Crónica Festival de Sitges 2018. Día 2

Fleuve noir

Un policía desengañado (Cassel) empieza una investigación sobre la desaparición repentina de un adolescente, mientras que al mismo tiempo ve cómo su hijo delincuente vuelve a su vida, tras haberse embarcado en el universo del narcotráfico, para que le ayude a salvar a un amigo.

En este Sitges 2018 dentro de su sección Orbita hubo una presencia bastante más abundante de lo habitual del cine policiaco, Fleuve noir que obtuvo una Mención especial en el palmarés final contaba con el añadido de estar dirigida por el realizador francés Érick Zonca, responsable de aquella historia intimista que bebía de forma nada disimulada de la nouvelle vague titulada La vie revée des anges, ahora con Fleuve noir se adentra en el cine de género con una de las sorpresas más agradables que dio este año el festival de Sitges en lo referente al thriller.

Fleuve noir como relato que fluctúa a través de una desaparición y posterior investigación es ante todo una película de personajes más que de historia, estos nos son expuestos como claros arquetipos del cine negro en especial al referido taciturno detective interpretado con solvencia por un Vincent Cassel en estado de gracia, algo menos reconocible resulta el muy sensitivo principal sospechoso a cargo de Romain Duris, entre ambos se establece un juego de sospechas y falsas pistas que será el principal motor narrativo de una trama de evidente ritmo lento que se toma su tiempo en ser desarrollada a través de una intriga que emparentada a medio camino entre el polar francés y el cine noir deviene como algo típica, en referencia a los matices expuestos principalmente a modo de duelo psicológico vendrán a través de los dos protagonistas antes mencionados, de cómo por medio de ellos se establece un interesante estudio de personalidades a cual más dispar. Posiblemente a Fleuve noir debido a que le cuesta zafarse de ciertos estereotipos genéricos termine faltándole algo de nervio narrativo en alguno de sus tramos, su principal articulación argumental versa a través del falso culpable cerrándose la historia de forma devastadora, de alguna manera es ahí en donde el film de Érick Zonca intenta proponer aunque de forma algo escueta un discurso que intenta y en parte lo consigue ir más allá del consabido duelo interpretativo antes comentado.

Valoración 0/5: 2’5

 

Apostle

Apostle nos sitúa en el Londres de 1905, Thomas Richardson viaja a una isla remota para intentar rescatar a su hermana que al parecer ha sido secuestrada por una misteriosa secta que pide un rescate para poder liberarla. Decidido a recuperarla de la manera que sea viaja hasta la isla en donde reside un extraño culto religioso bajo el liderazgo del carismático profeta Malcolm, pronto queda claro que la secta se arrepentirá del momento en que molestó a este hombre, ya que él empezará a indagar en los secretos y mentiras en torno a los que se ha construido la comunidad.

A día de hoy, y todo indica que de una forma más notoria en el futuro, viene siendo habitual que cualquier festival de cine que se precie presente en su programación alguna producción Netflix en su sección oficial, Sitges no podía ser ajena a dicha coyuntura y a pocos días de estar disponible en la plataforma de tv se presentó en sociedad Apostle, su responsable Gareth Evans es uno de los nuevos habituales de Sitges, sus anteriores Merantau y muy especialmente The Raid marcaron de alguna manera una nueva pauta en el cine de acción contemporáneo, con Apostle cambia de forma radical de escenario y de formas, un viraje de timón tan arriesgado y meritorio como relativamente imperfecto en lo concerniente a su cómputo global.

Una de las cosas positivas de Netflix es la libertad autoral que suele otorgar a la gente que trabaja en sus proyectos, en este sentido no deja de ser bastante sintomático que Apostle, que sin la aportación del canal televisivo posiblemente nunca hubiera visto la luz, sea una película más personal que incluso los anteriores trabajos de su realizados. El cine de Gareth Evans que ya había abordado con anterioridad el tema de las sectas (muy presente este año en Sitges) en el contundente found footage Safe Haven en la colectiva V/H/S/2 siempre se ha caracterizado por apoyarse epidérmicamente en la coreografía, Apostle no es una excepción en este sentido pese al cambio genérico que supone en la filmografía del realizador de origen gales, bajo un envoltorio ciertamente sugerente este nos ofrece un cruce por momentos imposible entre Witchfinder General, Lost (poca gente parece haber reparado en aspectos de ese final) y evidentemente The Wicker Man con el añadido de una parte final que parece beber directamente del universo Lovecraft, en este aspecto si una cosa sobresale en Apostle es la plena coherencia de su autor a la hora de exponer unos códigos plenamente reconocibles en obras anteriores suyas, aquí intentando aplicar la sutileza característica del horror folck por la desmesura habitual de su cine pretérito, algo que termina deviniendo como una empresa  tan meritoria como algo irregular, el problema viene dado en que la historia de Apostle a diferencia de por ejemplo The Raid tiene evidentemente un mayor empaque narrativo y requerían de unos mayores matices en el desarrollo de según qué personajes y situaciones,  Gareth Evans con todo es uno de esos autores que nunca pierde el pulso ni la capacidad de generar escenas de una potencia y una creatividad rara vez vistas vistas en el cine contemporáneo, Apostle pese a sus ocasionales imperfecciones supone la constatación de que Gareth Evans es mucho más que un autor especializado en filmar cine de acción.

Valoración 0/5: 3’5

 

White Chamber

En el futuro cercano, el Reino Unido se encuentra sumido en una cruenta guerra civil. En este escenario, una mujer despierta en un cubículo blanco, donde un interlocutor le exige una información que ella afirma no conocer. En este punto, la habitación aparentemente neutra se convertirá en una sofisticada sala de tortura, que llevará a la protagonista a los límites de su fortaleza física y mental.

Por mucho que se quiera potenciar con algún título que se escape en un principio de la ecuación Panorama es esa sección del festival de Sitges que parece destinada exclusivamente a albergar películas que por una u otra razón no han tenido cabida en la sección oficial, la modesta producción británica White Chamber del realizador Paul Raschid viene a representar casi a la perfección dicho tratado, un film que empieza queriendo ser una especie de remedo temático del Cube de Vincenzo Natali, en el vemos a un personaje encerrado en un habitáculo y sometido a un interrogatorio digamos peculiar, en este sentido White Chamber bajo esa apariencia de ciencia ficción minimalista y como un sinfín de propuestas de semejantes características es esa clase de películas que funcionan mucho mejor planteando preguntas o creando inquietudes que resolviéndolas, es en lo relativo a esas respuestas en donde nos damos cuenta de su insuficiencia y en parte inoperancia a la hora de intentar exponerlas y desarrollarlas de una forma adecuada, White Chamber pese a su evidente modestia presupuestaria intenta transitar por territorios que por momentos dan la impresión que le vienen harto complicado de poder abordar, especialmente en el referido a esa utopía futurista  con un régimen autoritario como epicentro de una guerra civil y soterrada crítica social de trasfondo que queda esbozada en el film casi a modo de Macguffin para dar paso a una acción de claros contornos minimalistas, todo este apéndice narrativo nos es expuesto de forma tan convencional como inverosímil en lo relativo a su conclusión quedándose como una de tantas películas de intenciones a priori sugestivas que quedan empañadas por un errático desarrollo pues al fin de cuentas lo que interesa y funciona meridianamente bien en White Chamber es ese simple juego por momentos reversible del gato y el ratón, entre torturador y víctima, todo lo demás en la manera que está contada en parte sobra.

Valoración 0/5: 1’5

 

One Cut of The Dead

El rodaje de una película de zombies en un almacén abandonado en el que se habían realizado experimentos militares se ve torpedeado por la irrupción de… ¡zombies!

One Cut of The Dead de Shinichirou Ueda sin ser ni mucho menos el mejor film visto en este Sitges 2018 sí que podría considerarse como la película del festival por varios motivos, fue la que indudablemente tuvo un mayor consenso público, en este sentido no deja de ser cuanto menos curioso como en estos últimos años han surgido una serie de films que parecen destinados a ser creados y funcionar mucho mejor en el marco de un certamen cinematográfico que en cualquier otro ámbito de visionado, Sitges es y siempre ha sido un festival de claro índole popular, es por eso que su binomio con un film de las características de One Cut of The Dead fue tan perfecto que apenas alberga dudas con respecto a la unanimidad de los efusivos aplausos cosechados tras sus proyecciones.

De hecho las características y naturaleza de One Cut of The Dead son bien sencillas aunque no por ello reprobables, modestísimo (solo 27.000 dólares de presupuesto) ejercicio por momentos ciertamente brillante de metaficción cinematográfica, en este sentido One Cut of The Dead es un film gestionado y creado por cinéfilos que funciona como un tiro en lo referente a ser una película de zombies que en realidad no lo es, de alguna manera un soplo nuevo en tan saturado subgénero, dicho posicionamiento en lo concerniente a ser una distendida especie de alegato acerca de amor incondicional de crear cine a partir de prácticamente nada la puede emparentar en un principio al Ed Wood de Tim Burton aunque solo en lo relativo a su fondo y no a unas formas que aquí adquieren la condición de película que busca la empatía de forma nada disimulada desde su primer fotograma con el espectador, el convertir la experiencia cinematográfica en un juego cómplice y coordinado con este pues al fin y al cabo One Cut of The Dead no deja de ser un film que pese a su inequívoca modestia está concebido y ejecutado con una inusual inteligencia, un tipo de cine entendido como esencia del mismo a través de su primitivismo original a disfrutar si se tercia eso si en un escenario lo más proclive para que la experiencia sea lo más satisfactoria posible.

Valoración 0/5: 3’5

 

Zoo

El matrimonio de Karen y John se hunde. Deprimidos, se arrastran por la casa como si fuesen muertos vivientes… el problema es que, fuera, se ha propagado una pandemia que convierte a la gente en verdaderos zombis. Encerrada en su apartamento, la pareja se verá obligada a reencontrarse, mientras el mundo a su alrededor se viene abajo.

Presentada en la sección Oficial Discovery  al igual que la japonesa One Cut of The Dead otra de las películas vistas en esta segunda jornada del festival que indagaban en la temática zombie fue la producción danesa Zoo a cargo de Antonio Tublen que algunos años atrás había presentado en Sitges la curiosa LFO. Zoo como afortunadamente muchas de las películas que van surgiendo en estos últimos años intentan al menos con mayor o menor fortuna, valiéndose en esta ocasión de una muy evidente disparidad genérica, encontrar alguna rendija de supuesta originalidad en el muy denostado panorama del subgénero zombie. Zoo, otro film de muy escaso presupuesto, parte de la supuesta peculiaridad de empezar a modo de comedia con algún que otro retazo dramático, en ella se nos explica una funcional crisis de pareja que se ve interrumpida abruptamente por un apocalipsis zombie, este sirve como mera excusa para que dichos personajes ante tal tesitura y adversidad unan sus fuerzas y reseteen de alguna manera una relación sentimental que parecía extinta, esta es la principal tesis por la que transita el film el problema de Zoo viene dado en función de ser una película que en ningún momento termina de posicionarse en relación a lo que realmente quiere ser, en el existen varios tránsitos narrativos a cual más dispar, comedia con gran dosis de ironía, drama sentimental o funcional film de terror van desfilando a lo largo de un metraje dejando una sensación final de simple anécdota que no va mucho más allá de tan singular enunciado, todo ello seguramente venga dado a través de un desarrollo no conceptuado en lo concerniente a dicha amalgama genérica, esa primera parte lúdica e incluso desinhibida da lugar a un segundo tramo que intenta ser mucho más trascendental en lo referente a su tesis haciendo de esta disparidad narrativa el principal hándicap de esta esforzada aunque irregular propuesta.

Valoración 0/5: 2

 

Piercing

Un hombre que se despide con un beso de su mujer y su bebé para, aparentemente, ir a trabajar, tiene un plan para coger una habitación de hotel, llamar a un servicio de señoritas y matar a una prostituta.

Mucha expectación había levantado tras su premier mundial en el pasado festival de Sundance el segundo trabajo tras las cámaras de Nicolas Pesce tras su alabada opera prima The Eyes of My Mother también presente en Sitges hace un par de años, Piercing pese a no ser un film redondo supone un nuevo paso adelante por parte de un autor del cual convendría seguir la pista a conciencia en un futuro no muy lejano.

Basada en la novela homónima de Ryû Murakami Piercing aborda las vicisitudes de dos disfuncionales personajes que parecen no haber encontrado un resquicio de acomodo en una vida digamos convencional, expuesta a modo de thriller psicosexual el relato nos presenta la colisión de ambas personajes a través de lo que en teoría les aleja del resto de personas, un desviado gusto por lo malsano en forma sadomasoquismo, flagelaciones y un variado catálogo de placer a la hora de infringir mutilaciones tanto a los demás como a uno mismo, en este sentido la película se beneficia mucho de la labor actoral de unos correctos Christopher Abbott y Mia Wasikowska en una historia que básicamente parece estar hablándonos a través de un fino humor negro de la insatisfacción del individuo de nuestros días en relación a supuestas fantasías y realidades. Si en The Eyes of My Mother predominaba la construcción de una determinada atmosfera en Piercing como film de pulsiones de difícil control parece ir por otra senda bien distinta, igualmente bien expuesta en lo visual Pesce nos ofrece una oscura fabula acerca de la anormalidad, el film pese a sus escasos 81 minutos de duración sin embargo no termina de tener la homogeneidad manifiesta que requieren esa clase de films cuyo escenario deviene de una forma casi tan teatral como minimalista, dos personajes y dos únicas localizaciones, de alguna manera es como si a Nicolas Pesce le hubiera costado algo el expandir las escuetas 150 páginas del escrito original dando esa sensación tan característica de película que aborda una premisa estimulante que se agota en demasiado poco tiempo. Las digresiones expuestas en Piercing a modo de juguetona variación de la exquisita Phantom Thread de Paul Thomas Anderson en referencia a según qué tipo de relaciones toxicas se vislumbran interesantes desde la lejanía, el deseo perforado de una pareja de psicópatas atormentados da para mucho, lástima que uno termine teniendo la sensación de que todo se queda a medio camino, aun así sin ser algo positivo o negativo con solo dos trabajos en su haber parece bastante claro que todo el cine de Nicolas Pesce hoy en día se basa en una continua referencia ajena, quien sabe si en un futuro cuando empiece a desarrolla un discurso algo más personal nos encontremos con un autor con una voz autoral tan propia como interesante.

Valoración 0/5: 3