Crónica D’A 2019. Día 8: El día que resistía/Alice T.

El día que resistía

Solos en una finca, Fan, Tino y Claa 5, 7 y 9 respectivamente esperan el regreso de sus padres. Entre juegos y cuentos, la espera se prolonga y la soledad se torna inquietante. En un clima extraño y confuso, el mundo de apariencia lúdico e inocente de los niños comienza a mostrar su lado oscuro.

El D’A suele ser un excelente campo de cultivo a la hora de presentar y descubrir operas primas presentadas con anterioridad en otros certámenes, el cine latinoamericano no ha sido una excepción a tal respecto, dentro de la sección Sala Jove se pudo ver el interesante debut en el largometraje de la argentina Alessia Chiesa titulado El día que resistía, un film que transita en todo momento hacia un trazo de índole enigmático construido a través de un continuo in crescendo en referencia a un supuesto desamparo infantil, al principio del relato ligeramente percibido para más tarde convertirse en algo más angustiosamente significativo.

El día que resistía tiene la virtud de no escoger el camino más fácil a la hora de desarrollar su tesis,  partiendo de una situación que podríamos equiparar en lo argumental a por ejemplo el Nobody Knows de Hirokazu Kore-eda, aunque sus narrativas sean y fluyan de forma completamente diferentes, el film de Alessia Chiesa no busca una explicación como tal ante el hecho en cuestión, por no existir dentro de su entramado argumental no encontraremos ni siquiera una introducción a un relato que como otras muchas de las películas vistas este año en el festival vuelve a bordear a través de sus imágenes lo meramente contemplativo tesitura que hace que colinde por momentos incluso con el género documental. De alguna manera El día que resistía podría estar perfectamente expuesta a modo de una relectura minimalista del cuento de Hansel y Gretel quedando situada en gran medida siempre entre una utópica frontera que separa la más cruda realidad de la imaginación de una oscura fábula fantástica expuesta en gran parte a través de la naturalidad de sus tres jóvenes intérpretes, en este sentido más que indagar en los motivos de una ausencia adulta se nos muestra una angustiante degradación, la trasformación de un hogar que en un principio deviene como acogedor para más tarde adquirir la condición de amenazante, a tal respecto parece bastante evidente que Alessia Chiesa no busca respuestas y si el explorar un universo infantil en donde el subtexto, o lo que intuimos desde la distancia de él, queda expuesto a modo de una tensión conectada y acrecentada cada vez que se acerca la noche pero direccionada siempre a través de un clímax que nunca llega pues no existe como tal, en este caso lo importante es el trayecto, angustiante, y la experiencia que percibimos de él, a través de estas acotaciones narrativas también podemos percibir una lucha de roles entre los propios infantes en base a mostrarnos un supuesto liderazgo a la hora de impartir unas órdenes que devienen como necesarias en referencia a la consabida manipulación psicológica, esta y otras indagaciones de carácter ominoso terminan remitiendo a El día que resistía como un máximo exponente del relato que indaga en la deformación de lo rutinario en base a un temor infantil que irremediablemente termina siendo también el nuestro.

Valoración 0/5: 3

 

 

Alice T.

Alice es una adolescente adoptada que tiene una relación tensa con su madre llamada Bogdana. Un día, en medio de una discusión acalorada con ella Alice confiesa que está embarazada y que quiere quedarse con el bebé. La confesión tiene un fuerte impacto en Bogdana por las dificultades que tuvo que pasar en el pasado ante una tesitura parecida.

Alice T. el sexto film del realizador rumano de Radu Muntean vino a representar casi a la perfección lo que nos está ofreciendo a grandes rasgos durante estos últimos años ciertas cinematografías europeas, en este caso el llamado en algunos sectores nuevo cine rumano, a la hora de indagar a un nivel social en la historia pasada de un país para ofrecernos retratos y vivencias que están conectadas en la actualidad pero sin dejar de mirar a un tiempo pretérito visualizado en esta ocasión a través de un drama adolecente.

Evidentemente y como principal punta de iceberg de dicho movimiento antes comentado podemos encontrar a 4 semanas, 3 meses, 2 días de Cristian Mungiu como un claro y definitorio referente de todo ello, en ambas historias encontramos la premisa de un embarazo no deseado, sin embargo sus desarrollos narrativos difieren, en el caso que nos ocupa Radu Muntean se vale del retrato de una adolecente a la hora de exponer una confusión mental, la de la joven protagonista, una mentirosa compulsiva por momentos realmente insoportable interpretado con cierta solvencia por parte de Andra Guţi, en base a un rebeldía mal entendida que deriva inevitablemente en vulnerabilidad, ya no solo en lo concerniente a ella misma sino también en referencia al entorno con el que tiene que interactuar a diario. De alguna manera Alice T. partiendo de una estructura visiblemente elíptica viene a representar la antítesis de ese relato denominado hoy en día como el coming of age, en este sentido aquí no hay un desarrollo o trayecto como tal, más bien un estancamiento o incluso una involución si se prefiere el termino, con una adolescente omnipresente en todo momento con la que es muy difícil empatizar dado su carácter, dicha premisa pues no es presentada en base a un rumbo que deviene como inexistente en referencia a un abismo generacional ilustrado en los continuos enfrentamientos  materno filiar y escolares que protagoniza la joven y de los que somos testigos, estos son representados a medio camino entre la incomodidad y una cierta tensión escénica con un único final posible, detectado por el espectador prácticamente desde el inicio de un relato que da la sensación de ser ciertamente farragoso en su desarrollo, será ese cierre seco y frio el que nos muestre a una adolescencia perdida en sí misma y que tiene muy difícil la búsqueda de su propia identidad.

Valoración 0/5: 2’5