“The End” review

Un solitario cazador que vive en una humilde vivienda junto al bosque con la única compañía de su perro sale una mañana a dar una vuelta con la intención de poder cazar algo, al cabo de poco tiempo se perderá por completo en un escenario agreste sumiéndole en la más absoluta desorientación y experimentando al cabo de unas horas unos extraños encuentros con enigmáticas criaturas que acaban sumergiéndolo en una extraña y muy angustiosa pesadilla.

Previo paso por la sección Forum del Festival de Berlín del 2016 The End fue una de las más interesantes y desapercibidas propuestas vistas en Sitges el pasado año dentro de esa siempre rica en matices genéricos sección que es Noves Visions (perfecto  conclave a la hora de poder descubrir valiosas propuestas de ese otro cine de género), el francés Guillaume Nicloux responsable de sugerencias tan curiosamente sutiles como L’enlèvement de Michel Houellebecq o Valley of Love nos propone una oscura fábula forestal de tono pesadillesco en donde somos testigos de los pensamientos y divagaciones de un hombre perdido y completamente desorientado en mitad del bosque, un personaje bajo los rasgos físicos de un orondo y completamente omnipresente en la pantalla Gerard Depardieu (voluntariamente o seguramente no, pocos actores en la actualidad como el francés representan tan ceñidamente su interpretación mediante la utilización y gesticulación de su físico como venimos comprobando últimamente, muy especialmente visible en por ejemplo el Welcome to New York de Abel Ferrara), una época la actual en la que parece que su cuerpo es una clara representación de su yo y que aquí se sirve de alguna manera de la complicidad con el director a la hora de representar una digamos doble representación de lo crepuscular, su real y actual situación como actor en consonancia con la febril  ficción de la que somos testigos.

Partiendo de la anecdótica base argumental de un hombre que sale a cazar con su perro y se pierde en el bosque The End parte a través de una clara raíz personal rodada en tan solo nueve días, como bien indica su título transita a través de un final de recorrido vital, no es un final amable más bien todo lo contrario, en el film somos testigos en como a través de la intuición, pues Guillaume Nicloux nunca anida lo explícito, la soledad convive de forma inherente con el protagonista, un final de trayecto que parece servir de la misma manera a modo de expiación y en parte culpa expuesta aquí en función de una clara analogía personal , un trayecto este escenificado a través de la oscuridad de un bosque de contornos y tonos ciertamente hostiles, en donde realidad y sobre todo ensoñación transitan a través de una delgada línea que las delimita de una forma muy difusa, todo ello expuesto mediante un muy definido estilo de tono experimental, Guillaume Nicloux lanza sin ningún intento de sobre aviso diversas alegorías al espectador, de el en parte depende el intentar desgranarlas o interpretarlas tras su más que sugerente visionado.

Guillaume Nicloux que cada vez parece alejarse conscientemente más de las historias de naturaleza tradicionales y partiendo de una ensoñación propia utiliza con acierto la parábola del cazador que acaba siendo engullido por un escenario en primera instancia apacible y reconocible pero que termina derivando en hostil, todo ello siempre desde un trasfondo metafórico,  un escenario este que sirve a modo de purgatorio de la introspección personal de un ser que deviene como solitario, en la película no se trata de dar respuestas a las varias disquisiciones que en apariencia se llegan a plantear, más bien todo lo contrario, simplemente se intenta alegorizar a un personaje y a una situación. Con sus carencias (más bien limitaciones estructurales) The End es un valido y rico en matices tipo de cine minimalista que se vale de su autenticidad a la hora de desarrollar una tesis narrativa que circunvala en esta ocasión la sobre posición entre ficción y realidad en la historia que se nos cuenta, una película que termina siendo una propuesta provista de una capa de densidad ciertamente excepcional, un tipo de films en definitiva que no estaría de más el intentar valorarlas de una forma algo más ecuánime de lo que se suele hacer habitualmente, la fascinante propuesta orquestada por parte de Guillaume Nicloux bien lo vale.

 Valoración 0/5: 3’5