“Beanpole” disponible en Filmin, Movistar, Itunes y Rakuten a partir del 17 de abril

UNA GRAN MUJER (BEANPOLE), la segunda película de Kantemir Balagov,  estrenada en cines en el pasado mes de diciembre, fue una de las diez películas finalistas a los Premios Oscars 2020 en la categoría de “Mejor Película Internacional”. En España se estrenó en la sección de Perlas del Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

Hace un año, en la última edición del Festival de Cine de Cannes, “UNA GRAN MUJER (BEANPOLE)” ganaba el Premio Fipresci de la crítica de la sección “Un Certain Regard”  y el Premio a Mejor Director para Kantemir Balagov, su joven director. Su ópera prima, Demasiado Cerca (Tesnota), ya se había alzado con el Premio Fipresci en el Festival de Cine de Cannes de 2017 y con una Mención Especial en la sección Zabaltegui del Festival de San Sebastián de ese mismo año . Una de las protagonistas, Viktoria Miroshnichenko, consiguió la nominación a Mejor Actriz en los últimos Premios de Cine Europeo.

Basada en el libro “La guerra no tiene rostro de mujer”, UNA GRAN MUJER (BEANPOLE) es una historia de amor y guerra, contada desde el punto de vista femenino que llegará el viernes 17 de abril a las plataformas de VOD: Filmin, Itunes, Movistar Plus y Rakuten.tv.

Una gran mujer (Beanpole) review

Leningrado, 1945. La Segunda Guerra Mundial ha devastado la ciudad y derruido sus edificios, dejando a sus ciudadanos en la miseria tanto a nivel físico como psíquico. El asedio (uno de los peores de la Historia) ha terminado, la vida y la muerte continúan combatiendo en el desastre que la guerra deja tras de sí. Dos mujeres jóvenes, Iya y Masha, tratan de encontrar un sentido a sus vidas para reunir fuerzas de cara a reconstruir la ciudad.

Hace un par de años el joven cineasta ruso de tan solo 25 años de edad Kantemir Balagov consiguió sorprender a propios y extraños con aquella sugerente y a la vez contundente opera prima titulada Tesnota, un ejemplar y modélico ejercicio de violencia contenida ambientada durante la Guerra de Chechenia y expuesta a través de un crudo retrato que indagaba en irrompibles y dolorosos lazos familiares que devenían como tóxicos, dos años más tarde el joven Kantemir Balagov se enfrenta a esa tesitura tan habitual y en parte comprometida en la medida de poder reafirmar o no esas buenas sensaciones cosechadas con anterioridad con un segundo trabajo tras las cámaras que a priori y si es posible sea algo más ambicioso en lo relativo a fondo y forma, en Beanpole, tras su pasó por Cannes en Una Cierta Mirada y presente en la sección Perlas del Festival de San Sebastián, Kantemir Balagov nos vuelve a situar en un drama intimista de claro tono femenino en donde se nos revela un imaginario que al igual que su opera prima nos trasporta a un nuevo viaje al pasado, aunque aquí a través de un desarrollo y una estética de índole mucho más clásico en base a su condición de un melodrama de época que deviene como sórdido y en donde asistiremos a una oscura historia expuesta a modo de retrato intimista ubicado pocos meses después de finalizar la Segunda Guerra Mundial.

Beanpole, inspirada en la novela La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksándrovna Aleksiévich, no solo reafirma un talento que en parte deja de estar ya en ciernes sino que deviene como una incuestionable confirmación de un autor que todo indica que puede ser clave en un futuro, Kantemir Balagov en esta ocasión vuelve a incidir en retratos femeninos densos y asfixiantes llevados al límite, aquí nuevamente ubicados en un escenario que se percibe tan devastador como resulta ser unas psiques, la de sus dos protagonistas, situadas a través de un estado de auténtica devastación existencial a causa la barbarie provocada por la guerra, de alguna manera este intenso drama de cámara provisto de una gravedad extrema termina siendo inequívocamente inmersivo para con el espectador a través de una narrativa que no deja de estar expuesto a modo de un profundo y continuo estudio del estrés postraumático relatado a través de una dramaturgia de tintes casi bergmanianos en donde se nos muestras unas heridas que se prevén como incurables, una mirada a una de las muchas caras no visibles de la trastienda bélica en donde se cuestiona ese unitario heroísmo patriótico del supuesto vencedor, la notable reconstrucción de la época resultara un activo clave a la hora de transportar directamente al espectador a un imaginario desgarrador en donde por ejemplo vemos como los soldados malheridos de la trastienda piden que los liberen de su sufrimientos a sus cuidadores, en tal sentido el retrato que nos propone Beanpole quedara siempre situado a modo de un purgatorio mental situado siempre al borde de un colapso emotivo y moral escenificado en esta ocasión en el imperioso deseo de ser madre, para más inri Kantemir Balagov que da nuevamente la sensación de ser un alumno aventajado de la escuela de Aleksandr Sokurov, aquí dotado de un presupuesto bastante mayor que en su opera prima, se permite el lujo de rodar con una excelente pulcritud espacios escénicos de una belleza cromática que por momentos da la impresión de estar colindando con el arte pictórico a través de un extraordinario rigor formal.

Beanpole como relato que indaga en la genealogía cinematográfica de un territorio y un país ya pretérito es indiscutiblemente una de las películas más notorias de este año 2019 que está a punto de finalizar, un film que termina transitando mucho más allá de la empatización del dolor de unos personajes víctimas de una coyuntura silenciada, a tal respecto el estudio que se nos ofrece de ese vacío total de la victoria será la de un doloroso un sufrimiento interior alejado de cualquier tipo de épica, el resultado final en lo relativo a una ejecución brillante de sus aspectos formales es ciertamente admirable confirmando a Kantemir Balagov como un talento autoral al cual habrá que seguir muy de cerca en un futuro que dada su actual precocidad, ahora tan solo 28 años, se prevé como ciertamente brillante.

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