarizo opiniones ciertamente contrapuestas, discurso que de alguna manera enriqueció el debate interno sobre la cualidades o no de dicha película.

Dividida en seis actos en la nueva Suspiria hay muy poco del film de Argento, su base como mucho, queda claro pues que estamos ante una relectura en toda regla, algo que de por si es ciertamente interesante y que en parte le da la auténtica razón de ser a este tipo de películas, una nueva visión y no un escaneo del original. Lo que nos ofrece Luca Guadagnino para la ocasión es casi una reflexión en clave política, en el encontramos una interesante exposición del vínculo de la historia con el horror real que en esta ocasión está expuesta casi a modo de estudio de la violencia desatada a lo largo de ella a través de un sugerente escenario que indaga y reflexiona por el contexto político existente en el periodo que acontece la acción, de alguna manera ese imaginarlo del aquelarre queda siempre en un segundo plano, Guadagnino prescinde de tal ornamentación genérica (de echo a los cinco minutos de metraje se nos desvela que existen y quienes son las brujas), de esta manera la Suspiria de Luca Guadagnino posee momentos en los que uno tiene la impresión de que se reverencia más al cine de Rainer Werner Fassbinder que al del propio Dario Argento, la empresa deviene ciertamente ambiciosa, quizás demasiado, hay ciertos tramos en que parece que Guadagnino mire por encima del hombro al género de terror, exceptuando la magnífica set piece del primer asesinato, sin embargo existen estilemas tales que otorgan esa sensación de estar ante una película que quiere abarcar demasiado y que por momentos da la impresión de que se le va de la mano al director italiano, hay mucho de psicoanálisis en ella ciertamente, sin embargo el aquelarre final termina siendo tan impactante como cuestionable en referencia a sus formas quedando la sensación de estar ante una película tan fascinante dado la innegable radicalidad de la propuesta como algo imperfecta a la hora de analizarla en referencia a su algo irregular estructura global, con todo y pese a sus imperfecciones un servidor muy a favor de relecturas que independientemente de su resultado final se atreven a tanto.

Valoración 0/5: 3’5

 

Climax

Climax nos sitúa a mediados de los años noventa, un grupo de veinte jóvenes bailarines de danza urbana que se habían reunido para unas jornadas de tres días de ensayos en un internado en desuso situado en el corazón de un bosque, hacen su último baile común y luego festejan una última fiesta de celebración alrededor de una gran fuente de sangría. Pronto, la atmósfera se vuelve eléctrica y una extraña locura los atrapará toda la noche. Les parece obvio que han sido drogados, no saben por quién o por qué.

Gaspar Noé es un sospechoso habitual en Sitges, con Climax (Premio a la Mejor Película) volvía a un certamen por el que han pasado todos sus anteriores trabajos como realizador, en este su nueva película el cineasta francés vuelve a hacer gala (de forma mucho más afortunada que su anterior Love) de una capacidad innata a la hora de intentar incomodar al respetable, en esta ocasión a través de una obra tan exuberante en sus formas como trasgresora a la hora de intentar aplicarle una narrativa entendida como convencional.

Es evidente que la sutileza nunca ha sido una virtud en el cine perpetrado por un Gaspar Noé que felizmente parece haberse despojado de esa etiqueta nada favorecedora de enfant terrible, para ello no hay mejor ejemplo que una película tan epidérmica y extenuante en el buen sentido de la palabra como es esa danza de contornos alucinógenos que es Climax, ese supuesto mensaje por el que orbita la trama como es ese primitivismo del ser humano una vez despojado (de forma accidental en esta ocasión a modo de intoxicación colectiva) de las apariencias por las que nos solemos mover dentro de nuestro contexto social, queda a merced de una reflexión a posteriori por parte del espectador, en este sentido más que la originalidad del mensaje en cuestión lo que valida una propuesta tan fascinante y nihilista como la que nos ocupa es su condición de obra única, difícilmente veremos una película que se acerque a los cánones por los que en esta ocasión transita Gaspar Noé, hay algo en cómo está expuesta Climax (modulada para la ocasión como casi una película de terror) que no podemos dejar de mirar todo lo que está aconteciendo en ella, en este sentido cuerpos y espacios nos son expuestos a modo de una película-trance que deambula en todo momento por un virtuosismo visual compuesto por dos esmerados planos secuencias separados por uno cenital a modo de frontera supuestamente terrenal en donde el primer baile se va convirtiendo en una concéntrica intoxicada, en este sentido no deja de ser sintomático que el auténtico aquelarre visto este año en Sitges no vino de la mano del Suspiria del Luca Guadagnino y si de un inspirado y radical Gaspar Noé.

Valoración 0/5: 4

 

The Field Guide to Evil

The Field Guide to Evil es el nuevo omnibus impulsado por los productores de The ABCs of Death, en esta ocasión reuniendo a algunos de los cineastas más visionarios que han circulado por el género en los últimos años para realizar una exploración colectiva del lado más oscuro del folklore en distintas partes del mundo.

Después de un tiempo en donde era harto difícil el encontrar películas que indagaran en dicha temática en estos últimos años viene siendo algo habitual la proliferación de producciones de índole episódicas, raro es el año que en Sitges no se presenten algunas muestras de ello, en esta edición fueron dos las propuestas vistas en el certamen que transitaban por dicho temario, por un lado la algo decepcionante Nightmare Cinema y por otro The Field Guide to Evil, esta última tiene la particularidad de centrarse en lo referente a sus historias en relatos del folklore local de diferentes partes del mundo.

Si exceptuamos la seminal Dead of Night (1945) gran parte de las películas de segmentos, empezando por el auténtico abc de dicha temática como fueros las producciones de la Amicus o incluso remontándonos a films de los 70 y 80 como por ejemplo Trilogy of Terror, Creepshow o la rescatable Cat’s Eye estaban dirigidos por un solo director, esto de alguna manera otorgaba al conjunto un tono compacto a unas películas de naturaleza de por si irregular dada su condición, The Field Guide to Evil como la práctica totalidad de films episódicos realizados hoy en día son dirigidos de forma colectiva por diferentes directores, algo que la deriva de forma casi obligatoria a un trazo discontinuo en lo referente a su desarrollo, es casi imposible encontrar en ellas un tono meridianamente compacto, The Field Guide to Evil no es una excepción en este aspecto pero tiene la particularidad de al menos transitar por lugares tan exóticos como inusuales en este tipo de propuestas, una indagación en los mitos y cultura locales como es el ahora denominado folk horror, el resultado como era de esperar es harto irregular sin embargo a parte del añadido de que cada historia está ambientada en el país de cada autor la nómina de directores presentes en esta antología deviene ciertamente como muy interesante, entre tanto baturrillo de intenciones dispares se vislumbra el talento pujante de autores tales como Ashim Ahluwalia cuya esplendida Miss Lovely nunca me cansaré de recomendar, Can Evrenol, el dúo formado por los austriacos Severin Fiala y Veronika Franz, Agnieszka Smoczynska también presente en el certamen con Fugue y como plato fuerte final posiblemente el mejor segmento de la película a cargo de Peter Strickland titulado The Cobbler’s Lot, un delicioso y ambiguo, en lo genérico como suele ser habitual en su autor, cuento popular húngaro expuesto en modo expresionista, propuesta está tan rica en matices que justifica ya de por sí un film de las características de The Field Guide to Evil.

Valoración 0/5: 3

 

Ánimas

Ánimas nos cuenta como Álex es una chica segura de sí misma, con una fuerte personalidad y gran tenacidad. Está muy unida a su mejor amigo Abraham, a quien brinda constante ayuda y apoyo, ya que Abraham es un chico tímido, retraído e inseguro, principalmente debido a la compleja relación con sus padres. Pero todo cambia cuando Daniel, el padre de Abraham, muere en un extraño accidente, cuya causa no está clara. A partir de este momento, Álex caerá en un viaje alucinatorio que la llevará a un descenso al infierno, donde la línea entre la realidad y la pesadilla se volverá borrosa hasta el punto en el que Álex comenzará a cuestionar los fundamentos de su propia existencia.

No ha sido ciertamente un buen año en lo referente a producciones patrias las vistas este año en Sitges, Ánimas que inauguraba la siempre interesante sección Noves Visions puede considerarse un buen paradigma de todo ello. El dúo formado por José F. Ortuño y Laura Alvea que venían precedidos de su anterior y destacable The Extraordinary Tale of the Times Table presentaron en el certamen Ánimas, un film repleto de referencias genéricas expuestas de manera tan obvias que el supuesto plagio de ellos se convierte irremediablemente en homenajes, una película que termina siendo tan arriesgada como fallida y que podría encuadrarse al igual que la hoy olvidada Verbo de Eduardo Chapero-Jackson en esa clase de films que transitan a través de la creación de una atmosfera provista de unas connotaciones oníricas bastante perceptibles a la hora de explicarnos historias que si bien no son novedosas lo intentan ser en el modo que están contadas, esto en esta ocasión supone para el film que nos ocupa un auténtico hándicap pues esta queda supeditado en todo momento a ese factor sorpresa que uno intuye al final, el problema viene dado en referencia a ese supuesto giro narrativo que deviene como algo previsible, hay una evidente sutileza en los mimbres de la historia no así en lo referente a su desarrollo pues Ánimas termina pecando de cierta pretenciosidad en lo concerniente a unas intenciones que de una forma involuntaria acaban derivándola en gran parte de su metraje hacia unos parámetros bastantes manidos dentro del subgénero de terror juvenil, al final en este drama con connotaciones de thriller fantástico lo único rescatable de su propuesta radica en unas apariencias complejas que buscan de salir de una tangente ya preestablecida en demasiadas ocasiones, lástima que todo se quede en un flujo de intenciones defectuosamente ejecutadas.

Valoración 0/5: 2

 

Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 4

Beautiful Boy

Crónica sobre la adicción a la metanfetamina y el intento de recuperación y de salir de las drogas a través de los ojos de un padre que observa a su hijo mientras lucha contra la enfermedad de la drogodependencia.

El punto más bajo con bastante diferencia con respecto al resto visto este año dentro de la sección oficial a concurso en San Sebastián por lo que a un servidor respecta recayó en el primer trabajo en lengua inglesa (tras la buena acogida de su anterior Alabama Monroe 2012) a cargo del belga Felix Van Groeningen titulado Beautiful Boy, film que incide de lleno en ese término despectivo tan de moda en la actualidad como es el porno emocional.

Al igual que hace un par de años con un film de semejanzas casi clónicas en lo referente a su estructura como fue aquella ya olvidada por fortuna Freeheld de Peter Sollett (curiosamente también con Steve Carell en su reparto, un actor que da la sensación de parecer estar obsesionado en base a repetidas actuaciones estridentes y emocionales por estar presente si o si en la gala de los premios Oscar), a tal respecto uno tiene la sensación que la presencia de una película de las características de Beautiful Boy en la sección oficial se debe a compromisos ineludibles por parte del festival, cuesta imaginar algo que sea distinto, el film de Felix Van Groeningen es de esos que se vislumbran en intenciones a muy larga distancia, historia cruda y desgarradora acerca de la drogodependencia contada de forma horrible por lo convencional que resulta todo el entramado orquestado en ella.  Beautiful Boy está provisto de un aire telefilmero bastante perceptible, todo resulta previsible de principio a fin por mucho que se recurra a una estructura narrativa fragmentada en diversos tiempos en base a inocuos flashbacks, sea cual sea el punto abordado por parte de Groeningen y el guionista Luke Davies el espectador un poco avispado ira siempre un paso por delante de ella, estamos pues ante una película en donde lo explícito y sensacionalista da paso a un tono rutinario que roza por momentos lo censurable, esa falta de una evolución narrativa acorde termina derivando a Beautiful Boy en todo lo contrario de lo que eran sus primigenias intenciones, sensación acrecentada con la total ausencia de contención en lo concerniente a su exposición, o lo que es lo mismo ver como lo tremendista termina anulando por completo cualquier lazo emocional valido que puede existir entre el relato y el espectador.

Valoración 0/5: 1

 

Le cahier noir

Esta es la historia de las aventuras que corre, a finales del siglo XVIII, una singular pareja formada por un pequeño huérfano de orígenes misteriosos y su joven enfermera italiana, también de cuna incierta. Su estela nos lleva de Roma a París, de Lisboa a Londres, de Parma a Venecia. En la sombra, por razones ocultas, los acecha continuamente un calabrés de apariencia sospechosa y un cardenal inquietante, mientras nos hacen explorar las oscuras intrigas del Vaticano, las punzadas de una pasión fatal, un espantoso duelo, las habladurías en la corte de Versalles y las convulsiones de la Revolución Francesa.

Mucha expectación había suscitado el nuevo trabajo tras las cámaras de la veterana realizadora Valeria Sarmiento tras su notable La telenovela errante vista el pasado año, Le cahier noir que parte de una novela del portugués Castelo Brancoes es de esas película que parecen ancladas en otra época no de forma caprichosa, algo que no siempre tiene que ser visto como algo negativo como parece que entendieron de forma algo errónea gran arte de la crítica desplazada al certamen.

Lo primero que habría que aclarar con respecto a Le cahier noir es su condición de película que ha de ser contextualizada de una forma medianamente coherente, referirse a ella como un simple film encorsetado de época que indaga en el folletín dramático y romántico seria quedarse muy en la superficie, cuando más arriba me refería a estar presenciando un film que parece estar realizado en un ámbito temporal inusual no era en lo concerniente a estar ante una película desfasada sino a intentar evocar una época pretérita no sólo a través un rigor histórico y escénico sino mediante la utilización de unas propias formas a la hora de representarla, esto en consiste en aplicar unos códigos muy concretos a la narrativa, especialmente los referidos a su puesta en escena y sus consiguientes referentes históricos en los que se sustenta, es ahí en donde podemos percibir como ese engañoso realismo soterrado esta en todo momento acompañada a través de una inteligente ironía que termina escenificando de forma pulcra los sentimientos propios de un melodrama muy específico, es en este término donde convendría pararse a reflexionar si estamos realmente ante un producto de una naturaleza anacrónica o simplemente esta se aparta conscientemente de unos cánones narrativos contemporáneos que desvirtuarían su propia narrativa. Le cahier noir termina siendo algo más que un culebrón a la vieja usanza como muchos se atrevieron a calificarla, poniendo de nuevo de manifiesto que no estaría de más intentar asimilar convenientemente ya no solo nuevos y revolucionarios conceptos cinematográficos sino también aquellos que a través de una mirada hacia atrás se atreven a la valiente reinterpretación del melodrama, en el caso que nos ocupa el de época.

Valoración 0/5: 3’5

 

Julia y el zorro

Julia, una ex-bailarina de 40 años, y su pequeña hija de 12, Malena, se aíslan en una casa de campo de las sierras de Córdoba. Tratan de superar el duelo de su marido y padre de su hija. Los días pasan sombríos hasta que Julia conoce a Gaspar, un joven bailarín de 20 años que la anima a presentarse a un concurso de baile en la peña del pueblo.

Presentada en la sección Nuevos Directores el segundo largometraje de la realizadora argentina Inés María Barrionuevo tras su anterior y prometedora Atlántida vino a certificar esa clase de películas en donde un escenario equidistante actúa como principal motor de la narración, Julia y el zorro es una película que en todo momento se mueve a través de los erráticos estados de ánimos de sus dos protagonistas y que aborda el duelo, o más bien la suspensión de este, pues lo que presenciamos durante toda la acción es la espera de un vencimiento por parte de una madre e hija que intentan recomponer una situación pasada, para ello el escenario que utiliza María Barrionuevo para tal cometido deviene como muy reconocible, quizás demasiado para un relato que intenta en todo momento transitar a través de la alegoría y sus consabidos tiempos muertos, de alguna manera esa anhelada redención que busca un nuevo inicio para sus protagonistas queda marcada de forma clara y en todo momento por ese caserío situado en alguna región recóndita de Córdoba como epicentro escénico de meditación y aislamiento de los actos por los que se mueve sin un rumbo fijo la madre y que deriva finalmente la trama hacia el consabido y bastante usual drama rural, algo que confiere al relato en lo relativo a sus supuestas intenciones posicionarla un escalón más bajo del que inicialmente parecía querer partir su directora.

Valoración 0/5: 2’5

 

Viaje al cuarto de una madre

Viaje al cuarto de una madre nos cuenta como Leonor (Anna Castillo), y su madre, Estrella (Lola Dueñas), viven juntas en un pequeño pueblo. Ambas se protegen y se cuidan como mejor saben hacerlo, Leonor quiere marcharse de casa pero no se atreve a decírselo a su madre, por su parte Estrella no quiere que se vaya, pero tampoco es capaz de retenerla a su lado, esta tesitura la enfrentaran a una nueva etapa de la vida en la que su mundo en común se tambalea. Este invierno ambas tendrán que emprender un viaje para dejar de ser hija y madre las veinticuatro horas del día y descubrir quiénes pueden llegar a ser por separado.

Entre tanta trascendencia fílmica y tono alegórico visto en la mayoría de películas vistas este año en San Sebastián y especialmente en esa sección de primeros y segundos trabajos que es Nuevos Directores no deja de ser agradecido el enfrentarte a una película de las características de Viaje al cuarto de una madre, la opera prima de la realizadora Celia Rico basa su principal valía en la sencillez de su propuesta pero también en la efectividad de cómo saber ejecutar con solvencia a través de lo austeridad lo que son las complejas relaciones familiares entre una madre y una hija.

En Viaje al cuarto de una madre lo que en apariencia parece menos significa más, todo un mosaico de minúsculos detalles, de alguna manera estamos ante ese tipo de películas muy modestas en intenciones pero que dan la impresión de que cada mimbre que la configuran están adecuadamente colocados y funcionan casi a la perfección. En este estudio de la trascendencia a través de la sencillez que acontece en un espacio cerrado, un piso de muy pocos metros cuadrados, asistimos a un continuo dialogo casi sin palabra entre madre e hija, a través de un tono en todo momento mesurado vemos como ambas protagonistas han de enfrentarse a una serie de sentimientos que en ocasiones resultan complicados de gestionar a través de las palabras y que se complemente continuamente a través de ese juego de puntos de vista dispar, quizás por eso Viaje al cuarto de una madre es una película que aparte de capturar el paso del tiempo con cierta exquisitez se mueve constantemente a través de los silencios y la contención, la notable labor actoral por parte de Lola Dueñas y Anna Castillo devienen como clave ante tal cometido. En este estimulable retrato del amor maternofilial que es Viaje al cuarto de una madre hay mucho talento a explorar remitiéndonos de forma casi obligada a seguir con inusitada atención los trabajos que acometa Celia Rico Clavellino en el futuro.

Valoración 0/5: 3

 

In Fabric

In Fabric transcurre sobre el telón de fondo del ajetreado periodo de las rebajas de invierno en unos grandes almacenes y sigue los pasos de un vestido maldito conforme pasa de mano en mano, con devastadoras consecuencias.

No deja de ser todo un éxito dado su riesgo para un festival como el de San Sebastián el ser el primer certamen de categoría A en programar en su sección oficial a concurso un film dirigido por el británico Peter Strickland, posiblemente el cineasta más original y creativo surgido en estos últimos años en el panorama cinematográfico europeo, la sofisticada In Fabric fue sin lugar a dudas la película más honesta en intenciones y divertida en resultados vista este año en el Zinemaldia.

In Fabric como todo el cine de su autor es un film plagado hasta la extenuación de sensaciones que contiene interesantísimas texturas audiovisuales, es de esas películas que de alguna manera se respiran, aquí tan descompensada en su cómputo global como fascinante a la hora de aplicar un estilo concreto que atesora una cantidad ingente de ideas y referentes en ella, Giallo, comedia negra que transita a través del absurdo e infinidad de retazos al cine de Jess Franco, Jean Rollin o incluso Jacques Tourneur entre otros muchos. Peter Strickland que de forma nada caprichosa ha querido ambientar la película antes de la era de internet sigue a bastante diferencia de sus congéneres, pocos autores en la actualidad, Hélène Cattet & Bruno Forzani, Kiyoshi Kurosawa en ocasiones, saben tocar teclas tan novedosas dentro del actual cine de género, un tipo de películas en definitiva que parte de la referencia a un cine pretérito que bien asimilado lo convierte en algo personal, la historia contada (la vanidad como eje narrativo principal) por el autor de la magnífica The Duke of Burgundy es lo de menos, lo que realmente importa es el trayecto, por momentos imposibles de evaluar de una forma coherente, una sinfonía del desorden que paradójicamente a acaba siendo plenamente consecuente en lo concerniente a lo que son sus intenciones. Como debilidad personal de un servidor en referencia a este Lost Highway con revestimiento de vestido maldito que es In Fabric destacar a la hipnotizante presencia de la actriz Fatma Mohamed, sus cuatro minutejos en The Duke of Burgundy ya hacían implosionar desde dentro la película, aquí al igual que en el exquisito segmento The Cobblers’ Lot rodado por Peter Strickland en la colectiva The Field Guide to Evil logran que la actriz de origen rumano expande metraje adquiriendo contornos de musa. In Fabric como paradigma de película que antepone lo sensorial a lo racional termina siendo un perfecto ejemplo de lo que debería ser un ejercicio de máxima libertad creativa, pocas veces en estos últimos años una película consigue ser tan perturbadora a través de la comedia y viceversa, lo dicho, todo una joya.

Valoración 0/5: 4

 

Red Joan

Año 2000. Joan Stanley disfruta de su retiro en un barrio residencial. Su apacible vida se ve súbitamente trastornada cuando es arrestada por el MI5, acusada de proporcionar información a la Rusia comunista. Pasamos a 1938, cuando Joan es una estudiante de física en Cambridge que se enamora del joven comunista Leo Galich y, a través de él, comienza a ver el mundo de un modo diferente. Trabajando en unas instalaciones de alto secreto dedicadas a la investigación nuclear durante la Segunda Guerra Mundial, Joan llega a la conclusión de que el mundo está al borde de una destrucción garantizada. Al enfrentarse a una pregunta imposible -¿qué precio pagarías por la paz?- Joan debe elegir entre traicionar a su país y a sus seres queridos o salvarlos. Película basada en la vida de Melita Norwood (Joan Stanley en el film), la espía británica que estuvo más tiempo al servicio de la KGB.

El merecido Premio Donostia otorgado a la actriz Judi Dench vino acompañado con la proyección de Red Joan, adaptación de la novela de Jennie Rooney basado en hechos reales a cargo del británico Trevor Nunn, un film que peca de ser demasiado funcional en donde su tono académico juega en su contra pese a la buena labor actoral llevada a cargo por la propia Judi Dench y la joven Sophie Cookson.

Estructurada en tres marcos narrativos distintos Red Joan adolece de una falta de equilibrio bastante manifiesto en los varios temarios que intentan abordar, por un lado no trasciende como mera película romántica de espías incidiendo en manidos tropos del género plagado de personajes y lugares bastantes estereotípicos, por otra parte tampoco acaba de funcionar en el presente de una acción ubicado en el año 2000 durante el interrogatorio a su protagonista principal, a parte de la buena labor interpretativa de Judi Dench, algo con lo que ya contábamos de antemano, este arco argumental deviene como meramente transitorio, de alguna manera elíptico, lejos de desvelar claves de la trama juega en todo momento al despiste pero no de manera intencionada ni como objetivo principal sino más bien como una simple línea distanciada a modo de receso de lo que en teoría importa, hay un tercer acto empero que se vislumbra algo más interesante en lo concerniente a lo que es su supuesta tesis, aquella en donde asistimos al dilema moral de la protagonista principal a la hora de intentar racionalizar una traición a su propio país, lástima que este último apartado sea tan escueto como anecdótico en su desarrollo quedando uno con la sensación de estar ante una película de bonita ambientación que no termina de saber a ciencia cierta qué historia nos quiere acabar de contar.

Valoración 0/5: 2

Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 3

 

Yuli

Yuli es el apodo de Carlos Acosta. Su padre Pedro le llama así porque le considera el hijo de Ogún, un dios africano, un luchador. Sin embargo, desde pequeño, Yuli siempre ha huido de cualquier tipo de disciplina y educación. Las calles de una Habana empobrecida y abandonada son su aula particular. Su padre en cambio no piensa lo mismo, sabe que su hijo tiene un talento natural para la danza y por eso le obliga a asistir a la Escuela Nacional de Cuba. Pese a sus repetidas escapadas y su indisciplina inicial, Yuli acaba siendo cautivado por el mundo del baile, y así, desde pequeño comenzará a forjar su leyenda, llegando a ser el primer bailarín negro que logrará interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet, originariamente escritos para blancos, en compañías como el Houston Ballet o el Royal Ballet de Londres.

Yuli la nueva colaboración de Icíar Bollaín con el guionista Paul Laverty tras También la lluvia y El olivo nos sitúa en el algo pantanoso terreno del biopic cinematográfico, en esta ocasión las memorias del bailarín de origen cubano Carlos Acosta nos son retratadas a través de la mirada del propio protagonista a lo que fue su pasado, esta visita guiada por el propio Acosta que parte de la novela autobiográfica No Way Home pretende ser ante todo empática con el espectador, quizás de manera demasiado forzada.

En Yuli existe una confrontación bastante evidente y no bien resuelta en lo relativo a ser un relato que en ningún momento llega a ser autónomo de por sí, los largos números de ballet en donde  estética y sensibilidad son representados de forma impoluta actúan y terminan estando supeditados a una narración que en ningún momento llega a ser fluida, de alguna manera todo queda entrebancado a través de unos discursos que devienen como muy dispares, en este aspecto el nuevo film de Icíar Bollaín se desarrolla de forma irregular en lo concerniente a su narrativa. Las escenas que vemos en Yuli se reparten sistemáticamente en aquellas en donde presenciamos los números de danza y los intervalos de melodrama familiar, evidentemente tanto en un caso como en otro se recurre de forma nada disimulada a la expresividad como principal abanderado de la estética dando como resultado final un tono algo tosco al conjunto, por otra parte hay un exceso de sobreexplicación en ese viaje al pasado por parte del protagonista, un servidor hubiera deseado algo más de matiz en esas vivencias pretéritas, esa reiteración de ideas que vemos a través de sucesivos flashbacks terminan derivando al producto hacia un tamiz algo convencional. Al final de cuentas lo que nos intentan explicar tanto Icíar Bollaín como Carlos Acosta es aquella praxis de que  el arte nace en ocasiones con la misión de intentar liberar el dolor de la mente, lástima que todo esto termine estando supeditado al subrayado y a una descomposición narrativa bastante evidente.

Valoración 0/5: 2

 

First Man

Cuenta la historia de la misión de la NASA que llevó al primer hombre a la luna, centrada en Neil Armstrong (interpretado por Ryan Gosling) y el periodo comprendido entre los años 1961 y 1969. Un relato en primera persona, basado en la novela de James R. Hansen, que explora el sacrificio y el precio que representó, tanto para Armstrong como para Estados Unidos, una de las misiones más peligrosas de la historia.

Dentro dela sección Perlas se pudo ver la nueva película de Damien Chazelle First Man, adaptación al cine de la novela autobiógrafa First Man: The Life of Neil A. Armstrong de James R. Hansenun, un salto cualitativo a nivel de producción con respecto a sus anteriores trabajos en una historia que nos cuenta una visión muy personal sobre la carrera espacial estadounidense centrada de forma casi específica y unitaria en el personaje de Neil Armstrong interpretado para la ocasión por un solvente Ryan Gosling.

First Man bascula en todo momento a través de una curiosa dualidad épica, la patriótica y la personal, algo convencional a la hora de retratar la hazaña histórica y más compleja en lo relativo a mostrarnos el drama familiar, de alguna manera la primera transita por referentes ya vistos de forma demasiado frecuente con anterioridad, es en este segundo apartado en donde el responsable de Whiplash y La La Land se adentra en esa travesía interior del protagonista con mayor fortuna en donde se nos cuenta la cronología de una victoria colectiva a través de una odisea personal, de alguna manera el duelo de un solo hombre, este posicionamiento hace que pese a sus características no estemos ante una película que se sustente únicamente en la espectacularidad de sus imágenes, algo que otorga al conjunto una singularidad bastante manifiesta e incluso personal, un blockbuster atípico provisto de una hondura existencial que por momentos no puede derivar al cine perpetrado por Terrence Malick, ese sufrimiento como camino redentor hacia una trascendencia nos es expuesta de forma tan poética y como elíptica, para la reflexión final nos queda el planteamiento de como el hombre pudo llegar a la Luna gracias en parte a un instinto no tanto de supervivencia  y si de suicida, la historia en definitiva de un hombre que no encontraba otra manera de manejar su dolor interior que jugándose la existencia en esa hoy vista por nuestros ojos como una loca carrera por explorar el espacio a través de esas naves tan obsoletas que surcaron hace tiempo el espacio.

Valoración 0/5: 3

 

Les météorites

Nina, una chica de dieciséis años, sueña con vivir aventuras. Mientras tanto, pasa el verano entre su pueblo en el sur de Francia y el parque temático en el que trabaja. Justo antes de conocer a Morad, un adolescente de una familia argelina que vive en las casas de protección oficial que hay en las cercanías, Nina divisa un meteorito cayendo del cielo que al parecer solo es visible para ella… como un presagio.

Una de las últimas incorporaciones a la sección de este año de Nuev@s Director@s fue la opera prima del realizador francés Romain Laguna Les météorites, cinta de un incuestionable atractivo visual que explora un universo iniciático a través de una mirada adolescente como no podía ser de otra manera, dicha estructura en apariencia bastante denostada hoy en día a través de ese subgénero que muchos denominan por el nombre de coming-of-age aquí queda expuesta a través de una continua alegoría que por momentos puede parecer algo difusa en lo concerniente a sus supuestas intenciones. Les météorites es una de esas películas que pese a transitar en todo momento por un realismo crudo basa su principal activo en un estilo que deviene como premeditadamente estético en prácticamente todas las facetas que va abordando a lo largo de su metraje, ese trazo atmosférico en el que se sustenta Romain Laguna a modo de ejercicio de estilo queda validado de alguna manera a través tanto de una paleta de colores contrastados como una onírica música a cargo de Maxence Dussère, estos mimbres digamos de una inequívoca índole sensorial cuya hipotética función tiene como finalidad un carácter hipnotizador de cara al espectador terminan por adueñarse por completo de una función cuyo argumento no deja de ser esquemático, casi anecdótico, ese día a día de la adolecente protagonista expuesto de forma minimalista ofrece la oportunidad a Romain Laguna a detenerse minuciosamente en el detalle e incluso en la inmersión, es ahí en donde de alguna manera Les météorites adquiere su razón de ser, esta no es otra que la de retratarnos un paisaje que a la vez que su protagonista está en un continuo movimiento pese a tener la impresión que dicha travesía vital no parece conducir hacia ningún lugar específico más allá de la espontaneidad por la que se mueve de forma casi sistemática la joven protagonista.

Valoración 0/5: 2’5

 

Girl

Lara, de 15 años, sueña con convertirse en bailarina. Con el apoyo de su padre, se lanza de lleno a esta búsqueda interminable. Pero su cuerpo no se doblega tan fácilmente a la disciplina que le impone, porque en realidad cuando nació era un niño.

Dadas sus características la opera prima de Lukas Dhont podría haber formado parte perfectamente de la sección Nuev@s Director@s de no venir avalada con los premios obtenidos (FIPRESCI incluido) en el pasado Festival de Cannes dentro de la sección Un Certain Regard, Girl atesora las virtudes y defectos al uso de las óperas primas, una historia que bascula principalmente a través de un sacrificio ubicado en el transición sexual de un adolescente en pleno proceso de cambio no natural, al igual que en la laureada Billy Elliott el primer trabajo tras las cámaras de Lukas Dhont posee esa clase de mimbres tan reconocibles (identidad de género) que la hacen empatizar de forma casi instantánea con el espectador.

Posiblemente la mejor virtud que podemos encontrar en el film del belga Lukas Dhont aparte de la portentosa actuación interpretativa del joven Victor Polster sea en ver cómo no se incide de forma abrupta en la crueldad social en lo concerniente a la cuestión transgénero, por fortuna tampoco lo hace en el tono académico tan habitual en este tipo de propuestas, en este aspecto Girl atesora una convincente profundidad psicológica tanto a cargo del personaje principal como del entorno que le rodea en el día a día, en cómo no sentirse cómodo ante unas expectativas que no acaban de cumplirse, el tono documental tan presente en todo el metraje otorga al conjunto una frialdad en lo referente a la exposición de sus personajes, es en este posicionamiento escénico en donde Girl saca de forma algo tímida musculo, a fin de cuentas otro valor añadido de la cinta radica en ver como Lukas Dhont no se apoya en la militancia ni el alegato social de tal coyuntura, todo queda como un relato personal, una travesía contenida y en cierta medida costumbrista por mucho que la muy controvertida escena final nos quiera decir todo lo contrario.

Valoración 0/5: 3

 

Coincoin et les z’inhumains

Coincoin et les z’inhumains nos muestra como Quinquin es ahora adulto y se hace llamar CoinCoin. Deambula por la Costa de Ópalo y asiste a reuniones del Partido Nacionalista con Fatso, su amigo de la infancia. Su antiguo amor, Eve, lo ha abandonado por Corinne. Cuando cerca del pueblo encuentran un magma extraño, de repente los habitantes comienzan a comportarse de una manera muy rara. Nuestros dos héroes, el capitán Van Der Weyden y su leal ayudante Carpentier, investigan dichos ataques alienígenas. La invasión extra-humana ha comenzado.

Uno de los platos fuertes este año de esa sección tan en alza en estos últimos años como es Zabaltegi-Tabakalera fue la nueva creación televisiva a cargo de Bruno Dumont titulada Coincoin et les z´inhumains, miniserie de cuatro episodios con una duración total de 200 minutos que viene a ser una secuela cuatro años después de su anterior y aclamada P´tit Quinquin, en este nuevo trabajo tras las cámaras el realizador francés vuelve a incidir en la comedia, aunque claro, tratándose de un autor de las características de Dumont este como tal se podría denominar ya de por si como un género en sí mismo.

Coincoin et les z’inhumains como en casi toda la filmografía del director galo (en especial sus últimos trabajos) apuesta por una deriva formal llevada hasta las últimas consecuencias, no se trata de elevar el slapstick y los gags al absurdo de lo que es en teoría más allá de su cometido, tampoco un servidor es de los que piensan que esa alegoría social de trasfondo expuesta en medio de tanta locura sea el mensaje y la función primigenia del film, lo que nuevamente Bruno Dumont  intenta es llevar al espectador hasta el límite, para ello las interpretaciones de ese dúo de policías formado por Bernard Pruvost y Philippe Jore resulta clave ante tal ecuación. De alguna manera Coincoin et les z’inhumains no deja de ser una excéntrica vacuna contra el mal actual que nos rodea en nuestro día a día, problemas tales como pueden ser la inmigración o el auge de la extrema derecha, deformidades de la actual sociedad tratadas en esta ocasión por un Bruno Dumont que toma distancia narrativamente de tales consonancias argumentales para revertir en parte sobre ellas claves habituales del género fantástico, referencias de las que se nutre principalmente en su discurso con el fin de hablar entre otras cosas del miedo al diferente o los prejuicios hacia lo que no consideramos como propio, todo ello expuesto en un escenario en donde caben desde el Apocalipsis hasta el doppelgänger o incluso el subgénero zombie, el número musical final en donde se aglutina todo estos temarios no deja de ser una honesta declaración de intenciones por parte de Bruno Dumont hacia el espectador, en el vemos una de las miradas y discursos más libres, personales y por ende valientes que podemos encontrar en el actual panorama cinematográfico europeo.

Valoración 0/5: 4

Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 2

El reino

Manuel, un influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a favor para dar el salto a la política nacional, observa cómo su perfecta vida se desmorona a partir de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco, uno de sus mejores amigos. Mientras los medios de comunicación empiezan a hacerse eco de las dimensiones del escándalo, el partido cierra filas y únicamente Paco sale indemne. Manuel es expulsado del reino, señalado por la opinión pública y traicionado por los que, hasta hace unas horas, eran sus amigos. Aunque el partido pretende que él cargue con toda la responsabilidad, Manuel no se resigna a caer solo. Con el único apoyo de su mujer y de su hija, y atrapado en una espiral de supervivencia, Manuel se verá obligado a luchar contra una maquinaria de corrupción que lleva años engrasada y contra un sistema de partidos en el que los reyes caen, pero los reinos continúan.

Mucha expectación había levantado el nuevo trabajo tras las cámaras de Rodrigo Sorogoyen, director que volvía a San Sebastián a competir por la preciada Concha de Oro dos años después de presentar aquel notable thriller policial titulado Que Dios nos perdone, en El reino Sorogoyen nos vuelve a introducir en el epicentro de las cloacas pero desde una perspectiva y una mirada de fondo algo distinta a su anterior trabajo dado escenario y personajes, no tanto en lo relativo a sus formas, que sigue bebiendo de las claras connotaciones del noir, aquí sustituyendo los puros retazos criminales de aquella por los políticos de esta en una trama que en esta ocasión nos deriva a hacia una corrupción que parece funcionar de forma casi vitalicia en según qué ámbitos de nuestra actual sociedad.

Pese a ese ritmo narrativo tan adrenalítico en casi todo su desarrollo impuesto como marca de la casa por parte de Rodrigo Sorogoyen en El reino (casi una carrera contra reloj de un individuo hacia una salvación que por momentos se antoja como casi imposible) estamos ante un film de un claro tono patrio dada sus características de fenómeno social actual por mucho que su envoltorio en ocasiones de la impresión de beber de fuentes ajenas a nuestro territorio escénico, lo que se nos cuenta no deja de ser una radiografía de nuestra clase política en estos últimos años aunque expuesta a modo de trasfondo pues en El reino asistimos a un relato en primera persona (nueva demostración del notable talante interpretativo a cargo de Antonio de la Torre) hacia una huida, la reflexión moral ante tal comportamiento sin embargo se vislumbra muy entre bambalinas, ese estudio de la moral política de nuestro país apenas existe en el aglomerado expuesto por Sorogoyen quedando en un segundo plano, casi a modo de reflexión posterior por parte del espectador una vez vista la película. El reino termina basculando a través de una crítica soterrada a un sistema que nace dentro de un propio sistema ya corrupto de antemano, en este sentido todo termina siendo un bucle infinito, tan reconocible ante nuestros ojos como ciertamente doloroso.

Valoración 0/5: 3

 

Rojo

A mediados de los años 70, un hombre extraño llega a una tranquila ciudad de provincias. En un restaurante, y sin motivo aparente, comienza a agredir a Claudio, un reconocido abogado. La comunidad apoya al abogado y el extraño es humillado y expulsado del lugar. Más tarde y camino a casa, Claudio y su mujer, Susana, son interceptados por el hombre extraño, quien está determinado a cobrarse una terrible venganza. El abogado toma entonces un camino sin retorno, de muerte, secretos y silencios.

La fuerte presencia del cine latinoamericano en esta edición del Zinemaldia estuvo representada en su palmarés final en Rojo (Mejor director, Actor y Fotografía), si más arriba hablábamos de como en El reino de Rodrigo Sorogoyen indagaba casi a modo de thriller noir en el baremo moral de la actual clase política española el film del argentino Benjamín Naishtat transita por contornos en apariencia bastantes similares aunque vistos a través de otra época y país, en este caso a modo de preludio de una dictadura que está a punto de aparecer, un preludio que a la postre termina siendo más desgarrador que las consecuencias venideras, de alguna maneras y dadas sus formas esa reflexión de la corruptibilidad se sitúa casi en las antípodas de la película interpretada por Antonio de la Torre, tanto a un nivel metafórico como en lo referido a sus supuesta verisimilitud narrativa.

La tercera película del responsable de la notable Historia del miedo nos sitúa en un contexto histórico determinado, a partir de dicho escenario asistimos a una trama de contornos tan soterrados como violentos, bajo esa apariencia de tranquilidad y cotidianidad por la que se mueve un cada vez más solvente Darío Grandinetti no presenciamos pero si intuimos que algo aparentemente horrible está sucediendo bajo la alfombra, en este aspecto Rojo funciona como un perfecto vehículo que de manera minuciosa y algo punzante nos muestra un lienzo de una época determinada a modo de narrativa pretérita, una mirada que por momentos deviene tan impávida como incómoda y que llega a cuestionar las pequeñas miserias a las que el individuo se presta y que terminan derivándole en un peligroso terreno que abona degradaciones y humillaciones sociales de vario índole, de este modo Rojo se instala en el retrato de un sociedad muy concreta, en el vemos como sus integrantes se comportan en consonancia a la influencia de dicho escenario, como inmejorable ejemplo de todo ello nada mejor que esa trama detectivesca no resuelta desde el interior como clara alegoría de que a partir de ese momento la historia venidera seguirá en un mismo escenario sin lograr encontrar a los auténticos responsables.

Valoración 0/5: 2’5

 

Cold War

Con la Guerra Fría como telón de fondo, una apasionada historia de amor entre dos personas de diferente origen y temperamento que son totalmente incompatibles, pero cuyo destino les condena a estar juntos. A caballo entre Polonia, Berlín, Yugoslavia y París, Cold War presenta una historia de amor imposible en tiempos imposibles.

Dentro de la sección Perlas la presencia de la nueva película de Pawel Pawlikowski venía a ser casi obligatoria, Cold War premio al mejor director en el pasado Festival de Cannes es indiscutiblemente una de las películas del año, al igual que su anterior trabajo tras las cámaras, la notable Ida, el director de origen polaco vuelve a rendir cuentas con la historia, en esta ocasión en la Polonia de la posguerra, en ella durante los duros años del estalinismo asistimos bajo un riguroso blanco y negro a modo de clara metáfora de aquellos oscuros años a una historia de amor con un continuo trasfondo de tragedia provisto de claras connotaciones de lo que se podría denominar como decepción romántica.

A parte de que Cold War tiene el indudable añadido de transitar en todo momento a través de habituales y agradecidos estilemas del cine musical Pawel Pawlikowski es de esos directores que dadas sus características parecen pertenecer a una época distinta a la actual, es de esos autores que se amparan en lo formalmente deslumbrante para presentar imágenes que suelen dejar poso, al mismo tiempo se permite el lujo de recrear ambientes y como estos inciden en la narrativa de sus protagonistas, excepcionales Tomasz Kot y Joanna Kulig, tanto a la hora de expresar sensaciones con simples miradas como a la hora de intentar ubicarnos a través de sus propias travesías en una historia de amor que avanza temporalmente a saltos en lo relativo al tratamiento del tiempo y cuyas elipsis actúan a modo de un emocionante estudio sobre la decepción. Una historia modélica en todos los sentidos cuyo cometido en definitiva es mostrarnos un amor tan rotundo como sincopado pero nunca encauzado por indecisión o circunstancias adversas, aquel que no puede ocurrir y se perpetúa a lo largo de un tiempo que nunca parece acabar, en pocas ocasiones el amor representado como un estado de ánimo tan doloroso y desesperado esta tan bien expuesto como el que nos muestra la magnífica Cold War.

Valoración 0/5: 4’5

 

ALPHA, The Right To Kill

Con el trasfondo de las enérgicas medidas del gobierno para luchar contra las drogas ilegales, la policía, liderada por los SWAT, el cuerpo de élite, lleva a cabo una operación para arrestar a Abel, un importante distribuidor de metanfetamina, con el sargento Moisés Espino y su confidente Elijah aportando información. Una violenta batalla se desata entre los SWAT y los hombres de Abel en un barrio de chabolas. Abel huye llevándose dinero y metanfetaminas. Los SWAT lo matan, pero antes de que los investigadores irrumpan en el lugar de los hechos, Espino roba el bolso de Abel.

Esta edición del Festival de San Sebastián seguramente haya sido la que ha ofrecido en su sección oficial a competición más cine género a lo largo de toda su historia, la notable ALPHA, The Right To Kill (justo Premio especial del Jurado) del prolífico realizador filipino Brillante Mendoza es una película que indaga de forma clara en el thriller policial expuesto aquí a partir de un tono vertiginoso, como telón de fondo se nos explica desde el mismo interior la guerra contra el narcotráfico emprendida en el país por el presidente Rodrigo Duterte, el film nos termina explicando de una forma bastante pulcra como la corrupción en determinados ámbitos estatales termina siendo generalizada.

ALPHA, The Right To Kill viene a ser un perfecto cierre a esa trilogía del mal compuesta por la contundente Kinatay y la reivindicable Sapi, Brillante Mendoza en esta su nueva película da la impresión que reverencia por momentos al cine de acción perpetrado por Johnnie To e incluso al de Michael Mann, especialmente en lo referente a su contenido y no tanto en unas formas que adoptan por momentos ciertas reminiscencias de lo que podríamos denominar como un cinéma-verité al uso, sensación acrecentada por el continuo manejo de la cámara en mano, de este modo en ALPHA, The Right To Kill vemos como ningún personaje de los que transitan por la acción logran salvarse de la quema moral expuesta con una inusual soltura y un estimable manejo escénico por parte Brillante Mendoza, deviniendo por momentos como una muy estimable suma de conceptos bien ejecutados en ese marco territorial opresivo que son los barrios más decadentes de Manila que aquí son mostrados como auténticas ratoneras y que actúan a modo de pesadilla territorial irrespirable, hay momentos en que el film incluso adopta las reminiscencias de un survival al uso pero siempre desde la más estricta trastienda y bajo una inconfundible perspectiva de denuncia en donde policías corruptos y supervivientes ocasionales intentan subsistir dentro de un microcosmos tan asfixiante como imposibilitado de dar oportunidades a cualquier vía de salida redentora.

Valoración 0/5: 4

 

Shoplifters. (Un asunto de familia)

Osamu y su hijo se encuentran con una niña en mitad de un frío glacial. Al principio, y después de ser reacia a albergar a la niña, la esposa de Osamu aceptará cuidarla cuando se entere de las dificultades que afronta. Aunque la familia es pobre y apenas gana suficiente dinero para sobrevivir a través de pequeños delitos, parecen vivir felices juntos, hasta que un accidente imprevisto revela secretos ocultos, poniendo a prueba los lazos que les unen.

Uno de los nombres propios en esta edición del Festival de San Sebastián fue indiscutiblemente el del director nipón Hirokazu Kore-eda, un flamante y merecido Premio Donostia que presentaba la última Palma de Oro en Cannes Shoplifters, otro fascinante y apasionante estudio como no podía ser de otra manera acerca de la complejidad existente entre los lazos familiares.

En Shoplifters (posiblemente el mejor trabajo de su director en los últimos años) Hirokazu Kore-eda nos vuelve a explica una historia familiar, o más bien un acercamiento a ella, un desarrollo e integración a un núcleo de un personaje no afín a él. Todo el cine del director japonés ha basculado a través de la cotidianidad pero siempre expuesta a través de una problemática que irremediablemente entra en colisión con el tono de naturalidad por el que suelen transitar los personajes habituales en las historias que nos suele contar Kore-eda, aquí se vuelve a incidir en esa hermosa convivencia contada a través de la sensibilidad y la mirada de su autor. En estos últimos años algunos han incidido mucho en el carácter demasiado buenista (incluido su thriller judicial The Third Murder) que Kore-eda ha otorgado a sus últimos trabajos, en esta ocasión se despoja en parte de ese trazo para transitar a medio camino por sendas ya visitadas en su anterior y ejemplar Nobody Knows, en Shoplifters vemos como la sonrisa termina en parte siendo desgarradora, de alguna manera lo que podríamos denominar como algo tierno (tan extravagante como cercano) entra en colisión con el desasosiego, o dicho de otra manera, con la cruda realidad social, pues afín de cuentas los personajes de esta historia no dejan de ser víctimas de una sociedad que en parte les repudia de forma casi sistemáticamente evitando el subrayado en las contradicciones del propio sistema, el sentimiento siempre modélico a cargo de Kore-eda actúa pues a modo de válvula de escape cuya la finalidad pese a lo caótico del escenario termina siendo la propia supervivencia cueste lo que cueste de sus protagonistas.

Valoración 0/5: 4

Cine de terror 1930 – 1939. Un mundo en sombras

No fue hasta la década de los treinta cuando el cine de terror llegó a convertirse en un género cinematográfico. Nutrido, en el plano argumental, tanto de referentes literarios como de obras teatrales, encontró en el expresionismo una estética de las sombras asumida de inmediato como propia. Con el componente industrial que conlleva cualquier género cinematográfico, el terror alumbró durante estos años decisivos los monstruos clásicos y un star system especializado –encabezado por astros como Bela Lugosi, Boris Karloff y Lionel Atwill, y arropado por una galería impagable de heroínas y secundarios–, al servicio de una serie de temas recurrentes gracias a los cuales directores estrella como Tod Browning o James Whale, y talentos de la talla de Edgar G. Ulmer o Karl Freund, desarrollaron su carrera y deslumbraron al mundo entero.

El presente ensayo analiza desde los hitos del género a los títulos más recónditos, aporta las claves para entender cada película y la trayectoria de sus artífices, y ofrece, en definitiva, una panorámica completa del periodo; pone de relieve el peso específico del terror en la Historia del cine y se detiene tanto en Hollywood como en otros rincones del planeta, con un capítulo dedicado al horror británico y otro donde se glosan las importantes contribuciones del cine mexicano, alemán o francés. Todo ello en una edición excepcional, enriquecida con imágenes, bibliografía, citas y una serie de manejables índices que aquilatan el valor de este libro como obra de referencia y consulta.

Autor; Pedro Porcel, Editorial: Desfiladero Ediciones, Colección: Moviola, Páginas; 392

Crónica Festival de San Sebastián 2018. Día 1

Del 21 al 29 de septiembre tuvo lugar la 66 edición del Festival de San Sebastián, a la hora de hacer un breve balance general de las constantes principales que han marcado esta edición apuntar una vez más el buen funcionamiento implantado y plenamente asentado del modelo del equipo liderado por José Luis Rebordinos, muy posiblemente el Zinemaldia a día de hoy ha llegado a un punto de crecimiento del cual convendría reflexionar para poder adecuarlo de forma algo más consecuente en el futuro, es evidente que San Sebastián siempre ha sido un certamen popular en el buen sentido de la palabra, un festival que ha crecido muy rápidamente en estos últimos años en relación a numero de acreditados y público, posiblemente el problema venga dado en que el parque de salas es el que es, insuficiente a todas luces ante tal crecimiento, seguramente si se dispusiera de 5 salas más el problema de overbooking seguirían existiendo, no se trata pues de reformular un modelo que funciona bastante bien pero si adaptarlo a una nueva contingencia, esto posiblemente pase por la reducción del número de películas proyectadas y en intentar aplicar una serie de retoques a la hora de adaptarlo de forma algo más conveniente en algunos pases para acreditados.

En lo concerniente a la programación volver a incidir en la coyuntura de estos últimos años que ha sabido aprovechar para bien el festival con respecto al crecimiento en importancia del certamen de Toronto, ocasión esta que posibilita el contar con títulos allí proyectados que anteriormente parecían destinados a verse en Venecia, destacar del mismo modo la apuesta arriesgada en la programación por un tipo de cine autoral que años atrás hubiera sido impensable verlo competir dentro de la sección oficial, a propuestas vista con anterioridad como por ejemplo High-Rise,  Evolution o Ni juge, ni soumise este año han tenido una continuidad con las excepcionales In Fabric de Peter Strickland, High Life de Claire Denis o en menor medida The Innocent de Simon Jaquemet , por otra parte el cine español estuvo representado en su sección oficial por posiblemente lo más destacado del año rubricado con una merecida Concha de Oro a la que es seguramente la mejor película patria del presente curso, la notable Entre dos aguas de Isaki Lacuesta.

En otro orden de cosas destacar la muy evidente pujanza del cine latinoamericano en el panorama cinematográfico actual, representada en el certamen ya no solo en la habitual Horizontes Latinos sino en diferentes secciones del certamen, la obligada presencia de Netfilx como punto de partida casi necesaria de cara el futuro y en especial la exquisita retrospectiva acompañada de una espléndida publicación dedicada a la realizadora y guionista británica Muriel Box. A continuación y como viene siendo habitual en estos ultimo años desgranar a modo de crónica diaria todo lo que dio de sí esta nueva edición del Festival de San Sebastián.

 

El amor menos pensado

Marcos (Darín) y Ana (Morán) llevan casados más de 25 años, pero ambos entran en una crisis existencial que los lleva a separarse. Al principio la vida de solteros les parece fascinante y excitante, pero pronto se torna también monótona para ella y pesadillesca para él.

No es tarea fácil el encontrar una inauguración en San Sebastián que logre un consenso mayoritario vistas las ultimas, y algo decepcionantes todo hay que decirlo, películas que han cumplido tal cometido en pasadas ediciones, el debut en la dirección del ya veterano productor Juan Vera con El amor menos pensado como servicial comedia que es no dejaba de ser una especie de golpe de timón por parte del certamen en busca de ese anhelado y complicado consenso, para dicha misión nada mejor que jugar la carta de Ricardo Darín, un activo en sí mismo ya habitual dentro del propio festival.

El amor menos pensado es en parte un vehículo que dada sus características parece estar al exclusivo servicio actoral, unos notables  Ricardo Darín y Mercedes Moránque, un film que formaba parte de la sección oficial a competición y que versa principalmente a través del dialogo, una comedia romántica que intenta desentrañar a través de varios periodos de tiempo y un sinfín de encuentros y desencuentros la erosión y posterior devenir por separado de una pareja que se separa tras 25 años de unión, casi un tratado sobre una segunda primera vez, o el intento, después del agotamiento, un film de contornos casi teatrales dada su naturaleza, tan reflexivo como intranscendente en su acabado final, pues a fin de cuentas lo que nos intenta explicar Juan Vera, que en ocasiones y de forma algo curiosa intenta recurrir a dispositivos formales no manidos como esa continua ruptura de la cuarta pared por parte de sus dos protagonistas, es el transitar por los más tópicos y reconocibles lugares ya vistos con anterioridad. Su algo difusa adscripción genérica no deja de ser indicativo de este film amable pero a todas luces intrascendente, una película situada a medio camino entre la comedia ligera y el drama sentimental de contornos reflexivos en donde sus mejores tramos los encontraremos curiosamente en aquellos escasos momentos en donde se despoja de tales corceles narrativos y abraza el humor más desmedido.

Valoración 0/5: 2

 

The Innocent

Ruth trabaja en un laboratorio de investigación en neurociencia, a pesar de ser miembro de una familia cristiana extremadamente tradicionalista y conservadora. Repentinamente se verá enfrentada con su pasado cuando, tras haber estado veinte años en la cárcel, reaparece su antiguo amante y la lleva a cuestionarse sus sentimientos, su vida y, pronto, su fe.

The Innocent segundo largometraje del realizador de origen suizo Simon Jaquemet tras su notable Chrieg (también presente en San Sebastián en 2014 dentro de la sección New Directors) fue una de esas cintas presentada este año en San Sebastián que en un principio atesoraba la intención de romper esquemas temáticos con respecto a un cine de trazo algo más convencional, ciertamente The Innocent es una película de difícil catalogación, tanto a un nivel genérico como narrativo, que transita por sendas en un principio tan arriesgadas como imperfectas en lo relativo a sus formas pero no exentas de un cierto interés, el film retrata una caída a los abismos mentales de un personaje que lucha por la prevaricación existente entre un racionalismo y un dogmatismo interno.

En The Innocent vemos como la protagonista principal (una notable y solvente interpretación a cargo de Judith Hoffman) alberga una encarnizada lucha interior que abarca la práctica totalidad del film, en el vemos como a través de una suerte de ensoñación con respecto a un personaje vinculado a su pasado que logra despertar en ella los fantasmas de una anterior vida que había estado soterrada hasta ese momento, una existencia pretérita distinta a la actual, un pasado en definitiva que entra en clara colisión con un presente en donde la religión a modo de falso dogma actúa como elemento desestabilizador en la fracturada mente de la protagonista. Fe y ciencia ubicados en una estricta comunidad religiosa de la que es participe y que actúa como un microcosmos nocivo en la mente de la protagonista, a partir de ese posicionamiento de derrumbe mental el film desarrolla sendas tan atractivas (plagado de simbolismos y elementos que nos remiten irremediablemente al universo claustrofóbico de un Roman Polanski en sus inicios) como irregulares pues hay momentos en que la lógica argumental parece tomar la misma dirección de desvarió estructural que el trayecto del que es participe la propia protagonista. The Innocent con todas las derivas y aristas que atesora deviene por momentos como una obra de tintes tan magnéticos como misteriosos muy tener en cuenta.

Valoración 0/5: 3

 

Asako I & II

Asako es una joven de 21 años que vive en Osaka. Se enamora de Baku, que es un espíritu libre, pero éste desaparece de repente. Dos años más tarde, Asako vive en Tokio y conoce a Ryohei, que se parece extraordinariamente a Baku, aunque tiene una personalidad totalmente diferente. Asako acaba enamorándose de Ryohei.

Igual que en la sección oficial otra historia romántica fue la encargada este año de inaugurar Perlas, Asako I & II el nuevo trabajo tras las cámaras del realizador nipón Ryusuke Hamaguchi deviene como un paso atrás en relación a su anterior y notable Happy Hour, posiblemente en esta ocasión las expectativas estaban demasiado altas, Hamaguchi vuelve a mirar sin disimulo a la cultura de la actual juventud japonesa a través del trazo sentimental, lástima que este en teoría atractivo enunciado no acabe de estar en su desarrollo a la altura de todo lo que en un principio parecía prometer.

Es indudable la buena mano y sutileza de Ryusuke Hamaguchi en los detalles, Asako I & II basada en la novela de Tomoka Shibasaki es una película que transita a través de un pensamiento dual, la de su protagonista interpretada con una desmedida alienación por parte de Erika Karata, una dicotomía del pensamiento sentimental que sin embargo y como indico más arriba no logra ir mucho más allá de lo que es su planteamiento inicial, posiblemente el gran lastre del film lo encontremos en la negativa de su autor en abandonar claves en apariencia manidas dentro del melodrama al uso, esto ocasiona que por momentos lo que en un principio puede parecer ciertamente atractivo en relación a ese juego de identidades dobles termine derivando de forma algo peligrosa en el terreno del culebrón con todo lo que conlleva dicha catalogación, con todo Ryusuke Hamaguchi es de esos autores que saca petróleo ante la falta de recursos, seguramente en futuros trabajos haga gala de ello pues el talento suele ser inherente aunque en esta fallida Asako I & II cueste algo el visualizarlo.

Valoración 0/5: 2

 

L’homme fidèle

Marianne abandona a Abel por Paul, su mejor amigo y padre del hijo que espera. Ocho años después, Paul fallece. Abel y Marianne vuelven a estar juntos, lo que provoca los celos tanto del hijo de Marianne, Joseph, como de la hermana de Paul, Eva, secretamente enamorada de Abel desde su infancia.

Una de las primeras películas a tener en cuenta este año dentro dela sección oficial a competición fue el nuevo trabajo tras las cámaras del francés Louis Garrel con L’homme fidèle, un por momentos bríllate y ameno estudio acerca de los roles de pareja actuales dentro de las relaciones amorosas a través de un triángulo en donde se nos expone como la atracción y posterior compromiso pueden erosionar e incluso desvirtuar cualquier tipo de relación sentimental.

En esta continua historia de amor y desamor que es L’homme fidèle con guion del indispensable Jean-Claude Carrière somos testigos de cómo el personaje masculino interpretado por el propio Louis Garrel es constantemente utilizado en mayor o menor medida por parte de los designios de los dos personajes femeninos con los que interactúa, Laetitia Casta y Lily-Rose Depp, de alguna manera dicho personaje se encuentra muy a pesar suyo ante un continuo enfrentamiento ante unos nuevos códigos de comportamiento que desconoce por completo y que no llega a comprender a la perfección en ningún momento de la trama pues siempre da la impresión de ir varios pasos por detrás de sus amantes ocasionales, una argumentación en apariencia compleja que es resuelta a partir de una sencilla compresión narrativa. Posiblemente una de las mayores virtudes que atesora el film se encuentre en ver como en su desarrollo se va jugando de forma no caprichosa con los géneros adyacentes a la acción argumental, comedia, un surrealismo que termina derivando en un juguetón cine negro y ligeros trazos de dramatismo son algunos puntos de ingenio elaborados con cierta espontaneidad e incluso solvencia, las constantes voces en off aparte de aligerar y clarificar la narrativa actúan como referente casi  bressonianos en una acción que termina siendo tan fluida en su desarrollo como poco trascendente una vez finiquitada.

Valoración 0/5: 3

 

Smallfoot

«Smallfoot» da un giro a la leyenda de Bigfoot cuando un Yeti joven y listo se encuentra con algo que pensaba que no existía: un ser humano. La noticia de este «humano» le trae la fama y la oportunidad de conseguir a la chica de sus sueños. Asimismo, provoca una conmoción en la sencilla comunidad de Yetis al preguntarse qué otras cosas pueden existir más allá de su aldea nevada.

Dentro de las proyecciones del Velódromo en el Zinemaldia se pudo ver la cinta animada basada en el libro de Sergio Pablos Smallfoot, última producción a cargo de Warner Animation Group, una agradable y liviana relectura del mito del Yeti, presentado en esta ocasión en forma de comunidad. Smallfoot bascula en todo momento como es regla común en films de estas características a través de un tono en todo momento feliz y dicharachero que parte de una premisa que en principio puede parecer algo básica pero que conforme avanza el relato adquiere un carácter derivativo que valida la propuesta en cuestión, las consecuencias viralizables de las redes sociales y el conflicto que ello puede acarrear como problemática a debatir o la reflexión que expone acerca de los prejuicios sobre identidades erróneamente preestablecidas solo son algunas de las vertientes por las que intenta transitar una cinta que encuentra acomodo en lo relativo a su propia funcionalidad a través de la pedagogía, ello da lugar a un dialogo abierto y por ende enriquecedor, cuestiones tales como el derecho a cuestionar tradiciones ancestrales que termina derivando en una invitación a la exploración individual del descubrimiento también son expuestas con cierto aplomo, una constantes estas relativamente bien ejecutadas y sin cargar las tintas en ello que hacen de Smallfoot una película que va más allá del simple y llano entretenimiento  cumpliendo una de las máximas obligatorias en este tipo de género cinematográfico.

Valoración 0/5: 2’5