«Maldoror» review

En Maldoror, que recrea un caso real ocurrido en la Bélgica del año 1995, vemos como Paul es un joven policía asignado a la unidad secreta denominada como Maldoror, la cual investiga a un criminal sexual sospechoso y en el punto de mira tras la desaparición de dos chicas. Dispuesto a llegar al fondo del asunto, cuando la operación falla, Paul decide tomarse la justicia por su propia mano.

Dentro de la sección Òrbita del pasado festival de Sitges, apartado dedicado al thriller, cine negro y propuestas genéricas lindantes, destaco Fabrice Du Welz, otro sospechoso habitual del certamen cuya filmografía, excepto su incursión en Netflix con Message from the King (2016), ha pasado por las pantallas del festival, se adentra con Maldoror en el true crime mediante una fascinante mirada sobre disfunciones, traumas colectivos y cómo la sociedad del bienestar tiene que asimilar un concepto del mal absoluto. Incluso en una faceta que puede ser intuida como menos autoral, aquí hay un enfoque ultrarrealista que recrea un sórdido caso de pederastia y tráfico de menores ocurrido en la Bélgica de los años 90, Fabrice du Welz sigue transitando por historias que no dejan de ser viajes al corazón de las tinieblas, ya sea a través de un descenso a la perversidad redneck a modo de expiación personal (Calvaire 2004), a una fantasmagoría ilusoria Vinyan (2008), a un desmedido amor fou, Alleluia (2024) y Adoration (2019), o a un elemento distorsionador que cuestiona bajo coordenadas de thriller la estabilidad de un supuestamente férreo núcleo familiar Inexorable (2021).

En este sentido, Maldoror despliega varios recursos alejados de esquematismos propios en este tipo de historias, entre sus múltiples ramificaciones, la más evidente es la que hace referencia a acciones de personajes al límite, policías obsesivos o psicópatas invulnerables a causa de la ineficacia policial que alteran nuestra percepción de un relato al llegar a una conclusión irresoluble, muy a la manera de dos piezas fundamentales de las que toma claras referencias: Memories of Murder (Bong Joon-ho 2003) y Zodiac (David Fincher 2007), siendo también derivativa de aquellas películas de crimen y castigo, dilemas morales y difusos códigos de conducta, que se convirtieron en un sello distintivo de Sidney Lumet en el cine estadounidense de los 70, The Offence/ Serpico (1973), Dog Day Afternoon (1975), aquí pasado por un filtro estético feísta, donde el director de fotografía Manuel Dacosse confiere a la historia una textura de infierno en la tierra mediante el uso de colores saturados y escenarios industriales pétreos, fangosos y empapados por una lluvia que nos remite a una sociedad europea fallida y decadente.

No deja de ser una lástima que el cine de Du Welz no cotice en la actual burbuja de festivales, ecosistema que suele dictar de forma arbitraria las corrientes cinematográficas a exaltar en la inmediatez, Maldoror, como ocurrió en su día con Adoration o Inexorable, pasó desapercibida por la pasada edición del festival de Sitges, por suerte, el paso del tiempo sigue siendo la mejor pauta a la hora de validar trayectorias en su justa medida.

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