«L’île rouge» review

Comienzos años 70. El pequeño Thomas vive bajo el colonialismo francés en Madagascar en una de las bases aéreas del ejército francés, donde las familias de los militares viven los últimos coletazos del colonialismo. Es un niño de 10 años que está muy influenciado por la lectura de los relatos de la intrépida heroína “Fantomette”, y observa con fascinación todo cuanto le rodea mientras el mundo se abre gradualmente a otra realidad.
L’île rouge del francés Robin Campillo, ambientada en el Madagascar de principios de los años 70, se postula, en un principio, mediante un tono alusivo bajo los designios de la perspectiva del infante, camuflada por la supuesta cotidianidad de un coming-of-age de tono fabulario y autoficcional. Película que es percibida a través de un claro talante político que nos muestra el final del colonialismo a través de un relato vertebrado en dos partes bien diferenciadas, la primera, y a la postre más interesante, la referida a los “colonos” y su retirada moral y física, apartado que indaga en corrientes ocultas de una supuesta normalidad que no lo es tanto y que queda expuesta a modo de radiografía de una trastienda familiar, pues  básicamente asistimos al derrumbamiento, a la claudicación alegórica de un mundo adulto, dejando para la parte final la algo más obvia a modo de subrayado narrativo, la de los autóctonos, a través de la histórica y explícita representación de la liberación.
Relato que rebusca en vivencias propias, aderezado con recreaciones ficticias en imágenes animadas sobre las andanzas de Fantônette, una heroína literaria que sirve de refugio mental al joven protagonista, algo descompensado en lo concerniente a unas narrativas que son intuidas como demasiado equidistantes entre sí, bastante más afortunada en relación a su función de historia de tono evocador, aquella en la que se intenta indagar sobre el discurrir del tiempo y la melancolía de un paraíso que deviene como falso. Una interesante propuesta por parte del responsable de 120 battements par minute, que pasó demasiado desapercibida, tanto en la última edición del Festival de San Sebastián, como en su fantasmal estreno comercial en nuestro país.

Valoración 0/5:2’5

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