“El manuscrito encontrado en Zaragoza” retrospectiva

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El capitán de las tropas napoleónicas Alfonso van Worden, recién llegado a Madrid, descubre gracias a dos princesas moriscas que está destinado a grandes empresas, por las cuales deberá superar numerosas pruebas. Comenzará entonces una sucesión circular de aventuras, desarrolladas bajo la influencia de un cabalista y un matemático.

El manuscrito encontrado en Zaragoza, película dirigida por el director polaco Wojciech Has (compañero generacional del reconocido Andrzej Wajda y autor entre otras de films como Gold Dreams o The Hour-Glass Sanatorium) que en 1965 realizo la traslación a la gran pantalla de una de las obras más emblemáticas habidas dentro de la literatura fantástica de tono gótico en Europa, deviniendo como un auténtico e inusual clásico dentro de la propia historia del cine fantástico y por ende pieza bastante emblemática en la historia del cine polaco, un film tan atípico y por consiguiente único, en cierta manera inclasificable dada su propia naturaleza, como cautivador en todo lo relativo a lo que es su faceta de relato iniciático, al mismo tiempo de erigirse en todo un hito del surrealismo fílmico. Basado en la obra homónima del ilustrado polaco Jan Potocki, uno de los más singulares escritores europeos del siglo XIX, una obra que escribió en dos partes, la primera en 1804 y la segunda en 1813, el guionista Tadeusz Kwlatkowski traslada básicamente el primer tomo, acoplando y en parte inspirando ocasionalmente a su narrativa varios pasajes del segundo en el tramo final de la película.

rekopis_2No resulta del todo fácil el enfrentarse a un film de las características de El manuscrito encontrado en Zaragoza sin haber conocido anteriormente en mayor o menor medida la base literaria en la que se sustenta, si bien podríamos aseverar que como adaptación no llegue a ser del todo fidedigna (algo ciertamente muy complicado dicho sea de paso), sí que lo llega a ser plenamente en lo referente a lo que es ese espíritu en donde anida una imaginación de tono subyacente muy presente en el libro de Potocki, en el film sin embargo  podemos apreciar un tono algo más liviano, burlesco e incluso paródico aunque conservando toda la esencia del claro trazado esotérico del relato, eso sí, alejándose de alguna manera de un tono de oscuridad y cierta perversión muy presente en el libro. Pocas películas como la que nos ocupa validan casi a la perfección la definición de experiencia cinematográfica como tal, y pocas películas de la misma manera pueden llegar a compartir sensaciones tan dispares como pueden ser por ejemplo el trasmitir al espectador un cierto agotamiento expuesto en una duración de casi tres horas, habiendo tramos por momentos algo desquiciantes e incluso descompensados en lo referente a su ritmo, al mismo tiempo observamos una excesiva amalgama de personajes y situaciones, muy especialmente visible dada su abrumadora combinación genérica que transita por facetas tales como el onirismo, humor, fantasía, aventuras o erotismo, aunque estas posibles derivas lleguen a palidece mediante la fascinación que llega a provocar la película como vehículo que logra trasportar al espectador a través de un viaje de claras connotaciones mágicas, un imaginario provisto de la luz y la oscuridad que suelen cohabitar en el interior de cada ser humano.

manuscrito1De clara envoltura onírica y surreal y provisto del mismo modo de un tono de humor que podríamos calificar de risueño con un marcado acercamiento al libertinaje, en este apartado convendría señalar la magnífica dirección artística y de vestuario que llega a acoplarse casi a la perfección al retrato de esa sociedad histórica que nos es descrita a modo de España de trazo pintoresco y burlesco y que está siempre presente en el relato con un inusual para la época sentido de la estilización escénica digna de cualquier superproducción de la época que se digne (este aspecto queda visiblemente enriquecida por la elegante fotografía en blanco y negro a cargo de Mieczyslaw Jahoda y la magnífica y variopinta banda sonora de Krzystof Penderecki) logrando fusionar y captar de manera acertada el halo esotérico presente en la novela, una obra recordemos especialmente venerada por los amantes del ocultismo, puesto que el recorrido del que somos testigos por parte del personaje principal del relato se asemeja casi a la perfección a la quintaesencia del viaje iniciático como tal, y en donde podemos apreciar elementos cabalísticos tales como espectros, diablos o ahorcados. El manuscrito encontrado en Zaragoza está estructurada narrativamente, bebiendo de fuentes tan reconocibles como el Decamerón de Boccaccio o Las mil y una noches en lo referente a su formalidad y exoticidad, todo ello expuesto a modo de cajas chinas o si se prefiere como termino el de muñecas rusas, en donde vemos como una serie de historias dentro de otras historias logran confluir a modo de flash-backs en donde personajes y situaciones varias se entremezclan continuamente, muchas capas narrativas superpuestas, que nos son mostradas como realidades superpuestas a otras que no lo parecen tanto, expuestas y confrontadas a medio camino entre la ficción provista de un tono de ensoñación y la más completa veracidad.

Admirada por personalidades tales como Luis Buñuel, Terry Gilliam (posiblemente uno de los autores en cuya obra se pueden apreciar más influencias tanto de la novela como de la película) Francis Ford Coppola o Martin Scorsese, estos dos últimos responsables de su restauración,  El manuscrito encontrado en Zaragoza con todos los supuestos defectos que se le pueden llegar a atribuir hoy en día, ritmo, exceso de metraje, etc, no deja de ser un triunfo en sí mismo, ya no solo por la dificultad que supone el adaptar la compleja obra literaria de la que procede, o la de como estar realizada en una época y en un país como Polonia, sino la de revelarse como un ejercicio en definitiva que implica en sí mismo todo un milagro cinematográfico de esos que solo se suelen dar durante un largo periodo de tiempo, un extraordinario fabulario expuesto en imágenes que sirve como inmejorable ejemplo del poder subyacente que hay dentro de la propia ficción a la hora de llegar a ser utilizado como vehículo de ensoñación que llega a permitirnos el atravesar todo lo concerniente a la supuesta realidad.

Valoración 0/5:4

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