Cloud review

En Cloud vemos como un joven gana dinero mediante la reventa de objetos por internet, mientras tanto a su alrededor ocurren sucesos sospechosos que hacen que su vida cotidiana se vea repentinamente alterada.

Otra espléndida película vista en la sección Órbita del pasado Festival de Sitges vino de la mano de Kiyoshi Kurosawa, en un año donde el realizador japonés ha presentado dos trabajos más, la sugerente fantasmagoría Chime y la reinterpretación de un material propio del 98, Serpent’s Path; Cloud, relato con un subtexto interesante que crea concomitancias con obras anteriores del propio autor, no es fortuito que fuera de los primeros cineastas que alertaron a principios de siglo del carácter alienante de lo digital en su fundamental Kairo (2001).

En cierta manera, es lógico que una película de las características de Cloud cause cierto desconcierto para el neófito del cine de Kurosawa, en especial por el tránsito que realiza por tonos heredados del V-Cinema, visible en un oscuro y divertido tiroteo final que se adecúa a la perfección al lenguaje del videojuego, dada la configuración genérica de un almacén abandonado que podría pertenecer a cualquier juego de disparos en primera persona, puesto que estamos ante un film con un espíritu de serie B que acepta con orgullo códigos genéricos a la hora de exponer una alegoría brutal sobre los peligros de la era de Internet, pero, principalmente, sobre la nueva economía como mal apocalíptico.

Un Kiyoshi Kurosawa que en apariencia puede parecer menor, pero que es precisamente todo lo contrario, su historia funciona a través de una serie de niveles a cuál más interesante, el más evidente a modo de sutil relato afiliado al anti corporativismo, al mostrarnos un nuevo escenario donde la cotidianeidad da la sensación de que ha dejado de ser tangible. También el referido a hábitos, comportamiento e impunidad, al indagar en el desahogo colectivo que proporciona la era digital como amplificador de frustraciones, a tal respecto, imaginemos por un momento cómo nos comportaríamos si, como fantasea de forma ingeniosa Kurosawa, supiéramos que cada clic del cursor de nuestro PC, significara martillar un arma cargada que pudiera hacer desaparecer a una persona non grata.

 Cloud proporciona unas señas de identidad que resultan irrefutables al dotar al relato (esquivando cualquier tipo de catalogación posible) de un característico halo de extrañeza con relación a su narrativa y puesta en escena, más atmosférica que discursiva, pese a tratar una temática social; Kurosawa atesora un talento autoral al alcance de muy pocos realizadores, capaz de conseguir que lo prosaico termine resultando perturbador e inquietante.

    

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