“El secreto de Marrowbone” review

Jack y sus tres hermanos se esfuerzan por sobrevivir en la decrépita granja Marrowbone. A pesar del golpe que supuso la prematura muerte de su madre, los cuatro hermanos han creado en ese remoto y laberíntico lugar un refugio a su medida, a salvo del mundo exterior y sin ayuda de adulto alguno. Permanecen unidos, siguiendo la última voluntad de su madre, pero el peligro que les acecha no está en el exterior de la granja. Ruidos extraños y sucesos inexplicables empiezan a sacudir las viejas paredes de Marrowbone, como si una antigua maldición les persiguiese. Sin más opciones que permanecer en la mansión, los cuatro hermanos tendrán que encontrar la manera de vencer a la ominosa presencia que los amenaza.

Mucha expectación había suscitado el debut como director de Sergio G. Sánchez,  guionista y colaborador habitual de la mayoría de trabajos dirigidos por Juan Antonio Bayona (El orfanato, Lo imposible), la acogida de Marrowbone en el festival de San Sebastián especialmente por parte de la crítica dio como resultado fue una de las películas más vilipendiadas de este año en el certamen, posiblemente dicha recepción  fue justa visto el resultado final del producto en lo referente al fondo aunque quizás las formas de manifestar tal descredito, en ocasiones muy desaforado, convendría adecuarlas de una forma algo más ecuánime.

Siempre he sido de la opinión que el cine perpetrado por Juan Antonio Bayona es posiblemente el globo de cartón piedra más aparatoso que ha dado el cine español en las últimas décadas, seguramente su cine tenga cabida en otros ámbitos en un futuro pero no en el que ha dictaminado durante todo este tiempo la academia española o Mediaset, esta última de una forma casi invasiva, la irrupción y posterior éxito de dicho cine a un nivel de industria es innegablemente beneficioso como tal, de eso no cabe la menor duda, de alguna manera fomenta y articula otras vertientes relacionadas con el medio, la película que nos ocupa sin ir más lejos, el problema viene dado en que en este país se suele equiparar de forma muy exagerada y sin ningún tipo de reparo y pudor que el éxito comercial y la calidad artística van cogidas de la mano, en la mayoría de ocasiones no suele ser así, al respecto puedes engañar una, incluso dos veces pero a la tercera vez la falta de talento sale irremediablemente a flote, el principal problema de Marrowbone  es que es fiel heredera de esta corriente, tales son sus conexiones primarias con el cine de Bayona que apenas se preocupa por disimularlas, curiosamente el film parte de ideas a priori ciertamente interesantes, esa parte inicial que nos remite directamente a la extraordinaria Our Mother’s House de Jack Clayton como relato iniciático y drama familiar aquí ya con claras derivas fantásticas, hay un empaque visual ciertamente potente e incluso una puesta en escena por momentos elegantes, en este sentido es notorio el buen gusto visual por parte de Sergio G. Sánchez, también es agradecido un escenario como es esa América rural atemporal que coquetea en ocasiones con el gótico fantasmal de forma sugerente aunque forzada dada su estructura, pero es en el guion curiosamente en donde se pone de manifiesto todas sus alarmantes carencias por parte de sus autores, ese redoble de tambores narrativo en lo referente a sus últimos quince minutos de metraje le deriva incluso a ser una comedia involuntaria, que un final supuestamente sorpresivo termine derivando en cliché deja en evidencia a sus responsables por mucho que uno intente tener suficiente manga ancha en el asunto, sensación reforzada con trompos marca de la casa como la empalagosa y abusiva música o esa imposible mezcla genérica de lirismo dramático y cine de terror que no termina de adecuarse en ningún momento al relato con naturalidad.

Posiblemente no sea del todo justo que Sergio G. Sánchez pague todas las consecuencias de ser ese primer bastión de la decadencia y agotamiento que por fortuna se empieza a percibir en todo lo que rodea al cine de Bayona, también es cierto que San Sebastián no fue tampoco el marco más idóneo para la puesta de largo de una película más afín a un certamen como por ejemplo Sitges, mas dado a disimular carencias genéricas, acotaciones estas que sin embargo no justifican la muy dudosa naturaleza de un film que se empeña en abusar hasta la extenuación de tópicos actuales del género de terror de una manera muy poco defendible, la sobre explicación (en especial en su parte final) llevada a cabo por Sergio G. Sánchez termina por resultar exacerbada, se prioriza como marca de la casa un subrayado que deriva en efectismo elevado al cuadrado, a este respecto no hay lugar a la sutileza en ningún momento por mucho que el envoltorio lo quiera dar a entender, por desgracia nunca una fantasmagoría gótica de vertiente clásica reniega de sus supuestas raíces temáticas de una forma tan evidente a la hora de desarrollarlas.

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