Crónica festival de Sitges 2017. Día 9

Jupiter’s Moon

Al intentar cruzar ilegalmente la frontera, el joven emigrante Aryan recibe un disparo, y la herida le otorga el poder de levitar. Con la ayuda del doctor Stern, logra escapar de un campo de refugiados. Fascinado por los superpoderes de Aryan, Stern ve la oportunidad de explotar el milagro.

Después de su paso por el festival de Cannes en donde a mi modo de ver fue maltratada de forma algo injusta la nueva película del húngaro Kornél Mundruczó Jupiter’s Moon se alzó con los premios a la mejor película y los mejores efectos especiales en Sitges, no es la primera vez ni será la última que películas que vienen rebotadas de una fría acogida en certámenes de categoría A logran un reconocimiento en Sitges, de alguna manera es algo cíclico, Jupiter’s Moon es ciertamente un film que atesora puntos suficientemente interesantes como para no merecer el recibimiento que tuvo en Cannes aunque tampoco es de largo lo mejor que se vio este año en el certamen catalán.

Kornél Mundruczó en su anterior y muy notable White Dog ya recurría en cierto modo a la parábola social de una forma muy evidente en ese relato de rechazo y persecución del semejante expuesto a modo de fábula canina, en Jupiter’s Moon vuelve a incidir en la metáfora social, aquí de manera algo más explícita si cabe, en este caso centrada en un tema tan candente a día de hoy como es la inmigración y la acogida de refugiados en Europa, eso sí un discurso que a diferencia de White Dog se ampara casi por completo en las connotaciones fantásticas de sus imágenes. Jupiter’s Moon intenta transitar por múltiples vías o facetas narrativas, evidentemente primero de todo nos encontramos ante una alegoría demasiada subrayada que deriva en posterior denuncia social y que está expuesta a través de un imaginario fantástico con claras referencias judeocristianas (el protagonista es hijo de un carpintero que tras una milagrosa recuperación/resurrección de un virulento ataque por parte de las autoridades empieza a tener el poder de levitar, de elevarse ante la mirada de sus prójimos), un trazo fantástico que llegados a un determinado momento queda trasmutado en un efectivo y muy correcto thriller de acción repleto de asombrosos planos-secuencia cenitales, el problema posiblemente venga dado en la medida de intentar equilibrar ese mensaje y el pulcro ejercicio de estilo que Mundruczó lleva a cabo, todo ello debido seguramente en comprobar como ese lectura política se agota demasiado pronto en lo referente a su exposición, difícilmente percibimos un desarrollo que equipare convenientemente ambos conceptos, curiosamente cuando Jupiter’s Moon recurre a su naturaleza de relato de género es cuando dicho mensaje (menos explícito y mucho más sutil y natural en su desarrollo) llega a estar conceptuado de alguna manera, es en ese momento cuando la radiografía que nos ofrece Mundruczó de la actual Europa fluye a modo de una más que sugerente alegoría visual.

Valoración 0/5: 3’5

 

Salyut-7

Era 1985: la Guerra Fría tenía como uno de sus puntales la carrera espacial. La estación Salyut-7 era una de las joyas de la corona de la industria soviética. Sin embargo, de repente dejó de comunicarse.

El género de la ciencia ficción espacial en el cine nunca se ha regido por una oferta abundante o digamos continua, ni en tiempos pasados y mucho menos en los actuales, no ha dejado de ser una ramificación del fantástico que ha ido asomando durante muchos años de forma algo episódica y discontinua, es por esa precariedad en lo referente a su temporalidad que siempre es motivo de interés al menos para un reducido grupo de espectadores que vayan apareciendo títulos aunque sea a cuentagotas de alguna manera se aproximen a dicha temática, la rusa Salyut-7 fue la aventura espacial que se pudo ver este año en Sitges, un film que tiene como claro referente al Apolo 13 de Ron Howard, ambos films parten de un acontecimiento verídico, el de un rescate de estación especial soviética y el de una supervivencia llevada al límite.

Salyut 7 se posiciona como una producción de gran envergadura (siempre dentro de los estándares económicos rusos, 18 millones de dólares al parecer fue su coste final) acerca de la carrera espacial rusa y la odisea que supuso la arriesgada misión de rescate de la Salyut-7 en el año 1985, estación espacial que vagaba sin rumbo a consecuencia de un fallo eléctrico, en este sentido el film de Klim Shipenko se adentra más en la épica del astronauta que en una prototípica película de ciencia ficción al uso. No deja de ser curioso sin embargo como el film que nos ocupa a diferencia de sus antecedentes patrios (recordemos que la ciencia ficción rusa ha dado más de un título referencial) se decante más por  una espectacularidad más propia del cine norteamericano actual, en el film más que mirar unos referentes autóctonos presenciamos secuencias que podrían estar perfectamente rodadas por  Michael Bay, es como si de alguna manera la matizada ficción del ayer y la actual realidad del hoy de la que se sustenta Salyut 7 marcarán de algún modo la globalización en que se ve sumido el género a día de hoy. Lo mejor que se puede decir de un producto de las características de Salyut 7 es que no engaña en lo referente a sus intenciones, da lo que ofrece y cumple con su cometido de entretenimiento siendo relativamente verosímil a unos hechos verídicos, convirtiéndose en una correcta y aplicada película comercial aunque a un servidor le hubiera gustado algo más de indagación en los contextos históricos (guerra fría por ejemplo) que colindan la acción.

Valoración 0/5: 2’5

 

Brigsby Bear

Brigsby Bear Adventures es un programa de televisión infantil que tiene un solo espectador: James. Cuando el programa termina de golpe, la vida de James cambia para siempre, y éste se propone terminar la historia él mismo.

La sensación de antaño de que una película presentada en un festival de cine te pueda sorprender sin tener apenas conocimiento previo de su existencia no solo ya a un nivel individual sino colectivo era uno de los activos más importantes que atesoraban los certámenes cinematográficos, entrar en una sala con la mente virgen y descubrir una película o un director y no porque el espectador se autoimpusiera dicha actitud sino por la total ausencia de información previa del producto en cuestión, sería muy difícil enumerar la cantidad de esos descubrimientos que han tenido lugar en Sitges durante las primeras décadas de su existencia, hoy esto es imposible debido a la cantidad de información disponible al abasto del espectador más inquieto, películas que recién terminado su rodaje ya nos ofrecen una ingente cantidad de imágenes, artículos y demás sobre ella en las redes sociales.

Todo esto viene a colación a propósito de la entusiasta y desmesurada recepción que tuvo Brigsby Bear en Sitges, su muy concurrido pase de prensa un día laborable al mediodía y entre semana me indican que dicha actitud previa a su visionado por parte de esta parte de la audiencia venia de alguna manera preparada o lo que es peor preconcebida, en cierta manera es como intentar revisitar un comportamiento de antaño de forma algo artificial, que la ópera prima de Dave McCary se llevara la coletilla de descubrimiento del festival en muy debatible, no solo porque ya venía de festivales como Sundance o Cannes y se sabía de ella con antelación sino porque en realidad Brigsby Bear es muy poquita cosa, con claros ecos al cine de Wes Anderson básicamente es un film destinado a complacer a un cierto tipo de espectador muy determinado, una historia que gira a través del proceso de madurez de una persona marcada por una atipicidad en lo relativo a su desarrollo, es ese tipo de cine independiente norteamericano buenista en exposición e intención, una especie de cruce adocenado del  Room de Lenny Abrahamson y el Be Kind Rewind de Michel Gondry, tan claro es el posicionamiento de Dave McCary (ciertamente muy inteligente en sus propósitos) que ni se molesta en indagar aspectos de la trama más peliagudos, lo mejor del film lo vemos en sus primeros veinte minutos, es ahí en donde a través de la ambigüedad narrativa percibimos en la distancia interesantes disquisiciones que más tarde no son exploradas, un principio ciertamente original que da paso a lo convencional, si a la formula le añadimos la nostalgia ochentera de rigor (poco importa en esta líderes que el receptor haya nacido a mitad de los noventa) Brigsby Bear logra con su inconfundible humor blanco complacer a un determinado público, de hecho la fórmula es bien antigua por mucho que algunos la quieran revestir de una presunta y novedosa modernidad.

Valoración 0/5: 2’5

 

JoJo’s Bizarre Adventure: Diamond is Unbreakable

Jojo’s Bizarre Adventure Diamond: is Unbreakable nos sitúa en 1999, Jotaro Kujo fue hasta Morioh, en la ciudad S de la Prefectura M, en Japón, para encontrar el hijo secreto de su abuelo Joseph Joestar, Josuke Higashikata. Sin embargo, Josuke posee la misma habilidad que Jotaro: el Stand. Como si Jotaro los hubiera invocado, un nuevo grupo de usuarios de Stands comienza a actuar. Hay algo en esta ciudad… Josuke actuará para salvar Morioh, la ciudad en la que nació y creció.

Si el plato fuerte que Takashi Miike presento este año en Sitges fue indiscutiblemente su muy estimulante Blade of the Immortal otra película (algo menor) como fue JoJo’s Bizarre Adventure volvía a incidir en el ejercicio de adaptar un manga, en esta ocasión un cuarto volumen de la obra creado por Hirohiko Araki, uno de los mangas más longevos y populares existentes en Japón. JoJo’s Bizarre Adventure en una adaptación excesivamente dura para los no conocedores de la obra de la que parte, en este aspecto a uno por esta manifiesta falta de conocimiento en lo concerniente a su base le queda la duda si dicha dificultad de lectura a diferencia de otra adaptaciones anteriores llevadas a cabo por Takashi Miike radica en cómo se ha materializado dicha traslación o está en la propia base de la que bebe. Esta dificultad no solo está presente (siempre en lo referente a los no iniciados en la materia) en intentar reconocer una supuestas señas de identidad sino en un desarrollo narrativo que especialmente en su segunda parte es de una difícil interpretación en lo relativo a un ritmo excesivamente lento, en este sentido y a diferencia de por ejemplo películas como Terra Formars o la antes citada Blade of the Immortal JoJo’s Bizarre Adventure para quien no conozca el manga y sobre todo para aquellos que no tengan un especial interés en ello puede convertirse en un auténtico suplicio de complicada digestión, al menos en la película quedará la matizada peculiaridad de ir comprobando uno por uno escenarios rodados en el propio Sitges, Vilanova i la Geltrú o Barcelona, algo que sin embargo y de forma algo curiosa llega que ser incluso más chocante que la propia trama argumental de la película, uno supone que todo esto es debido a intentar visualizar lugares y entornos comunes integrados en una historia que no lo es en absoluto para dicho tipo de espectadores entre los cuales se incluye un servidor.

Valoración 0/5: 2

 

How to Talk to Girls at Parties

How to Talk to Girls at Parties nos cuenta como una pareja de jóvenes británicos se mueven en el Londres underground de los años 70, Enn y Vic, va a una fiesta para poder conocer chicas, pero descubren que éstas son más diferentes de lo que su mente masculina adolescente esperaba en un primer momento, siendo la mayoría de ellas alienígenas a punto de iniciar un macabro rito.

El nuevo y esperado trabajo del estadounidense John Cameron Mitchell clausuró con una gran expectación la sección Noves Visions, How to Talk to Girls at Parties suponía a priori una vuelta temática en mayor o menor medida a películas anteriores de su director como fueron Hedwig and the Angry Inch o Shortbus, a partir de un relato corto de Neil Gaiman del mismo nombre How to Talk to Girls at Parties deviene como una deslavazado pequeña joya que es concebida a modo de ejercicio de rebeldía, de la trasgresión de la que tendría que partir el concepto del amor y la sexualidad como aprendizaje vital, un coming-of-age identitario del individuo (en este caso masculino) mezclado a modo de atípica película de ciencia ficción e imposible odisea punk ubicada en la escena underground  de la Inglaterra de los años 70. John Cameron Mitchell es ciertamente un autor peculiar y How to Talk to Girls at Parties es un perfecto ejemplo de ello, un film repleto de imperfecciones, de alguna manera una rareza de ritmo narrativo (muy mala gestión de tiempos) tan discontinuo como sugerente en lo relativo a este supuesto posicionamiento pues uno llega a preguntarse si en verdad lo que hace John Cameron Mitchell no deja de ser una perversión de conceptos clásicos hecha con una clara conciencia y determinación, es quizás por esa sensación que desprende en todo momento esta inusitada fantasía kistch que es How to Talk to Girls at Parties que la hace especial, de querer ir a contracorriente, de ser un producto que tiene marchamo de ser incomprendido por una gran parte del público ya sea por su propia indefensión o por sus postulados, un tipo de cine que recordemos que en los setenta y ochenta eran muy habituales, The Man Who Fell to Earth, Liquid Sky o Repo Men son solo algunos ejemplos, de alguna forma y a su manera How to Talk to Girls at Parties con sus evidentes pero asumibles defectos quiere beber de ese concepto, el intentar sobrepasar los límites de la narrativa y la temática convencional multigenérica a través de una mirada distorsionada, en definitiva una película que se aleja conscientemente de la imagen perfecta para intentar subyugarnos a través de un estimulante y algo atípico a día de hoy discurso generacional.

Valoración 0/5: 3’5

 

Real

Jang Tae Young (Kim Soo Hyun) es un solucionador de problemas popular en el mundo criminal. Él es frío y ambicioso. Sueña con la construcción de un hotel-casino un día. Un reportero luego va a buscar a Jang Tae Young.

Hemos hablado en repetidas ocasiones en estas crónicas de la abismal diferencia existente a día de hoy en el cine proveniente de Corea del Sur, el realizado por un grupo de autores plenamente reconocibles (no más de 15 a lo sumo) y prácticamente todo el resto, el problema al menos que un servidor detecta durante estos últimos años es ver como un amplio número de ese cine comercial es totalmente incapaz de salirse de unas coordenadas muy manidas y en exceso localista, Real, opera prima de Lee Sa-rang rompe la baraja de alguna manera en lo referente a dicha tesis al ofrecernos un producto que al menos se posiciona desde una perspectiva diferente y poco usual, aunque claro este supuesto riesgo temático no es garantía de calidad en la propuesta. Real es un thriller manierista muy cuidado estéticamente y con claras reminiscencias pop que ha causado polémica en su país de origen por el contenido de escenas subidas de un tono sexual, algo poco habitual para un público coreano que suele consumir este en apariencia tipo de cine comercial, el film busca sorprender al espectador en todo momento y lo hace a través de terrenos poco transitados a nivel visual y narrativo en lo referente a dicha cinematografía, explicar el argumento de la película es ciertamente complicado, y lo es porque está muy mal narrada, hay momentos en que parece que estamos presenciando un video clip cuyas cuidadas imágenes no se corresponden en ningún momento a su supuesto texto, novedad que en este caso es sinónimo de confusión narrativa, al final nos quedan muchas preguntas en el tintero en lo concerniente a su historia, en este sentido la película adolece de ser pretensiosa en sus intenciones, en obcecarse durante todo su metraje en ampararse en un trazo excesivamente rebuscado. Real termina siendo un producto tan atípico en intenciones como fallido en sus resultados, como consuelo nos quedará el haber presenciado una película que al menos no sigue una senda preconcebida demostrando tener una voz propia y particular, lástima que no la sepa adecuar en casi ningún momento de una forma más valida.

Valoración 0/5: 2