Crónica festival de Sitges 2017. Día 7

Brimstone

A finales del siglo XIX Liz es una mujer casada, madre de dos niños y muda, hecho que no le impide ejercer de matrona en el pueblo dónde vive. La joven asiste a una mujer en el parto pero, en esta ocasión, debe decidir si salvar la vida de la madre o la del bebé que viene en camino. La opción que elige acarreará graves consecuencias en su futuro más inmediato, pero Liz responderá con una valentía asombrosa para reclamar la vida que tanto ella como su familia se merecen.

Una de las películas vistas este año en Sitges que provocaron algo de controversia entre el respetable por su inclusión en la sección oficial fue el primer trabajo en lengua inglesa del holandés Martin Koolhoven, no deja de ser un contrasentido que en Sitges se perdone a películas que apartándose claramente del género fantástico atesoran una calidad indiscutible, el problema viene dado en lo concerniente a como esta mismas películas son vilipendiadas de alguna manera sino cumplen unas mínimas expectativas en lo referente a esa supuesta calidad, el principal hándicap de Brimstone en Sitges fue el no ser un film propiamente de género y sobre todo ser un producto altamente irregular aunque no exento de varios puntos interesantes.

Brimstone, film de poderoso empaque audiovisual proveniente desde los Países Bajos que incide en un género tan norteamericano como es el western  no es tal mala película como muchos aseveraron tras verla, es evidente que hay un desmedido esfuerzo por parte de Martin Koolhoven en intentar demasiadas cosas al mismo tiempo, algunas sugerentes, otras  ahogadas en la propia desmesura de la propuesta, obviar el flashback a favor de una narrativa fracturada en sentido inverso a través de cuatro actos, deconstrucción de los personajes prototipos del western, fanatismo religioso y otras digresiones que por momentos colindan de forma breve con la pesadilla sexual y el fantástico con homenaje incluido al El jinete pálido de Clint Eastwood, todo ello a través de un relato de abundante violencia explícita en donde el  western se disfraza de aires feministas, sin embargo hay tanto énfasis en mostrarnos esa exaltación tan explícita (Guy Pearce muy pasado de vueltas) que llegados a un momento la historia se encoge hasta límites insospechados, tanto que dicha argumentación da lugar a un mero catálogo algo caótico de penurias varias. La mejor conclusión que un servidor llega a extraer de Brimstone radica en la valentía en ver como a día de hoy un reducido grupo de realizadores se empeñan con mayor o menor fortuna en incidir en un género que muchos daban por muerto, nombres como John Maclean, Quentin Tarantino, S. Craig Zahler, Ti West o el propio Martin Koolhoven entre otros lo han intentado en estos últimos años, nos ofrecen algo distinto a lo que estábamos acostumbrados pero sigue siendo western al fin y al cabo.

Valoración 0/5: 2’5

 

Marlina the Murderer in Four Acts

En las colinas desérticas de una isla indonesia, Marlina, una joven viuda, es atacada, violada y robada. Al defenderse mató a varios hombres de la banda. En busca de justicia, empezará un viaje de fortalecimiento y redención, pero el camino es largo, especialmente si el fantasma de una de sus víctimas empieza a acosarla.

Otra de las muestras de ese valioso otro cine fantástico existente en Sitges vino de Indonesia, Marlina the Murderer in Four Acts tercer trabajo de la realizadora Mouly Surya escenifica a la perfección y a diferencia de otras películas vistas este año en el festival  de las cuales se les quiso apropiar de dicha etiqueta de forma errónea, un tipo de cine en donde la visión femenina aquí dividida en cuatro actos narrativos se sustenta a través en una un base autoral tan coherente en intenciones como rico en matices.

Si más arriba hablábamos de como una película como Brimstone trasmutaba de alguna manera su condición genérica para convertirse en algo distinto Marlina the Murderer in Four Acts en cierta manera recorre un trayecto totalmente opuesto pero que de alguna manera acaban confluyendo gracias a su propia sinergia conceptual, bajo el enunciado de una femenina revenge violenta la película de Mouly Surya nos ofrece un peculiar y depurado western en donde la estética, fotografía, sonido o amplias panorámicas es mucho más complejo y variado que el concepto narrativo del que parte y desarrolla posteriormente, de hecho el gran valor de un trabajo tan estimable como resulta ser Marlina the Murderer in Four Acts reside en ver como a través de un excelso ejercicio de estilo no solo se reverencia a clásicos del subgénero de bandoleros del cual sigue conceptos pauta por pauta con un inusual conocimiento de sus mecanismos sino que consigue trasladarlos a un contexto determinado, de naturaleza territorial con un claro sello folclórico y como no social, pues a fin de cuenta la película de Mouly Surya no deja de ser un claro film denuncia en donde se prioriza la visión costumbrista a los consabidos golpes de efecto tan característicos en este tipo de película (un fiel exponente de esto podría ser por ejemplo una cinta como Bedevilled de Jang Cheol-soo). Marlina the Murderer in Four Acts es una historia del violento abuso del poder, la de una rebelión contra ello, aquí lo es de una manera patriarcal a través de una sociedad opresora que sabemos que existe a día de hoy, una película que viene a representar como modernizar un género a través de un discurso referencial, inteligente y actual, y lo que es más importante plenamente autoral.

Valoración 0/5: 3’5

 

My Friend Dahmer

My Friend Dahmer  nos cuenta la historia de cómo Jeff Dahmer es un adolescente fuera de lugar lucha para sobrevivir a la escuela secundaria con una vida familiar en ruinas. Recoge animales atropellados, se fija en un corredor de barrio, y se enfrenta a su inestable madre y su bien intencionado padre. Pronto comienza a portarse mal en el instituto, y sus gamberradas estúpidas ganan adeptos hasta crear una banda llamada The Dahmer Fan Club, dirigida por Derf Backderf. Pero esta camaradería no puede ocultar su creciente depravación. Al acercarse a la graduación, Jeff se mueve en espiral hacia la pérdida de control, acercándose cada vez más a la locura.

Como es de rigor de alguna manera el retrato del psicokiller real tenía que estar presente en Sitges un año más, en esta ocasión de la mano de la figura del tristemente famoso Jeffrey Dahmer, el carnicero de Milwaukee, un film basado en el comic de Derf Backderf en donde se nos da una visión a modo de coming of age de la semilla que supuestamente ocasiona todo.

My Friend Dahmer afortunadamente se aparta del biopic al uso, quienes esperen un retrato del terror a través de una crónica esta no será su película pues no es lo que ofrece, estamos ante una perspectiva lateral del personaje (notable interpretación de Ross Lynch), no hay intención de incidir en el morbo y en la si indagación, esta mirada del inicio se mueve a través de una cierta empatía e incluso ironía hacia dicha figura que busca algo de complicidad en el espectador en según qué actos de lo que sabemos que vendrá en un futuro, en este aspecto la película juega bien la baza del conocimiento del espectador, en ningún momento de trata de justificar y si de alguna manera en discernir y retratar, evidentemente la pregunta que orbita en la mente del espectador a lo largo de todo el metraje de My Friend Dahmer es saber si un asesino en serie como el que vemos en la historia nace o se hace, si es una víctima más del entorno social en el que cohabita o la tara mental vino de serie, en este sentido el director Marc Meyers nos muestra los incomodos condicionantes del día a día del protagonista  (conflictivas relaciones familiares y sobre todo inadaptación en el entorno universitario). My Friend Dahmer termina inquietando en su faceta de estudio social como iniciación a esa antesala del terror que vislumbramos en la última escena, aunque estemos ante un estudio bastante lucido en intenciones y posterior exposición de un futuro macabro volvemos al punto de inicio en lo referente a su finalización al no encontrar prácticamente ninguna respuesta, nos queda eso si una interesante reflexión final acerca de esa marginación social, impuesta o autoimpuesta, que en ocasiones logran engendran la creación del monstruo.

Valoración 0/5: 3’5

 

Lu Over the Wall

Kai vive en un pueblo pesquero. Un día, el muchacho se hace amigo de Lu, una sirena a la que le encanta bailar y cantar. Pero los vecinos de la localidad creen que las sirenas solo traen malas noticias, complicando la convivencia entre los jóvenes amigos y el resto de la población.

El siempre interesante Masaaki Yuasa estuvo presente un año más en Sitges en esta ocasión por partida doble, por un lado Night is Short, Walk On Girl que lamentablemente un servidor no pudo ver y por otro y avalada con el premio a la mejor película en el pasado festival de Annecy Lu Over the Wall, un film de aparente premisa sencilla acerca de una amistad adolescente que transita a través de la libertad individual mediante el paso a la edad adulta mediante la relación de dos mundos completamente opuestos como son el terrestre y el submarino, una estructura argumental que supone un paso lateral por parte del director nipón con respecto a la experimentación visual y narrativa tan habitual en anteriores trabajos suyos, en cierta manera aquí todo es algo más convencional que de costumbre dado su tono infantil, de una narración mucho más clásica que tiene sin embargo la virtud de no incidir mucho en la moraleja y que por momentos parece colindar con el universo Ghibli (Ponyo en el acantilado está muy presente a lo largo de toda la película). En Lu Over the Wall encontraremos ligeros apuntes sobre todo a nivel caricaturesco en esa deformación de la realidad tan marca de la casa por parte de su director especialmente visible en un épico tramo final que nos remiten al indiscutible talento de su director, un autor que se posiciona por méritos propios en la primera línea de la actual animación nipona, ya sea a través de trabajos con una supuesta base pedagógica expuesto a modo de fábula fantástica como resulta ser esta estimulante Lu Over the Wall o de trabajos propios provistos de un imaginario propio como parece ser que es su Night is Short, Walk On Girl, dualidades temáticas llevadas a muy buen puerto y al alcance de muy pocos directores, Masaaki Yuasa es indiscutiblemente uno de ellos.

Valoración 0/5: 3

 

The Crescent

Ahogada en el duelo, una mujer se retira en un lugar remoto junto a la costa junto a su hijo, donde viven rodeados de una atmósfera extraña, amenazada por la presencia de misteriosos entes.

Dentro de la sección Noves Visions se pudo ver el segundo trabajo como director de Seth A. Smith The Crescent, un film cuya principal premisa no parte de la novedad precisamente, joven madre viuda y su hijo se retiran a una casa aislada situada junto al mar siendo asediados por una fuerza misteriosa, mirándolo bien dicha síntesis argumental  final incluido podría pertenecer perfectamente a un episodio de la mítica The Twilight Zone, solo en la apariencia de dicho envoltorio pues en la manera en que está contada difiere bastante en intenciones, de hecho estamos más bien ante un relato en donde prima por encima de todo lo onírico situado entre la vigilia y el sueño, en cierta manera la película da la impresión en todo momento de transitar a través de una ensoñación. Que el director de The Crescent haya trabajado asiduamente como artista audiovisual en otros ámbitos culturales está muy presente en el film, quizás demasiado, hay una apuesta muy clara por el trazo vanguardista y experimental en esta historia de fantasmas (una más de las muchas que se pudieron ver este año en Sitges), el problema posiblemente venga dado a la hora de intentar aunar esa clásica ghost story con el estilo antes mencionado en una historia que está contada casi a través de las pinturas que la protagonista crea, este intento de fusión crea evidentes derivas narrativas, es lógico que los dos personajes de la trama cohabiten en una especie de limbo temporal el problema viene dado en la manera que el espectador también lo está a lo largo de casi todo el metraje, una falta de fluidez que deriva en una película que por momentos se hace algo larga, que sin ser realmente contemplativa lo parece. The Crescent termina manifestándose como un producto tan atípico como irregular, a su favor aparte de arriesgar por senderos no trillados está la labor de jugar con las expectativas del espectador a través de esa estructura tan arty, algo que de por sí ya tendría que ser meritorio y digno de resaltarse aunque sea de forma puntual.

Valoración 0/5: 2’5

 

Before We Vanish

En Before We Vanish vemos como Narumi Kase tiene una difícil relación con su marido Shinji Kase, un repentino día, Shinji desaparece sin dejar rastro alguno. Al volver unos días más tarde, parece otra persona totalmente distinta. Shinji posee un carácter en nada parecido al anterior, ahora se muestra gentil y bondadoso teniendo la costumbre de ir a pasear cada día. Mientras tanto una familia es brutalmente asesinada haciendo acto de aparición Sakurai, un periodista que cubre la historia de dicho suceso. Es entonces, cuando Shinji le confesará a su mujer que él es un visitante del exterior que ha venido a la Tierra en una misión de reconocimiento como avanzadilla para una invasión alienígena masiva.

Tras un pletórico 2016 con las excelentes Le secret de la chambre noire y Creepy el director japonés Kiyoshi Kurosawa volvía a Sitges tras haber participado en la sección Un Certain Regard del pasado festival de Cannes con su última película Before We Vanish, un relato de ciencia ficción en donde se parte de una premisa que nos remite inicialmente a Invasion of the Body Snatchers aunque tratándose de un autor tan personal e irreductible en lo relativo a postulados la visión de tal invasión la lleva a un terreno muy propio, a modo de fábula sobre nuestros propios y supuestos valores ofreciéndonos una de las películas más fascinantes y rica en matices que se han podido ver este año en Sitges.

Volviendo un poco a un tema recurrente que he ido señalando en estas crónicas con respecto a algunas películas vistas en Sitges este año no hay nada mejor que el cine de Kiyoshi Kurosawa para comprobar el actual posicionamiento de ese mayoritario público que invade anualmente el festival, como ocurriría el pasado año con las dos películas arriba mencionadas Before We Vanish no tuvo el beneplácito del respetable, no se trata ya del gusto personal de cada espectador y si de su supuesta asimilación vaya en la dirección que vaya, que después de su proyección mucha gente incidiera que en las dos horas de duración del film este no ofrece prácticamente nada incidiendo mucho en su ritmo lento deja bien claro donde se encuentra actualmente un público que en ningún momento está dispuesto a escarbar o interpretar imágenes (en esta película continuamente presente a través de enormes planos generales sin apenas cortes escénicos en donde cada detalle cuenta), si hay un director que nos habla continuamente a través de ellas ese es indiscutiblemente Kiyoshi Kurosawa, en todo momento nos está diciendo o interpelando cuestiones invariables sobre sociedad, política o cuestiones simplemente sentimentales, del espectador depende aceptar la propuesta e interpretar tales transparencias, el traducir un estilo autoral en definitiva. Before We Vanish que adapta la novela de Tomohito Maekawa más que hablarnos de una invasión se nos expone una alienación, la de nuestra propia sociedad en lo concerniente a una visión de clara naturaleza apocalíptica y como a través de esta urge la necesidad intrínseca de la regeneración, de hecho Before We Vanish expone una continua observación a la condición humana vista desde los ojos del extraño, no deja de ser una interpretación muy personal de por ejemplo la magnífica Under the Skin de Jonathan Glazer, en este aspecto Kiyoshi Kurosawa lleva a su terreno todo el material del que dispone para discernir y trasladar lo sobrenatural al ámbito cotidiano otra vez mas sin apenas ninguna distracción visual en dicho planteamiento. Before We Vanish posiblemente se situé un escalón por debajo de los mejores trabajos de su autor, esa amalgama genérica puede provocar de una forma lógica una narrativa algo irregular en lo referente a su desarrollo, algo que no es óbice para que volvamos a ser testigos de cómo Kiyoshi Kurosawa con el inusual acierto que le caracteriza vuelva a indagar a través de la construcción de la propia imagen y de cómo a través de estas consigue llevar al fantástico a su irreductible parcela autoral y no al revés como suele ser habitual en la mayoría de directores.

Valoración 0/5: 4