“Pasolini” review

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Un día, una vida. En Roma, la noche del 2 de noviembre de 1975, Pier Paolo Pasolini es asesinado. Pasolini es el símbolo del arte que lucha contra el poder. Sus escritos son escandalosos, sus películas son perseguidas por los censores, muchas personas lo aman y muchas lo odian. El día de su muerte, Pasolini pasa sus últimas horas con su querida madre y después con sus queridos amigos, y finalmente se lanza a la noche en busca de aventuras en la Ciudad Eterna. Al amanecer, Pasolini es hallado muerto en una playa de Ostia, en las afueras de la ciudad.

Abel Ferrara volvía al festival de San Sebastián para presentar su último trabajo “Pasolini“, film que se pudo ver dentro de la sección perlas, el director neoyorquino ofrece una aproximación personal (como no podía ser de otra manera), y de estética bastante potente de las últimas 48 horas de vida de polémico autor de “Salo y los 120 días de Sodoma“, construyendo en torno a ello una por momentos brillante reflexión sobre la propia creación artística, introduciéndose en la mente del director y apuntando detalles de su pensamiento y su obra, tales como su dura crítica tanto a la política como al sistema educativo, así como presentarnos una radiografía de dicha situación social existente por aquella época y la postura que adopta el personaje de Pasolini en enfrente a todo ello a través de entrevistas, cartas, flashbacks o momentos de cotidianidad familiar, una reflexión en sí que es del todo aplicable a la obra y a la personalidad del director italiano, un retrato a medio camino entre la creatividad y la reivindicación como manera de pensar y actuar, en base a una narrativa que alterna momentos de la vida real del director y las recreaciones imaginarias de sus últimos escritos para ofrecernos un retrato personalísimo de un personaje bastante complejo de por sí, plagado de ciertas aristas y lleno de demasiados matices psicológicos a lo que es muy difícil dar una forma de coherencia globalizante en  apenas solo hora y media, y es que estamos hablando de un director que consideraba que el escandalizar a través del arte al público era un derecho inherente del artista en sí, del cual había que intentar sacar el máximo provecho. Además  las entrevistas que se incluyen en la película dejan entrever qué tipo de persona era en realidad Pasolini, ayudando al espectador a hacerse una idea de las inquietudes y del tipo de cosas que inspiraban al personaje a la hora de plasmar su particular ideario en las varias facetas artísticas que solía manejar.

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Pasolini” posee al mismo tiempo un elogiable trabajo en su proceso de documentación artística, logrando reflejar una fiel y acertada ambientación de los años 70 y todo lo que lo rodeaba, de fotografía suave y tono algo tenue, todo ello engrandecido por una ajustada interpretación a cargo de Willem Dafoe (de asombroso parecido físico a Pasolini), mostrándonos al personaje tal y como era tanto en la cotidianidad como fuera de ella, para que seamos nosotros mismos los que saquemos las conclusiones e interpretaciones debidas, estamos pues ante un trabajo de connotaciones tan reflexivas como contemplativas llegando a su parte final con un claro tono onírico, conjugándose varios elementos que hacen que la película sea merecedora del apelativo de rara avis, algo que no termina siendo tan extraño dada la naturaleza de Ferrara, y huyendo de igual manera del uso de cierto sensacionalismo, rehusando el manejo de ningún juicio de valor (aquí el director estadounidense pasa de puntillas y no opta por arrojar ninguna teoría conspirativa sobre el asesinato de Pasolini), alejándose de manera inteligente de la mitificación del personaje en sí, a pesar de la propia naturaleza mítica que este posee.

No se puede negar a la película de Ferrara una incuestionable elegancia visual, y un interés por el auto homenaje nada disimulado, es bastante evidente al mismo tiempo la lógica admiración que Ferrara siente hacia Pasolini, posiblemente muchos esperaban con esta película un producto con algo más de riesgo, pasión o furor en su propuesta, un mayor compromiso en forma de ideario con el material que se manejaba, pudiendo al final dar la errónea sensación de estar ante un trabajo de quien parece haber optado por el camino más cómodo, fácil y menos rupturista, quedándose a medio camino entre el ensayo y la biografía, nada más lejos de la realidad, aquí y a diferencia de su penúltimo film, la algo marciana e irregular “Welcome to New York“, Ferrara opta por el relato no lineal y ligeramente onírico, caminando entre la realidad y la imaginación, distanciado enormemente de las convenciones del socorrido subgénero del biopic, consiguiendo hacer bien un trabajo de difícil tesitura cinematográfica, siendo al final una película cien por cien Ferrara, poblada de varias capas y de múltiples lecturas narrativas y lleno al mismo tiempo de planteamientos de índole metacinematográficos que la llegan a emparentan por momentos con otro anterior film suyo de características similares en su estructura, la reivindicable “Snake Eyes“, y es que Abel Ferrara de una manera u otra siempre consigue reinventarse artísticamente cuando uno menos se lo espera, este “Pasolini” es una buena muestra de ello.

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