Crónica Festival de Sitges 2018. Día 8

Overlord

II Guerra Mundial. Antes del Día D, un grupo de paracaidistas estadounidenses cae tras las líneas enemigas para realizar una misión crucial. Pero, a medida que se acercan a su objetivo, empiezan a darse cuenta de que algo más que una simple operación militar está sucediendo en esa aldea ocupada por los nazis.

La hibridación genérica existente entre el cine bélico y fantástico no es nueva, varias han sido las propuestas que de una forma algo irregular han ido incidiendo en dicho ensamblaje genérico, curiosamente muchas indagando en lo relativo a una metáfora real incrustada en el relato como por ejemplo The Bunker (2001), Deathwatch (2002) o la notable Ni le ciel, ni la terre de Clément Cogitore (2015), Overlord producción de J.J. Abrams dirigida con aplomo por parte del director australiano Julius Avery se distancia de estas propuestas para ofrecernos un producto plenamente disfrutable que se aparta del trazo supuestamente sesudo antes comentado.

Overlord no deja de ser  un comic de guerra (muy fiel a las reglas de dicho género como demuestra la extraordinaria secuencia inicial y la presentación de ciertos arquetipos en algunos personajes) hecha imágenes pero ajustándose a una historia de horror sobrenatural, a tal respecto su premisa no es ni mucho menos original (experimentos del ejército nazi para conseguir crear al supersoldado), en ella hay infinidad de referencias que podemos detectar en el relato, esa idea del Mad Doctor nos remite entre otros muchos tanto al King of the Zombies de Jean Yarbrough y el Revenge of the Zombies de Steve Sekely como al Shock Waves de Ken Wiederhorn y muy especialmente a la franquicia de videojuegos Wolfenstein, en este sentido Overlord como ineludible cine de pura evasión que actualiza derivaciones propias de tono pulp provenientes de los antiguos comics bélicos y el terror de serie B deviene como un producto destinado casi de forma exclusiva a hacer disfrutar al incondicional seguidor del género fantástico, su mayor virtud aparte de dicha intención limitada de prejuicios posiblemente radique en el hecho de cómo tras una premisa en un principio muy dada al descontrol narrativo logre un tono atmosférico milimétricamente calculado y ejecutado con cierta solvencia, el inusual, por lo generoso para este tipo de propuestas, presupuesto ayuda a ello de forma muy evidente convirtiéndola en una película de connotaciones clásicas, detectable en sus inequívocas intenciones aunque de un espíritu algo innovador a la hora de construir una estructura de forma tan inteligente como libre de ataduras genéricas.

Valoración 0/5: 3

 

Superlópez

Desde su llegada a la Tierra procedente del planeta Chitón, la vida de Juan López no ha sido fácil. Con superpoderes es difícil no destacar. Poder volar, leer la mente, tener supervisión o detener un convoy del metro para que no descarrile… y regresar luego a la oficina, esforzándose en ser un tipo normal, no ha sido nada sencillo para Juan López. O quizás sí, porque Juan no necesita más que su cruasán matinal para ser feliz… Sin embargo, algo está a punto de cambiar. La aparición en la ordenada vida de López de Luisa, un antiguo amor de instituto va a causar estragos. Ya no es momento de pasar inadvertido. A pesar de que con ello pueda llamar la atención del malvado Skorba y de su sibilina hija, Ágata y poner en peligro la supervivencia de su planeta de origen.

Después de muchos años figurando como un proyecto que parecía estar llamado a no realizarse nunca por fin el comic de original de Jan titulado Superlópez ha visto plasmada su versión cinematográfica a cargo Ruiz Caldera en la dirección (Tres bodas de más, Promoción fantasma), Borja Cobeaga y Diego San José encargándose del guion y Dani Rovira al frente del reparto, Sitges acogió la premier mundial de un film cuya mejor virtud posiblemente radique en su  atinado cálculo a la hora de equilibrar un producto que a propi devenía como de difícil concepción.

A nadie se le escapa que Superlópez es una película cuyas inequívocas características la hacen muy complicada su aceptación fuera de nuestras fronteras, en ese sentido al menos el film de Ruiz Caldera acepta su inequívoca condición de Superman hispanizado que recurre a la doble sátira de dicho concepto, una parodia dentro de la parodia, una ya presente en el comic, la otra en referencia a lo patrio como concepto de mediocridad nacional, o sea reírnos de nosotros mismos. Posiblemente al film se le eche en cara la ausencia de un tono más agrio en lo relativo a dicha parodia, a tal aspecto es evidente que Superlópez es una película de una clara connotación light provista de una apabullante sencillez narrativa, por momentos incluso de un trazo peligrosamente infantil, con respecto a la exposición que se hace del costumbrismo de sus personajes. Lo que si se percibe como unitario con respecto al comic y la película es el homenaje que se hace en ambos a la gente común que tiene un don especial, en este sentido Superlópez es una adaptación que no va más allá de su propio concepto, ni lo pretende en ningún momento, honesta en intenciones, posiblemente bastante corta en diversos aspectos, y lo más importante, que pese a ser plenamente autoconsciente de sus limitaciones logra ser por momentos divertida.

Valoración 0/5: 2’5

 

Keepers

Tres fareros llegan a una isla abandonada. Thomas, James y Donald comienzan sus rutinas, hasta que algo inesperado ocurre: topan con algo extraño, algo que no es exactamente lo que un farero debería vigilar. Las cosas se complicarán cuando avistan un barco que podría tener todas las respuestas, desatando un thriller psicológico basado en la leyenda de la isla de Flannan.

Sitges 2018 acogió la premiere mundial de Keepers, la cinta tenía el interés de ser la opera prima del realizador danés Kristoffer Nyholm, en su nada desdeñable haber figuraba el ser ayudante de dirección en algunos trabajos del cineasta Lars Von Trier y tener una amplia experiencia en el medio catódico participando en series tales como The Killing, Endeavour, The Enfield Haunting o Taboo. En Keepers asistimos a la representación algo sui géneris de un hecho misterioso acontecido en la isla de Flannan, en Escocia, a principio del siglo XX.

Viendo este a ratos interesante pero algo fallido thriller psicológico a un servidor le vino a la cabeza de forma bastante recurrente la notable Session 9 de Brad Anderson (el mejor título de su realizador hasta la fecha), con ella comparte además de la presencia del actor escoces Peter Mullan un espacio escénico que devendrá como clave en la caída en la locura a los protagonistas que por un motivo u otro se ven encerrados en un espacio que se trasforma para ellos en un infierno, sin embargo las diferencias en forma y tono entre ambos films son bastante grandes, en la película de Anderson aquel manicomio abandonado devenía como clave y efectivo a la hora de representar el desequilibrio o ruptura psíquica de sus actuales moradores, en Keepers dicho espacio terrenal no deja de ser un actor secundario más utilizado de forma poco provechosa, un lugar abierto en forma de paisaje isleño con el mar alrededor que no termina estando bien representado como un habitáculo claustrofóbico a modo de aislamiento, el problema del debut tras las cámaras de Kristoffer Nyholm radica en el guion a cargo de Joe Bone y Celyn Jones, este transita por una ausencia total de misterio en lo referente a su ejecución narrativa, en este aspecto la raíz o motivo del desequilibrio es presentado como demasiado terrenal e incluso previsible o lo que es más grave, poco sostenible en referencia a su credibilidad, si volvemos a hacer una comparativa podemos fijarnos en otro relato en donde se fabulaba acerca de un hecho real acontecido hace también mucho tiempo, en la miniserie The Terror también se nos explicaban unas desapariciones nunca resueltas, la exposición de esta como relato de índole fantástico sí que lograba cumplir con creces las expectativas y posibilidades que pudiera generar las hipótesis de la historia. Keepers sin embargo no consigue sacarle partido a ese componente mágico cercano que podemos atisbar en la isla Flannan, en su desarrollo hay una ligera intención de derivarla al drama de elementos shakespearianos, también se detecta un intento por reflejar una masculinidad que parece ir a la deriva por la falta de la figura femenina en la acción, ligeros apuntes que no logran salvar esta historia de tres personajes aislados en donde el enigma como concepto de desequilibrio mental brilla por su total ausencia.

Valoración 0/5: 2’5

 

A Bluebird in My Heart

Danny cumple su arresto domiciliario en el hotel que regenta Laurence, que empatiza con las dificultades de los expresidiarios porque su marido está precisamente en prisión. Clara, la hermosa e inocente hija adolescente de Laurence, se fijará en Danny, y este, poco a poco, irá cayendo de nuevo en las redes de una vida criminal de la que se disponía a escapar.

Dentro de la sección orbita se pudo ver el debut en la dirección del novelista y guionista francés Jeremie Guez con A Bluebird in My Heart, adaptación a la gran pantalla del libro de Dannie M. Martin The Dishwasher. En A Bluebird in My Heart (título que está tomado de un poema de Charles Bukowski) asistimos a un drama con un ligero tono de noir expuesto a través de un perspectiva por parte de Jeremie Guez muy contemplativa, esta visión sin embargo se percibe como muy poco original en el modo en que esta desarrollada, A Bluebird in My Heart, cuya trama se podría sintetizar como la historia de un hombre duro por fuera pero demasiado blando por dentro, por mucha recreación visual que atesore la misma es de esas películas en donde el espectador un poco avispado ira siempre por delante que la propia narrativa del film, en este sentido la sensación de déjà vu es constante en una historia en donde lo irracional, brutal y agudo termina transmutándose en un tono que la deriva a reflexiva y algo suave en lo relativo a sus formas. Posiblemente lo más destacado que encontremos en la película provenga a parte de ese escenario de periferia poblado de azules y grises tan triste como melancólico, también de la relación e interactuación de dos personajes tan antagónicos como resultan ser el curtido ex presidario y la joven adolecente, curiosamente dicha relación deviene por momentos más intrigante que la propia trama delictiva del relato, escenas en donde vemos a Danny ayuda a limpiar en la ducha a la joven recién violada o cuando ambos personajes esperan los resultados de una prueba de VIH exponen un vínculo que a través de la gravedad de un hecho terminan confluyendo, dicha relación ha de terminar por empatizar al respetable como casi la única virtud a destacar en una película tan correcta como predecible en lo referente a sus postulados.

Valoración 0/5: 2

 

Nightmare Cinema

Una noche aciaga, cinco desconocidos se adentran en el Rialto, un cine decadente regentado por el Proyeccionista, siniestro personaje con las facciones de Mickey Rourke. Sentados en su patio de butacas, se enfrentarán a sus miedos más profundos, plasmados en distintas historias de terror signadas por algunos de los más destacados autores del cine de género.

Las película episódicas parecen ser una modalidad de un subgénero que se resisten a desaparecer, rara es la edición de Sitges en donde no se presenten alguna propuesta que incidan con mayor o menor fortuna en dicha temática, este año dicha representación vino de la mano de la colectiva The Field Guide to Evil, la británica Ghost Stories y la película que nos ocupa, Nightmare Cinema, tras ella un viejo conocido en esto del fantástico de las últimas tres décadas, el estadounidense Mick Garris.

Ni que decir tiene como es norma obligada en este tipo de films que estamos ante un producto que termina siendo irregular, posiblemente más que de costumbre, lo que llama más la atención de esta al fin y al cabo anecdótica película es su inequívoca condición de demodé o película que parece estar fuera de un espacio temporal concreto, en este sentido no deja de ser curioso como las películas de antologías son las que de una manera más visible han dado a entender el fin de una etapa o manera de concebir el adiós a un determinado tipo de cine, The Monster Club de Roy Ward Baker por ejemplo no dejaba de ser un film seminal con respecto a las producciones Amicus, más recientemente la saga V/H/S  también venía a ser un canto del cisne con respecto al saturado subgénero del found footage. Nightmare Cinema también parte de la evocación de un cine ya casi extinto, a través de ella y sus muy evidentes imperfecciones recordamos ese cine sin prejuicios en donde no se ponía cortapisas al horror ni se mesuraba el tono de comedia en ellas, era un cine que también tuvo su representación en las películas y series que partían de las antologías como Creepshow (1982), Cat’s Eyes (1985), Body Bags (1993) o Tales from the Crypt (1989) por poner solo unos ejemplos, Nightmare Cinema nace del empeño de Mick Garris por el intento de rememoración, dicho autor siempre ha sido mejor productor (posiblemente la serie Master of Horror fuera su cima artística) que director, a este aspecto no deja de ser algo sintomático que en la interesante nómina de directores presentes en el film, Joe Dante (Mirare), David Slade (This way to Egress), Ryûhei Kitamura (Mashit) y Alejandro Brugués (The thing in the Woods) sea el episodio del propio Mick Garris (Dead) el menos afortunado. Nightmare Cinema como autentica e irregular montaña rusa narrativa tiene al menos el beneplácito de ser leída y digerida dada su condición ya de ejercicio de índole nostálgico con cierto beneplácito por parte del fiel seguidor del género, un homenaje tan disfrutable como olvidable con una ocasional gracia a la hora de exponer unos conceptos y resortes  del género de terror algo difícil de visualizar hoy en día.

Valoración 0/5: 2

 

Maniac

Un asesino se mueve por las calles de Nueva York. Mata a mujeres brutalmente, se lleva sus cabelleras y las expone en maniquís en su asqueroso apartamento. Es su único contacto con el mundo fuera hasta que conoce a una guapa fotógrafa. Pero… ¿puede un maníaco formar simple amistad?

Este año Sitges estuvo algo huérfana en lo concerniente a la proyección de clásicos en pantalla grande, por fortuna hubo alguna que otra sesión que solvento dicha precariedad, algo que siempre es digno de elogio dada la intención, en este sentido al auténtico aficionado con cierto fundamento, aquel que huye del evento y de esa instantaneidad que parece presidir los certámenes de genero de hoy en día pudo disfrutar la proyección en un espacio como el Auditorio de una copia restaurada en 4K a partir del negativo en 16mm original del Maniac de William Lusting, poco importo que se proyectara a las 4 de la madrugada, la experiencia y la oportunidad casi única de tal visionado mereció de sobras dicho esfuerzo.

Hoy en día un film de las características de Maniac no sería entendible sin la presencia de alguien tan carismático como Joe Spinell al frente de ella, a tal aspecto el film con un presupuesto de unos escuetos 350.000 dólares de la época y rodada a modo de cine de guerrilla por falta de permisos deviene como todo un  hito de la exploitation y un gran testimonio gráfico a la hora de retratar la Nueva York underground de últimos de los setenta y principios de los ochenta, un relato que amparándose en el subgénero del psycho killer a través de un incómodo slasher esta contado desde el punto de vista del criminal, a tal sentido posiblemente William Lusting nunca llega a ponerse a la altura de dicha mirada, eso sí, la acción está centralizada en todo momento a través de los pasos del asesino, en este sentido Maniac y ese look enfermizo del que hace gala ha de considerarse como un film si bien no original si muy percutor al invertir por medio de una doble trasgresión fílmica una mecánica narrativa que quiere argumentar un relato de un psycho killer contado desde dentro, esta codificación queda plasmada perfectamente en esa notable secuencia  de persecución desarrollada en el metro. Por otra parte la sordidez desquiciada del relato carente de cualquier tipo de sutilidad esta omnipresente en todo momento especialmente en la exposición de la psicología malsana del criminal en referencia a ese oscuro fetichismo como motor del desequilibrio mental. Maniac aparte de conservar una indudable ferocidad extremadamente realista en base a numerosos toques de violencia desmedida tiene la virtud de no seguir siendo a día de hoy un slasher al uso, lo suyo es más bien una radiografía que por momentos juguetea con lo experimental de un desequilibrio, la sucia atmósfera con que es retratada dicha psique otorga una sensación de inestabilidad no solo en lo concerniente a la ruptura mental expuesta al asesino sino también a la desazón que sigue produciendo el visionado en el espectador 40 años después de su realización, todo un logro se mire como se mire.

Valoración 0/5: 4