Crónica festival de San Sebastián 2017. Día 4

Blue My Mind

Justo antes de las vacaciones de verano, Mia, de 15 años, se traslada con sus padres a los suburbios de Zurich. Durante mucho tiempo se ha sentido alejada de sus progenitores, y cuando les pregunta si ha sido adoptada, su madre se ofende pero no responde. Mientras Mia se sumerge en un comportamiento alocado como adolescente en un intento de lidiar con todo, su cuerpo comienza a sufrir extraños cambios. Al principio apenas son perceptibles, pero luego suceden con fuerza y empieza a perder la razón. En su desesperación, intenta evadirse con sexo y drogas, con la esperanza de detener el torbellino que la abruma. Pero la naturaleza es más poderosa.

La ópera prima de la cineasta suiza Lisa Brühlmann cumplió con creces con una de las normas básicas que rigen o tendrían que hacerlo la sección Nuev@s Director@s, la de ofrecer un producto de tono libre y arriesgado y de paso si es posible en cierta manera que se atreva a romper códigos narrativos en lo relativo a una valentía autoral que tendría que tendría que ser más habitual en primeros trabajos tras las cámaras. En un principio el enunciado y la visión superficial de la que parte Blue My Mind puede parecer algo manida, el cuerpo de una adolescente de 15 años como metáfora de cambio que deriva a inadaptación a un ámbito concreto, sin embargo la propuesta de Brühlmann va un paso más allá ofreciéndonos una feroz y sugerente parábola acerca del punto de inflexión que circunvala el teen angst.

La joven protagonista de Blue My Mind transita a lo largo de todo la película a través de una soterrada alegoría del cambio de la adolescencia a la edad adulta, un malestar contestatario a modo de metamorfosis rebelde nos es mostrada por Lisa Brühlmann mediante una abrupta y muy física parábola fantástica, hay mucho momentos en Blue My Mind que nos remiten al Raw de Julia Ducournau, al igual que el cambio que va sufriendo nuestra protagonista la narrativa del film avanza a paso ligero en lo concerniente a la exploración de unos supuestos límites genéricos, la gran virtud de Blue My Mind es que a diferencia de muchas películas que transitan por temáticas bastantes parecidas logra prescindir casi por completo de lo sutil en beneficio de un trazo claramente explicito, y lo hace hasta el final con todas las consecuencias que ello puede acarear, en cierta manera esa omnipresente fisicidad fílmica marca por completo el tono de una de las propuestas más valientes y estimulantes vistas este año en la sección Nuev@s Director@s.

Valoración 0/5: 3

 

Licht

Viena, 1777. Maria Theresia Paradis, niña prodigio, pianista ciega de 18 años, perdió la vista de la noche a la mañana cuando tenía tres años. Tras innumerables experimentos médicos fallidos, sus padres la llevan a la finca del polémico ‘doctor milagro’ Franz Anton Mesmer, donde se une a un grupo de estrafalarios pacientes. Disfruta del ambiente liberal de la casa en un mundo rococó y conoce la libertad por primera vez, pero empieza a notar que, mientras el tratamiento de Mesmer le está devolviendo la vista, está perdiendo su apreciado virtuosismo musical…

Barbara Albert responsables de cintas tan sugerentes como Böse Zellen, Fallen o The Dead and the Living presento a concurso Licht, una de las grandes decepciones vistas por un servidor este año dentro de la sección oficial, el film parte de una premisa histórica situada en la Viena del siglo XVIII ciertamente interesante, la ceguera de la protagonista (extraordinaria interpretación a cargo de Maria Draguscomo, posiblemente lo mejor de la película) le otorga una valía artística que se pone en riesgo al ir recuperando la visión y perdiendo poco a poco la concentración y calidad interpretativa que atesoraba a raíz al parecer de dicha disfunción visual, podríamos decir que la película cuestiona la necesidad de elegir entre dos importantes y vitales conceptos por el que se rige el ser humano ¿arte o vida?, bajo esta premisa el núcleo dramático se diversifica en varias disquisiciones de la época en que transcurre la trama, hay varias cuestiones  ciertamente jugosas y hasta por momentos reflexivas, el papel de la ciencia dentro de este contexto histórico, el cruel juego de clases y normas sociales que definen dicha época o el arte como sustento de una parte de la burguesía, disquisiciones estas que sin embargo se quedan muy en la superficie, Barbara Albert es incapaz de analizar o profundizar en ellas de una manera convincente, la narrativa ciertamente plana del film se encamina hacia lo contemplativo pero desde una óptica algo equivocada, no hay rastros de ese conflicto latente entre la autenticidad interior y la falsedad que anida en el exterior de personajes y escenario, podemos percibir levemente eso si un intento de observación de todo lo que se deriva a través su incuestionable academicismo, lástima que ese lujoso diseño de producción y ambientación exquisita se decante más por la rigurosa estética en detrimento de una mirada algo más personal del relato.

Valoración 0/5: 1’5

 

Pailalim

Bangis es un pobre sepulturero que vive en el interior del mausoleo de un cementerio con su familia. Cada día teme que el gobierno los desaloje por instalarse ilegalmente en el cementerio. Cuando su hija cae enferma, su ingreso en el hospital se convierte en un dilema. La enfermedad se mantiene durante semanas y la desesperación de Bangis se hace más fuerte. Sabe que debe hacer algo o de lo contrario su hija no sobrevivirá. Decide entones robar un cadáver recién enterrado y venderlo a una funeraria, confiando en que todo vaya bien y no sea demasiado tarde para su querida hija.

Vista dentro de la sección Nuev@s Director@s y con producción a cargo de Brillante Mendoza se pudo ver la opera prima del filipino Daniel Palacio Pailalim, una película que se mueve a través de un realismo social nada complaciente, posiblemente la gran virtud de esta ópera prima sea su incuestionable valentía a la hora de mostrar un entorno determinado utilizando una mirada claramente neutra, Pailalim por ello no cae en el error de juzgar o posicionarse en lo relativo a personajes y contexto y por lo tanto no caer en lo gratuito de una historia ciertamente cruda que podía a lugar a ello fácilmente.

Asistimos básicamente a una cruda exposición a ras de suelo de una degradación social extrema, los protagonistas repudiados por los estamentos públicos y sociales no tienen más remedio que subsistir dentro de un cementerio como único lugar posible en donde poder habitar, protagonistas que no dejan de ser muertos vivientes que se ven obligados del mismo modo y como única opción posible a delinquir dentro del mismo escenario en el que viven de forma ilegal, en este aspecto es interesante el uso circular que Daniel Palacio otorga a la narración, ese escenario viciado del que es prácticamente imposible salir no deja de ser una representación del infierno real vivido por esta micro sociedad, ciertamente Pailalim deviene como una interesante opera prima de una cinematografía claramente en alza en estos últimos años, Pailalim al igual que la contundente Purgatoryo de Roderick Cabrido vista en el festival de Sitges y de la que hablaremos próximamente certifican por las claras el buen momento por que atraviesa el nuevo cine filipino de autor.

Valoración 0/5: 3’5

 

You Were Never Really Here

Un antiguo veterano de guerra dedica su tiempo a intentar salvar a mujeres que son explotadas sexualmente. Un día que recibe la llamada de un político porque su hija ha sido secuestrada.

Avalada con los premios al Mejor actor y Guion en el pasado festival de Cannes la cuarta película de la realizadora británica Lynne Ramsay sea posiblemente el trabajo que le abra las puertas de Hollywood definitivamente tras esa escabechina que supuso su no participación en La venganza de Jane, aquí adapta la novela corta de Jonathan Ames You Were Never Really Here, una interpretación por parte de Ramsay que supone una peculiar y muy arriesgada nueva lectura del Taxi Driver de Martin Scorsese, unos esquemas argumentales prácticamente idénticos aunque bastante diferentes a la hora de como contarlos.

You Were Never Really Here es en cierta manera un ejercicio de estilo llevado hasta las últimas consecuencias, de esas películas en donde se le da más importancia a las formas que al contenido, de echo la historia que nos cuenta Lynne Ramsay es tan simple que por momentos roza lo minimalista, lo que prima aquí básicamente es retratar una asfixia personal, la angustia de un ser torturado cuyas heridas no tienen ningún viso de cicatrizar, poco importa en la película las motivaciones y derivas de villanos o víctimas, lo que importa es el retrato de un alma torturada y sobre todo como contarlo, en este aspecto la interpretación de un omnipresente Joaquin Phoenix resulta clave, también lo son las aportaciones técnicas en la fotografía a cargo de Tom Townend y la invasiva música de componente de Radiohead Jonny Greenwood. Were Never Really Here por moverse en unos terrenos algo trillados de manera muy personal y valiente queda validada como una de las propuestas más interesantes del año, la única condición a la hora de enfrentarse a esta película es pensar en ella como algo más que un relato de justicieros al uso.

Valoración 0/5: 4

 

La cordillera

En una cumbre de presidentes latinoamericanos en Chile, donde se definen las estrategias y alianzas geopolíticas de la región, Hernán Blanco, el presidente argentino, vive un drama político y familiar que le hará enfrentarse a sus propios demonios. Deberá tomar dos decisiones que podrían cambiar el curso de su vida en el orden público y privado: por un lado, una complicada situación emocional con su hija, y por otro, la decisión política más importante de su carrera.

Tras su presentación en Un certain regard del pasado festival de Cannes en sección especial y aprovechando la merecida Concha de Oro otorgada al actor Ricardo Darín se pudo ver el nuevo y más ambicioso trabajo hasta la fecha del argentino Santiago Mitre La cordillera, thriller político que vertebra su narrativa en un drama familiar e incluso en un relato de trasfondo psicológico con algún que otro elemento fantástico, el problema de un enunciado tan prometedor a priori viene dado que pese al intento de ofrecer un producto nada complaciente o convencional uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que no termina de posicionarse o desarrollar convenientemente ninguna de las varias vías planteadas por su director, ofreciendo un producto tan irregular como ambivalente, tan difuso y enigmático como resulta ser su protagonista principal.

Viendo La cordillera un servidor tuvo la impresión de que esa intriga por los vericuetos políticos al más puro estilo House of Cards o incluso con algún que otro parentesco a los thrillers paranoicos estadounidenses de los años 70 no deja de ser una especie excusa narrativa para abordar y desarrollar cuestiones  de otra índole que por desgracia solo podemos llegar a vislumbrar de una manera muy tenue, de echo su condición de película política llega a ser muy cuestionable y no solo por la ausencia total de un discurso de tono panfletario o ideológico, Santiago Mitre que ya abordo temáticas parecidas en sus anteriores El estudiante y Paulina aprovecha eso sí muy bien ciertos recursos como la dirección de actores y un cierto formalismo en lo concerniente a una puesta en escena nada despreciables. La cordillera termina siendo más psicológica que política, una película tan enigmática en el buen sentido de la palabra como dispersa en lo referente a sus nada desdeñables y poco aprovechados postulados narrativos.

Valoración 0/5: 3

 

The Day After

Areum se dispone a vivir su primer día de trabajo. Bongwan, su jefe, mantenía una relación amorosa con la mujer a la que Areum está sustituyendo. Esa relación acaba de romperse. Ese día, como todos, Bongwan abandona el domicilio conyugal mucho antes del alba para ir a trabajar. No deja de pensar en la mujer que se ha marchado. Ese mismo día, la mujer de Bongwan encuentra una carta de amor. Se presenta en el despacho sin avisar y confunde a Areum con la mujer que se ha marchado.

Triunfador en la pasada edición del Zinemaldia con su excepcional Lo tuyo y tú en donde recibió el galardón al Mejor Director el coreano Hong Sang-soo presentaba este año en San Sebastián The Day After dentro de la sección Zabaltegi – Tabakalera. Dada la fecundidad a la hora de dirigir por parte de Hong Sang-soo (tres películas en este 2017) soy de la firme opinión de que un festival de cine de las características de San Sebastián se queda de alguna manera cojo o desprotegido si no presenta alguno de sus trabajos en cada edición, The Day After sin ser la mejor película de su director fue en mi opinión una de las indiscutibles cimas autorales más estimulantes vista este año en el certamen.

La gran virtud del cine de Hong Sang-soo es hacer de lo aparentemente simple algo complejo en el buen sentido de la palabra, en The Day After posiblemente encontremos uno de sus trabajos más depurados, tres únicos escenarios y cuatro personajes, clásicos zooms y una fotografía en un austero blanco y negro próximo en tono al cine del francés Philippe Garrel , tal es la complejidad del film que llegados a un punto no sabemos a ciencia cierta si estamos ante una comedia o un drama existencial, si transitamos a través de un discurso convencional o trascendental, posiblemente sean todo ello pero el mérito radica en como Hong Sang-soo se mueve a través de parámetros de auto ficción y evidentemente auto biográficos, como no podía ser de otra manera, en un film que en apariencia pueda parecernos uno de los más lineales de su carrera, solo en apariencia, pues la importancia esta en los detalles y ahí es donde Hong Sang-soo exhibe musculo, en como algo en apariencia banal muta en trascendental sin apenas percibirte, todo ello y mucho más convierten a The Day After en una de las mejores películas presentes en el festival amen de atesorar el plano secuencia (la extraordinaria Min Hee-kim  vislumbrando la nevada en un trayecto en taxi) más memorable visto este año en San Sebastián.

Valoración 0/5: 4