Crónica Festival de Sitges 2019. Día 8

Pelican Blood

Wiebke vive con su hija adoptiva Nicolina y acaba de adoptar a Raya. Las dos hermanas parecen llevarse bien, pero la pequeña empieza a mostrarse agresiva y a ser un peligro para los demás. Ante la situación, Wiebke tendrá que enfrentarse a una serie de extremas decisiones para proteger a sus pequeñas.

En estos últimos años Sitges ha sido un perfecto campo abonado y escaparate a la hora de mostrar nuevas autorías genéricas a través de una mirada femenina, en parte esto no dejaba de ser un déficit histórico que afortunadamente hoy en día parece normalizado, la indagación de realizadoras en el fantástico empieza pues a ser un denominador común en la actualidad en autoras como Jennifer Kent, Julia Ducournau, Anna Biller o Ana Lily Amirpour por ejemplo, posiblemente la alemana Katrin Gebbe al contrario que las compañeras arriba citadas se ha ido acercando al género fantástico de una forma algo más sutil y menos expeditiva, con su opera prima Nothing Bad Can Happen transitaba en el drama oscuro ubicado a través de una crónica real, tras formar parte de la colectiva The Field Guide to Evil Pelican Blood se presenta como su trabajo más ambicioso y ambiguo genéricamente realizado hasta la fecha.

En estas crónicas de Sitges hemos incidido, posiblemente de forma una bastante reiterada, en la difusa adscripción, o no, en el género fantástico de muchas de las películas presentes en el festival, en un buen número de ellas impera en mayor o menor medida una indagación que se percibe como parcial, a tal respecto las hibridaciones genéricas están a la orden del día casi a modo de un nuevo estatus autoral que años atrás era ciertamente complicado de ver, Pelican Blood podría ser un buen ejemplo de todo ello, el film de la alemana Katrin Gebbe parte a través de una premisa de claro índole dramático, su desarrollo también da la sensación de no salirse de una tangente reconocible y preestablecida a la hora de abordar un complejo estudio psicológico acerca de la maternidad, será en su tramo final, en su resolución, cuando recurra a un fantástico aderezado con algún que otro apunte al folk horror o al cine de posesiones ubicado dentro del gótico estadounidense, la pregunta vendrá dada en la medida de averiguar si dicha deriva o divergencia genérica desvirtúa o por el contrario llena de matices el relato en cuestión, digamos que ni una cosa u otra, Pelican Blood termina siendo todo una particularidad a tener en cuenta dada su atípica naturaleza, el film de Katrin Gebbe nos habla básicamente de una abnegación materna que continuamente está siendo torpedeada en lo concerniente al trauma, Nina Hoss, que este año repite papel como madre en la encrucijada tras la notable La audición de Ina Weisse, deviene como un activo importante a la hora de contarnos una historia delimitada territorial y moralmente en los márgenes de la sociedad, la trama animalista en esta ocasión actuara a modo dual, el personaje principal se niega a renunciar, tanto en la complicada enseñanza de un caballo como a la niña recién adoptada de la cual cree que sin importar lo que haya sufrido en el pasado puede ser redimida a través del amor puro que una madre que le puede otorgar, su conclusión, pese a una cierto falta de verisimilitud, por otra parte lógica dada la dirección tomada, añadirá varios matices a una cinta que tiene la virtud de no transitar en la complacencia en lo relativo a una función reflexiva que profundiza en el adiestramiento emocional.

Valoración 0/5: 3’5

 

Le daim

La obsesión de un hombre con una chaqueta de ante le lleva a gastarse todos sus ahorros, además de fingir ser cineasta, e incluso hacer alguna cosa mucho peor.

Otros de esos sospechoso habituales presentes en Sitges durante estos últimos años es indudablemente Quentin Dupieux, desde Rubber y exceptuando sus cortos el realizador francés siempre ha estado presente en el festival, trabajo más entonado o menos el responsable de la extraordinaria Réalité ha logrado mantener una impronta autoral que resulta ciertamente curiosa, un tipo de cine que basa su principal concepto en una total anarquía a la hora de afrontar esquemas, algo que sorprendentemente le otorga unas referencias personales bastantes reconocibles, o dicho de otro modo, el cine perpetrado por Quentin Dupieux deviene tan único que difícilmente se verán unas coordenadas o postulados parecidos que en parte se puedan llegar a asemejar.

A modo de reflexión una vez acabada la carrera de Quentin Dupieux esta será de esa clase de trayectorias que si aún siguen en marcha esto de las retrospectivas en los certámenes cinematográficos su revisión o reconocimiento pretérito a través de ellas vendrá en la medida de percibir la visión global de una carrera que deviene como plenamente coherente dentro del caos temático que se suele detectar en sus trabajos. En Le daim, en donde uno de sus máximos activos reside nuevamente en la fascinación que puede genera su atípica premisa, se vuelve a incidir en una hibridación de tono surrealista, evidentemente la comedia de tono marciano direccionada más allá de los límites de la razón será otra vez quien lleve la voz cantante en una película que vuelve a transitar a través de lo insólito y extravagante, aquí para más inri el discurso, si así se puede llamar, en esta ocasión se perfecciona invitando incluso a una suerte de mensaje alegórico o reflexión punzante que podría transitar perfectamente a través de la locura existente que otorga la libertad. Le daim vuelve a ser un perfecto vehículo en el cual Quentin Dupieux juega con los géneros cinematográficos, comedia, drama existencialista e incluso metáfora social o terror incrustados en un relato provisto de una narrativa tan simpática como oscura. Todo cabe en un imaginario que en esta ocasión nos retrata la historia de amor entre un hombre y una chaqueta, en cierto sentido estamos ante un relato que a su manera indaga en el amour fou a modo de ente liberador de la soledad que padece el protagonista, un notable Jean Dujardin, un desarrollo expuesto a través de una deriva obsesiva acerca de la autenticidad, curiosamente termino este también valido para describir el cine salido de la mente de Quentin Dupieux, también detectamos un ligero esbozo acerca del cine que habla del cine sin llegar a ser pedante ni aburrido en ningún momento. Posiblemente unido a su originalidad la gran virtud del cine tan dislocado de Quentin Dupieux reside en generar una autoría consecuente que indaga en relación a premisas estrambóticas que se sustentan a modo de punto de partida a través de un chiste o una anécdota que conforme es desarrollada va algo más allá de lo simplemente absurdo y gracioso que aparenta ser su enunciado.

Valoración 0/5: 3’5

 

Depraved

Depraved nos cuenta como un joven llamado Alex tiene una emotiva noche junto a novia Lucy, de regreso a casa es apuñalado en un frenético ataque que lo deja al borde de la muerte. Se despierta para descubrir que su cerebro está en un cuerpo que no reconoce. Esta criatura ahora denominada Adam ha sido traída a la vida por Henry, un brillante cirujano que sufre un trastorno de estrés post-traumático después de una larga estancia en el Medio Oriente. Henry está cada vez más consumido por los actos cometidos sensación que se agrava cuando Adam descubra en un video su propio origen y huya.

Es ciertamente curiosa y en parte atípica la trayectoria cinematográfica de Larry Fessenden, si bien atesora trabajos como director a tener en cuenta como por ejemplo Habit, The Last Winter y muy especialmente Wendigo, el realizador estadounidense siempre ha dado la sensación de encontrar un mejor acomodo en su función de productor y mecenas de jóvenes talentos, después de unos años en donde su labor como director ha estado en un segundo plano vuelve tras las cámaras con una nueva vuelta de tuerca a un mito tan universal como el de Frankenstein.

Al respecto de dicha adaptación y sus maneras existe una semejanza bastante notoria con otro film relativamente reciente como es el Frankenstein de Bernard Rose realizado en 2015, ambas reinterpretaciones de la novela de Mary Shelley, fundamentadas a través de producciones de claras características low cost, trasladan el relato a nuestros días, si indagamos un poco más también encontraremos unos curiosos paralelismos entre ambos directores en la función de ver cómo tanto Larry Fessenden y Bernard Rose no son unos recién llegados a esto del fantástico, en cierta manera han tocados ya demasiados palos y esta incursión cuanto menos da la sensación de obedecer a una especie de reformulación de un concepto clásico que da pie a experimentar en base a nuevos escenarios y formatos. En lo relativo a la comparativa el film de Bernard Rose sale vencedor con bastante diferencia con respecto a este Depraved. Adaptar textos universales que han sido ya interpretados en multitud de ocasiones y formas es tarea complicada si no se recurre a una cierta originalidad con respecto a ir más allá a la hora de intentar plantear una versión posmoderna del mito, por desgracia Larry Fessenden curiosamente aquí cae en manierismos convencionales que en sus anteriores películas eran difíciles de detectar, en este sentido en Depraved su mejor virtud recae curiosamente en no ser o parecer gran cosa y tampoco pretender serlo, modestia autoral aparte en esta ocasión se sustituye el dramatismo y el terror inherente del texto del que parte para convertirse en un indigesto relato que fija principalmente su mirada en la denuncia, en este caso en la dirigida a la industria farmacéutica y a la actual problemática bélica, evidentemente el debate ético y moral está muy presente sin embargo otro de sus déficits lo encontraremos en ver como el concepto del mad-doctor queda muy difuso en un producto sin nervio aparente y en donde la supuesta novedad termina no siéndolo tanto.

Valoración 0/5: 1’5

 

The Juniper Tree

A finales de la Edad Media, la joven Margit (Björk) y su hermana mayor Katla huyen a las montañas después de la muerte de su madre, quemada por brujería. Ambas encuentran refugio con Jóhann, un viudo que vive con su hijo pequeño Jónas. Mientras Katla trata de seducir al campesino, Margit y Jónas se hacen buenos amigos. Pero el pequeño está convencido de que Katla es una bruja y la odia profundamente.

Ese delicioso cajón de sastre en que parece se ha convertido la actual sección Seven Chances sigue dando la oportunidad de recuperar un tipo de cine desconocido para la gran mayoría de público que asiste a Sitges y que merece un rescate en este caso a modo de visionado, a tal respecto no hace falta remontarse 40 años atrás para encontrar rarezas cinematográficas por descubrir, The Juniper Tree fue filmada en el año 1990, posiblemente mucha gente tendrá una ligera noción sobre ella en la medida de estar interpretada por una joven Björk, la restauración en tecnología 4K, por parte de la Wisconsin Center for Film & Theater Research y The Film Foundation que en esta ocasión conto con la estimable ayuda de la George Lucas Family Fundation, de la opera prima de una prematuramente fallecida Nietzchka Keene, y que tendrá un estreno limitado en cines gracias a Capricci Cine, devino como una oportunidad única de poder descubrir una sorprendente y fascinante obra situada a medio camino entre la brujería medieval y el estudio de la emancipación femenina de aquella época.

Bajo un atemporal, imponente y exquisito blanco y negro expuesto en base a un portentosa fotografía a cargo de Randy Sellars The Juniper Tree entra en esa tan especial catalogación de films hasta ahora inencontrables que han sido condenados a un inexplicable aislamiento cultural hasta día de hoy, rodada en los agrestes paisajes islandeses y ambientada en el final de la cruenta Edad Media el film de Nietzchka Keene parte de unos postulados muy propios que aquí adapta muy libremente un oscuro relato de los hermanos Grimm titulado El enebro, a tal respecto la película indaga en conceptos tan atrayentes como es ese paganismo ubicado dentro del folclore nórdico que enfrenta a lo humano y a lo esotérico. Definida por muchos como un cuento de hadas feminista The Juniper Tree es de esas películas que hayan su principal referencia a través de unas imágenes muy primarias, en ellas atisbaremos imaginarios que nos pueden hacer recordar a Bergman,  Tarkovski y evidentemente Dreyer, por fortuna esto no deja de ser una mirada de connotaciones básicamente estéticas y en parte fugaces, en The Juniper Tree se atisba para bien un discurso autoral ciertamente interesante y muy propio, de alguna manera adelantado a su época, aquel que indaga a través de las líricas provenientes de las sagas nórdicas ubicadas en un universo en donde el estigma actúa a modo de poético aquelarre, también existe una segunda lectura provista de consonancias aún más demoledoras si cabe que iría más allá de una cruda y mística medieval por la cual el relato da la sensación de vertebrarse, aquella en la que en relación al concepto de la superstición pagana se atisba una atroz misoginia de connotaciones atávicas en donde seremos testigos de cómo las protagonistas femeninas han de sobrevivir de alguna manera a modo de acompañantes de hombres legitimados socialmente para proveer su sustento. A través de su atmosfera y sus poderosas imágenes The Juniper Tree vuelve a poner de manifiesto que lo insondable aplicado al fantástico no calibra de códigos o coordenadas actuales o pasadas que anidan en lo obvio o lo subrayado, lo suyo es más bien crear turbulentos imaginarios a partir de la simple sugestión visual en relación a una caligrafía que treinta años después de su realización continua siendo tan arriesgada como fascinante, todo un logro.      

Valoración 0/5: 4

Dancing Mary

Kenji es el miembro más joven de un equipo encargado de construir un gran centro comercial. Pero, para crear el nuevo complejo, hay que destruir un antiguo local de baile, y cada esfuerzo para echar abajo el edificio es boicoteado por un misterioso poder. De hecho, existe el rumor de que el local está maldito, y el equipo de construcción pensó en contratar exorcistas, pero ninguno de ellos parece encontrar la solución.

El realizador japonés SABU estuvo presente en Sitges con dos trabajos, Jam y la película que nos ocupa y cuya proyección supuso su estreno mundial, Dancing Mary. Sin llegar a ser un experto ni un asiduo seguidor de su filmografía un servidor tiene la sensación, que en realidad no deja de ser una certeza, de que SABU es esa clase de autores destinados a convivir casi por obligación dentro del ecosistema de festivales de cine, su cine, con películas tan interesantes como por ejemplo Monday o Miss Zombie, da la impresión de que difícilmente tendrá un acomodo digamos rentable fuera de ese especifico circulo.

Dancing Mary no deja de ser una curiosidad en si misma con algún disperso punto de interés en su haber, SABU a su manera y como viene siendo habitual a modo de marca registrada de la casa huye de cualquier tipo de encasillamiento, no existe un denominador común en su cine y Dancing Mary es un claro ejemplo de todo ello en relación a sus continuas rupturas narrativas, una historia de fantasmas que no asustan, y que en cierta manera viene a ser la antítesis de J-Horror. Básicamente el relato se sustenta a través de la interrelación entre los humanos y los seres del más allá a modo y semejanza de una road movie en lo concerniente a una narrativa que transita a través de una suerte de fábula de tono amable en el que detectamos una tímida indagación en el característico realismo mágico japonés, sin embargo al final los fundamentos del relato vuelven a ser algo manidos pese a un envoltorio digamos peculiar, pues a fin de cuentas lo que se nos cuenta no deja de ser la sempiterna historia de alguien, en esta ocasión un joven funcionario, que a través de unas vivencias algo extremas, decide replantearse un posicionamiento inicial, será ahí, en su algo irregular desarrollo, cuando entre en acción una suerte de reflexión en relación a una desmedida gentrificación ubicada dentro del entorno social japonés, también se atisba otra cuestión ligeramente más interesante y expuesta de forma menos convencional en relación a como saldar deudas con el pasado pero también con el presente, el figurado o fantasmal y el real, este último apartado representa una síntesis casi perfecta en referencia a lo que viene a ser un tipo de cine que pese a atesorar algún trazo autoral digno de mención no deja de ser algo esclava de una excesiva y dispersa vertebración de mimbres adheridos a sus estructuras.

Valoración 0/5: 2’5

 

O Beautiful Night

Aunque Juri es joven, vive con un terror constante a la muerte. Para él, los ataques de pánico nocturnos son una rutina. Una de esas noches, una oscura figura se presenta ante él: dice ser la encarnación de la Muerte. Así comienza un viaje faustiano a través de la noche, en la cual Juri encontrará a Nina, de la que se enamorará; pero, con el amanecer, uno de los dos debe morir.

Dentro de esa inabarcable apartado temático en que parece haberse convertido la sección Noves Visions hubo un hueco para el debut tras las cámaras del joven realizador Xaver Xylophon dada su innegable condición de obra de difícil identificación, algo que en parte hizo posible su inclusión en dicha sección y que venía a estar medianamente justificado dadas sus propias características.

Como muy bien indica su título la acción de O Beautiful Night transcurre a lo largo de una sola noche, dicha premisa y también tono narrativo nos remitirá por ejemplo tanto al After Hours de Martin Scorsese como en el Night on Earth de Jim Jarmusch en relación a presentarnos una travesía nocturna a través de un submundo plagado de personajes a cual más peculiar, el mito de Fausto estará muy presente en un relato en donde la alegoría y el simbolismo son más que evidentes, estos no dejaran de ser una especie de trasunto que nos dice de intentar exprimir la vida al máximo pues esta no deja de ser demasiado efímera, sin embargo el recorrido que se hace a través de dicha metáfora es por momentos original solamente en relación a sus formatos técnicos, en la utilización del sonido y el uso cromático de sus imágenes veremos una novedosa aplicación estética que nos remite a cierto tipo de cine perpetrado en los años 80 ubicado a través de calles desiertas y habitaciones retro-románticas amuebladas de una forma opulenta. Como en la película de Martin Scorsese arriba citada veremos a un grupo de personajes, posiblemente trazados aquí de una forma excesivamente caricaturizadas, que juegan en contraposición a un cierto aura de trascendencia percibido en la génesis del relato y que actúan de manera decidida y en parte anómala en contraposición a un protagonista que asiste impertérrito y pasivo ante unos acontecimientos que dan la sensación de crearle una confusión cada vez más profunda. Debajo de esa extravagancia que la emparenta a una comedia algo bufa camuflada en base a una estética colorista O Beautiful Night da la sensación de que tiene algo que decir urgentemente sobre la condición humana, la muerte y nuestro miedo innato a ella, quedando desarrollada a modo de parábola de tintes filosóficos y provista de un tono ingrávido e inexpresivo acerca del amor y el fin de nuestra existencia, más que el mensaje, al final habrá una inevitable redención vital, lo sugerente y más acertado de una película como O Beautiful Night resultara ser un envoltorio que por momentos se percibe como atrevido, ese tránsito estético/musical de tono melancólico a través de la tensa inquietud nocturna validan en parte una propuesta algo irregular que dio la impresión de tener un muy difícil acomodo que devenga lógico dentro de la programación de Sitges.

Valoración 0/5: 2