“Expediente Warren: El caso de Enfield” review

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Enfield, Inglaterra, años 70. En una casa de esta pequeña localidad inglesa, donde viven una madre soltera y sus cuatro hijos, tienen lugar unos extraños sucesos. De nuevo, y para ayudar a esta familia que experimenta fenómenos sobrenaturales protagonizados por espíritus malignos, nos reencontraremos con el matrimonio de renombrados demonólogos formado por Lorraine y Ed Warren, que investigarán estos aterradores fenómenos paranormales.

Con “Expediente Warren: El caso de Enfield” el director James Wan se póstula de una forma clara como el actual digamos rey del que podríamos denominar un tipo de terror mainstream, una parcela genérica  bastante denostada a día de hoy por razones algo obvias y que más abajo intento explicar, el realizador de origen Malayo muy hábil a la hora de saber cómo construir atmósfera y tensión consigue a través de una narrativa que la direcciona a ese set-pieces de terror tan habitual en su cine un producto entretenido que funciona a través del susto inmediato y porque no decirlo algo prefabricado, lejos de la sutileza pero sin caer en ningún momento en lo gratuito (utilizando básicamente recursos técnicos de manera admirable, una visualización del formato panorámico y una profundidad de campo digna de elogio, y sobre todo el consabido e indispensable recurso sonoro a modo y semejanza casi como si tratase de un personaje más de la función) consiguiendo un producto de lo más solvente, sin embargo por encimas de sus evidentes virtudes y algún que otro defecto bastante perceptible no estaría de más detenerse un poco en el papel y el posicionamiento del film dentro del actual panorama de género, algo que se me antoja importante.

Expediente-Warren-caso-Enfield-1-e1466152315713A día de hoy viven y coexisten dos curiosas corrientes o tendencias muy visibles y bastantes  diferenciadas entre sí dentro del actual panorama de cine de terror, por un lado tenemos una muy válida corriente de productos en su gran mayoría de raíz independiente en donde prácticamente cada año suelen sobresalir un par de productos a modo de revitalizar y oxigenar el género con propuestas que parten de una inconfundible base autoral, títulos como “It Follows” de David Robert Mitchell, “Babadook” de Jennifer Kent, “The Invitation” de Karyn Kusama, “The Witch” de D. Robert Eggers o “Under the shadow” de Babak Anvari son propuestas que buscan una vía alternativa a la hora de darse a conocer aprovechando especialmente el hype festivalero para hacer valer sus indudables atributos, evidentemente todo el campo no es orégano y se suelen colar un ingente número de films que no pasan un corte mínimo de calidad, un mal menor hasta cierto punto lógico dentro de una tendencia que a mi modo de ver es una alternativa interesante y con mucho recorrido en un futuro, por otra parte tenemos el denominado terror mainstream, el auspiciado por el gran estudio que parece haber abandonado de manera momentánea el recurso del remake y la secuela para curiosamente apoyarse en un tipo de cine independiente pero de manera muy engañosa, el apropiarse de producto de ínfima estructura presupuestaria (y en su gran mayoría también de calidad) y presentarlo bajo ostentosas campañas de publicidad que suelen doblar o triplicar sus presupuestos iniciales, “As Above, So Below” de John Erick Dowdle o “The Forest” de Jason Zada son solo dos ejemplos que me vienen a la cabeza a bote pronto, el problema viene en la medida de que la gente no suele ser tonta a la hora de aceptar esta digamos triquiñuela con una clara fecha de caducidad.

Es por eso de la importancia de un director como James Wan y una película como “Expediente Warren: El caso de Enfield” dentro del que podríamos denominar el actual y maltrecho cine de terror de índole comercial (para disecciones más profundas y complejas la notable serie dramática “The Enfield Hauntings 2015″ puede ofrece una visión alternativa para interesados sobre el tema), un film en definitiva que lejos de una supuesta originalidad en la propuesta o de un tono en ocasiones algo histriónico y redundante en su estructura sabe dignificar el género a través de la complicidad por parte del espectador de algo que se sabe que funciona a día de hoy, aunque posiblemente se agote en un futuro no muy lejano pues de siempre el género de terror  ha apoyado su éxito en el momentáneo factor sorpresa, pero que demuestra una labor a destacar por parte de James Wan, un director que sin ninguna obra digamos excelsa tiene la virtud de no tener una mala película en su haber (para cuando una justa reivindicación de “Dead Silence“, curiosamente su mejor film y el menos reconocido de su filmografía), un autor por otra parte que tiene el añadido de no caer en la desidia a la hora de tener que repetir formulismos, todo lo contrario, lo suyo consiste en mejorar dentro de lo posible y de sus evidentes limitaciones una estructura ya utilizada y sobre todo y lo más importante dada la naturaleza del producto, el conseguir llegar a ofrecer lo que se promete en un principio, todo un logro en sí mismo, una labor esta que anteriormente iba ligada a una palabra hoy en día casi en desuso, la del buen artesano de género.

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