“The Eyes of my Mother” review

Un forastero llega a una apacible granja. Ahí viven Francisca y su madre, una cirujana de origen portugués que enseña a su hija los secretos de la anatomía. La inesperada visita terminará en tragedia y traumatizará, a la par que despertará la curiosidad, de la pequeña Francisca.

El director de origen neoyorkino Nicolas Pesce presento dentro de la sección Noves Visions en el pasado festival de Sitges una de las películas más esperadas del año por parte del aficionado al género después de las buenas sensaciones y criticas de las que venía precedida tras su premiere en el festival de Sundance a comienzos de año y en posteriores certámenes donde se pudo ver, la muy estilizada The Eyes of my Mother que en sus escasos y bien aprovechados setenta minutos de duración nos llega a ofrecer una particular y muy estimulante visión de horror gótico a través de una mirada autoral tan fascinante como atípica a día de hoy, un viaje situado a medio camino entre una estética de naturaleza estilizada y un trazo escénico costumbrista, aquí escenificado en lo rural, un tránsito al interior de una mente perturbada que termina colindando con el retrato del psycho-killer contado y vivido desde dentro (acertada interpretación a cargo de una Kika Magalhaes a medio camino entre la vulnerabilidad y la psicopatía más explícita), una visión de la poética del desequilibrio aquí representada a través de una sola mirada que bien podría resumirse en como la soledad y la falta de un referente familiar puede jugar una mala pasada a la mente.

Rodada en portugués e inglés y provista de una imponente fotografía en blanco y negro The Eyes of My Mother al igual que en su día lo hizo la magistral Repulsion de Roman Polanski transita básicamente a través de una pesadilla de la feminidad provista de claros contornos minimalistas, su apuesta es tan clara en este sentido que puede llegar a jugar alguna que otra mala pasada en el subconsciente del espectador poco predispuesto como por ejemplo el ejercer sobre él una cierta sensación de estar más ante un producto que tiende a ser un cuidado mediometraje que de forma voluntaria puede dar la impresión de que obvia el profundizar en sus personajes secundarios, sin embargo la opera prima de Nicolas Pesce (tan solo 27 años) que aquí sabe alejarse de un posible contorno pedante y que desde una perspectiva poco frecuentada no llega a desperdiciar ni una sola de sus imágenes, cuidando al máximo todas sus costuras y engranaje, una pequeña y cuidada pieza de orfebrería de síntesis genérica muy ambivalente, su supuesta catalogación podría ser la de una piece arty de horror de tono malsano, de hecho la historia que nos es contada no es nueva y tampoco original, si lo es en parte en la manera en que lo hace. En The Eyes of My Mother vemos como a raíz de un violento hecho traumático la pequeña Francisca en los albores de lo que podemos entender como iniciación a la vida queda marcada en lo psicológico y más allá, aquí entra en escena lo que podríamos entender como la importancia de la familia, o más bien la ausencia de ella, a partir de ese momento somos testigos de cómo su ya dañado imaginario anidara a través de la locura, transito este de la que ella no parece ser plenamente consciente, siendo incapaz de vislumbrar ese conclave que nosotros entendemos como la realidad, un viaje casi dramático de una persona solitaria, incapaz de asimilar cualquier concepto básico de relación afectiva.

The Eyes of my Mother por su indudable riesgo en referencia a lo que termina siendo su apuesta acaba convirtiéndose en una de las películas más interesantes vistas en el pasado curso si nos ceñimos a ese otro cine de género fantástico que a veces le cuesta tanto el darse a conocer en un ámbito alejado del circuito de festivales, una apuesta atípica que basa su principal potencial en su incuestionable buen gusto a la hora de cómo elaborar un brillante ejercicio de nivel técnico y audiovisual (ojo a la extraordinaria labor fotográfica a cargo de Zach Zuperstein o a la atmosférica y ceñida música de Ariel Loh) que no llega a entrar en ningún momento en conflicto en lo concerniente al supuesto tono retorcido y enfermizo que nos llega a exponer la historia, unos horrores interiores que aquí nos son expuestos a través de la sutileza y el estilismo visual, lejos del posicionamiento tan gratuito y habitual de lo explícito en referencia a un tipo de cine que hoy deviene mayoritariamente saturado de una gran variedad de tópicos, ya solo por este inusual posicionamiento autoral merece que estemos atentos a lo que en un futuro nos pueda deparar la ya prometedora carrera de Nicolas Pesce.

Valoración 0/5: 3’5