“Youth” review

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Fred Ballinger (Michael Caine), un gran director de orquesta, pasa unas vacaciones en un hotel de los Alpes con su hija Lena y su amigo Mick, un director de cine al que le cuesta acabar su última película. Fred hace tiempo que ha renunciado a su carrera musical, pero hay alguien que quiere que vuelva a trabajar; desde Londres llega un emisario de la reina Isabel, que debe convencerlo para dirigir un concierto en el Palacio de Buckingham, con motivo del cumpleaños del príncipe Felipe.

“El futuro es una gran ocasión de libertad y la libertad es una gran ocasión de la juventud”, declaro Paolo Sorrentino en la rueda de prensa posterior a la proyección de la película en el pasado festival de Cannes, en “Youth” el director italiano nos vuelve a exorcizar el miedo (en este caso a la vejez y el paso del tiempo y todo lo que conlleva dicho termino)través del discurso metafórico, narrando desde la misma perspectiva que adoptara en su anterior trabajo “La Gran Belleza“, nos vuelve a incidir en la visión de la decadencia y el concepto de la pérdida ya sea de la juventud o la de un ser querido, decadencia y pérdida, dos conceptos ligados a esa juventud que da nombre al enunciado del film representado bajos los rasgos actorales de Michael Caine y Harvey Keitel, un sentimiento vital que no comienza a tener un sentido pleno en lo más estrictamente emocional hasta que se da por concluida dicha etapa a la que hace referencia el título del film y que aquí nos es diseccionado a través de un caleidoscopio metafórico como es habitual en el cine de Paolo Sorrentino, apoyándose en base a un lenguaje audiovisual que encuentra una perfecta cohesión en lo referente a lo que son sus planos y diálogos, una reflexión pretérita sobre el paso del tiempo que sirve a la vez como una mirada que sabe indagar en su transcurso, en el pasado para analizar lo que nos depara el presente y el futuro.

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Sorrentino vuelve a apelar a cierto cine orquestado por Federico Fellini tiempo atrás, con una particular visión de la estética cinematográfica, aunando música, imágenes y diálogos como si estuviéramos presenciando un ballet visual, aunque claro en dicha y para alguna atrevida aproximación-comparación Sorrentino tiene todos los números para salir mal parado por razones bien obvias. Aparte de las muchas virtudes existentes en una película como “Youth” soy de los que piensan que el mejor activo del film reside de una forma clara en que el espíritu expuesto en “La Gran Belleza” sigue plenamente presente, posiblemente desde un planteamiento narrativo algo más simplista, nuevamente vemos como el concepto de pasado, presente y
 futuro están perfectamente manejados, nos muestra un amplio abanico de personajes creados para la ocasión, memorables y caricaturescos por momentos, situaciones y personajes algunos que son expuestos con un peso específico más bien trazado que otros (la historia del desengaño amoroso por parte de Rachel Weisz no acaba de fluir de una manera satisfactoria), dando forma de esta manera a su ya característico y variado estilo fílmico, una imprenta autoral muy rica y apoyada en multitud de influencias.

Paolo Sorrentino nos intenta recordar en “Youth” que finalmente lo que perdura de cara al exterior es la propia juventud en sí misma y la correlación con el tiempo que cada individuo le quiere o pueda otorgar, la juventud ese divino tesoro con el que el director italiano nos vuelve a subyugar dentro de la gran pantalla, una película que posiblemente no sea una obra tan redonda ni este a la altura de su anterior film (algo nada fácil dicho sea de paso), tal vez se le acuse de un cierto desorden y de una falta de compensación en lo referente a los muchos personajes que entran en escena, o de una relativa acentuación que puede parecernos en un principio algo excesiva hacia lo más puramente melancólico y sentimental, aun así estamos ante un film hipnótico de principio a fin, una perfecta síntesis rica en matices e imágenes de como la ambigüedad existencial de los personajes puede derivar en el tratado más profundamente emocional, “Youth” pese a poseer ciertas aristas es sin lugar a dudad es una auténtica pequeña joya fílmica, una más con la que nos obsequia y enamora de nuevo el genial director italiano, un autor que definitivamente parece jugar en otra liga.

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