Crónica Festival de Sitges 2019. Día 2

Paradise Hills

Paradise Hills nos sitúa es un internado de lujo del mismo nombre ubicada en una isla remota en donde familias acomodadas mandan a sus hijas para que sean entrenadas y educadas para ser mujeres perfectas al estar sometidas a un intenso tratamientos de belleza, gimnasia y dietas restringidas para tratar de eliminar todos los supuestos defectos físicos y emocionales que atesoran al entrar. Una joven llamada Uma es enviada allí pero pronto descubrirá que la residencia oculta un oscuro y terrible secreto.

En una edición en donde el nivel  medio de las producciones patrias fue bastante decente la opera prima de la joven realizadora bilbaína Alice Waddington supuso un inevitable punto de discordia o inflexión con respecto a sus compañeras de viajes. Paradise Hills dadas sus muy particulares características nace involuntariamente con una inequívoca vocación, con la duda de su voluntariedad, de ser una película de naturaleza maldita, de esas que en el momento de ver la luz, normalmente a través de certámenes cinematográficos, suele ser vilipendiada por un gran sector de la crítica festivalera pero que al cabo de los años es en parte rescatada del olvido, en algunos casos incluso reivindicadas dada su singularidad, a lo largo de estos últimos años Sitges ha presentado diversas propuesta que se ceñían a la perfección a dicha tesis, por poner solo dos ejemplos citaremos The Birthday de Eugenio Mira y el Atolladero de Oscar Aibar, ambos films comparten junto a Paradise Hills una condición de rara avis que las aleja de cualquier tipo convenciones genéricas amparadas en el convencionalismo.

Paradise Hills parte de la idea de ser de alguna manera un pastiche de referencias, las lecturas que nos llega a ofrecer devienen como infinitas, a un nivel estético y visual principalmente, en ocasiones expuesto a través de un tono inequívocamente barroco, Picnic en Hanging Rock está muy presente, también encontramos retazos de La residencia o incluso de La fuga de Logan, enmascarada argumentalmente a medio camino entre los rasgos de una distopía feminista retrofuturista y los cuentos de hadas al uso a modo de indagación fantástica en lo referido a problemáticas y rebeliones adolecentes con el empoderamiento femenino situado siempre en la trastienda del relato, a tal respecto Alice Waddington lleva muy al límite un catálogo que mezcla sin demasiadas sutilezas feminismo y ciencia-ficción. De alguna manera lo de Paradise Hills no deja de ser un desafío que dista mucho de ser redondo, más bien todo lo contrario, pese a que la intención sea loable esto no significa que el resultado final sea el adecuado, dicha valentía autoral la direcciona en muchos momentos a bordear esa peligrosa línea que separa la originalidad estética y el ridículo narrativo en un film que indaga más en lo emocional que en lo reflexivo, esto último a fin de cuentas un escollo ciertamente difícil de superar dada su nula profundidad en referencia a un desarrollo que se muestra en todo momento demasiado errático.

Valoración 0/5: 2

 

The Lodge

The Lodge nos cuenta como una joven mujer que está a punto de convertirse en madrastra se encuentra atrapada junto a los dos hijos de su prometido en una casa alejada de cualquier tipo de civilización por culpa de una fuerte nevada. Justo cuando la relación entre los tres parece que empieza a florecer y normalizarse la mujer adopta repentinamente una actitud aterradora que parece provenir del salvaje adoctrinamiento que sufrió en el pasado por parte de una secta religiosa.

Mucha expectación había suscitado en nuevo trabajo del dúo de realizadores compuesto por los austriacos Severin Fiala y Veronika Franz, en este su primera película en lengua inglesa vuelven a recurrir por temarios ya transitados en su notable opera prima Goodnight Mommy, de hecho no dejamos de estar ante una re visitación, en esta ocasión algo más direccionada al relato de terror psicológico de índole más puro pero volviendo a incidir en problemáticas y subjetivas desviaciones dentro del entorno familiar.

En The Lodge, todo vuelve a girar y transitar en torno a los infantes como entes detonantes o ejecutores de la problemática en cuestión o victimas de ella, al igual que en su anterior Goodnight Mommy en donde se prolongan obsesiones estamos ante una película de claras texturas minimalistas en torno a un trauma que da la impresión de estar diseñado y expuesto de una forma milimétrica en base a una perpetua tensión narrativa y escénica, a tal respecto su desarrollo estético es ciertamente brillante, la fotografía a cargo de Thimios Bakatakis (habitual en el cine de Yorgos Lanthimos) vuelve a situarnos en un espacio claustrofóbico, su frialdad por momentos nos remiten a imaginaros asépticos surgidos de cineastas como el propio Lanthimo o Haneke, si en la anterior película era una lujosa casa de campo alejada de cualquier atibo cercano de civilización aquí nos encontramos ante otra vivienda que por culpa de un severo temporal queda completamente aislada, un virtuosismo técnico expuesto en espacios reducidos al completo servicio de una historia expuesta de forma bastante soterrada, Severin Fiala y Veronika Franz detrás de esa admirable construcción de ambientes, de planos sostenidos, no tienen mucha prisas por desvelar sus cartas, la jugada resulta ciertamente interesante por mucho que por momentos uno tenga la ligera sensación de percibir como un exceso de manierismos se sitúan por delante de una narrativa que por momentos deviene como algo mingue en contenidos, por el contrario su gran virtud posiblemente radique en como sabe en un primer momento incomodar para después perturbar en detrimento de simplemente aterrar, de alguna manera estamos ante una película meditada y calculada y no elevada, virtud esta que conlleva el librarse del escepticismo de fundamentalistas del género de terror, la ansiedad atmosférica del entramado con el concepto de la madre intrusa, la religión y el trauma de trasfondo  juegan una baza importante al respecto erigiendo al dúo compuesto por Severin Fiala y Veronika Franz como unos muy aplicados constructores de desviaciones y psicopatías de naturaleza bastantes maquiavélicas.

Valoración 0/5: 3’5

 

Ready or Not

Durante la noche de su boda, una joven mujer recibe la invitación por parte de la rica y excéntrica familia de su nuevo marido para participar en una tradición ancestral que repentinamente se convierte en un juego letal en el que todos luchan por la supervivencia.

Incluso en un festival tan abierto en torno a dinámicas como resulta ser el de Sitges siempre es bien recibido propuestas lúdicas del tipo de Ready or Not, la única película distribuida por un gran estudio, 20th Century Fox, presente en el festival, el film de Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin deviene como un producto completamente desprejuiciado con respecto a lo que son sus verdaderos propósitos.

Situada a medio camino entre el slasher y la comedia de estética slapstick en Ready or Not, que además tiene el agradable añadido de ser producida por la intermitentemente renacida Hammer Films, todo transita a través de un ameno subtexto genérico, aquel que en ningún momento se preocupa de ir más allá de sus propios postulados, estos se basan en una multi referencia tan amena como efectiva, cogiendo como punto de partida una premisa derivada de la fundamental El malvado Zaroff de Ernest B. Schoedsack el film de los responsables de la fallida Devil’s Due no profundiza en cuestiones tales como por ejemplo la institución matrimonial, la fantasía depravada  aristocrática de dar caza al desfavorecido o el empoderamiento femenino, en Ready or Not, que se beneficia de una aplicada labor actoral a cargo de Samara Weaving, todo pasa a través de un divertimento de claras connotaciones guiñolescas, una suerte de sátira gótica que al menos tiene el beneplácito de saber equilibrar entretenimiento grotesco, con una buena dosis de gore, y una comedia negra con un ligero acento británico sin que esto último llegue a desvirtualizar el primer y en teoría fundamental concepto, por lo demás dicha fórmula deviene como perfecta a la hora de aplicar unos automatismos en donde las narrativas del todo vale se erigen como un status quo primordial a través de un producto tan distendido y afable en referencia a su comicidad con el espectador como efervescente  en la medida de ser una propuesta totalmente carente de cualquier tipo de pretensión y complejidad posible.

Valoración 0/5: 2’5

 

Il signor Diavolo

Carlo es un chico de 14 años que ha matado a otro llamado Emilio, a quien cuidaba el párroco local. El Ministro del Interior italiano quiere saber qué es exactamente lo que ha sucedido, ya que la relación entre la Iglesia y las instituciones políticas no pasa precisamente por su mejor momento. Carlo acusa al diablo de ser el responsable de lo sucedido y comenta la influencia que ha tenido sobre él una monja. El adolescente está convencido de que Emilio fue el responsable de la muerte de Paolino, su mejor amigo, dos años antes.

Uno de los puntos álgidos de esta edición del Festival de Sitges fue el reconocimiento en forma de un merecido homenaje otorgado al veterano realizador italiano Pupi Avati,  en su extensa carrera como director encontraremos indagaciones dentro del género fantástico ciertamente interesantes como Balsamus l’uomo di Satana o Le strelle nel fosso pasando por ya reconocidos clásicos como La casa dalle finestre che ridono, Zeder o la magnífica L’arcano incantatore, curiosamente y pese a una alternancia genérica en su filmografía muy visible Avati siempre ha regresado de una forma  relativamente continua al género de terror, Il nascondiglio de 2007 no dejaba de ser una interesante re visitación de temarios ya transitados con anterioridad, a sus 80 años de edad el realizador italiano continua ampliando un legado cinematográfico ciertamente notable, Il signor Diavolo basada en una novela escrita por el propio Avati y publicada el pasado año supone un nuevo acercamiento por parte del realizador de origen boloñés al género fantástico siendo una de las propuestas más coherentes y lucidas en el ámbito autoral de las vistas este año en Sitges.

No deja de tener un regusto algo amargo por lo que respecta a un servidor el paso del gran Pupi Avati por el Festival de Sitges, las dos proyecciones en pantalla grande de sus películas, Zeder y la que nos ocupa no tuvieron el beneplácito del lleno en el cine Prado por parte del público del certamen, una pena que estas oportunidades, en cierta manera únicas, de descubrir en primera persona una trayectoria pretérita de un autor tan fundamental como resulta ser Avati no figure como una opción primordial por parte de un tipo de espectador que el propio festival a lo largo de estos últimos años ha ido direccionando de forma casi forzada al evento y las inmediatez cinematográfica, en tal sentido no basta con programar, se tiene que publicitar adecuadamente ese esfuerzo realizado, de alguna manera obligar y empujar al espectador virgen al descubrimiento como tal. Sea como fuere la notable Il signor Diavolo viene a significar la certificación de una militancia que deviene como irrenunciable en su manera de entender una forma de hacer cine, ambientado en el denominado Padano gótico el film indaga a modo de supersticiones atávicas, una temática que ya estaba más o menos presente en sus anteriores L’arcano incantatore y Il nascondiglio, en Il signor Diavolo la diversidad genérica está aún más presente si cabe, desde el thriller policíaco de investigación pasando por componentes políticos, religiosos y evidentemente demoniacos, también encontramos en el relato algún que otro apunte autobiográfico en relación a esa sempiterna confrontación que anida en la fe existente y creencia, o no, del ser humano. Il signor Diavolo termina siendo como no podía ser de otra manera una película de connotaciones atemporales, dado un esteticismo que parece proveniente de otro tiempo seguramente más de uno la tildara de anacrónica, nada más lejos de la realidad pues que puede haber más actual que una irrenunciable constancia de tratados que no se detienen en echar mano a modernidades liquidas, en parte el film de Pupi Avati y su manera en general de percibir el medio cinematográfico deviene como una especie casi en extinción, en desuso, un cine tan artesanal en su definición escénica como familiar a la hora de poner en pie un proyecto que da la impresión de ir a contracorriente, su hermano Antonio y su hijo Alvise han estado presentes a la hora de dar forma a esta producción. Il signor Diavolo termina siendo un regreso al inicio de ese clasicismo gótico que curiosamente nos advierte de la proximidad del final de una carrera, claramente reflejada en una de las cintas más libres de espíritu y sinceras con respecto a su adscripción genérica de las vistas este año en el Festival de Sitges.

Valoración 0/5: 4

 

Kindred Spirits

Chloe es madre soltera, vive con su hija adolescente y mantiene una relación clandestina con su vecino Alex. La irrupción de su hermana Sadie, que regresa a casa tras una larga y misteriosa ausencia, removerá los cimientos de su vida, sobre todo, porque Sadie parece tener intenciones algo dudosas respecto a todos aquellos que se acercan a Chloe.

Kindred Spirits supuso la vuelta a Sitges de un viejo conocido del certamen como es Lucky McKee, con respecto a su nuevo trabajo tras las cámaras su inclusión en una sección como es Noves Visions es cuanto menos bastante discutible partiendo de la base que dicho apartado está en un principio destinado a obras arriesgadas en referencia a contenido y autoría, curiosamente la nueva película de Lucky McKee da la inequívoca impresión de estar situada más bien lo más lejos posible de dichos postulados.

Yendo un paso algo más allá uno intuye que si este film no hubiera estado dirigido por Lucky McKee difícilmente hubiera sido programado en Sitges poniendo nuevamente sobre la palestra esa cuestionable tesitura de como algunas selecciones están más direccionadas por el responsable que la obra en cuestión. Kindred Spirits no deja de ser un paso más en lo concerniente a la involución autoral de Lucky McKee, lejos queda aquella opera prima titulada May, un thriller psicológico en donde pese a sus carencias se podía percibir un imaginario por desarrollar bastante prometedor, The Woods, Red o las algo más desinhibidas The Woman y All Cheerleaders Die fueron trabajos transitorios que nos ponían un poco a la espera de un despegue que no se ha producido aun, a trabajos algo alimenticios como Blood Money se le une este Kindred Spirits situándonos en el punto más bajo de su carrera hasta el momento, la película no deja de ser una indigesta y estandarizada recopilación de ese concepto tan habitual en algunos films de los años 90 expuestos a modo de thriller psicológico en donde un elemento exterior se introduce en un entorno familiar para desestabilizarlo, Pacific Heights o The Hand That Rocks the Cradle son solo unos ejemplos, Kindred Spirits parte de dicha premisa, aquí el elemento distorsionador sin embargo proviene del propio núcleo familiar representado en la figura de una hermana que vuelve tras un tiempo ausente, el elemento psicótico vendrá en la medida de ver cómo esta intenta suplantar la personalidad de su sobrina. Kindred Spirits sin embargo no va más allá de dicho enunciado, su realización y rutinaria puesta en escena parece direccionada a las tv movies de sobremesa, todo resulta tan previsible como manido, no hay atisbo alguno de lo original y conceptual de aquellos primeros trabajos perpetrados por Lucky McKee, de hecho Kindred Spirits dada su más que notoria intrascendencia de forma dolorosa parece situarse en las antípodas de aquellos lejanos tratados.

Valoración 0/5: 1’5

 

Little Monsters

En Little Monsters vemos como Dave, un músico sin éxito, decide acompañar a su sobrino a una excursión del colegio tras sentirse atraído por la profesora Miss Caroline, a dicha excursión se une también una celebridad de un programa infantil. Dicho día de ocio para los niños dará un giro inesperado cuando repentinamente aparece un brote de zombies que pone sus vidas en riesgo haciendo que Dave y Miss Caroline provistos tan solo del ingenio de unos cuantos niños de guardería deban unirse para intentar salvar sus vidas.

Como no podía ser de otra manera el subgénero zombie estuvo presente en Sitges, Little Monsters de Abe Forsythe al igual que el Zombieland Ruben Fleischer también presente en el certamen años atrás y como ejemplo de dicho conclave genérico vino a cubrir de alguna manera esa cuota de cine amable direccionado a una comedia con claras texturas direccionadas a la feel-good movie o a la family friendly  final, un producto que al mismo tiempo sirve como vehículo de lucimiento a una actriz tan en alza últimamente como es Lupita Nyong’o.

A través de un análisis superficial resulta muy evidente que Little Monsters está estructurada en base a una plantilla que deviene como muy reconocible, sus mimbre plenamente detectables juegan de alguna manera sobre seguro, el espectador a los pocos minutos de metraje sabe por dónde irán los tiros, si aceptas conscientemente el juego la experiencia llegará a ser satisfactoria, en este sentido el entorno de Sitges deviene dada su innegable complacencia con este tipo de películas como perfecto para dicha simbiosis, por el contrario si lo que se busca es algo de originalidad que la aleje de una tangente preestablecida en el producto la sensación final será la de decepción o cierta intrascendencia pues el film del australiano Abe Forsythe no va más allá de los postulados arriba citados. Llegados a este punto posiblemente el grado imprimido de humor negro, de irreverencia, sea lo que salve al conjunto de esa cierta irrelevancia final, en Little Monsters la encontraremos pero de forma algo escueta, hay apuntes con especial incidencia en el personaje del popular y narcisista presentador televisivo, en el detectamos algo de corrosividad en el relato, al final la sensación de usar y tirar prevalece un referencia a una película amable en lo comedido de su tono que busca en todo momento la empatía en especial en base a su musicalidad, un tratado de claras connotaciones naif que difícilmente fallara en su propósito si se recurren en estas lideres a temas de Taylor Swift, Hanson o Neil Diamond por ejemplo, una efectividad incuestionable que terminara por nublar cualquiera otra consideración posible que vaya más allá de dicha fórmula.

Valoración 0/5: 2’5