Crónica Festival de Sitges 2019. Día 7

Making Waves: The Art of Cinematic Sound

Steven Spielberg solía decir que el sonido es el cincuenta por ciento de una película. Sin embargo, la historia del cine se ha centrado, sobre todo, en las imágenes. Making Waves pretende enmendar este error a través de entrevistas a directores como David Lynch, Sofia Coppola, George Lucas o el mismo Spielberg; y del testimonio de algunos de los grandes editores de sonido que ha dado Hollywood.

Como hemos venido comentado en crónicas pasadas este año el formato documental fue un activo muy a tener en cuenta en Sitges, hubo varios y muy buenos, en tal sentido vuelvo a incidir una vez más en la importancia, especialmente dada la calidad existente a día de hoy, del documental de género como una herramienta en continua redefinición a la hora de poder instruir al público en lo concerniente a diversas materias relacionadas con el ámbito cinematográfico, también en lo referido a ser utilizado a modo de soporte por el profesional a la hora de ser enfocado en su parcela didáctica, a tal respecto la mayor parte del material existente en la actualidad en base a las densidades teóricas que nos suelen ofrecer estos trabajos hacen que las posibilidades de divulgación y reflexión a través de dicho formato sean infinitas.

Making Waves: The Art of Cinematic Sound en esta ocasión deja de lado la autoría entendida como el desgrane de una obra, artista o género para adentrarse en aspectos técnicos del cine, en este caso el referido al diseño del sonido dentro del séptimo arte, el documental, que funciona a modo de una clase magistral que está continuamente aportando detalles, tiene la virtud de atesorar un extenso catálogo de testimonios de gente importante relacionada con el cine. Estos artistas son los que crean, ya sea en primera o segunda línea, ese particular mundo del sonido, una parcela técnica que quizás sea la más sensible de una película y que deviene como indispensable a la hora de crear un imaginario propio en donde se pueda vivir y respirar la verisimilitud entendida como ente narrativo. Todo esto requiere de un arte y de una delicadeza, a tal respecto el director del documental, Midge Costin, como formador y editor desde hace mucho tiempo en la USC es una fuente autorizada a la hora de hablarnos de dicha materia, un apartado que empieza en el documental con una breve descripción del sonido en los albores del cine, con una incidencia especial a King Kong como paradigma de ser todo un hito a la hora de recrear los efectos de sonido expresivos, también una mirada que deviene clave es la de Citizen Kane, obra pionera en la incorporación de las técnicas de sonido utilizadas en la radio por parte de Orson Welles . A partir de ahí la evolución es mostrada y percibida como infinita dado los innumerables matices adyacentes que irán apareciendo en dicha técnica a lo largo de los años, evidentemente habrá apartados que encontremos demasiados escuetos en referencia a su exposición, a tal respecto es una tarea casi titánica el abordar todo el concepto global profundizando en cada uno de los apartados existentes, posiblemente una serie de documentales hubiera sido más apropiado a la hora de ser más exhaustivos, con todo Making Waves: The Art of Cinematic Sound cumple a la perfección con el objetivo de estar bien elaborada en relación a una función tan didáctica como entretenida, para más inri también habrá lugar para una generosa apreciación ofrecida desde dentro por parte de las personas que diseñan esos fascinantes mundos de sonido que suelen dar vida a las imágenes.

Valoración 0/5: 3

 

Legend of the Mountain

El académico He está al cargo de la transcripción de unos antiguos sutras budistas, por lo que viaja a una vieja fortaleza para encontrar paz y tranquilidad, ya que el ejército estacionado allí fue evacuado. Él se encuentra la fortaleza poco menos que desértica, sin embargo, el misterioso Tsui aparece con su extraño amigo Chang. Más extraños personajes aparecen, incluida una anciana lavandera y Melody, una aspirante a investigadora, experta en tocar el tambor chino. Para complicar las cosas, después de un supuesto encuentro romántico con Melody, He es chantajeado para casarse. Hay también una misteriosa y bella flautista que se aparece a Ho, pero desaparece cuando se acerca. Y lo que es peor, los sutras que está transcribiendo cuentan que ejercen un terrible poder entre los demonios del inframundo.

Dentro de la retrospectiva dedicada al realizador taiwanés King Hu la oportunidad de poder ver en pantalla grande Legend of the Mountain supuso el agradable descubrimiento de una obra, que sin llegar a los niveles de la mastodóntica y fundamental A Touch of Zen, es considerada como clave a la hora de entender los precedentes que vinieron tras de ella, aquí King Hu abandona en parte el concepto de wuxia aunque no su inherente dramatismo emocional, tampoco la vertiente onírica, que en esta ocasión potencia en relación a su indagación en el fantástico, es a través de estas coordenadas en donde veremos como directores como por ejemplo Ching Siu-tung fijan conceptos como denominador común en lo que será su filmografía, especialmente visible en la trilogía A Chinese Ghost Story, a tal respecto y a modo de curiosidad un servidor aún recuerda el shock entre el público no afín a estas cinematografías que supuso en Sitges la proyección de la primera parte de dicho tríptico allá en el año 87, una película que curiosamente meses más tarde tuvo un inusual estreno comercial en nuestro país dentro del circuito de V.O.

Filmada en zonas agrestes de Corea del Sur en Legend of the Mountain volvemos a asistir a una magnificencia escénica que nuevamente está representada a través de hermosos paisajes naturales que son meticulosamente fotografiados, en ellos existe un atractivo tan extraño como fascinante en relación a unas panorámicas expuestas a través de una impoluta paleta de colores, vegetación densa y niebla blanca ubicada a la deriva, mimbres que demuestran por las claras que aunque a King Hu incide constantemente en el manejo volátil de la cámara en relación al movimiento de sus personajes también le gusta detenerse de forma consiente en las imágenes, de alguna manera como si estas estuvieran encuadradas también dentro de una armonía de tono compositivo. Un film en definitiva que representa la esencia que hace especial las películas de King Hu, Legend of the Mountain es nuevamente la quintaesencia de un trabajo marcado por una época determinada, sus escaramuzas imposibles que desafían la física y se alían a los elementos sobrenaturales están adheridos al relato con un total sinceridad, utilizando conceptos característicos del genero para contar una absorbente historia de entidades divinas aderezadas por fugaces estallidos de violencia, todo ello ubicado en otra de las maravillas pretéritas vistas en este Sitges 2019. .

Valoración 0/5: 4

 

Adoration

Adoration nos presenta a Paul, un joven solitario que casualmente conoce a Gloria, una nueva paciente en la clínica psiquiátrica donde trabaja su madre. Enamorándose locamente de esta adolescente problemática y sola, Paul después de cometer un crimen huirá con ella, intentando escapar lejos del mundo adulto.

Fabrice Du Welz volvía a Sitges con su nuevo trabajo tras las cámaras titulado Adoration, de forma merecida fue un de las películas más galardonadas en esta edición, Premio Especial del Jurado, Mejor fotografía y Méliès d’Argent, el director de origen belga ha estado en estos últimos años transitando a través del noir con películas como Colt 45 o Message from the King, films ciertamente competentes pero que quedan algo alejados por cuestiones obvias de ese imaginario tan particular visto al principio de su carrera en trabajos como Calvaire, Vinyan y Alleluia, un tipo de cine que basa su tesis principal a través de una búsqueda que suele devenir como visceral y quimérica, Adoration pertenece de una forma clara a este grupo, un film expuesto a modo de perfecto cierre de esa trilogía ardenesa formada por sus anteriores Calvaire y Alleluia.

Al igual que las dos películas antes citadas Adoration parte del concepto del amour fou aunque aquí representado de una forma algo más íntima, mirándolo bien podría ser una ceñida precuela de Alleluia en un film en donde también encontraremos similitudes bastantes evidentes con aquella Les amants criminels de François Ozon, continuaciones esquemáticas y referenciales aparte lo bueno del cine de Fabrice Du Welz es su innegable adscripción a un imaginario tan personal como intuitivo, en Adoration están perfectamente definidos y no por ello los conceptos deja de ser nuevamente atrayentes, inocencia, amor, imaginario escapista y dura realidad, a través de todos ellos seremos testigos de cómo el sentimiento de amor, en el más amplio sentido de la palabra, actúa a modo de ente derrocador, de alguna manera los dos jóvenes protagonistas transitan en todo momento a través de fronteras terrenales, físicas y figuradas, aunque ese recorrido o huida a ninguna parte termine siendo circular, a tal respecto queda muy claro que en el cine de Fabrice Du Welz siempre existe una colisión en relación a sus formas, un cine muy sensual pero a la vez extremadamente visceral, Adoration es posiblemente la perfecta quintaesencia de este tratado, Fabrice Du Welz se acerca a los cuerpos de una manera casi epidérmica, pese a aparentar ser una película sencilla con respecto a su ejecución la narrativa y sobre todo la parte técnica devienen como claves y complejas a la hora de retratar con un inusual acierto un extremo realismo poético que por momentos parece surgido del cine francés de los años 30-50. Rodada en 16mm, con fotografía del ya fundamental Manuel Dacosse y música a cargo de otro habitual como es Vincent Cahay Fabrice Du Welz tiene la virtud de trasportar al espectador a los estados mentales de sus protagonistas en relación a unos cambiantes estatus mentales en donde por una razón u otra vemos a unos personajes incapaces de afrontar las embestidas emocionales que están por aparecer, ahí existe un momento en el que tono onírico se adueña tanto de los protagonistas como de la historia, aquel en que la naturaleza queda encuadrada en cada plano de la película, la enfermedad mental y la interactuación con el mundo adulto hará que dicho imaginario termine desvirtuándose. Como buen viaje al corazón de la oscuridad que es lo que en un principio parecía una fábula intima ahora se trasforma en un cuento de hadas con claras texturas de horror, al final el mensaje vuelve a ser aquel que nos dice que la adolescencia es campo abonado para historias que terminan derrotándonos. Fabrice Du Welz es indiscutiblemente uno de los realizadores más importantes de la actualidad, de alguna manera pertenece a esa clase de autores intuitivos que consideran esencial la puesta en escena, los decorados y la fotografía a la hora de contarnos una historia, Adoration, que termino siendo una de las cimas autorales más interesantes de las vistas este año en Sitges, ejemplifica ese tratado a la perfección.

Valoración 0/5: 4

 

J’ai perdu mon corps

Una mano cortada se escapa de un laboratorio con un objetivo crucial: volver a encontrar su cuerpo. A medida que avanza por los escollos de París, recuerda su vida con el joven al que una vez estuvo apegado… hasta que conocieron a Gabrielle.

Una de las cuotas mal altas de la animación vistas este año en Sitges correspondió por derecho propio al esperadísimo debut en el largometraje de Jeremy Clapin titulado J’ai perdu mon corps, el realizador de origen francés para entendidos en esto de la animación no es ningún recién llegado al formato, más bien al contrario, sus cortos Une histoire vertébrale, Palmipedarium o Hundred Waters: Innocent son considerados como pequeñas joyas de orfebrería, Skhizein también es reconocida como una pieza capital, en ella éramos testigos de cómo un individuo era golpeado por un meteorito de 150 toneladas de peso, un suceso que le obligara a vivir exactamente a 91 centímetros de distancia con respecto a su cuerpo. J’ai perdu mon corps parte de una premisa muy parecida, casi idéntica en relación a su estructura, en esta ocasión no se trata de ensamblar un cuerpo y si de presenciar como una mano intenta por todos los medios regresar al cuerpo que le corresponde, a partir de dicha premisa la metáforas expuestas tanto a modo de símbolo de pérdida o búsqueda de una propia identidad devendrán como infinitas.

Basada en la novela Happy Hand de Guillaume Laurant, que también ejerce de coguionista en la película, J’ai perdu mon corps tiene la virtud de funcionar a la perfección en base a ser accesible prácticamente a todos los públicos, evidentemente el infantil quedaría excluido de dicha ecuación, a tal respecto no debe ser fácil el indagar en postulados de índole existencialista sin abusar del subrayado, o lo que es peor, caer en una cierta pedantería autoral que desvirtué por completo el concepto, por fortuna  Jeremy Clapin posee un imaginario tan rico en matices como definido en lo concerniente a sus postulados, aquí los dobles sentidos quedan bien integrados dentro de una narrativa por la que da gusto el llegar a perderse. También hay que destacar en J’ai perdu mon corps su adscripción a la hibridación genérica, en el film existen varios tránsitos que parecen fluctuar en todo momento entre lo amable y lo oscuro, a través de ellos harán acto de aparición desde la comedia, el drama, el trazo romántico e incluso pequeñas pinceladas de terror, tal variedad de registros funcionan a la perfección en la medida de estar expuestos a través de un relato vertebrado narrativamente en dos tiempos distintos, por un lado vemos a una mano que al igual que en la travesía final del protagonista de la seminal The Incredible Shrinking Man busca encontrar, no una casa de muñecas en donde refugiarse y si el adherirse al resto de su cuerpo, por otro lado somos testigos de la historia del joven Naoufel, a través de flashbacks visualizaremos una vivencia de pasado trágico y presente incierto en donde impera una vida que no parece tener un rumbo definido. Jeremy Clapin redefine, a partir de una autoría muy propia que indagan en el sentido clásico entendido como tal, el estar perdido e intentar reencontrar el sentido de la pertenencia como concepto vital, mimbres que en otros formatos o narrativas distintas seguramente serian manidos pero que aquí llegan a convertirse en una de las reflexionas más interesantes y creativas en lo concerniente a la animación vista durante esta temporada.

Valoración 0/5: 3’5

 

Swallow

Hunter es un ama de casa que acaba de descubrir que está embarazada. Sin embargo, por alguna razón que desconoce se siente tentada a consumir objetos peligrosos para su salud, una obsesión que no pasa desapercibida ante los ojos de su marido y del resto de su familia. Pronto descubrirá el motivo que la empuja a querer herirse a sí misma.

El debut en el largometraje de Carlo Mirabella-Davis volvió a escenificar otra de esas películas presentes este año en Sitges que de alguna manera juegan de forma algo caprichosa con los parámetros genéricos, su estructura en un principio la emparenta a ese tipo de film prototípico proveniente del Festival de Sundance, Swallow no estuvo presente en Park City pero si en Tribeca en donde consiguió un merecido premio a la Mejor actriz para una notable Haley Bennet que aquí parece una réplica casi perfecta situada entre Bryce Dallas Howard y Jennifer Lawrence, poco importa la ecuación del producto, la mirada viene a ser la misma al American Way of Life, aquí contada a través de un drama independiente que vuelve a ser muy poco complaciente con respecto a un estatus social que en ocasiones ahoga literalmente a sus integrantes.

Swallow versa principalmente a través de una insatisfacción vital o si se prefiere de una ofuscación silenciada, también en la forma en que esta es contestada, al principio del relato de una forma algo grotesca que llega a emparentarla a ese tipo de films que suelen transitar a través de un cuento de hadas de claras texturas satíricas expuestas a modo de mito distópico, por fortuna no estamos ante una historia que se vertebra en relación a militarismos ni alegatos de tono feminista sino más bien en referencia a exponer con cierta gracia y ligereza una opresión femenina que deviene como atemporal. La película de Carlo Mirabella-Davis empieza a partir de una sutil naturaleza grotesca de connotaciones casi anecdóticas e incluso caricaturescas en relación a la ingesta voluntaria por parte de la protagonista de objetos cada vez más peligrosos, de la canica pasaremos a la chincheta o a la piedra, no solo en referencia a poner en riesgo su propia salud sino en especial para él bebe que se aloja en su interior, la actuación viene dada en la medida de ver como la protagonista intenta rellenar un hueco en su interior, frase esta que un servidor espera no sea interpretada a partir de dobles lecturas, no estar contenta con la sumisión de su nuevo estatus social requiere de una drástica acción a modo de exorcismo burgués y de paso poder a través de dicho posicionamiento intentar superar traumas del pasado, más que un desorden alimenticio estamos ante uno emocional, no en relación a un castigo autoimpuesto sino en la medida de intentar tomar el control de una situación que no controla visualizada aquí en el despertar de un letargo o alteración psicológica a través de un acto que para la protagonista deviene como liberador, posiblemente este sea el tramo de Swallow más interesante, también el referido a la distorsión que sufre el personaje principal cuando ha de hacer frente a una colisión que resulta inevitable con los miembros de su nueva familia. Lástima sin embargo de un tramo final que anida a través de un tono algo más solemne, aquel en donde la primera persona toma el mando del relato para contarnos algo que anteriormente estaba de forma más sutil mejor contado, un tratado en definitiva acerca de cómo sentirse bien consigo mismo, la parcial originalidad del trayecto para llegar a ello será la mejor virtud de una obra tan efectiva en según qué tramos como algo irregular en referencia al estudio de un comportamiento anómalo que posiblemente requería de algo más de dilatación a la hora de abordar la principal problemática por la cual anida la historia.

Valoración 0/5: 2’5

 

Les particules

En la frontera franco-suiza, P. A. y sus amigos atraviesan esa edad tan compleja como es la adolescencia. Sin embargo, las tribulaciones propias de este período de crisis tendrán su correspondencia en un hecho más global: debajo de la región de Pays de Gex, donde viven, se esconde el LHC, el mayor acelerador de partículas del mundo. Pronto, P. A. comenzará a pensar que algo extraño está pasando a su alrededor.

El primer trabajo de ficción del realizador franco-suizo Blaise Harrison mezcla sin ningún tipo de disimulo realismo social y fantasía científica en una película que parte de una premisa bastante interesante, aquella que contornea con lo iniciático a través del mundo adolecente, la novedad en este caso vendrá en la medida de ver como el componente fantástico está integrado en la trama, el concepto y su aplicación devendrá como inusuales si lo comparamos con otras películas que en apariencia transitan por sendas narrativas idénticas.

En Les particules ese componente genérico que rompe en dos el relato será el de la física cuántica, a tal respecto se ha de agradecer que una vez puesta en práctica dicha teoría no se llegue a incidir en una narrativa criptica como por ejemplo si percibíamos en otra película que aunque de forma diferente indagaba por el mismo concepto científico como era la cinta canadiense Endorphine de André Turpin, en este caso Blaise Harrison no se muestra tan ambicioso en referencia al mensaje, en cierta manera lo que se nos cuenta entra dentro de esos paramentos habituales en donde las fronteras de la percepción humana están representadas a través de una huida de lo real hacia lo fantástico ubicado en ese campo tan propicio para dicha coyuntura como es el viaje iniciático enclavado dentro de la indefensión de la adolescencia. En el film de Blaise Harrison prima tanto lo progresivo cómo lo cotidiano visualizado aquí mediante un enfoque casi documental, algo que en cierta manera resta de empatía a los protagonistas, un desarrollo que da paso lentamente a fenómenos de índole fantástico/científico cada vez más intrigantes, sin embargo se detecta en la película una contradicción en la medida de ver continuamente una confrontación entre lo complejo y lo simple en lo concerniente a ver hasta dónde llega la física cuántica y empieza la fantasía entendida como tal, la sensación final es la de quedarse en tierra de nadie, el estar ante un producto que quiere ser original sin forzar en ningún momento la máquina, lo consigue solo a medias, posiblemente las infinitas nociones y posibilidades que nos ofrecen en lo relativo a las realidades del espacio/tiempo daban para algo más allá que mostrarnos una disyuntiva o una simple diócesis a la hora de crear interrogantes acerca de si lo que vemos termina siendo real o por el contrario solo existe en las mentes de los protagonistas.

Valoración 0/5: 2