

Diez nuevas películas se incorporan a la competición por el Premio del Público Ciudad de Donostia / San Sebastián. La selección de Perlak incluirá los últimos trabajos de Jacques Audiard, Damien Chazelle, Alfonso Cuarón, Lukas Dhont, Ciro Guerra y Cristina Gallego, Mamoru Hosoda, Nadine Labaki, Spike Lee y Jia Zhangke. Además, la ópera prima de Bradley Cooper como director clausurará la sección.
Jacques Audiard (París,1962), que ya estuvo en San Sebastián con Un prophète / A Prophet (Un profeta, 2009), nominada al Oscar a la mejor película extranjera, presentará The Sisters Brothers, que se estrenará en el Festival de Venecia. Este western basado en la novela homónima de Patrick de Witt está protagonizado por Jake Gyllenhaal, Joaquin Phoenix y John C. Reilly, quien también se ha involucrado en la producción.
La nueva película del ganador del Oscar al mejor director el año pasado, Damien Chazelle (Providence, Estados Unidos, 1985), vuelve a dirigir en First Man (First Man – El primer hombre) a Ryan Gosling, que encarna a Neil Armstrong, el primer astronauta que pisó la Luna. La película del creador de La La Land (La ciudad de las estrellas), en la que también actúa Claire Foy (The Crown), inaugurará Venecia.
Alfonso Cuarón (México DF, 1968) compitió en la Sección Oficial de San Sebastián con su segunda película, A Little Princess (1995). Desde entonces ha ganado un Oscar a la mejor dirección por Gravity y sus películas Y tu mamá también y Children of men (Hijos de los hombres) han obtenido un amplio éxito internacional. Con Roma, que se estrenará en Venecia, retrata la vida de una empleada doméstica que trabaja en un barrio de clase media de Ciudad de México a principios de los 70.
En A Star is Born (Ha nacido una estrella), esta nueva versión de la trágica historia de amor, Bradley Cooper (Philadelphia, Estados Unidos, 1975) debuta en la dirección y encarna a un músico curtido que descubre a una artista en apuros, interpretada por Lady Gaga, de la que se enamora. Ella acaba de abandonar su sueño de convertirse en una cantante de éxito hasta que conoce a Jack, que percibe enseguida su talento innato. Esta historia íntima traslada al espectador a un viaje a través de la belleza y los desafíos de una relación que lucha por sobrevivir. Tras su paso por Venecia, clausurará la sección Perlak en San Sebastián.
También Lukas Dhont (Bélgica, 1991) presentará su primer largometraje en San Sebastián, Girl, que obtuvo la Cámara de Oro a la mejor ópera prima de Cannes y el Premio Fipresci de Un Certain Regard. Dhont cuenta la historia de una joven que nació siendo niño y que sueña con convertirse en bailarina.
Ciro Guerra (Río de Oro, Colombia, 1981) comparte la dirección de Pájaros de verano con Cristina Gallego (Bogotá, 1978), productora de sus películas anteriores. Guerra inició su trayectoria en Cine en Construcción donde fue premiada en 2003 su ópera prima, La sombra del caminante. Su tercera película, El abrazo de la serpiente, proyectada en Horizontes Latinos, fue nominada al Oscar a la mejor película extranjera. En Pájaros de verano explica, a través de una historia real, el origen del narcotráfico en Colombia.
La primera película de animación que compitió en la Sección Oficial de San Sebastián fue Bakemono no ko / The Boy and the Beast (2015), de Mamoru Hosoda (Nakaniikawa, Japón, 1967). El autor de Toki wo kakeru shojo (La chica que saltaba a través del tiempo, 2006) y Okami Kodomo no Ame to Yuki (Wolf Children, 2012) presenta ahora en San Sebastián Mirai (Mirai, mi hermana pequeña), que fue estrenada en la Quincena de Realizadores de Cannes.
Las participaciones de Nadine Labaki (Beirut, 1974) en San Sebastián se cuentan por premios. En 2007, con su debut como realizadora Sukkar banat / Caramel, obtuvo el Premio del Público y de la Juventud, y en 2011, con su segunda película, Et maintenant on va où? / Where Do We Go Now? (¿Y ahora adónde vamos?), fue elegida como mejor película europea por los espectadores. Con Capharnaüm (Cafarnaúm), que obtuvo el Premio del Jurado en Cannes, aspira de nuevo al Premio del Público Ciudad de Donostia / San Sebastián.
Aunque sus películas han sido programadas dentro de distintas retrospectivas –When the Levees Broke: A Requiem in Four Acts en .doc Nuevos caminos de la no ficción y Summer of Sam (Nadie está a salvo de Sam) en American Way of Death: Cine negro americano 1990-2010– y el filme colectivo Ten Minutes Older. The Trumpet formó parte de la selección de Especiales Zabaltegi, es la primera vez que una película de Spike Lee (Atlanta, Estados Unidos, 1957) competirá por un premio en San Sebastián. El autor de Malcolm X, galardonado con el Oscar y el César honoríficos, aspira al Premio del Público con BlacKkKlansman (Infiltrado en el KKKlan), una comedia dramática sobre un policía afroamericano que se infiltra en el Ku Klux Klan, que ha obtenido el Gran Premio del Jurado en Cannes y el Premio del Público en Locarno.
Jia Zhangke (Fenyang, China, 1970), en cambio, ha disfrutado de una amplia presencia en el Festival en los últimos años. En 2013 ganó el premio al mejor guion en Cannes por Tian zhu ding / A Touch of Sin (Un toque de violencia, 2013), que fue proyectada en Perlak, la misma sección en la que fue seleccionada en 2015 Shan he gu ren (Mountains May Depart), que obtuvo el Premio del Público a la mejor producción europea. Su cortometraje The Hedonists fue proyectado en Zabaltegi-Tabakalera en 2016, el mismo año en el que integró el jurado oficial presidido por Bille August, que concedió la Concha de Oro a Wo bu shi pan jinlian / I Am Not Madame Bovary (Yo no soy Madame Bovary), de Xiaogang Feng. Ahora intentará volver a conseguir el galardón de los espectadores con Ash is Purest White, película seleccionada en la competición oficial de Cannes, en la que describe los cambios que están transformando su país a través de una violenta historia de amor.
Estas películas se suman a las ya anunciadas en Perlak: El ángel (Luis Ortega), Petra (Jaime Rosales), Leto / Summer (Kirill Serebrennikov), Zimna wojna / Cold War (Pawel Pawlikowski), Un día más con vida / Another Day of Life (Raúl de la Fuente y Damian Nenow), Netemo Sametemo / Asako I & II (Ryusuke Hamaguchi) y 3 Rokh / Three Faces (Jafar Panahi).
A Star Is Born (Ha nacido una estrella)
Bradley Cooper (EEUU)
Intérpretes: Bradley Cooper, Lady Gaga, Andrew Dice Clay, Dave Chappelle, Sam Elliott
Clausura
Fuera de concurso

En esta nueva versión de la trágica historia de amor, un experimentado músico descubre a una artista en aprietos de la que se enamora. Ella acaba de abandonar su sueño de convertirse en una cantante de éxito… hasta que Jack la persuade de salir a la palestra. Pero conforme la carrera de Ally despega, su relación personal se viene abajo mientras Jack libra una batalla con sus demonios internos.
Ash Is Purest White
Jia Zhangke (China – Francia – Japón)
Intérpretes: Zhao Tao, Liao Fan

Qiao está enamorada de Bin, un mafioso local. Durante una pelea entre bandas rivales, dispara una pistola para protegerle. A Qiao le condenan a cinco años de cárcel por este acto de lealtad. Tras salir de prisión, va en busca de Bin para continuar donde lo dejaron. Una historia de amor, traición y lealtad en los bajos fondos de China.
BlacKkKlansman (Infiltrado en el KKKlan)
Spike Lee (EEUU)
Intérpretes: John David Washington, Adam Driver, Topher Grace, Laura Harrier

Spike Lee dirige la historia real del primer policía afroamericano que consiguió infiltrarse en la cúpula del Ku Klux Klan durante los años 60, con ayuda de un compañero que se hizo pasar por un racista radical.
Capharnaüm (Cafarnaúm)
Nadine Labaki (Líbano)
Intérpretes: Zain Al Rafeea, Yordanos Shiferaw, Boluwatife Treasure Bankole, Kawthar Al Haddad, Fadi Kamel Youssef, Cedra Izam, Alaa Chouchnieh, Nadine Labaki

Tribunal internacional
Zain, un niño de 12 años, declara ante el juez.
El juez: ¿Por qué has demandado a tus propios padres?
Zain: Por darme la vida.
First Man (First Man – El primer hombre)
Damien Chazelle (EEUU)
Intérpretes: Ryan Gosling, Claire Foy, Jason Clarke

La película cuenta la historia de la misión más peligrosa en la historia de la Humanidad hasta el día de hoy. Un relato sobre cómo la NASA hizo llegar a Neil Armstrong a la Luna y el precio y el sacrificio que representó para muchos.
Girl
Lukas Dhont (Bélgica – Países Bajos)
Intérpretes: Victor Polster, Arieh Worthalter, Katelijne Damen, Valentijn Dhaenens

Lara, de 15 años, sueña con convertirse en bailarina. Con el apoyo de su padre, se lanza de lleno a esta búsqueda interminable. Pero su cuerpo no se doblega tan fácilmente a la disciplina que le impone, porque en realidad cuando nació era un niño.
Mirai (Mirai, mi hermana pequeña)
Mamoru Hosoda (Japón)

Kun, un niño mimado y consentido de 4 años al que sus padres dejan de prestar atención cuando nace su hermana Mirai, empieza a sufrir situaciones en casa que nunca había vivido. Pero entonces, la versión adolescente de su hermana viaja en el tiempo desde el futuro para vivir junto a Kun una aventura extraordinaria más allá de lo imaginable.
Pájaros de verano
Ciro Guerra, Cristina Gallego (Colombia)
Intérpretes: Carmiña Martínez, Jose Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, José Vicente Cote, Juan Bautista Martínez, Greider Meza

Basada en una historia real que explica el origen del narcotráfico en Colombia, la película se sitúa en los años 70 cuando la juventud norteamericana abraza la cultura hippie y con ella, la marihuana. Esto provoca que los agricultores de la zona se conviertan en ‘empresarios’ a un ritmo veloz. En el desierto de Guajira, una familia indígena Wayuu se ve obligada a asumir un rol de liderazgo en esta nueva empresa. La riqueza y el poder se combinan con una guerra fratricida que pondrá en grave peligro su familia, sus vidas y sus tradiciones ancestrales.
Roma
Alfonso Cuarón (México)
Intérpretes: Yalitza Aparicio, Marina de Tavira

Roma, el proyecto más personal hasta la fecha del oscarizado director y guionista Alfonso Cuarón (Gravity, Hijos de los hombres, Y tu mamá también), trata sobre Cleo, una joven empleada doméstica que trabaja en Roma, un barrio de clase media de Ciudad de México. En esta exquisita carta de amor dirigida a las mujeres que lo criaron, Cuarón rescata fragmentos de su infancia para tejer un retrato emotivo y auténtico de los conflictos domésticos y de la jerarquía social con la turbulenta situación política de los años 70 como telón de fondo.
The Sisters Brothers
Jacques Audiard (Francia – Bélgica – Rumanía – España)
Intérpretes: John C. Reily, Joaquin Phoenix, Jake Gyllenhaal, Riz Ahmed

Charlie y Eli Sisters viven en un mundo salvaje y hostil. Tienen las manos manchadas de sangre: la sangre tanto de criminales como de personas inocentes. No tienen escrúpulos a la hora de matar. Es su trabajo. Charlie, el hermano pequeño, nació para matar. Eli, sin embargo, sueña con llevar una vida normal. Ambos son contratados por el Comodoro para encontrar y matar a un hombre. De Oregón a California arranca una caza despiadada, un viaje iniciático que pondrá a prueba el demencial vínculo entre los dos hermanos. ¿Un camino que les descubrirá su naturaleza humana?
 
			 
			 
			











































































































































 posiblemente lo mejor de la película) le otorga una valía artística que se pone en riesgo al ir recuperando la visión y perdiendo poco a poco la concentración y calidad interpretativa que atesoraba a raíz al parecer de dicha disfunción visual, podríamos decir que la película cuestiona la necesidad de elegir entre dos importantes y vitales conceptos por el que se rige el ser humano ¿arte o vida?, bajo esta premisa el núcleo dramático se diversifica en varias disquisiciones de la época en que transcurre la trama, hay varias cuestiones  ciertamente jugosas y hasta por momentos reflexivas, el papel de la ciencia dentro de este contexto histórico, el cruel juego de clases y normas sociales que definen dicha época o el arte como sustento de una parte de la burguesía, disquisiciones estas que sin embargo se quedan muy en la superficie, Barbara Albert es incapaz de analizar o profundizar en ellas de una manera convincente, la narrativa ciertamente plana del film se encamina hacia lo contemplativo pero desde una óptica algo equivocada, no hay rastros de ese conflicto latente entre la autenticidad interior y la falsedad que anida en el exterior de personajes y escenario, podemos percibir levemente eso si un intento de observación de todo lo que se deriva a través su incuestionable academicismo, lástima que ese lujoso diseño de producción y ambientación exquisita se decante más por la rigurosa estética en detrimento de una mirada algo más personal del relato.
 posiblemente lo mejor de la película) le otorga una valía artística que se pone en riesgo al ir recuperando la visión y perdiendo poco a poco la concentración y calidad interpretativa que atesoraba a raíz al parecer de dicha disfunción visual, podríamos decir que la película cuestiona la necesidad de elegir entre dos importantes y vitales conceptos por el que se rige el ser humano ¿arte o vida?, bajo esta premisa el núcleo dramático se diversifica en varias disquisiciones de la época en que transcurre la trama, hay varias cuestiones  ciertamente jugosas y hasta por momentos reflexivas, el papel de la ciencia dentro de este contexto histórico, el cruel juego de clases y normas sociales que definen dicha época o el arte como sustento de una parte de la burguesía, disquisiciones estas que sin embargo se quedan muy en la superficie, Barbara Albert es incapaz de analizar o profundizar en ellas de una manera convincente, la narrativa ciertamente plana del film se encamina hacia lo contemplativo pero desde una óptica algo equivocada, no hay rastros de ese conflicto latente entre la autenticidad interior y la falsedad que anida en el exterior de personajes y escenario, podemos percibir levemente eso si un intento de observación de todo lo que se deriva a través su incuestionable academicismo, lástima que ese lujoso diseño de producción y ambientación exquisita se decante más por la rigurosa estética en detrimento de una mirada algo más personal del relato.
 La ansiedad de Esmail conforme avanza el metraje dota a la historia de oscuros tintes psicológicos en detrimento del  inicial conflicto social expuesto, algo que deriva al producto por momentos en el pantanoso terreno del psicodrama paranoico, en la narrativa impuesta por Milad Alami vemos como el protagonista principal trata de conseguir por todos los medios posibles lo que cada vez parece más difícil, para más inri tendrá que lidiar internamente con un sentimiento de culpa ocasionado por los supuestos daños colaterales de sus acciones como nos muestra la contundente escena inicial con que Milad Alami abre el film.
 La ansiedad de Esmail conforme avanza el metraje dota a la historia de oscuros tintes psicológicos en detrimento del  inicial conflicto social expuesto, algo que deriva al producto por momentos en el pantanoso terreno del psicodrama paranoico, en la narrativa impuesta por Milad Alami vemos como el protagonista principal trata de conseguir por todos los medios posibles lo que cada vez parece más difícil, para más inri tendrá que lidiar internamente con un sentimiento de culpa ocasionado por los supuestos daños colaterales de sus acciones como nos muestra la contundente escena inicial con que Milad Alami abre el film.
 de cuento de hadas que va mutando conforme avanza el metraje en algo mucho más siniestro, hay un énfasis muy evidente por parte de la realizadora en lo concerniente a la fabricación de un imaginario propio (el de la joven protagonista) que intenta contrarrestar la amenaza de todo lo masculino que le rodea de una forma no natural, y que sirve al mismo tiempo como metáfora de como las mujeres siempre han estado supeditadas de alguna manera a los deseos y a los sueños masculinos. El posicionamiento del film  con respecto a un tema tan sórdido es algo distante, en cierta manera rehúye de lo escabrosa jugándoselo todo a una carta al presentar dos visiones que son estructuradas a través de una doble voz en off, la de la niña protagonista y la del Miguel, el líder de la secta presentado bajo los rasgos siempre inquietantes de un solvente Marcelo Alonso, dicha dualidad tiene la intención de crear una cierta ambigüedad en el espectador en lo concerniente al relato, lo consigue solo a medias pues uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que quizás se ampare demasiado en lo preconcebido a la hora de desvelar sus propios recursos narrativos.
de cuento de hadas que va mutando conforme avanza el metraje en algo mucho más siniestro, hay un énfasis muy evidente por parte de la realizadora en lo concerniente a la fabricación de un imaginario propio (el de la joven protagonista) que intenta contrarrestar la amenaza de todo lo masculino que le rodea de una forma no natural, y que sirve al mismo tiempo como metáfora de como las mujeres siempre han estado supeditadas de alguna manera a los deseos y a los sueños masculinos. El posicionamiento del film  con respecto a un tema tan sórdido es algo distante, en cierta manera rehúye de lo escabrosa jugándoselo todo a una carta al presentar dos visiones que son estructuradas a través de una doble voz en off, la de la niña protagonista y la del Miguel, el líder de la secta presentado bajo los rasgos siempre inquietantes de un solvente Marcelo Alonso, dicha dualidad tiene la intención de crear una cierta ambigüedad en el espectador en lo concerniente al relato, lo consigue solo a medias pues uno termina teniendo la ligera sensación de estar ante una película que quizás se ampare demasiado en lo preconcebido a la hora de desvelar sus propios recursos narrativos.





 Estados Unidos aprovechando al máximo esa comicidad derivada del choque cultural, Oh Lucy! destaca principalmente por ser de esas producciones en donde su ensamblaje genérico no se pisa, una comedia cuyos apuntes dramáticos no se diluyen entre sí, a este respecto sin embargo habría que aseverar también su condición de film en donde la práctica total de personajes dan la impresión de transitar a través de un acantilado emocional algo dispar, una sensación de incertidumbre cuya narrativa de tono irregular parece contagiarse pues llegados a un punto determinado esta no parece saber a ciencia cierta que camino a de tomar. Oh Lucy! expone básicamente su discurso en lo relativo a la soledad y en como a través de falsas identidades e incluso de ideales impostados se puede llegar a combatir dicho trauma emocional, una falsa trasformación que sin embargo da pie a una nueva reinvención para alejar una supuesta insatisfacción personal. El film de Atsuko Hirayanagi que parece funcionar exclusivamente a través de una crónica acerca de la persecución de un ideal termina de manera algo caprichosa, en cierta manera a semejanza de que sus propias incertidumbres tonales, pues en lo que puede parecer en un principio como un final satisfactorio en él hay un mensaje bastante más profundo e incluso si se me permite la expresión críptico, lástima que en toda la película no se llegue a escarbar de forma más concienzuda unos contornos que van mucho más allá del tono amable del que hace gala está elaborada aunque algo irregular película.
Estados Unidos aprovechando al máximo esa comicidad derivada del choque cultural, Oh Lucy! destaca principalmente por ser de esas producciones en donde su ensamblaje genérico no se pisa, una comedia cuyos apuntes dramáticos no se diluyen entre sí, a este respecto sin embargo habría que aseverar también su condición de film en donde la práctica total de personajes dan la impresión de transitar a través de un acantilado emocional algo dispar, una sensación de incertidumbre cuya narrativa de tono irregular parece contagiarse pues llegados a un punto determinado esta no parece saber a ciencia cierta que camino a de tomar. Oh Lucy! expone básicamente su discurso en lo relativo a la soledad y en como a través de falsas identidades e incluso de ideales impostados se puede llegar a combatir dicho trauma emocional, una falsa trasformación que sin embargo da pie a una nueva reinvención para alejar una supuesta insatisfacción personal. El film de Atsuko Hirayanagi que parece funcionar exclusivamente a través de una crónica acerca de la persecución de un ideal termina de manera algo caprichosa, en cierta manera a semejanza de que sus propias incertidumbres tonales, pues en lo que puede parecer en un principio como un final satisfactorio en él hay un mensaje bastante más profundo e incluso si se me permite la expresión críptico, lástima que en toda la película no se llegue a escarbar de forma más concienzuda unos contornos que van mucho más allá del tono amable del que hace gala está elaborada aunque algo irregular película.
 se presenta como un filme hecho de principio a fin por mujeres, incluso en lo relativo a los apartados técnicos, aparte de atesorar la virtud de contar con una inconmensurable Laetitia Dosch como personaje de  salvaje y desbordante de energía sin cuya presencia el film no existiría como tal. De alguna manera estamos ante un film en donde la libertad feminista se erige como básica a la hora de elaborar un en apariencia sencillo retrato femenino que más que ahondar en unos supuestos motivos de rebeldía o auto reafirmación los expone a modo de trayecto vital, en este aspecto de alguna manera recorremos el mismo camino que la protagonista no habiendo una predeterminación en lo referente al errante pero consensuado desarrollo de dicha narrativa, Léonor Serraille tiene la virtud de saber moverse con soltura a través de una diversa y rica amalgama genérica, un relato en donde se nos puede hace reír con lo que podría hacernos llorar y viceversa siempre sin perder esa perspectiva acerca de la exposición de una serie de sensaciones contradictorias en donde la joven protagonista encuentra su mejor definición a modo de una libertad femenina de naturaleza bastante indefinible. Con momentos ciertamente ingeniosos Bienvenida a Montparnasse elabora un relato en apariencia convencional pero que va más allá de las historias de reivindicaciones feministas tan en uso hoy en día en la gran pantalla convirtiendo el debut en la dirección de Léonor Serraille como uno de los más prometedores vistos durante el pasado año.
se presenta como un filme hecho de principio a fin por mujeres, incluso en lo relativo a los apartados técnicos, aparte de atesorar la virtud de contar con una inconmensurable Laetitia Dosch como personaje de  salvaje y desbordante de energía sin cuya presencia el film no existiría como tal. De alguna manera estamos ante un film en donde la libertad feminista se erige como básica a la hora de elaborar un en apariencia sencillo retrato femenino que más que ahondar en unos supuestos motivos de rebeldía o auto reafirmación los expone a modo de trayecto vital, en este aspecto de alguna manera recorremos el mismo camino que la protagonista no habiendo una predeterminación en lo referente al errante pero consensuado desarrollo de dicha narrativa, Léonor Serraille tiene la virtud de saber moverse con soltura a través de una diversa y rica amalgama genérica, un relato en donde se nos puede hace reír con lo que podría hacernos llorar y viceversa siempre sin perder esa perspectiva acerca de la exposición de una serie de sensaciones contradictorias en donde la joven protagonista encuentra su mejor definición a modo de una libertad femenina de naturaleza bastante indefinible. Con momentos ciertamente ingeniosos Bienvenida a Montparnasse elabora un relato en apariencia convencional pero que va más allá de las historias de reivindicaciones feministas tan en uso hoy en día en la gran pantalla convirtiendo el debut en la dirección de Léonor Serraille como uno de los más prometedores vistos durante el pasado año.
 un paso por delante de la narrativa, pese a algunas matizaciones técnicas acertadas su tono formal y comedido no deja de ser un claro indicio de crear una cierta sensación de piloto automático en un temario que requería de bastante más profundidad en lo relativo a su desarrollo. No hay dudas al respecto del buen trazo por parte de Sebastián Lelio a la hora de transitar por complejos retratos en la creación de personajes femeninos, si con anterioridad había abordado especialmente la marginación social en Disobedience, adaptación de la novela homónima de Naomi Alderman,  afronta un discurso más cercano a la identidad sexual, un pulso entre el deber, el deseo y el sacrificio que se ha de asumir en según qué ocasiones, sin embargo esta historia de amores prohibidos ubicada en un opresivo escenario (meritoria fotografía a cargo de Danny Cohen en lo referido a crear una atmósfera angustiosa) como es  la comunidad de judíos ortodoxos del norte de Londres resulta previsibles hasta la extenuación, lindando por momentos con clichés de forma algo alarmante e incluso bordeando en algunos tramos la peligrosa línea del ridículo en según qué situaciones, podríamos hablar de un film buque cuya enunciado no pasa de ahí, previsibilidad por delante de profundidad en una película que abraza lo convencional otorgando una sensación ciertamente frustrante al menos en lo referido a un servidor, más propia de un cine de estructura conservadora y tranquilizadora en su finalización que de un relato que sepa explorar convenientemente matices emocionales más intrínsecos y gratificantes.
un paso por delante de la narrativa, pese a algunas matizaciones técnicas acertadas su tono formal y comedido no deja de ser un claro indicio de crear una cierta sensación de piloto automático en un temario que requería de bastante más profundidad en lo relativo a su desarrollo. No hay dudas al respecto del buen trazo por parte de Sebastián Lelio a la hora de transitar por complejos retratos en la creación de personajes femeninos, si con anterioridad había abordado especialmente la marginación social en Disobedience, adaptación de la novela homónima de Naomi Alderman,  afronta un discurso más cercano a la identidad sexual, un pulso entre el deber, el deseo y el sacrificio que se ha de asumir en según qué ocasiones, sin embargo esta historia de amores prohibidos ubicada en un opresivo escenario (meritoria fotografía a cargo de Danny Cohen en lo referido a crear una atmósfera angustiosa) como es  la comunidad de judíos ortodoxos del norte de Londres resulta previsibles hasta la extenuación, lindando por momentos con clichés de forma algo alarmante e incluso bordeando en algunos tramos la peligrosa línea del ridículo en según qué situaciones, podríamos hablar de un film buque cuya enunciado no pasa de ahí, previsibilidad por delante de profundidad en una película que abraza lo convencional otorgando una sensación ciertamente frustrante al menos en lo referido a un servidor, más propia de un cine de estructura conservadora y tranquilizadora en su finalización que de un relato que sepa explorar convenientemente matices emocionales más intrínsecos y gratificantes.
 que parecen derivar por momentos con el movimiento Dogma, en este aspecto es muy evidente como el tono improvisado nos deriva posiblemente de manera algo involuntaria más que al análisis de una subcultura sí misma, o a paramentos del movimiento trans nocturno, al retrato personal de una serie de personajes que se mueven a través de dicho escenario, el dar voz a aquellos que transmiten mejor que nadie esa esencia del underground de la Gran Manzana, que Amanda Lepore, Sophia Lamar, Chloe Dzubilo y T de Long atesoran el magnetismo del testimonio es algo bastante evidente, otra cosa diferente es que dichos personajes representen y difundan un alegato en base a vivencias que parecen subsistir a contra corriente al atreverse a ser lo que desean, posiblemente sobre lo que pueda parecer inabarcable para según qué gente, afortunadamente dicho posicionamiento se aleja del retrato frívolo y morboso al uso, incluso parece apartarse del discurso militante pues nunca se da paso a una voz en of que condicione un supuesto mensaje. I hate New York más que indagar en un estudio pormenorizado encuentra su principal virtud a través de su narrativa en arco cuya argumentación y discursiva quiere ir más allá del circuito LGTBI, aquella que como en el caso que nos ocupa, parece solo poder funcionar en base a su propio desarrollo, el que en definitiva transita en paralelo aunque bastante distanciado de lo que conocemos como sistema establecido.
que parecen derivar por momentos con el movimiento Dogma, en este aspecto es muy evidente como el tono improvisado nos deriva posiblemente de manera algo involuntaria más que al análisis de una subcultura sí misma, o a paramentos del movimiento trans nocturno, al retrato personal de una serie de personajes que se mueven a través de dicho escenario, el dar voz a aquellos que transmiten mejor que nadie esa esencia del underground de la Gran Manzana, que Amanda Lepore, Sophia Lamar, Chloe Dzubilo y T de Long atesoran el magnetismo del testimonio es algo bastante evidente, otra cosa diferente es que dichos personajes representen y difundan un alegato en base a vivencias que parecen subsistir a contra corriente al atreverse a ser lo que desean, posiblemente sobre lo que pueda parecer inabarcable para según qué gente, afortunadamente dicho posicionamiento se aleja del retrato frívolo y morboso al uso, incluso parece apartarse del discurso militante pues nunca se da paso a una voz en of que condicione un supuesto mensaje. I hate New York más que indagar en un estudio pormenorizado encuentra su principal virtud a través de su narrativa en arco cuya argumentación y discursiva quiere ir más allá del circuito LGTBI, aquella que como en el caso que nos ocupa, parece solo poder funcionar en base a su propio desarrollo, el que en definitiva transita en paralelo aunque bastante distanciado de lo que conocemos como sistema establecido.
 a la presencia de una Isabelle Huppert que parece estar en un continuo estado de gracia últimamente, la película que parte de una muy libérrima adaptación trasladada a nuestra época de la novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde empieza siendo una especie de comedia social, que divierte solo a su manera, cuya extraña satirización la van convirtiendo en una tragedia de contornos casi metafísicos conforme avanza la acción. Lo más curioso de una película como Madame Hyde es que uno detecta en su interior apuntes suficientemente atractivos (el cómo indagar en el ansia de conocimiento o el aplicar un razonamiento por mera deducción a través de un razonamiento en extremo lógico) que quedan algo diluidos en referencia a su propia excentricidad, tan ligeramente intrigante como extremadamente confusa en buena parte de su metraje en la que se sustenta la propuesta pues como en todo el cine de su autor este está provisto de vías o subdivisiones que no terminan de estar bien encauzadas en lo relativo a su desarrollo narrativo, evidentemente ante tales mimbres estructurales que imposibilitan un mensaje bien trenzado el espectador que quiera indagar en cuestiones cuyas reflexiones tienden a un tono más clásico terminara desquiciado por un autor cuya idea del concepto cinematográfico parece no admitir medias tintas, Madame Hyde como síntesis de cine de cambios bruscos es un buen reflejo de todo ello.
 a la presencia de una Isabelle Huppert que parece estar en un continuo estado de gracia últimamente, la película que parte de una muy libérrima adaptación trasladada a nuestra época de la novela de Robert Louis Stevenson El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde empieza siendo una especie de comedia social, que divierte solo a su manera, cuya extraña satirización la van convirtiendo en una tragedia de contornos casi metafísicos conforme avanza la acción. Lo más curioso de una película como Madame Hyde es que uno detecta en su interior apuntes suficientemente atractivos (el cómo indagar en el ansia de conocimiento o el aplicar un razonamiento por mera deducción a través de un razonamiento en extremo lógico) que quedan algo diluidos en referencia a su propia excentricidad, tan ligeramente intrigante como extremadamente confusa en buena parte de su metraje en la que se sustenta la propuesta pues como en todo el cine de su autor este está provisto de vías o subdivisiones que no terminan de estar bien encauzadas en lo relativo a su desarrollo narrativo, evidentemente ante tales mimbres estructurales que imposibilitan un mensaje bien trenzado el espectador que quiera indagar en cuestiones cuyas reflexiones tienden a un tono más clásico terminara desquiciado por un autor cuya idea del concepto cinematográfico parece no admitir medias tintas, Madame Hyde como síntesis de cine de cambios bruscos es un buen reflejo de todo ello.
 tres historias expuestas no ya como un puzle narrativo al uso a modo de vidas cruzadas sino más bien como una especie de enlace de relevos en modo sucesivo en donde una historia da pie a otra, una realidad que termina derivando en otra, todas ellas a su manera indagan sobre la Argelia contemporánea retratada bajo la insondable sombra del pasado, a través de personajes y situaciones vislumbramos desde la pérdida de un idealismo a la tradición como obstáculo de lo anhelado, en el posiblemente mejor segmento que curiosamente se aparta en algo del mensaje estrictamente social para lindar con un trazo romántico apuntalado con brillantes interludios musicales, para terminar indagando en las heridas irreparables de un conflicto bélico pasado, en este aspecto es más que evidente que En attendant les hirondelles como retrato social que se adentra en lo estrictamente moral se mueve dentro de las coordenadas de un relato de tono agridulce, aquel que se mueve a través de un escenario a medio construir mostrado a modo de calidoscopio general de un país que sigue lamiéndose las heridas en torno a su propia memoria. Como mucho films de narrativas divididas este deviene por momentos como algo irregular en su desarrollo, desequilibrios que pese a cierta elegancia escénica crean la sensación de un naufragio bastante evidente, posiblemente su elevado tono divagatorio tenga bastante que ver en dicha apreciación, al igual que en lo referido a su distanciamiento formal, apartado este que seguramente requería de un acercamiento algo más profundo pues la complejidad por la que en apariencia transita En attendant les hirondelles la sitúan muy a medio camino de sus supuestas intenciones.
 tres historias expuestas no ya como un puzle narrativo al uso a modo de vidas cruzadas sino más bien como una especie de enlace de relevos en modo sucesivo en donde una historia da pie a otra, una realidad que termina derivando en otra, todas ellas a su manera indagan sobre la Argelia contemporánea retratada bajo la insondable sombra del pasado, a través de personajes y situaciones vislumbramos desde la pérdida de un idealismo a la tradición como obstáculo de lo anhelado, en el posiblemente mejor segmento que curiosamente se aparta en algo del mensaje estrictamente social para lindar con un trazo romántico apuntalado con brillantes interludios musicales, para terminar indagando en las heridas irreparables de un conflicto bélico pasado, en este aspecto es más que evidente que En attendant les hirondelles como retrato social que se adentra en lo estrictamente moral se mueve dentro de las coordenadas de un relato de tono agridulce, aquel que se mueve a través de un escenario a medio construir mostrado a modo de calidoscopio general de un país que sigue lamiéndose las heridas en torno a su propia memoria. Como mucho films de narrativas divididas este deviene por momentos como algo irregular en su desarrollo, desequilibrios que pese a cierta elegancia escénica crean la sensación de un naufragio bastante evidente, posiblemente su elevado tono divagatorio tenga bastante que ver en dicha apreciación, al igual que en lo referido a su distanciamiento formal, apartado este que seguramente requería de un acercamiento algo más profundo pues la complejidad por la que en apariencia transita En attendant les hirondelles la sitúan muy a medio camino de sus supuestas intenciones.

 en Mrs. Fang (Leopardo de Oro en la última edición del Festival de Locarno) nos acerca siempre desde el pudor y a una distancia respetuosa a la inminencia de la muerte, a partir de esta premisa el responsable de Bitter Money extrapola cuestiones ciertamente interesantes pues asistimos no ya solo a una muerte física sino también simbólica, en este aspecto Wang Bing en torno a este minimalista retrato genera desde la más absoluta observabilidad de tal acto una serie de digresiones tales como una supuesta deshumanización creciente en el hábitat social del país, también podemos encontrar una curiosa reflexionar en lo referido a la tradición como símbolo en vías de desaparición de todo una población que son víctimas crecientes por parte del gobierno al confinamiento de un espacio cada vez más diminuto a la hora de subsistir. A través de la muerte Mrs. Fang termina hablando de los profundos cambios ocurridos en la sociedad china durante estos últimos años, un tiempo en donde la tradición parece estar sustituida por una carencia de valores o la perdida de unas señas de identidad cada vez más visibles, Wang Bing como uno de los actuales baluartes de la actual realidad narrativa de la no ficción nos lo muestra a través de una premisa soterrada, del espectador depende el descubrir o reflexionar sobre todo lo que parece estar en la trastienda de tal en apariencia minimalista exposición.
en Mrs. Fang (Leopardo de Oro en la última edición del Festival de Locarno) nos acerca siempre desde el pudor y a una distancia respetuosa a la inminencia de la muerte, a partir de esta premisa el responsable de Bitter Money extrapola cuestiones ciertamente interesantes pues asistimos no ya solo a una muerte física sino también simbólica, en este aspecto Wang Bing en torno a este minimalista retrato genera desde la más absoluta observabilidad de tal acto una serie de digresiones tales como una supuesta deshumanización creciente en el hábitat social del país, también podemos encontrar una curiosa reflexionar en lo referido a la tradición como símbolo en vías de desaparición de todo una población que son víctimas crecientes por parte del gobierno al confinamiento de un espacio cada vez más diminuto a la hora de subsistir. A través de la muerte Mrs. Fang termina hablando de los profundos cambios ocurridos en la sociedad china durante estos últimos años, un tiempo en donde la tradición parece estar sustituida por una carencia de valores o la perdida de unas señas de identidad cada vez más visibles, Wang Bing como uno de los actuales baluartes de la actual realidad narrativa de la no ficción nos lo muestra a través de una premisa soterrada, del espectador depende el descubrir o reflexionar sobre todo lo que parece estar en la trastienda de tal en apariencia minimalista exposición.
 presencia omnipresente en toda las secuencias del film, las razones de dicho estigma curiosamente son narradas de forma sutil en base a pequeños gestos y detalles, no es intención el desvelar las consecuencias o el enigma como meta final, ni llegar hasta el fin para descubrir el porqué de una condena física (la correspondiente al marido) y psíquica (Charlotte Rampling), dicho misterio si se le puede llamar de ese modo nos es desvelado a mitad de la película bajo el estigma de la pederastia, llegados a este punto la única intención de Andrea Pallaoro por fortuna no es un alegato ante y contra tal lacra, es el retrato personal y contemplativo de una vergüenza y culpa, el reverso del ojo de huracán, en algunos tramos posiblemente algo autocomplaciente, de esa otra víctima que ha cometido un error imperdonable, bajo una mirada distante solo en apariencia es en este apartado es donde podemos encontrar la auténtica razón de ser de un film de las características de Hannah, el contemplar el talente humilde pero totalmente autoritario de la performance a cargo de Charlotte Rampling, dicho cometido expuesto a modo de estudio sobre una identidad ya vacía que no requiere apenas de dialogo, puramente gestual, miradas y convulsiones a través de intrascendentes gestos cotidianos que nos muestra un descenso tortuoso, una radiografía de una desolación bajo la rigurosísima exploración actoral de una magistral Charlotte Rampling.
 presencia omnipresente en toda las secuencias del film, las razones de dicho estigma curiosamente son narradas de forma sutil en base a pequeños gestos y detalles, no es intención el desvelar las consecuencias o el enigma como meta final, ni llegar hasta el fin para descubrir el porqué de una condena física (la correspondiente al marido) y psíquica (Charlotte Rampling), dicho misterio si se le puede llamar de ese modo nos es desvelado a mitad de la película bajo el estigma de la pederastia, llegados a este punto la única intención de Andrea Pallaoro por fortuna no es un alegato ante y contra tal lacra, es el retrato personal y contemplativo de una vergüenza y culpa, el reverso del ojo de huracán, en algunos tramos posiblemente algo autocomplaciente, de esa otra víctima que ha cometido un error imperdonable, bajo una mirada distante solo en apariencia es en este apartado es donde podemos encontrar la auténtica razón de ser de un film de las características de Hannah, el contemplar el talente humilde pero totalmente autoritario de la performance a cargo de Charlotte Rampling, dicho cometido expuesto a modo de estudio sobre una identidad ya vacía que no requiere apenas de dialogo, puramente gestual, miradas y convulsiones a través de intrascendentes gestos cotidianos que nos muestra un descenso tortuoso, una radiografía de una desolación bajo la rigurosísima exploración actoral de una magistral Charlotte Rampling.
 al uso al saber dosificar su tempo narrativo en referencia a personajes y situaciones a la hora de no incidir en la sobre explicación de una trama argumental que parte de lo que podríamos denominar como un noir rural con claras reminiscencias clásicas que va mutando conforma avanza la trama hacia un relato de sutiles connotaciones fantásticas que por momentos parece beber de la fundamental The Wicker Man de Robin Hardy, en ese vaivén narrativo empezamos por desconfiar de las intenciones y naturaleza del protagonista para trasladar esa duda según avanza el metraje hacia la siniestra comunidad que lo acoge, colectivo que da la impresión de querer someter al extraño a una identidad comunitaria cueste lo que cueste, en este aspecto Gutland podría denominarse como un estudio acerca de la claustrofobia, en primera instancia física, de alguna manera autoimpuesta en la historia, más tarde mental mediantes acertados interludios de tono surrealista acerca de la alteración de la realidad que parece sufrir el personaje principal, la elipsis en dicha cuestión deviene como clave a la hora de recabar la suficiente información para poder discernir ese juego de máscaras que Govinda Van Maele propone en una de las óperas primas más estimulantes y sorprendentes del pasado curso.
 al uso al saber dosificar su tempo narrativo en referencia a personajes y situaciones a la hora de no incidir en la sobre explicación de una trama argumental que parte de lo que podríamos denominar como un noir rural con claras reminiscencias clásicas que va mutando conforma avanza la trama hacia un relato de sutiles connotaciones fantásticas que por momentos parece beber de la fundamental The Wicker Man de Robin Hardy, en ese vaivén narrativo empezamos por desconfiar de las intenciones y naturaleza del protagonista para trasladar esa duda según avanza el metraje hacia la siniestra comunidad que lo acoge, colectivo que da la impresión de querer someter al extraño a una identidad comunitaria cueste lo que cueste, en este aspecto Gutland podría denominarse como un estudio acerca de la claustrofobia, en primera instancia física, de alguna manera autoimpuesta en la historia, más tarde mental mediantes acertados interludios de tono surrealista acerca de la alteración de la realidad que parece sufrir el personaje principal, la elipsis en dicha cuestión deviene como clave a la hora de recabar la suficiente información para poder discernir ese juego de máscaras que Govinda Van Maele propone en una de las óperas primas más estimulantes y sorprendentes del pasado curso.
 retrato más desarrollado que esperemos que llegue algún día, no es la primera vez que Abel Ferrara se adentra en el formato documental, trabajos como Chelsea on the Rocks, Napoli, Napoli, Napoli, Mulberry St. o la reciente Piazza Vittorio así lo atestigua aunque en el caso de Alive in France su naturaleza deviene como casi casual y no pactada de antemano, se rueda sin tener la certeza de que el material final sirva para un documental y un servidor echa en falta un repaso más ecuánime en lo relativo a su profundidad. Acompañado por sus antiguos colaboradores Joe Delia y Paul Hipp y con un Abel Ferrara siempre delante de la cámara asistimos un itinerario de tono espontáneo, recesos familiares, promociones, tiempos muertos detrás del escenarios, pocos testimonios y mucha música en vivo, llegados a este punto cabria el preguntarse la importancia de la música y las canciones en la carrera de un autor tan heterogéneo, es una cuestión que puede generar bastantes dudas incluso a los más fieles seguidores del director de Bad Lieutenant. Como uno de los cineasta que mejor ha sabido retratar las adicciones en la gran pantalla Alive in France lejos de su función de retratar una faceta en particular o la idiosincrasia de un personaje tan multidisciplinar sirve como una congratulación amable, de connotaciones frescas y naturales, una reunión de viejos amigos que veinte años atrás era difícil de imaginar, pese a todo el trayecto pretérito la sobriedad de Abel Ferrara (al menos lo era en otoño del 2016) es motivo de celebración, Alive in France va precisamente de eso.
 retrato más desarrollado que esperemos que llegue algún día, no es la primera vez que Abel Ferrara se adentra en el formato documental, trabajos como Chelsea on the Rocks, Napoli, Napoli, Napoli, Mulberry St. o la reciente Piazza Vittorio así lo atestigua aunque en el caso de Alive in France su naturaleza deviene como casi casual y no pactada de antemano, se rueda sin tener la certeza de que el material final sirva para un documental y un servidor echa en falta un repaso más ecuánime en lo relativo a su profundidad. Acompañado por sus antiguos colaboradores Joe Delia y Paul Hipp y con un Abel Ferrara siempre delante de la cámara asistimos un itinerario de tono espontáneo, recesos familiares, promociones, tiempos muertos detrás del escenarios, pocos testimonios y mucha música en vivo, llegados a este punto cabria el preguntarse la importancia de la música y las canciones en la carrera de un autor tan heterogéneo, es una cuestión que puede generar bastantes dudas incluso a los más fieles seguidores del director de Bad Lieutenant. Como uno de los cineasta que mejor ha sabido retratar las adicciones en la gran pantalla Alive in France lejos de su función de retratar una faceta en particular o la idiosincrasia de un personaje tan multidisciplinar sirve como una congratulación amable, de connotaciones frescas y naturales, una reunión de viejos amigos que veinte años atrás era difícil de imaginar, pese a todo el trayecto pretérito la sobriedad de Abel Ferrara (al menos lo era en otoño del 2016) es motivo de celebración, Alive in France va precisamente de eso.
 a través de la fantasía ensamblada en la cotidianidad estamos ante ese tipo de cine trasdosado que se desdobla en varios, muy lejos de un trazo que atisbe lo convencional la película de la realizadora gallega afincada en Barcelona nos sitúa entre lo real y la ficción, un documento sobre un estilo de vida próximo a desaparecer contado a modo de viaje a medio camino entre lo onírico y lo real direccionado a un mundo en vías de extinción pues lo que valida una propuesta tan estimulante como Trinta Lumes es ver como desarrolla un alegato mágico en referencia a la despoblación y el aislamiento, aparte de la simbología de extrapolar la definición de muerte como concepto, en la unión de contar el cómo y el por qué esta su importancia, un trayecto en donde naturaleza, ruralidad y ciclo vital deviene por momentos como fascinante, una visión de la narrativa en donde parece no haber distinción entre ficción y documental, en ese aspecto el film nos presenta a personajes, lugares y situaciones reales pero tratados como claros elementos cinematográficos. Un debut ciertamente fascinante el de Diana Toucedo con esta hipnótica Trinta Lumes, un cine alejado de manierismos y efectismos al uso que pone sobre el tapete aquella máxima de cómo lo cinematográfico no es tanto de lo que vislumbramos como de lo que se esconde tras sus imágenes, todo un logro hoy en día el dar voz a un sentimiento a través de esta manera.
a través de la fantasía ensamblada en la cotidianidad estamos ante ese tipo de cine trasdosado que se desdobla en varios, muy lejos de un trazo que atisbe lo convencional la película de la realizadora gallega afincada en Barcelona nos sitúa entre lo real y la ficción, un documento sobre un estilo de vida próximo a desaparecer contado a modo de viaje a medio camino entre lo onírico y lo real direccionado a un mundo en vías de extinción pues lo que valida una propuesta tan estimulante como Trinta Lumes es ver como desarrolla un alegato mágico en referencia a la despoblación y el aislamiento, aparte de la simbología de extrapolar la definición de muerte como concepto, en la unión de contar el cómo y el por qué esta su importancia, un trayecto en donde naturaleza, ruralidad y ciclo vital deviene por momentos como fascinante, una visión de la narrativa en donde parece no haber distinción entre ficción y documental, en ese aspecto el film nos presenta a personajes, lugares y situaciones reales pero tratados como claros elementos cinematográficos. Un debut ciertamente fascinante el de Diana Toucedo con esta hipnótica Trinta Lumes, un cine alejado de manierismos y efectismos al uso que pone sobre el tapete aquella máxima de cómo lo cinematográfico no es tanto de lo que vislumbramos como de lo que se esconde tras sus imágenes, todo un logro hoy en día el dar voz a un sentimiento a través de esta manera.
 Kaplanoglu nos ofrece una particularísima versión sui géneris del apocalipsis y posterior renacimiento situándose a medio camino entre el Children of Men de Alfonso Cuarón y el Stalker de Andrei Tarkovsky, de hecho en su anterior trilogía podíamos ya encontrar alguna que otra referencia al maestro ruso. Grain siempre adherido a un cierto misticismo religioso termina deviniendo como un producto que por momentos se desborda así mismo en lo referente a sus propósitos, una empresa de quizás demasiada envergadura a la hora de poder explayar con ecuanimidad una serie de cuestiones que indagan en reflexiones sobre la culpa, las limitaciones humanas y una supuesta seudoliberación a través de la tecnología, amén de otros aspectos de índole más terrenales como por ejemplo la migración, cambios climáticos o crisis alimentaria, evidentemente antes tales mimbres narrativos el film transita casi en todo su argumentación bajo una delgada línea que separa lo fascinante del mensaje en sí y una cierta pretenciosidad a la hora de cómo abordar dicha tesis, sin ser un mensaje críptico sí que deviene como complejo, esto puede dar lugar a una narrativa algo farragosa, posiblemente lo mejor de este interesante acercamiento a un supuesto apocalipsis radica en que en ningún instante trata de ofrecernos unas respuestas que seguramente nunca lleguen a existir, una no divagación que abre un camino a otras grandes cuestiones que aunque soterradas están muy latentes a lo largo de todo su metraje.
 Kaplanoglu nos ofrece una particularísima versión sui géneris del apocalipsis y posterior renacimiento situándose a medio camino entre el Children of Men de Alfonso Cuarón y el Stalker de Andrei Tarkovsky, de hecho en su anterior trilogía podíamos ya encontrar alguna que otra referencia al maestro ruso. Grain siempre adherido a un cierto misticismo religioso termina deviniendo como un producto que por momentos se desborda así mismo en lo referente a sus propósitos, una empresa de quizás demasiada envergadura a la hora de poder explayar con ecuanimidad una serie de cuestiones que indagan en reflexiones sobre la culpa, las limitaciones humanas y una supuesta seudoliberación a través de la tecnología, amén de otros aspectos de índole más terrenales como por ejemplo la migración, cambios climáticos o crisis alimentaria, evidentemente antes tales mimbres narrativos el film transita casi en todo su argumentación bajo una delgada línea que separa lo fascinante del mensaje en sí y una cierta pretenciosidad a la hora de cómo abordar dicha tesis, sin ser un mensaje críptico sí que deviene como complejo, esto puede dar lugar a una narrativa algo farragosa, posiblemente lo mejor de este interesante acercamiento a un supuesto apocalipsis radica en que en ningún instante trata de ofrecernos unas respuestas que seguramente nunca lleguen a existir, una no divagación que abre un camino a otras grandes cuestiones que aunque soterradas están muy latentes a lo largo de todo su metraje.
 de hecho podríamos hablar de un tratado acerca de la construcción y manipulación cinematográfica, en The Green Fog Guy Maddin y los hermanos Johnson parecen estar poseídos por el espíritu juguetón de Bill Morrison (posiblemente el actual tótem del tratamiento mix de la imagen) a través de un fascinante y divertido concepto de relectura cinematográfica que derivan en nuevos imaginarios a explorar. Llegados a un punto podríamos preguntarnos qué sentido tiene hacer un remake u homenaje al uso de algo como Vértigo, con respecto a The Green Fog si el espectador es fiel conocedor de la base original este nuevo código se vuelve accesible y claro, de alguna manera el film le da la vuelta a dicho concepto ofreciéndonos posiblemente la única vía de reinterpretación de dicho material, el resultado cuando menos resulta sorprendente, tan extraño como magnético pese a su aparente bisoñez, si nos paramos a discernir sobre los orígenes del cine este a lo largo de la historia no ha dejado de ser en cierta manera una copia de una copia, la creación de un lenguaje propio basado en uno anterior, The Green Fog como viaje tan irresistible como por momento agotador en referencia a yuxtaposiciones que consiguen crear conexiones vitales entre el material y su reinterpretación consigue su propósito, una osadía autoral al alcance de muy pocos, Guy Maddin como cineasta único e insobornable en referencia a tratados es indudablemente uno de ellos.
 de hecho podríamos hablar de un tratado acerca de la construcción y manipulación cinematográfica, en The Green Fog Guy Maddin y los hermanos Johnson parecen estar poseídos por el espíritu juguetón de Bill Morrison (posiblemente el actual tótem del tratamiento mix de la imagen) a través de un fascinante y divertido concepto de relectura cinematográfica que derivan en nuevos imaginarios a explorar. Llegados a un punto podríamos preguntarnos qué sentido tiene hacer un remake u homenaje al uso de algo como Vértigo, con respecto a The Green Fog si el espectador es fiel conocedor de la base original este nuevo código se vuelve accesible y claro, de alguna manera el film le da la vuelta a dicho concepto ofreciéndonos posiblemente la única vía de reinterpretación de dicho material, el resultado cuando menos resulta sorprendente, tan extraño como magnético pese a su aparente bisoñez, si nos paramos a discernir sobre los orígenes del cine este a lo largo de la historia no ha dejado de ser en cierta manera una copia de una copia, la creación de un lenguaje propio basado en uno anterior, The Green Fog como viaje tan irresistible como por momento agotador en referencia a yuxtaposiciones que consiguen crear conexiones vitales entre el material y su reinterpretación consigue su propósito, una osadía autoral al alcance de muy pocos, Guy Maddin como cineasta único e insobornable en referencia a tratados es indudablemente uno de ellos.
 que parece no tener miedo o no ser consecuente del todo de estar continuamente intentando equilibrar una supuesta trascendencia junto a una auto parodia o viceversa pues el resultado aparte de circular es sobradamente ambivalente. He de confesar mí no adscripción al prestigio que parece gozar en determinados círculos el cine de Arnaud Desplechin, de alguna manera me pierdo de la forma menos agradecida en él, un cineasta que parece continuamente dispuesto a no dejar nada fuera de sus películas, ni a nivel temático, en Les fantômes d’Ismaël vemos dramas existenciales, triángulos amorosos, apariciones espectrales e imposibles tramas de espionaje, ni tampoco en relación a las obsesiones que han ramificado prácticamente toda su filmografía, personificado en el film en la figura Mathieu Amalric a modo de álter ego. Les fantômes d’Ismaël termina siendo un viaje laberintico tan interesante como irregular, de narrativa por momentos desquiciante que deviene como un gran monumento a la imperfección, del espectador depende el concernir que ese trazo caótico en vez de carencia sea definida como la definición de un estilo muy particular, en este caso el que suele desplegar en ese continuo y perpetuo todo o nada Arnaud Desplechin.
que parece no tener miedo o no ser consecuente del todo de estar continuamente intentando equilibrar una supuesta trascendencia junto a una auto parodia o viceversa pues el resultado aparte de circular es sobradamente ambivalente. He de confesar mí no adscripción al prestigio que parece gozar en determinados círculos el cine de Arnaud Desplechin, de alguna manera me pierdo de la forma menos agradecida en él, un cineasta que parece continuamente dispuesto a no dejar nada fuera de sus películas, ni a nivel temático, en Les fantômes d’Ismaël vemos dramas existenciales, triángulos amorosos, apariciones espectrales e imposibles tramas de espionaje, ni tampoco en relación a las obsesiones que han ramificado prácticamente toda su filmografía, personificado en el film en la figura Mathieu Amalric a modo de álter ego. Les fantômes d’Ismaël termina siendo un viaje laberintico tan interesante como irregular, de narrativa por momentos desquiciante que deviene como un gran monumento a la imperfección, del espectador depende el concernir que ese trazo caótico en vez de carencia sea definida como la definición de un estilo muy particular, en este caso el que suele desplegar en ese continuo y perpetuo todo o nada Arnaud Desplechin.



 si en The Night I Swam era un niño de seis años en la película de Stéphane Demoustier son dos hermanos gemelos de edad parecida los que quedan separados de forma algo traumática a consecuencia de un inocente juego en un parque parisino.
si en The Night I Swam era un niño de seis años en la película de Stéphane Demoustier son dos hermanos gemelos de edad parecida los que quedan separados de forma algo traumática a consecuencia de un inocente juego en un parque parisino.
 dos horas de duración sirven como un perfecto ejemplo a la hora de calibrar su algo irregular narración, Frost es primordialmente una película de contornos desiguales que va de menos a más, ese inicio en donde vemos como los dos jóvenes emprenden un viaje desde Lituania a Ucrania deviene en un principio como algo farragoso, al igual que la joven pareja el espectador se pregunta por las posibles motivaciones existentes en realizar una misión tan peligrosa a cambio de nada, en esa primera hora el film se sitúa en tierra de nadie, es conforme avanza la trama en donde encontramos una razón de ser en lo que es la propia historia, una vez abandonada esa relativa zona de confort por parte de los dos protagonistas principales estos se adentran en una especie de continuo descenso al infierno bélico con un marchamo de trágico destino, es ahí donde podemos comprobar la síntesis de la locura irracional inherente a cualquier conflicto de dichas características, al respecto Sharunas Bartas generaliza interrogantes sobre la propia naturaleza de la guerra, un discurso expuesto a medio camino entre lo psicológico y lo filosófico todo ello aderezado de un extraño lirismo que por momentos parece colindar con el nihilismo, como en él es habitual posiblemente encontremos un exceso de verborrea en el discurso en sí, algo que a mi entender no lastra del todo la contundencia de un film que retrata en ocasiones el muy pesimista estado actual en que se encuentran ciertas partes de un mundo supuestamente moderno.
dos horas de duración sirven como un perfecto ejemplo a la hora de calibrar su algo irregular narración, Frost es primordialmente una película de contornos desiguales que va de menos a más, ese inicio en donde vemos como los dos jóvenes emprenden un viaje desde Lituania a Ucrania deviene en un principio como algo farragoso, al igual que la joven pareja el espectador se pregunta por las posibles motivaciones existentes en realizar una misión tan peligrosa a cambio de nada, en esa primera hora el film se sitúa en tierra de nadie, es conforme avanza la trama en donde encontramos una razón de ser en lo que es la propia historia, una vez abandonada esa relativa zona de confort por parte de los dos protagonistas principales estos se adentran en una especie de continuo descenso al infierno bélico con un marchamo de trágico destino, es ahí donde podemos comprobar la síntesis de la locura irracional inherente a cualquier conflicto de dichas características, al respecto Sharunas Bartas generaliza interrogantes sobre la propia naturaleza de la guerra, un discurso expuesto a medio camino entre lo psicológico y lo filosófico todo ello aderezado de un extraño lirismo que por momentos parece colindar con el nihilismo, como en él es habitual posiblemente encontremos un exceso de verborrea en el discurso en sí, algo que a mi entender no lastra del todo la contundencia de un film que retrata en ocasiones el muy pesimista estado actual en que se encuentran ciertas partes de un mundo supuestamente moderno.
 es hacer de lo aparentemente simple algo que en apariencia parezca complejo en el buen sentido de la palabra, en The Day After posiblemente encontremos uno de sus trabajos más depurados, tres únicos escenarios y cuatro personajes, clásicos zooms y una fotografía en un austero blanco y negro próximo en tono al cine del francés Philippe Garrel , tal es la complejidad del film que llegados a un punto no sabemos a ciencia cierta si estamos ante una comedia o un drama existencial, si transitamos a través de un discurso convencional o trascendental, posiblemente sean todo ello pero el mérito radica en como Hong Sang-soo se mueve a través de parámetros de auto ficción y evidentemente auto biográficos, como no podía ser de otra manera, en un film que en apariencia pueda parecernos uno de los más lineales de su carrera, solo en apariencia, pues la importancia esta en los detalles y ahí es donde Hong Sang-soo vuelve a exhibir musculo, en como algo en apariencia banal muta en trascendental sin apenas percibirte, todo ello y mucho más convierten a The Day After en una de las mejores películas presentes en el festival amen de atesorar el plano secuencia (la extraordinaria Min Hee-kim  vislumbrando la nevada en un trayecto en taxi) más memorable visto este año en el D’A 2018.
 es hacer de lo aparentemente simple algo que en apariencia parezca complejo en el buen sentido de la palabra, en The Day After posiblemente encontremos uno de sus trabajos más depurados, tres únicos escenarios y cuatro personajes, clásicos zooms y una fotografía en un austero blanco y negro próximo en tono al cine del francés Philippe Garrel , tal es la complejidad del film que llegados a un punto no sabemos a ciencia cierta si estamos ante una comedia o un drama existencial, si transitamos a través de un discurso convencional o trascendental, posiblemente sean todo ello pero el mérito radica en como Hong Sang-soo se mueve a través de parámetros de auto ficción y evidentemente auto biográficos, como no podía ser de otra manera, en un film que en apariencia pueda parecernos uno de los más lineales de su carrera, solo en apariencia, pues la importancia esta en los detalles y ahí es donde Hong Sang-soo vuelve a exhibir musculo, en como algo en apariencia banal muta en trascendental sin apenas percibirte, todo ello y mucho más convierten a The Day After en una de las mejores películas presentes en el festival amen de atesorar el plano secuencia (la extraordinaria Min Hee-kim  vislumbrando la nevada en un trayecto en taxi) más memorable visto este año en el D’A 2018.
 del premio Zabaltegi-Tabakalera en la pasada edición del Festival de San Sebastián, un trabajo en donde amplia virtudes en una de las cintas documentales más definitorias vistas el pasado año a la hora de circunvalar la fusión entre lo mágico y lo siniestro.
 del premio Zabaltegi-Tabakalera en la pasada edición del Festival de San Sebastián, un trabajo en donde amplia virtudes en una de las cintas documentales más definitorias vistas el pasado año a la hora de circunvalar la fusión entre lo mágico y lo siniestro.
 The Walker, The Canyons o Dog Eat Dog sean tan peyorativos como muchos se han apresurado en afirmar, sea como fuera es evidente que con la espléndida First Reformed aparte de demostrar el destello de su talento el guionista de Taxi Driver vuelve a indagar en base a un compendio temático de autodestrucción con el que se suele desenvolver a la perfección, en este aspecto la película se sumerge en un tratado acerca de la desesperación espiritual expuesto sin medias tintas como suele ser habitual por parte de Paul Schrader. First Reformed tan emotiva como implacable transita a través de una tremenda represión espiritual a lo largo de todo su metraje representado en la figura de un gran Ethan Hawke, es por ello que esa parte final en donde somos testigos de uno de los tramos de tono más excesivo vistos en la carrera de Schrader tenga toda su razón de ser a modo de catarsis fílmica, para más inri Schrader se permite el lujo de rodar con una frialdad absoluta, rozando incluso en muchas ocasiones continuos trazos narrativos de contornos gélidos, una serie de largos planos fijo que otorgan a First Reformed la calificación de película lenta en el buen sentido de la palabra, algo que curiosamente choca con la desmesura interna que nos es mostrada al final, como película espiritual que pone en duda las convicciones este desarrollo planteado por Schrader termina teniendo toda la lógica del mundo.
 The Walker, The Canyons o Dog Eat Dog sean tan peyorativos como muchos se han apresurado en afirmar, sea como fuera es evidente que con la espléndida First Reformed aparte de demostrar el destello de su talento el guionista de Taxi Driver vuelve a indagar en base a un compendio temático de autodestrucción con el que se suele desenvolver a la perfección, en este aspecto la película se sumerge en un tratado acerca de la desesperación espiritual expuesto sin medias tintas como suele ser habitual por parte de Paul Schrader. First Reformed tan emotiva como implacable transita a través de una tremenda represión espiritual a lo largo de todo su metraje representado en la figura de un gran Ethan Hawke, es por ello que esa parte final en donde somos testigos de uno de los tramos de tono más excesivo vistos en la carrera de Schrader tenga toda su razón de ser a modo de catarsis fílmica, para más inri Schrader se permite el lujo de rodar con una frialdad absoluta, rozando incluso en muchas ocasiones continuos trazos narrativos de contornos gélidos, una serie de largos planos fijo que otorgan a First Reformed la calificación de película lenta en el buen sentido de la palabra, algo que curiosamente choca con la desmesura interna que nos es mostrada al final, como película espiritual que pone en duda las convicciones este desarrollo planteado por Schrader termina teniendo toda la lógica del mundo.
 un film que basa parte de su gran atractivo en intentar no mostrar un conflicto de ideología política, como suele ser muy habitual en gran parte del cine que nos llega de dichas latitudes, sino patriarcal, un relato de hombre y mujeres y el rol asignado a cada uno de ellos dentro de una sociedad de duras tradiciones al respecto. Dede de características más conservadoras de lo que pueda parecer en un principio se sustenta en como toda esta argumentación nos es contado a través de un escenario que deviene como clave a la hora de entender según qué acciones de las que somos testigos, las espectaculares montañas del Gran Cáucaso en este caso, Khatchvani como oriunda de esa región nos ofrece información detallada y por momentos privilegiada de la vida cotidiana y las rígidas tradiciones que la sustentan, a partir de dicha tesis asistimos a una suerte de odisea en forma de una rebelión personal con respecto a esas culturas de índole tan tradicionalistas, lástima que pese a ese principio tan interesante en referencia a la exploración de una microcultura se detecte bajo su tamiz argumental un melodrama romántico de tono fatalista cuya narrativa por momentos parece derivarnos a un trazo de claro calado folletinesco.
 un film que basa parte de su gran atractivo en intentar no mostrar un conflicto de ideología política, como suele ser muy habitual en gran parte del cine que nos llega de dichas latitudes, sino patriarcal, un relato de hombre y mujeres y el rol asignado a cada uno de ellos dentro de una sociedad de duras tradiciones al respecto. Dede de características más conservadoras de lo que pueda parecer en un principio se sustenta en como toda esta argumentación nos es contado a través de un escenario que deviene como clave a la hora de entender según qué acciones de las que somos testigos, las espectaculares montañas del Gran Cáucaso en este caso, Khatchvani como oriunda de esa región nos ofrece información detallada y por momentos privilegiada de la vida cotidiana y las rígidas tradiciones que la sustentan, a partir de dicha tesis asistimos a una suerte de odisea en forma de una rebelión personal con respecto a esas culturas de índole tan tradicionalistas, lástima que pese a ese principio tan interesante en referencia a la exploración de una microcultura se detecte bajo su tamiz argumental un melodrama romántico de tono fatalista cuya narrativa por momentos parece derivarnos a un trazo de claro calado folletinesco.