“Já, Olga Hepnarová” review

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“Já, Olga Hepnarová” es la historia Olga, una joven lesbiana algo solitaria y desesperada por liberarse de una familia carente de sentimientos y atada a las convenciones sociales. Aunque ella haya tenido algún amante femenino ocasional no consigue formar un vínculo emocional con ninguna de ellas, en lugar de eso choca una y otra vez con un comportamiento incapaz de conectar con otras personas, esta película nos cuenta la historia de la corta vida de una joven mujer extremadamente solitaria que se convirtió en una asesina en serie cuando el 10 de julio de 1973 –el día en el que acaba de cumplir 22 años – conduce un camión alquilado contra un grupo de personas, matando a ocho de ellas. En una carta reconociendo su delito ella escribe que buscó vengarse de un mundo en la que ella se sintió odiada. A pesar de los claras indicios de que tenía serios trastornos mentales fue ejecutada, convirtiéndose en la última mujer ajusticiada públicamente en Checoslovaquia.

La ópera prima del dúo formado por Petr Kazda y Tomas Weinreb nos sumerge en la crónica de una tragedia personal que desemboca a raíz de una acción fatal en general, a través de un acto premeditado y sin ningún tipo de arrepentimiento por parte de la protagonista, un drama existencial inspirado en un hecho real acontecido en los setenta. A través de varias etapas de su propia existencia nos adentramos en la personalidad de Olga Hepnarová, personaje que se acabaría convirtiendo en la última mujer ajusticiada públicamente en Checoslovaquia, el film de Kazda y Weinreb más que en el proceso judicial y su posterior resolución (expuesto en la película solo en sus últimos quince minutos) indaga en la personalidad de la protagonista en un tono claramente introspectivo, lejos que cualquier tipo de juicio sobre los hechos acontecidos se nos narra el devenir de una existencia tortuosa y las consecuencias que acontecen a posteriori a raíz de un comportamiento autodestructivo narrados en un estricto orden cronológico y  a través de un tratamiento completamente neutro, dejando al espectador su tesis moral sobre el asunto en cuestión, el llegar a preguntarnos qué parte de responsabilidad recae en la sociedad o si todo es causa del precario estado mental que padece Hepnarová.

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Posiblemente a día de hoy la exposición que nos es expuesta en “Já, Olga Hepnarová” se presenta con una mayor importancia como un incisivo debate en sí mismo, el aumento de la radicalización de jóvenes a diferentes niveles en casi todo el mundo obliga a una reflexión bien profunda. En la cinta asistimos en un principio a un retrato adolescente digamos no convencional para la época en que acontecen los hechos y sobre todo dentro del enclave de una sociedad pasiva y poca dispuesta a derribar muros conceptuales como en que le toca vivir a nuestra protagonista, un despertar sexual que deriva de inmediato en complejidades psicológicas de difícil solución, más que una orientación sexual incómoda para la época empezamos a vislumbrar que los problemas vienen de más atrás, desde la raíz del núcleo familiar (sutil y bien comedida la forma en que se nos alerta y se nos intuye de los posibles abusos que sufre el personaje principal por parte del abuelo), ese vínculo familiar que viene a representar a la perfección la metáfora de un país que no respeta o entiende a los diferentes, por no hablar del tratamiento a patologías psiquiátricas complejas (perfectamente reflejadas en las continuas e infructuosas visitas médicas a la que se ve sometida la protagonista).

Já, Olga Hepnarová” posiblemente adolezca de una falta de solidez narrativa bastante presente en algunos tramos de la película especialmente visible en una cierta reiteración de su discurso en la parte final del film, aun así estamos ante una muy válida propuesta a medio camino entre el supuesto film denuncia de época y el relato individual de tono existencialista, contando con el añadido de una acertada interpretación por parte de la actriz polaca Michalina Olszańska así como una notable escenografía visualizada en una extraordinaria fotografía a cargo de Adam Sikoras en donde se nos muestra un acorde cuadro atmosférico como fiel reflejo de una sociedad tan enferma como inoperante antes las tesituras morales y psicológicas que le son planteadas.

Valoración 0/5.3

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