“James White” review

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“James White” nos cuenta como tras la repentina muerte de su padre y el avanzado cáncer que padece su madre hacen de James White, un joven inadaptado de Nueva York, un ser turbulento e irracional que encuentra en la violencia y en su propia autodestrucción una válvula de escape emocional ante los problemas que le asechan, llegados a un punto tendrá que plantearse el luchar para controlar eso impulsos autodestructivos antes que sea demasiado tarde.

Presentada en el festival de Sundance 2015 la opera prima como director de Josh Mond ( ávido productor indie responsable de títulos tales como “Martha Marcy May Marlene” o  “Simon Killer“) deviene como la quintaesencia perfecta de ese cine independiente norteamericano que suele orbitar principalmente a través del drama de connotaciones puramente viscerales, un estudio psicológico algo radical en lo referente a su exposición técnica del caos contemporáneo subyacente dentro de una juventud que se ve imposibilitada a la hora de iniciar un cambio de rumbo en sus vidas, en “James White” vemos esta inmersión emocional en el retrato de un traumático joven de comportamiento totalmente errático que se ve imposibilitado a no poder huir por mucho más tiempo, ha de empezar a tomar decisiones de una manera forzosa (reciente fallecimiento de su padre-enfermedad terminal de su madre), un ciclo a través del dolor, la rabia y muy especialmente la impotencia.

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En “James White” asistimos a una visión certeramente expuesta de cómo nuestro comportamiento y las excusas en que solemos apoyarnos acerca de nuestras vidas caen bajo ciertas condiciones de naturaleza ineludible, la mayoría de nosotros hemos tratado con dolor emocional de una manera u otra a lo largo de nuestra vida, la pérdida y el dolor en nuestro devenir te remite a un cambio obligado a la hora de afrontar el futuro, en el film somos testigos de ese tránsito pero direccionado hacia ninguna parte, los meses que entrega todo el amor el personaje protagonizado por Christopher Abbott (magistral interpretación) a su madre sirven como una última conexión para darle algo de sentido a sus propios actos, en este aspecto hay una escena clarificadora que personifica de manera perfecta dicha tesitura, James sabiendo que su madre se está muriendo y viéndola en su momento más vulnerable, le ofrece una utópica visión alternativa de lo que podría ser un futuro que nunca llegara a producirse, aquella en la que se ve a sí mismo como un hombre amable, responsable y de familia numerosa, una fabulación de tono desgarrador en forma de ensoñación vaporosa como único escape posible hacia la nada.

Josh Mond termina aplicando al film un estilo extremadamente hiperrealista, de cerrados planos cámara en mano, prima hermana del found footage pero de intenciones genéricas muy diferentes, una cámara esta utilizada casi como de una herramienta se tratase, que llega a oprimir a nuestro protagonista de una manera casi claustrofóbica, en este sentido la película puede llegar a presentarse como un recurso formal potente pero algo insuficiente y repetitivo por momentos e incluso algo molesto en lo concerniente a lo más estrictamente visual de su propuesta, algo que nos lleva a interpretar a “James White” como un producto que funciona mucho mejor en lo referente a su finalidad que a lo referido a su desarrollo narrativo, y que tiene al mismo tiempo como una de sus principales virtudes el huir de una forma consiente del melodrama manido y simplista, algo que el material en el que se sustenta podía a llegar a ser muy proclive. “James White” termina siendo un demoledor retrato acerca de la desubicación emocional del ser humano, un reflejo sobre la angustia y la falta de dirección de un individuo en ruinas que no llega a encontrar ninguna razón objetiva para poder sustentarse así mismo.

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Valoración 0/5.3’5