Crónica festival de San Sebastián 2016. Día 8

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En una de las paredes de una habitación donde encuentran unos cuerpos brutalmente asesinados, aparece la palabra “ira” escrita con la sangre de las víctimas. Un año después, todavía no han encontrado al asesino. El caso erosiona la capacidad de la gente para confiar en los demás, especialmente la de tres parejas en una pequeña población pesquera, en Tokio y en Okinawa, que acaban de hacer amistad con una persona de misterioso pasado. Más allá de la confianza está la ira, una emoción que tiende a convertirse en violenta y a revelar de un modo imprevisible el misterio que se esconde tras un asesinato.

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IKari del coreano afincado en Japón Lee Sang-il venía a cerrar la sección oficial a competición de este año en el festival de San Sebastián, un film coral basado en la novela homónima de Shuichi Yoshida que empieza a modo de thriller con un asesino sin rostro, a continuación vemos como la película se vertebra narrativamente en tres tramas diferenciadas pero con un denominador común, en cada una de ellas un desconocido aparece ya sea en un núcleo familiar, sentimental o de amistad respectivamente, uno de esos estos tres extraños será supuestamente el asesino.

IKari deja muy claro a las primeras de cambio que funciona más y mejor a modo de drama intimista (quizás dilatado en exceso) que como thriller de investigación policial al uso, la película mediante un ritmo y pulso bastante irregular, acrecentado por su excesiva duración, indaga en el concepto de la desconfianza y la aceptación, una radiografía que parece dirigida hacia la actual sociedad japonesa, poco dada a confiar en los desconocidos, y como se llega a erosionar la capacidad de la gente para confiar en los demás, sin embargo Lee Sang-il termina acentuando en demasía el componente dramáticodentro de la trama, exagerando para más inri las expresiones de sus actores especialmente en su tramo final, curiosamente una tendencia bastante inherente en cierto tipo de cine surcoreano, una lástima que debido en parte a estos manierismos IKari acabe diluyéndose y no termine de estar a la altura de una premisa que en principio resultaba bastante interesante.

Valoración 0/5: 3

 

Fuocoammare

Samuele tiene 12 años y vive en una isla en medio del mar. Va al colegio, le gusta lanzar su tirachinas e ir de caza. Le gustan los juegos en tierra firme, a pesar de que vive en un lugar en el que todo gira alrededor del mar y de los hombres, mujeres y niños que intentan atravesarlo para llegar a su isla. Pero la suya no es una isla cualquiera. Es Lampedusa y es la frontera más simbólica de Europa, que en los últimos 20 años atraviesan miles de inmigrantes en busca de la libertad.

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Dentro de la sección Perlas se pudo ver la ganadora del Oso de Oro a la mejor película en el pasado festival de Berlín Fuocoammare, film que transita a través del drama humanitario de los refugiados en la isla de Lampedusa, retratándonos con una austeridad conmovedora  tanto la tragedia como la vida cotidiana de un pueblo en base a muy diversas pinceladas que conforman un reflexivo retrato de la isla como enclave territorial, el documental de Gianfranco Rosi anida básicamente a través de la contemplación, se nos muestra una realidad desprovista de un juicio moral, una postura que nos puede derivar hacia una exposición que parece reflejar una clara indiferencia con respecto a la problemática a la que asistimos, repetidos y angustiosos rescates en embarcaciones, recuperación de cuerpos sin vida de emigrantes que han huido de países de África y el Medio Oriente. Fuocoammare se sirve de la mirada de Samuele, un niño que convive con su familia de pescadores, de esta manera asistimos a una doble visión de lo que ocurre en la isla, el de la vida cotidiana y el del drama humanitario, vida y muerte, sin embargo observaremos a medida que avanza la trama documental como dentro de la tragedia que rodea a la isla la visión que vemos a través de los ojos del protagonista nos dejará alguna que otra sonrisa, su  inherente inocencia nos ofrecerá una especie de contrapunto ante tanto dolor, una dicotomía persistente en la que solemos vivir dentro de la más absoluta indiferencia.

Valoración 0/5: 3

 

Arrival

Cuando misteriosas naves espaciales aterrizan en diferentes lugares del planeta, un equipo de élite liderado por la experta lingüista Louise Banks (Amy Adams) es reclutado para investigar. Mientras la especie humana se encuentra al borde de una guerra global, Banks y su equipo buscan respuestas a contrarreloj, y para encontrarlas, Banks correrá un riesgo que podría amenazar su vida y posiblemente a la humanidad.

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Había la sensación (algo infundada) de que la primera incursión de Denis Villeneuve en la ciencia ficción podía servirle a modo de preparatoria con vistas al rodaje de la muy ambiciosa Blade Runner 2 como una primera toma de contacto dentro del género fantástico, Arrival, drama adulto de ciencia ficción y adaptación algo libre del relato corto “The Story of Your Life” del escritor Ted Chiang que clausuraba la sección Perlas no solo fue la mejor película vista este año en San Sebastián por lo que respecta a un servidor sino que además pone el listón muy alto, quizás demasiado en lo referente a los futuros trabajos del director franco-canadiense.

Arrival protagonizada por una incuestionable Amy Adams no deja de ser un rotundo triunfo como concepto genérico, ciencia ficción de primer nivel provista de ambiciosas y múltiples tesis, una película fascinante que no nos habla de invasiones extraterrestres sino de reflexiones transcendentales, a medio camino entre el drama psicológico y la ciencia ficción de tono minimalista y tesis existencialista y plagado de un variado catálogo de ecos al cine de  Kubrick el film nos plantea la celebración de la comunicación como herramienta de claro sostén político-social, indagando de la misma manera en su repercusión a través de la moral y la futura existencial de la humanidad. Denis Villeneuve (maestro a la hora de crear ambientes perturbadores a través del sonido, ojo a esa resolución musical a cargo de Johan Jóhannsson en la primera incursión en la nave extraterrestre) tiene aparte la virtud de no llegar a perder la noción de verosimilitud del relato en ningún momento de la narración, basando su poderosa solidez en la fuerza que otorga las imágenes en relación a los sentidos. Más adelante y con vistas a su estreno comercial el próximo mes de noviembre hablaremos con más detenimiento de esta fascinante obra destinada no solo a ser la mejor película de vista en este 2016 sino a ser una pieza clave y referencial a la hora de entender la evolución de la ciencia ficción en el cine en un futuro.

Valoración 0/5: 4’5

 

El rey del Once

Ariel cree haber dejado atrás su pasado tras construir una nueva y exitosa vida como economista en Nueva York. Convocado por su padre, cuya misión en la vida es dirigir una fundación judía de ayuda en el barrio del Once, vuelve a Buenos Aires. Allí conoce a Eva, una mujer muda e intrigante que trabaja en la fundación. La visita coincide con la fiesta judía del Purim, una ocasión para celebrar que forma el subtexto de una comedia de errores, encuentros, y reflexión en la medida en que no siempre podemos dejar atrás nuestro pasado.

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Daniel Burman (El abrazo partido, El misterio de la felicidad, La suerte en sus manos) presento dentro de la sección Horizontes Latinos su último trabajo tras las cámaras, El rey del Once, una cinta que anida a través de la comedia costumbrita y que representa de algún modo una especie de retorno a las raíces del director, posiblemente estemos ante el trabajo más personal de Daniel Burman, pero también el menos definido pues la película indaga de forma algo abstracta e incluso por momentos de manera errática en un submundo muy propio, recurriendo a personajes y símbolos que entran y salen dentro de un escenario común, Burman utiliza de la misma forma mucho apéndices, quizás demasiados, todos ellos enclavados dentro de la comunidad judía de Buenos Aires.

El rey del Once logra en parte interpretar el caos dentro de una determinada comunidad y de cómo sin tu saberlo perteneces a ella, en este aspecto la película da la sensación de que el propósito del director está en la función de ponernos a la altura y semejanza de su protagonista, un hijo que no termina de asimilar del todo bien cómo se puede vivir en ese mundo caótico de la fundación benefactora que lidera su ausente padre y administra su tía. El rey del Once es prisionera y al mismo tiempo benefactora de una narración algo oblicua, de esas que parece no conducir a ninguna parte en concreto pero que en el fondo te hablan de la vida misma como concepto principal.

Valoración 0/5: 2’5