“Marea alta” review

Laura ha perdido el control. Después de dormir con Weismar, el jefe de obra que se encarga de la construcción de una barbacoa en su casa de la playa, los otros dos trabajadores comienzan a actuar de manera extraña, lo que le provoca la sensación de que su intimidad está siendo violada. Cuando Weismar finalmente desaparece, Laura se ve obligada a dirigir por sí misma a los trabajadores. Sin embargo, se siente incapaz de ello, por lo que decide mantener una distancia y observarlos desde la seguridad de su hogar. Ignorando las llamadas de su marido, comienza a abusar del vino mientras espera el regreso de su amante.

Marea alta, el nuevo trabajo de la realizadora argentina Verónica Chen (Vagón fumador, 2012, La mujer conejo, 2001, Rosita, 2018) presente en la sección Noves Visions de la pasada edición del Festival de Sitges nos ofreció esa otra parcela alejada en un principio del fantástico entendido como tal a través de una historia en donde se nos relata una incómoda historia de evidentes contornos minimalistas a modo de drama con ligeras texturas de thriller, un relato incómodo y ambiguo a semejanza para hacernos una idea y salvando las lógicas distancias de cierto cine perpetrado en su día por Michael Haneke en donde una perturbadora calma tensa, en base a una protagonista que en un principio es ajena a sus  propios miedos, terminara ocasionando una serie de acontecimientos bastantes tormentosos.

De alguna manera Marea alta, que atesora un gélido y por momentos milimétrico empaque visual atractivo, es una película vertebrada principalmente en relación a exponer diferentes reflexiones con respecto a los supuestos roles de poder que ocasionan fricciones entre distintas géneros y clases sociales, la pérdida del control por parte de esa clase acomodada podría ser perfectamente una de las bases principales por donde se mueve un relato que da la impresión de empezar bajo una serie de conceptos genéricos bastantes reconocibles en donde una protagonista femenina, a través de una actuación solvente por parte de la actriz Gloria Carrá, ve invadida su intimidad por parte de terceros a un nivel casi territorial, esta parte nos puede llegar a recordar perfectamente a la muy reivindicable The Plumber de Peter Weir, a tal respecto dicha invasión, que paulatinamente va pasando del incomodo a la amenaza seria, nos sitúa por momentos en la prototípica home invasión de tono psicológico, sin embargo Verónica Chen  intenta ir algo más allá de dicho concepto en su algo discutible tramo final al intentar esgrimir supuesta reflexiones de claro índole moral en base a cuestiones tales como la legitimidad que otorga la sexualidad femenina frente al machismo, en donde queda muy patente como según qué tensiones no las puede vivir igual una mujer que un hombre,  o la colisión social existentes entre clases y géneros distintos y su repercusión dentro de las dinámicas de poder. La historia bascula a través del punto de vista de ella, personaje en donde se vislumbra una mirada algo paranoica con respectos a los hombres que aparecen en acción, por lo tanto estamos ante un relato de connotaciones claramente subjetivas. En gran parte del film seremos testigos de cómo ella piensa que la van a violar o robar asumiendo finalmente su supuesta potestad en referencia al carácter de clases al que pertenece.

En este sentido la conclusión de Marea alta abandona en parte las interrogantes, también deja de lado cualquier atisbo genérico que aun direccionándonos ocasionalmente a lugares comunes propios del terror o el thriller violento terminan por quedar despojados de los artificios por los que suelen transitar como por ejemplo al consabido rape and revenge a la hora de ofrecernos una respuesta cuanto menos ambigua y muy abierta al debate en donde la autora evita de forma consecuente el posicionamiento, el concepto antes citado quedara aquí de alguna manera expuesto en base a dobles lecturas reinterpretando toda la narrativa anterior en relación a difusas cuestiones colindantes con el cuestionamiento sobre la moralidad de los protagonistas, tanto de unos como de otros, unos personajes con los que el espectador se puede sentir, o no, identificados a la hora de entrar junto a ellos en un dilema de unas ambivalencias éticas percibidas como algo difusas.

Valoración 0/5: 2’5