“The innocents” (Suspense) Retro

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Una puritana institutriz es contratada para hacerse cargo de la educación de dos niños huérfanos que viven en una apartada mansión rural. Pronto empieza a sospechar que los antiguos criados, muertos hace tiempo, ejercen todavía una perniciosa influencia en la vida de los niños.

Si tuviera la absurda e innecesaria tarea de elegir un solo film favorito del cine terror a lo largo de la historia este sería probablemente “The innocents” (Jack Clayton,1961), me niego a referirme a esta maravilla fílmica por el  horrible nombre de “Suspense”, título con el que la bautizaron en nuestro país,  la película es una adaptación del relato de Henry James “Otra vuelta de tuerca”, que también conocería varias adaptaciones al cine con posterioridad y una adaptación operística por parte del compositor Benjamin Britten. Del guión de esta adaptación cinematográfica se encargó Truman Capote, la banda sonora fue compuesta por uno de los más interesantes compositores clásicos del s.XX, el francés George Auric, y de la fotografía se encargó el gran Freddie Francis.

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De inusitado lirismo y belleza el film es puro terror psicológico, y precursor a nivel cinematográfico de un sinfín de películas en donde una casa es el supuesto eje de una serie de acontecimientos sobrenaturales.. o no.. aquí la represión en los días de la infancia a que se vio sometida nuestra protagonista es el origen de unas supuestas alucinaciones de claro raíz sexual, Jack Clayton parece querer dar una visión bastante concreta de la obra de Henry James (posiblemente el mejor relato de fantasmas jamás escrito), estos son los fantasmas sexuales generados por una educación represiva, “The Innocents” de todas maneras juega con los puntos de vista de forma brillante. La película da la impresión de querer manipula al espectador porque la forma que tiene de contar lo que está sucediendo no es en ningún caso objetiva: no son objetivas las imágenes y tampoco los diálogos seleccionados; vemos lo que la cámara nos enseña y oímos lo que ciertos personajes están diciendo en momentos concretos… pero no lo abarcamos todo, no tenemos una visión omnipotente y completa de las circunstancias y por eso estamos condenados a creer lo que se nos cuenta y punto, aunque sea contradictorio. ¿Cómo interpretarla, entonces? ¿Cómo la revelación de unas mentes infantiles crueles y estremecedoras, atormentadas por almas en pena, que juegan con su virginal institutriz? ¿O, quizá, como la desviación de una mente reprimida y enferma que encuentra salida a sus pulsiones convirtiendo en turbio algo que en realidad es inocente?

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Para comprender mejor al personaje principal (una inconmensurable Deborah Kerr) hay que valorar tanto la información que se nos va suministrando a lo largo del film acerca de lo que fue su niñez, -no podía salir de su cuarto cuando su padre escribía los sermones- o  por ejemplo su mirada deslumbrada al apreciar por primera vez el fastuoso interior de la mansión donde va a vivir a partir de ahora, pocas veces se ha visto tan bien en una pantalla de cine lo que es una mirada plebeya, también sus preguntas acerca  la anterior institutriz si esta era guapa o su confesión espontanea “a veces no es posible evitar imaginarnos algo” nos dan claras pistas acerca lo que puede estar ocurriendo, ¿estamos asistiendo a un posible caso de histeria por parte del personaje principal? , posiblemente lo mejor de esta obra maestra sea la inquietud que produce la idea de la ambivalencia, representada por infinidad de detalles escénicos como esas llamas que iluminan de manera fantasmagórica los bajos de las puertas, por los gemidos que el viento arranca de tejados y de viejas ventanas, por la lluvia, los cristales y los dibujos que forma aquella sobre estos, el agua del estanque, las estatuas y los viejos retratos ocultos en los desvanes, hay tantos detalles en esta magnífica obra que representa de manera casi perfecta esa ambivalencia antes aludida, posiblemente sería imposible destacar todo lo que podemos apreciar en la contundente puesta en escena por parte de  Jack Clayton.

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The innocents” se convierte en la obra maestra absoluta de manera inequívoca, básicamente porque las maneras formales en la puesta en escena mostradas por Jack Clayton no tienen parangón con ninguna obra anterior ni posterior vista en una pantalla de cine. El director edifica un estilo tan preciso y ceñido a unas determinadas infraestructuras artísticas que hacen de “The innocents” un milagro cinematográfico difícil de superar, encontrándose mucho más allá del arte al que pertenece.

Mención aparte, merece destacarse la prodigiosa fotografía en blanco y negro a cargo de un Freddie Francis en estado de gracia, absolutamente necesaria para la correcta interpretación de esta historia metafórica de fantasmas(no puedo llegar a imaginármela de otra forma), eran unos tiempos en lo que todavía la industria cinematográfica no estaba sometida una supuesta dictadura por parte del gran público que ve y entiende el uso del blanco y negro como algo desfasado y no como un valido recurso narrativo y estético de enorme importancia y que juega un papel relevante al servicio de la historia que se nos cuenta.