Crónica festival de Sitges 2017. Día 10
The Lodgers
The Lodgers nos sitúa en la Irlanda rural de hace un siglo, en el año 1920 durante la guerra de independencia, en ese escenario vemos como Rachel y Edward, un par de gemelos anglo-irlandeses que están a punto de cumplir 18 años residen desde la muerte de sus padres en Crumbling Manor, una mansión decrepita en las afueras de un pueblo. Lo único es que no están totalmente solos, ya que comparten casa con una fuerza invisible que se aloja en el sótano. Los gemelos deberán seguir unas reglas muy estrictas dictadas por los propios entes, deben estar en la cama a medianoche, no deben permitir que nadie de fuera entre en la casa y si intentan escapar de ella la vida del otro se pondrá en peligro, el desobedecer dichas normas le supondrán enfrentarse a castigos estremecedores.
Si en su pasada edición Sitges cerraba con un thriller de época victoriana con ciertas reminiscencias góticas como fue el The Limehouse Golem del español Juan Carlos Medina este año se volvía repetir formula de alguna manera con la cinta británica The Lodgers, una película que se inscribe plenamente en el subgénero gótico de terror, en ella encontramos todos los mimbres necesarios que pertañan a tal temática, maldiciones ancestrales, amores fatales y como no un caserón donde subyace lo fantasmagórico.
Hace bien poco comentábamos a propósito de las fallida Marrowbone de Sergio G. Sánchez como en estos últimos años ha habido un grupo reducido de películas que han intentado adentrarse con poca fortuna en el subgénero del terror gótico, hubo una indagación realmente a destacar como fue la notable I Am the Pretty Thing That Lives in the House de Osgood Perkins, evidentemente el ejemplo más ambicioso en dicho cometido fue el Crimson Peak de Guillermo del Toro que se saldó con un sonoro fracaso crítico y taquillero, tampoco la modesta Voice from the Stone de Eric D. Howell lograba adecuarse a una temática que tampoco parece tener el beneplácito por parte de un público que en su gran mayoría perece más interesado en otras conceptos genéricos. The Lodgers sin llegar a ser una maravilla atesora al menos el mérito de no salirse en prácticamente ningún momento de unas coordenadas ya establecidas, posiblemente esta sea su mayor virtud. Curiosamente su director, el irlandés Brian O’Malley, aquí se posiciona por fuerza mayor en las antípodas de la que fue su opera prima Let Us Prey, si en aquella aparatosa hibridación genérica imperaba lo explícito en The Lodgers (mucho más entonado) tiene que tirar de recursos más sutiles a la hora de elaborar un relato que se sustenta principalmente en articular a través de lo atmosférico o de lo estrictamente literario. En la película sin embargo percibimos una ligera sensación de corta y pega en su estructura, no solo en lo concerniente a no salirse de una tangente preestablecida sino a la hora indagar en anexos de su historia que no son lo suficientemente explorados. Que The Lodgers no quiera salir de unas normas preestablecidas tampoco quiere decir que estemos ante un producto artificial en su elaboración, hay un intento por crear que es digno de mención, la fotografía a cargo de Richard Kendrick y un montaje de ritmo parsimonioso por parte de Tony Kearns ayudan a revestir una película que ha día de hoy deviene como algo atípica dada su naturaleza, algo que en cierta manera eleva la condición de un producto que sugiere y en menor medida muestra, todo un logro según como se mire.
Valoración 0/5: 3
A Silent Voice
La historia gira en torno a Shôko Nishimiya, una estudiante de primaria que es sorda y que al cambiarse de colegio comienza a sentir el bullying de sus nuevos compañeros. Uno de los principales responsables es Ishida Shôya quien termina por forzar que Nishimiya se cambie de escuela. Años después, Ishida busca la redención de sus malas acciones.
La adaptación anime del extenso manga (7 volúmenes, 61 capítulos) de Yoshitoki Ōima Koe no Katachi fue otro de los platos fuertes vistos este año en Sitges en lo referente a una sección de animación que en esta edición ha sido verdaderamente potente en lo referente a los títulos exhibidos. A Silent Voice de la directora Naoko Yamada bajo la algo equivocada apariencia (para el no conocedor de su base) de retrato juvenil encorsetado nos cuenta una historia provista de innumerables capas a modo de viaje emocional, de continuo tránsito entre lo amable y lo trágico y de inmaculada definición como producto de animación, minimizarla solo como un relato que transita a través del bullying y sus consecuencias sería un error bastante grande, hay mucho más, el film parte de una trama narrativa que no está presentada de una forma digamos convencional en lo referente a su estructura argumental, aunque no por ello resultara ininteligible, en el proceso es evidente que existen huecos narrativos posiblemente debido a la reducción de un material tan extenso a la hora de adaptar, en lo referente a esta cuestión A Silent Voice a parte de un arraigo cultural muy visible en sus imágenes y al igual que coetáneos de similar condición cumple a la perfección una discurso pedagógico que deriva en posteriores reflexiones tales como la profundidad de la carga psicológica que hay detrás del bullying materializado en dos direcciones opuestas, como eso puede marcar una infancia o una adolescencia, cambio de roles y lo cruento que puede convertirse este ámbito interior a través de una mala e inconsciente decisión que posiblemente no te abandone en un futuro. Se podría continuar con multitud de más disquisiciones que se exponen en A Silent Voice, no es cuestión aquí de enumerarlas una por una, el film de Naoko Yamada deviene como un perfecto ejemplo de la actual madurez en que se encuentra la animación japonesa, un medio que puede servir para extrapolar y articular cuestiones mucho más complejas que la de ser en su función primaria un simple entretenimiento destinado al público juvenil.
Valoración 0/5: 3’5
The Super
Phil es un ex policía que empieza a trabajar como encargado de mantenimiento en un edificio de Manhattan. Cuando los inquilinos del mismo empiezan a desaparecer, Phil sospecha que hay un asesino suelto en el lugar. Pero, ¿en quién confiar cuando todos los vecinos parecen tener algo que esconder?
Siguiendo la tónica de estrenos mundiales vistos este año en Sitges The Super de Stephan Rick volvió a poner de manifiesto que en su gran mayoría son films que están presentes en el certamen por unas cuestiones alejadas de su supuesta calidad, para ser justos habría que puntualizar que es una práctica habitual en prácticamente todos los festivales solo que en esta edición de Sitges este factor se ha notado en demasía.
Uno supone que proyectar The Super en un pase especial de la sección oficial se debió a la posibilidad de aprovechar el evento para otorgarle un premio honorifico a un Val Kilmer (curiosamente lo mejor de largo del film) que nunca apareció por el festival, seguramente si la película hubiera estado de forma algo más discreta en apartados mucho más naturales para ella como por ejemplo la sección Panorama sus muy evidentes carencias no habrían estado tan señaladas. The Super no deja de ser una simple serie B, es de aquellas películas que antaño estaban solo destinadas a estar presentes en una estantería de un video club, como muchas series B la película parte de un planteamiento interesante, ese gran edificio de viviendas y esa comunidad vecinal daba para un film de terror coral con muchas posibilidades, sin embargo su desarrollo es extremadamente manido y simplón, The Super en su apuesta formal sistemáticamente no se cansa de incidir en ese catálogo repleto de clichés genéricos que pueblan a día de hoy la mayor parte de las producciones del género de terror, una puesta en escena que parece articularse exclusivamente a través del continuo sobresalto en la subida del volumen de sonido, aunque quizás su falla más evidente a parte de un guion repleto de incoherencias venga dada a la hora de emplear un twist final que con la intención de sorprender consigue un efecto contrario al esperado, a medio camino entre lo inverosímil y lo involuntariamente auto paródico dejando al espectador una sensación final de inocuidad en el producto bastante manifiesta.
Valoración 0/5: 1’5
Strangled
En la Hungría de los años 60, una serie de atroces asesinatos sacude la pequeña ciudad de Martfü. Un asesino está violando y matando a mujeres jóvenes. Un detective se hacer cargo del caso, y pronto se obsesiona con él, sometido a una gran presión por parte del fiscal, que quiere un culpable. Atascado en el asfixiante mundo social, político y psicológico de la Hungría socialista, convulsionada por protestas contra el régimen, el detective pronto se encuentra enredado en una red de intrincadas conspiraciones e inquietantes descubrimientos.
Este año la sección Noves Visions se convirtió en un pequeño refugio temático para ese terror social proveniente de la Europa del Este, a cintas como Tesnota o A Gentle Woman se le unió la película húngara Strangled del veterano realizador Árpád Sopsits, un film que nos vuelve a situar al igual que las dos películas arriba comentadas en un contexto histórico aunque en este caso partiendo de un caso real, de hecho estamos ante una pulcra y sobria recreación de la notable Citizen X de Chris Gerolmo, ambos casos distintos pero provistos de circunstancias y ambulaciones casi idénticas.
Strangled es una crónica de unos hechos que circunvalan dos escenarios que a su manera devienen como sinérgicos, un asesino en serie ubicado en la Hungría comunista entre los años 1957 y 1967, al igual que el film de Gerolmo el contexto social y político que rige el país se convierte en una gran barrera para que las autoridades policiales puedan solucionar el caso, en este aspecto Árpád Sopsits aunque maneje códigos genéricos de manera casi de manual (en este aspecto ayudo mucho la medida y retro estética fotografía a cargo de Gabor Szabo) no se conforma con ofrecernos una simple representación de los hechos e intenta ser algo más ambicioso en lo referente a la exposición vertebrando la narración desde tres perspectivas distintas que por fuerza mayor al final terminarán confluyendo, falso culpable encarcelado, investigación policial y andanzas del asesino, posiblemente el más interesante y conseguido sea el de la investigación, casi un noir amargo con un trasfondo político convulso en donde corrupción e intereses generados por una situación determinada dan material de sobra para discernir acerca de un contexto histórico desde un punto de vista lateral, sin embargo las otras dos vías argumentales no resultan tan agraciadas en su asimilación al relato, una por anticlimática, la correspondiente al falso culpable, y la otra por ser en exceso reiterativa e incidir demasiado en la complacencia de su trazo escabroso expuesto en su representación como condición casi sine qua non. Tantos puntos divergentes acaban irremediablemente convirtiendo el relato en no fluido en lo referente a su desarrollo, difícil de equilibrar, algo que no es óbice para que Strangled termine siendo un correcto retrato acerca de un inframundo que en tiempos pretéritos albergó el horror desde vertientes distintas.
Valoración 0/5: 3
Happy Death Day
Una joven estudiante universitaria (Jessica Rothe) reconstruye el día de su asesinato reviviendo tanto los detalles cotidianos como su aterrador final, hasta intentar descubrir la identidad de su asesino.
Con la proyección de Happy Death Day, cuarto largometraje a cargo de Christopher Landon un servidor puso punto final a su andadura en este Sitges 2017, la última y exitosa producción de Jason Blum que vuelve a incidir en mecanismos y fórmulas que lejos de innovar conceptos los reinterpreta desde una perspectiva tan lúdica como desprejuiciada en lo referente a sus intenciones. No se trata solamente de unir premisas tales como Groundhog Day y Scream, o lo que es lo mismo comedia temporal+ slasher (lo primero que le vendrá a la mente del espectador), básicamente se trata de seguir unos parámetros con cierta solvencia, un saqueo de ideas sin ningún tipo de disimulo por parte del guionista Scott Lobdell a la hora de aplicar premisas ya explotadas en infinidad de ocasiones, al cine de género y en especial al del terror cíclicamente como buen cine popular no ha necesitado de la originalidad en sus planteamientos para asegurarse el favor del público, en este aspecto una cinta de las características de Happy Death Day es diáfana en lo concerniente a sus supuestas intenciones, una obra digna pero sin mucha brillantez todo hay que decirlo, hay ciertos apuntes como el referido a ese juego metalingüístico con vocación auto reflexiva que asoma tímidamente en la película, evidentemente Christopher Landon está más preocupado a la hora de conceptuar y equilibras distintos registros genéricos, en este aspecto sería un error calificar a Happy Death Day como un producto que se ampara en lo paródico, digamos más bien que estamos ante una comedia de terror/suspense, el mérito de Landon posiblemente esté en adecuar ambos conceptos sin que ninguno de los dos lleguen a anularse entre sí, por lo demás la película vuelve a ser esa suma de virtudes (disfrutables) y defectos (abundantes y muy visibles)tan habitual en el género. Su proyección en un cine Retiro (antigua sede principal del festival previa aparición del Auditorio) con un público entregado sin concesiones a la propuesta fue un perfecto colofón como final de un festival que en esta edición abarco 50 años de existencia y que vino a certificar una vuelta al origen en referencia a una parte de ese cine que se viene viendo en Sitges durante los últimos años, diverso en perspectivas y referencias, un tipo de cine en definitiva el que representa Happy Death Day que sigue sobreviviendo lejos de injerencias forzadas o visiones estancadas y que siempre tiende a volver a un inicio de intenciones claramente honestas, 50 años de cine fantástico en Sitges así lo atestigua.
Valoración 0/5: 3’5
Palmares
Sección Oficial Fantàstic Sitges 50
Mejor película: JUPITER’S MOON, de Kornél Mundruczó
Premio especial del jurado: THELMA, de Joachim Trier
Mejor dirección: Coralie Fargeat, per REVENGE
Mejor interpretación femenina: Marsha Timothy, per MARLINA THE MURDERER IN FOUR ACTS
Mejor interpretación masculina: Rafe Spall, per THE RITUAL
Mejor guion: Joachim Trier i Eskil Vogt, per THELMA
Mejores efecto especiales: Ferenc Deák, per JUPITER’S MOON
Mejor fotografía: Andrew Droz Palermo, per A GHOST STORY
Gran premio del público: MATAR A DIOS, de Albert Pintó & Caye Casas
Mejor cortometraje:R.I.P, de Pintó & Caye
Focus Àsia
A SPECIAL LADY, de Lee An-kyu
Mención especial: MARLINA THE MURDERER IN FOUR ACTS, de Mouly Surya
Òrbita
Mejor película: THE BATTLESHIP ISLAND: DIRECTOR’S CUT, de Ryoo Seung-wan
Panorama Fantàstic
Mejor película: CREEP 2, de Patrick Brice
Panorama Documenta
Mejor película documental: 78/52, de Alexandre O. Philippe
Anima’t
Mejor película: TEHRAN TABOO, d’Ali Soozandeh
Mejor cortometraje: HYBRIDS, de Florian Brauch, Matthieu Pujol, Kim Tailhades, Yohan Thireau i Romain Thirion
Noves Visions One
DAVE MADE A MAZE, de Bill Watterson
Mención especial: KUSO, de Flying Lotus
Noves Visions Plus
Mejor película: DAWSON CITY: FROZEN TIME, de Bill Morrison
Noves Visions Petit Format
Mejor cortometraje: HOISSURU, d’Armand Rovira
Jurat de la crítica
Premio de la crítica – José Luis Guarner
Ex aequo
AS BOAS MANEIRAS, de Juliana Rojas i Marco Dutra
THE KILLING OF A SACRED DEER, de Yorgos Lanthimos
Premio Citizen Kane a la mejor dirección novel
Coralie Fargeat, per REVENGE
Mejor película Discovery
BRIGSBY BEAR, de Dave McCary
Jurado Carnet Jove
Mejor película: A GHOST STORY, de David Lowery
Mejor película Midnight X-Treme: ANNA AND THE APOCALYPSE, de John McPhail
Premio Brigadoon Paul Naschy
CUERNO DE HUESO, d’Adrián López
Samsung Sitges Cocoon
Mejor película: KNIVES, d’Adam Cosco
Mención especial: RAY, de Rafael Pavón
Premio del público a la mejor: ALTERATION, de Jérôme Blanquet
Méliès
Meliés de plata a la mejor película: THELMA, de Joachim Trier
Meliés de plata al mejor cortometraje: EXPIRE, de Magalí Magistry
Blood Window
MADRAZA, d’Hernan Aguilar
Mención especial a la mejor actriz: Isabél Zuaa, per AS BOAS MANEIRAS
Premis SGAE Nova Autoria
Mejor cortometraje: CELEBRACIÓ, de Pau Cruanyes i Gerard Vidal
Mejor guion: Anna Agulló, per UNA CAJA CERRADA
Mejor música original: SESGO, UNA HISTORIA DE PREJUICIOS Y GOLOSINAS
Mención especial: LA FUGA DE LOS 45, per Cristina Caamaño