“The Tribe” review

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Un adolescente sordo ingresa en un internado especial donde, para sobrevivir, tiene que formar parte de una organización salvaje, la Tribu. Su amor por una de las concubinas del Jefe lo llevará a romper todas las reglas no escritas en la jerarquía de la Tribu.

Amor, corrupción y odio, todo ello contado desde el lenguaje universal de los signos, posiblemente la primera película de la historia del cine interpretada en su totalidad por un reparto de personas sordomudas  y  por lo consiguiente narrada a lo largo de todo su metraje en el lenguaje de signos, aquí no hace falta ningún tipo de subtítulos para entender lo que el ucraniano Myroslav Slaboshpytskiy nos quiere contar en su debut en el largometraje, film ganador del Gran Premio de la Semana de la Crítica en el último festival de Cannes y presentada en el festival de San Sebastián dentro de la sección Perlas, “The Tribe” pone a prueba la capacidad de resistencia del espectador en momentos donde el nivel narrativo que se nos muestra  se sitúa en un grado cero, propuestas como estas que son capaces de provocar en el espectador una incuestionable incomodidad, de echo en el festival de San Sebastián el pase de prensa termino siendo un reguero de deserciones poco habitual, sin embargo por mucho que en “The Tribe” se sustente en un principio dentro de un realismo donde lo fantasioso es sustituido por una incorreción política de tono subversivo, el film acabar convirtiéndose en una de las propuestas más sorprendentes de la presente temporada al convertirse en una lúcida metáfora de la sociedad actual en la Europa occidental (ahora más presente que nunca) inmersa en un perpetuo estado de tensión, violencia o coacción, con una gran parte de su población explotada, vejada  y abandonada a su suerte, algo tan metafórico lo que se nos muestra como la representación de su escenario, el internado donde transcurre la trama, una suerte de navío abandonado en alta mar, con una total ausencia de adultos que manejen la situación.

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La ópera prima de Myroslav Slaboshpytskiy  es una por momentos desasosegante historia que se nutre muy especialmente de una capacidad narrativa poderosamente visual, algo atípica dada su condición, el director potencia el uso del sonido construida básicamente sobre extensos sobre planos secuencia, planos estos que siguen a los jóvenes del internado sin interrumpir sus acciones, este tipo de recurso dan un mayor realismo y favorece una tensión claramente in crescendo que se va remarcando según avanza la película, hasta terminar derivando en una cascada tortuosa, y en donde no se escatima recursos a la hora de caer en excesos, sobre todo en su parte final, como tampoco se ahorra el mostrar en todo su esplendor cualquier escena dura sin ningún ápice de conciencia equivocadamente moralista.

Podríamos decir que en el plano argumental más condescendiente el film de Myroslav Slaboshpytskiy podría llegar a ser interpretado en esencia como la historia de un duro aprendizaje de alguien dentro de una organización criminal, desde sus primeros pasos hasta llegar a las supuestas altas esferas, a partir de aquí el espectador asiste al igual que el protagonista a una serie de laceraciones de difícil aguante dentro de este difícil trayecto, la incomunicación, el aislamiento o la sensación de exclusión total por parte de una sociedad que abandona al protagonista a su suerte, algo que termina derivando hacia una escalada de violencia llevada hasta el límite de lo soportable, dando paso a situaciones donde el machismo, lo decadente, los celos o la propia corrupción en sí se apoderan de las acciones aquí representadas, asistimos pues a un periplo hacia la perdición, todo esto tiene cabida en una historia donde no importa tanto el cómo ni el por qué, sino el quién y el dónde, una historia que nos va mostrando a continuación la consecuencia (lógicas) de lo desagradable, hay un par de secuencias que se quedarán grabadas en nuestras retinas por algún tiempo (un aborto en plano fijo o la violencia mostrada en sus últimos diez minutos), en ese sentido el realizador ucraniano no presenta ninguna novedad con su propuesta en lo que a narración se refiere, no inventa nada nuevo aunque si lo parezca, pero llega a logra cultivar y desarrollar con gran acierto la evolución del personaje principal, algo que es lo que verdaderamente dota a la película de una fuerza narrativa de valor incuestionable, llegando a ser de esas historias que van de menos a más en cuestión de segundos, una crítica mordaz alejada de cualquier convencionalismos hacia una sociedad europea que va claramente en decadencia, aquí representada de forma admirable en el ambiente opresivo e insalubre de un centro escolar.

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The Tribe” termina siendo esa clase de películas que duelen, de difícil digestión, que puede dejar en estado de shock al espectador al uso no prevenido, una cinta tan dura como alegórica, que nos deja sin un atisbo de la más mínima esperanza en sus más de dos horas de por momentos tortuoso metraje, habrá gente que responderá
  ante tal radicalidad mostrada con desprecio o indiferencia, incluso apartando su mirada de la pantalla, pero esa postura no deja de demostrar que Myroslav Slaboshpitsky acierta en su propuesta, que consigue lanzar un acertado discurso partiendo desde el silencio, para hablarnos de aquello que no nos gusta expresar o que somos incapaces de reconocer o aceptar, todo ello en base a una arriesgada ópera prima que logra realizar con notable acierto un radical y por momentos brillante ejercicio de en su dirección. “The Tribe” es en definitiva un viaje al verdadero epicentro del mal, un espacio alegórico donde nuestro protagonista termina siendo engullido en un submundo de difícil salvación.

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