“Múltiple” review

A pesar de que Kevin (James McAvoy) le ha demostrado a su psiquiatra de confianza, la Dra. Fletcher (Betty Buckley), que posee 23 personalidades diferentes, aún queda una por emerger, decidida a dominar a todas las demás. Obligado a raptar a tres chicas adolescentes encabezadas por la decidida y observadora Casey (Anya Taylor-Joy), Kevin lucha por sobrevivir contra todas sus personalidades y la gente que le rodea, a medida que las paredes de sus compartimentos mentales se derrumban.

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Mucho se ha estado hablando a propósito de Split del regreso a las señas de identidad autorales por parte de M. Night Shyamalan, de hecho esa vuelta ya fue muy visible en su anterior y muy notable The Visit. A modo de recordatorio no estaría de más el aclarar que dicha ausencia por parte de director de origen hindú no se produjo porque este se ausentara físicamente del ámbito cinematográfico, fue más bien una interrupción creativa a lo largo de cinco años en donde una de las trayectorias más estimulantes y coherentes dentro del cine de género contemporáneo se vio abruptamente interrumpida por dos trabajos de claras características mainstream (The Last Airbender y After Earth), films que poco o nada tenían que ver con el vasto imaginario expresadas por el  autor en obras tan ricas en atributos artísticos como pueden ser Unbreakable, Signs, The Village o la algo infravalorada The Happening por ejemplo. También tiene su lógica que este regreso, reentre o como le quiera llamar (yo lo consideraría más bien una especie de reset artístico) producida a través de esta obra de contornos esquizofrénicos se haya producido de la mano del productor Jason Blum a modo de sustitución de grandes estudios como Disney con el cual alcanzo la cima del éxito Hollywoodiense, no deja de ser una clara declaración de intereses por parte de M. Night Shyamalan que se sirve de este apoyo empresarial para desarrollar su carrera a modo de continuación o giro plenamente consiente por parte del propio realizador hacia una serie B de naturaleza más seminal, ámbito este en el que parece encontrarse como auténtico pez en el agua y en donde puede explayar mejor en base a una cierta ligereza estilística todos sus referentes genéricos.

untitledEl cine de M. Night Shyamalan siempre ha tenido el hándicap de requerir al espectador unas ciertas concesiones para su mayor disfrute del producto en cuestión, especialmente en referencia a ciertas derivas de guion en lo relativo a su falta de rigor, Split no es un producto ajeno a esta coyuntura, una vez aceptado este digamos peaje de estilo nos encontramos ante un trabajo que sin llegar abandonar en ningún momento los márgenes del fantástico se mueve dentro del territorio del thriller psicológico (con un excelente aprovechamiento escénico del espacio claustrofóbico), poseedor también de algún que otro matiz que le direcciona ocasionalmente hacia el cine de terror aderezado eso si con unas inequívocas pinceladas de humor negro bastante habituales en su cine. Una de las mayores virtudes de Split en como a través de una idea o premisa en apariencia simple, podríamos encontrarnos ante la típica película de secuestros que suele terminar derivando en el consabido juego del gato y el ratón entre captor y cautivo, se trasforma y expande en algo más a través de varias vías, con la cualidad y el añadido de siempre estar dispuesto a sembrar la duda en el espectador sobre todo lo que se nos llega a contar en la historia, todo ello a través de un apasionante retrato de cómo llegan a afloran mediante mecanismos psicológicos y debido a traumas del pasado personalidades ocasionadas por trastornos mentales y como estos se pueden superar o extender dependiendo de la persona, tesis no solo en lo relativo al trastorno de identidad disociativo que padece el personaje protagonizado por James McAvoy (ceñida y contenida labor interpretativa por parte del actor escocés que requiere del visionado en v.o para poder apreciar adecuadamente su amplio abanico de registros) sino también al personaje interpretado por la joven Anya Taylor-Joy, en este aspecto se produce un interesante juego de espejos en lo relativo a ejercer como contrapunto perfecto en la conexión de ambos personajes acerca de los vínculos emocionales que se establecen entre ellos, perfectamente plasmados en el desarrollo (a base de flashbacks) y sobre todo en el final de la trama.

Split es una obra consecuente que en parte cierra y sirve al mismo tiempo como inmejorable puente creativo y evolutivo a ese círculo que M. Night Shyamalan abrió hace ya más de veinte años con The Sixth Sense, en definitiva la prueba más palpable de la coherencia estilística del que posiblemente sea a día de hoy el autor de género fantástico más fiel a unas determinadas coordenadas narrativas propias, mucho se habla de ese especie de marca de identidad suya hereditaria del universo de Rod Serling que siempre está presente de alguna u otra manera en el cine de Shyamalan, esto no deja de ser una simple apostilla final expuesta en sus trabajos ya sea en forma de sorpresa o giro argumental en lo referente a su twist final o de simple guiño interconectado a su propio universo creativo, por fortuna el cine de M. Night Shyamalan es mucho más que eso, es esencialmente su innata capacidad de mirar y contar una historia, o como a través de un material que en principio puede parecer manido o simple este logra desplegar una notoria capacidad visual (ojo a la abrumadora planificación de la escena del secuestro que sirve de perfecto preámbulo a los meticulosos encuadres fijos que veremos más tarde y que son tan habituales en su cine) y narrativa (una innegable capacidad a la hora de generar inquietud en el espectador sin llegar a recurrir en ningún momento en recursos facilones,  algo que le otorga la capacidad de ir sorprendiendo continuamente), tarea nada fácil por cierto, una cualidad esta que para sí quisieran la mayoría de realizadores que hoy en día intentan transitar con mayor o menor fortuna a través del fantástico contemporáneo.

 Valoración 0/5:4

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