“The Jinx”, entrevista con el vampiro. Review

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Miniserie documental de 6 partes sobre la intrigante y oscura vida de Robert Durst, miembro de una multimillonaria familia de Nueva York que durante años fue el principal sospechoso de tres asesinatos no resueltos.

Andrew Jarecki con su anterior y demoledor documental “Capturing the Friedmans” y con “The Jinx: The Life and Deaths of Robert Durst” la miniserie que aquí nos ocupa (compuesta de seis episodios, de 40-50 minutos cada uno) y en formato igualmente documental se ha convertido por méritos propios en un aventajado cronista que dinamita con sobrado acierto y a través de historias reales el denominado american dream, ya sea a través de una visión desestructurada de la familiar o diseccionando los aspectos más oscuros que anidan dentro del ser humano.

Si en el desolador y por momentos escalofriante documental “Capturing the Friedmans” Andrew Jarecki ya nos ofrecía una radiografía deformada y por momentos algo grotesca del retrato de una familia burguesa que veía como su acomodado estilo de vida se venía abajo por sorpresa, cuando entra en escena el estigma de la pedofilia y la pederastia con el cabeza de familia como principal ejecutor, en “The Jinx” asistimos a una pulcra investigación periodística sobre la vida y supuestos crímenes del multimillonario Robert Durst, solo un pequeño inciso antes de continuar con la reseña, si desconoces la historia o el revelador final de la miniserie y prefieres enfrentarte lo más virgen posible a su visionado no sigas leyendo pues es prácticamente imposible esquivar los consabidos spoilers si se quiere profundizar en algo sobre la historia.

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Las virtudes de The Jinx no se encuentran en su digamos técnica de narración, pese a que contenga un opening de una fuerza visual y sonora de lo más potente, de hecho estamos ante una suerte de docudrama ficcionado en partes y dirigido sin demasiado brío, lo que es realmente destacable de The Jinx” es su incuestionable valor periodístico apoyado de manera notable en una excepcional capacidad de síntesis narrativa, vemos como se nos sugestiona de alguna manera dándonos las pistas e informaciones necesarias para llegar a un estado de ánimo en el espectador del todo desasosegante, que va avanzando a cada minuto de la serie, a partir de un principio de claro tono terrorífico y macabro, el que se inicia con el descubrimiento de un cuerpo desmembrado en un lago, a partir de aquí vamos asistiendo a una crónica de sucesos que abarca en tiempo la friolera de más de treinta años, detenciones, testimonios intercalados de familiares, abogados, amigos y policías, juicios y sospechas varias en torno a tres acusaciones de asesinato contra Robert Durst, el de su mujer Kathie en 1982; el de su amiga íntima Susan Bergman en el año 2000, y el de su vecino ocasional Morris Black en 2001, pero la auténtica valía del producto en sí viene dada en cómo Andrew Jarecki consigue entrevistar al propio Robert Durst a petición de él mismo, el director dirigió en 2010 el drama “All good things” sobre la vida de Robert Durst y fue a raíz de este film en donde el propio Robert contactó con el director para realizar las entrevistas y poder dar su propia versión de los hechos, un elemento este primordial al dotar al relato de una ambivalencia transversal que la aleja del consabido documental
 al uso de investigación criminal.

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Robert Durst, heredero de una importante fortuna inmobiliaria en Nueva York es el protagonista absoluto de un relato de desarrollo y tendencia que roza por momentos lo marciano por lo inusual de la propia historia en sí misma, a lo largo de los seis episodios intentamos conocer al personaje
en toda su dimensión, una figura esta que quiere aparentar cierta sensatez a través de sus testimonios pero que se le transparenta de una manera clara demasiadas dudas con respecto a su supuesta inocencia, manipulador, egocéntrico y por momentos hasta enternecedor, vamos perdiendo la noción de que estamos ante una historia, unos hechos y un personaje real, en The Jinx contemplamos pues una perfecta fusión de periodismo, entretenimiento y supuesta justicia moral, además de unos ingredientes noir que consiguen hacer tan interesante una apuesta documental de este tipo, para dejarnos a continuación y sobre la mesa un sinfín de cuestiones que derivan hacia el debate, desde la manipulación periodística y sus límites, el poder del cine o la televisión como percutor de un cambio jurídico-legal, la hipocresía social o las dudas que van apareciendo sobre el correcto funcionamiento del propio sistema judicial estadounidense, vemos de la misma manera como la línea que separa la ficción y realidad se difumina y con ella también los límites de nuestra propia ética y moral pues asistimos y somos parte de dicho juicio, nos posicionamos junto a Andrew Jarecki y adoptamos una postura o un veredicto que deriva hacia lo personal.

El clímax final al que asistimos en The Jinx viene a representar a la perfección la consabida frase de que la realidad siempre supera a la ficción, es indudable que es una expresión muy manida y algo facilona, pero que le viene como anillo al dedo ante el escenario que hemos estado contemplado hasta el momento, no es televisión, es HBO, es la cruda y terrorífica realidad.

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