Crónica Festival de Sitges 2019. Día 6

Synchronic

Dos paramédicos de Nueva Orleans ven cómo sus vidas cambian de la noche a la mañana tras descubrir una serie de terribles muertes, al parecer causadas por una nueva droga de diseño que está causando estragos en la ciudad.

Otros de los habituales de Sitges en estos últimos años son la pareja de realizadores formada por Justin Benson y Aaron Moorhead, Synchronic, su nuevo trabajo tras las cámaras, nos vuelve a situar en un terreno y unas coordenadas que dan la impresión de ser plenamente coherentes en referencia a unas determinadas obsesiones autorales siempre representadas a través de una mirada al género fantástico que deviene como incondicional en relación a su posicionamiento.

Posiblemente Justin Benson y Aaron Moorhead dejaron el listón muy alto con su anterior The Endless, a la postre su mejor película realizada hasta la fecha, la buena noticia es que Synchronic pese a ser algo inferior a su antecesora es plenamente consecuente a un estilo muy reconocible, concepto este hoy en día difícil de encontrar dentro del género fantástico, el ser fiel a una serie de coordenadas cuya base de alguna manera se mantiene inalterable, a tal respecto los responsables de Resolution no dejan de ser una especie de rara avis dentro de un panorama genérico que en referencia a autorías ubicadas dentro de ese ecosistema cinematográfico actual que está continuamente mutando en consonancia a las demandas. En Synchronic, que no deja de ser una versión existencialista en clave fantástica del Bringing Out the Dead de Martin Scorsese, vemos como los medios y recursos afortunadamente son más generosos que con respecto a anteriores películas, el discurso vuelve a transitar por cuestiones tales como la amistad, el vacío personal o el verdadero sentido de nuestra existencia, cuestiones aquí revestidas genéricamente a modo de un thriller de ciencia ficción con viajes temporales expuestos en base a temas siempre profundos los planteados por Justin Benson y Aaron Moorhead que aquí sin embargo dan una cierta sensación de no estar plenamente cohesionados al relato, posiblemente el elemento fantástico está demasiado forzado con respecto a lo que es su propia credibilidad, el resultado final termina siendo algo inferior a trabajos que le precedieron, las reflexiones filosóficas vuelven a tener la gran virtud de no parecer impostadas pese a que el mensaje en cuestión en esta ocasión tenga una lectura muy predecible, está a groso modo no deja de ser una especie de alegato en referencia a saber apreciar en su justa medida nuestro presente una vez que has catado el infierno del pasado, esto con independencia del resultado global del producto no deja de ser una activo muy a tener en cuenta, las autorías orquestadas por Justin Benson y Aaron Moorhead  son siempre tan interesantes como inhabituales, poco importa y se le perdona en parte que en esta ocasión el trazo emotivo, siempre por delante del efectivo, de la sensación de estar demasiado subrayado, lo importante aquí es saber apreciar a través de sus grandes enunciados ese tono siempre íntimo y cercano tan característico en un tipo de cine que deviene como ciertamente atípico.

Valoración 0/5: 2’5

 

A Touch of Zen

Un joven vive alegre y humildemente en un pequeño pueblo junto a su madre, componiendo poemas, escribiendo cartas y haciendo retratos. Un día, una joven se traslada a vivir al edificio que está junto al suyo, abandonado y que tiene fama de estar encantado. Aunque se siente atraído por ella, su llegada también supone el inicio de sus problemas, al verse involucrado en intrigas políticas.

Uno de los momentos cumbres indiscutiblemente de este Sitges 2019 por lo que respecta a un servidor fue la oportunidad de poder ver en pantalla grande cuatro de las películas más emblemáticas realizadas por King Hu, uno de los directores más relevantes de los años setenta surgido del cine proveniente de Hong Kong,  A Touch of Zen obra totémica y seminal del wuxia es una pieza que justifica por si sola la existencia de un certamen cinematográfico que ofrezca la oportunidad de poder visionarla, una ocasión única para reverenciar una vez más, o descubrir por primera vez en el mejor de los casos, una película que tenía el añadido de ser proyectada en un fantástica copia restaurada.

A Touch of Zen es de esas historias en apariencia simples pero provistas de un tratamiento ciertamente complejo, como obra maestra del género que es resulta por momentos inabarcables, no solo en referencia a su generosa duración, 180 minutos, sino en lo concerniente a una amalgama que va desde lo más puramente lúdico a lo trascendental al aunar un concepto fantástico al wuxia en referencia a conjuntar duelos y reyertas varias junto a la clásica historia china de fantasmas a través de una historia de estructura episódica, también en lo concerniente a ser una obra plenamente referencial, a tal respecto sería muy largo el detallar a los numerosos realizadores contemporáneos que en mayor o menor medida han mirada y sustentado sus trabajos en la obra perpetrada por King Hu, posiblemente la referencia más notoria para las nuevas generaciones serían los wuxias realizados por Zhang Yimou, en trabajos como Hero, House of Flying Daggers, Curse of the Golden Flower o la reciente Shadow existe una semejanza en relación a la estilización de la imagen, de un tono más inmovilista y preciosista en el caso de Yimou King Hu atesora sin embargo una superioridad visual bastante notoria con respecto a sus acólitos, la poética visual en este caso va en consonancia con la fluidez de unos diálogos que inmediatamente dan paso a majestuosas escenas de lucha y viceversa. Nada mejor que enfrentarse a una película de las connotaciones de A Touch of Zen que intentar buscar una especie de acomodo y una semejanza para con un protagonista principal que deviene como falso, el espectador al igual que el asistirá casi en primera persona y en tiempo real a una abrumadora exploración de un particular imaginario que no deja de ser toda una lección de cómo hacer cine.

Valoración 0/5: 4’5

 

L’angle mort

En L’angle mort vemos como Dominick tiene el don de volverse invisible, pero eso no hace su vida mejor. De hecho, oculta el poder incluso a sus seres queridos, como si fuera una enfermedad. Cada vez le resulta más complicado mantener el control de su habilidad, y eso pone en jaque sus relaciones y su estabilidad. Durante el proceso, un día su propio poder se escapa de su control, con terribles consecuencias al mismo tiempo que conoce a otro chico que casualmente comparte su misma habilidad y al que parece aterrorizarle la idea de poder perderlo.

El concepto de la invisibilidad también estuvo presente este año en Sitges con la cinta francesa L’angle mort, el film de Patrick-Mario Bernard y Pierre Trividic, responsables de la notable L’autre, explora a partir de una idea de Emmanuel Carrère en dicha temática a través de una historia que se aleja conscientemente del trazo que indaga en un componente lúdico que podría emparentarla al cine de súper héroes o en la sempiterna re visitación de conceptos clasicistas.

Queda muy claro que L’angle mort en cierta manera utiliza el elemento fantástico de su historia casi a modo de escusa  pues la verdadera intención de sus responsables versa en el modo de contarnos un relato provisto de evidentes tintes existencialistas, la historia es la de un hombre atrapado a través de un don que termina convirtiéndose en una especie de maldición, una premisa fantástica que juega en todo momento a favor de la reflexión social mostradas a través de las vivencias de su protagonista principal, en el film somos testigos de lo entendible como una doble invisibilidad, la material y la alegórica, esta segunda vía en relación al desfavorecido social que también termina siéndolo en lo emocional, la metáfora de índole casi metafísica transitara pues en lo concerniente a una aparatosa colisión, aquella que enfrenta al costumbrismo y la naturalidad extrema del relato contra la fantasía sobrenatural ubicada en un escenario que intuimos como reconocible en nuestro día a día, lo excepcional  y la racionalidad mundana de una historia que en realidad más que hablarnos de la  invisibilidad nos plantea el anhelo del concepto de la visibilidad, a tal respecto la mirada de Patrick-Mario Bernard y Pierre Trividic deviene como ciertamente pesimista e incluso oscura, el contexto urbano termina siendo determínate a la hora de mostrarnos una estigmatización o encarcelamiento social del abandono moral de seres que cohabitan en una gran y hostil urbe, en el film un Paris taciturno y opresivo para con el distinto, aquel cuya identidad no logra definirse quedando anulada o en el menor de los casos fragmentada, ahí es cuanto veremos esa doble fantasmagoría del individuo expuesto en relación a un relato provisto de un generoso números de capas, serán a través de ellas en donde seremos testigos de una obra que huye de lo ordinario a la hora de abordar la tesis de la vulnerabilidad para adentrarse en una muy oscura antropofagia conceptual de lo no visible.

Valoración 0/5: 3

 

Misterio en la noche

1900, en la Filipinas colonial. Una mujer criada en un bosque encantado por unas ninfas experimenta el amor por primera vez. Enamorada de un hombre de ciudad, vivirá el dolor de la traición y la ruptura, que canalizará en forma de una tremenda furia. La mujer se transformará así en Aswang, un ser mitológico dispuesto a vengarse y a condenar a su amado a sufrir para siempre.

Uno de los cometidos y atractivos de antaño en los festivales de cine era el descubrimiento entendido como concepto de enfrentarse a una obra o a un autor completamente virgen de referencias con respecto a su visionado, en muchas ocasiones el ir con los ojos tapados suponía toda una agradable sorpresa a la hora de encontrar casi sin proponértelo unas virtudes fílmicas con las que no contabas en un principio, ni que decir tiene que con el paso de los años y con la sobre información a la que estamos expuestos dicho concepto aplicado a los certámenes cinematográficos de hoy en día deviene casi como en su antítesis, ahora premia el evento como tal y el rum rum previo, en la mayoría de veces direccionado al halago prefabricado de la obra en cuestión. Por suerte aun en según qué festivales queda un pequeño resquicio para dichas disquisiciones pretéritas, Sitges para bien o para mal es un enorme contenedor fílmico en donde aún tienes el privilegio de entrar en una sala y descubrir pequeñas joyas cinematográficas de las previamente que no tenías ninguna constancia en relación a su existencia como resulta ser el caso de la cinta filipina Mystery of the Night.

Lo primero que sorprende en un producto de las características de Mystery of the Night viene en relación a que no estamos ante una ópera prima al uso, más bien todo lo contrario pues Adolfo Alix Jr. tiene una larga trayectoria tras las cámaras con la constancia de haber tocado bastantes palos genéricos a través de ella. Mystery of the Night fluctúa en relación a un sosegado cuento que indaga en el folclore local, esta como buena fabula que es estará provista de una moraleja final, a tal respecto las mitologías locales no dejan de ser, como percibimos claramente en el film de Adolfo Alix Jr., relatos e idiomas de índole universal, dichas sapiencias pretéritas sirven de algún modo para aleccionar moralmente al receptor, en el caso que nos ocupa a través de una historia de venganza  integrada plenamente en la cultura filipina, el tono otorga una peculiar identidad y entidad a un producto de cocción lenta en donde el trazo artesanal, en el término más amplio de dicha palabra, resulta ser tan sugerente como coherente en referencia a la exposición de un relato que da la sensación de ser una desviación oscura del mito de Adán y Eva contado a modo de pesadilla de connotaciones surrealistas que parecen surgidas de esas viejas escuelas que suelen honrar la larga tradición fantástica local. La moraleja final de Mystery of the Night resulta evidente, una violación alegórica a la Madre Naturaleza por parte de la civilización/colonialismo occidental materializada con la aparición de espíritus vengativos que habitan en el bosque, más sugerente y por ende sutil resulta ser una atmósfera visual que por intenciones que no aplicación queda emparentada junto a otra pequeña joya que merece una mayor difusión como es la alemana Hagazussa de Lukas Feigelfeld. Mystery of the Night termina siendo una magnifica exploración del folclore fantástico popular y su conexión con el trauma del pueblo filipino durante la ocupación española, temas ciertamente complejos vinculados con inusual acierto al cuento autóctono en lo concerniente a una de las sorpresas más agradables de las vistas en este año en Sitges.

Valoración 0/5: 4

 

The Living Skeleton

Han pasado tres años desde que unos piratas asaltaron y mataron a toda la tripulación de un carguero. Tras la aparición de una extraña niebla, los culpables de la matanza empezarán a tener visiones de una de las muertas.

La sección Seven Chances volvió a situarse un año más como uno de los apartados más interesantes del certamen, nacida en el lejano año 93 esta sección surgió con el propósito de ofrecer una oportunidad de poder visionar films cuyo estreno comercial en nuestro país no estaba previsto ni a corto ni largo plazo, ni que decir tiene que con el paso de los años, y la cambiante coyuntura en el ámbito de la distribución, derivo en que dicho reducto se convirtiera en una especie de cajón de sastre sin una identidad definida que marcara una línea o pauta a seguir. Afortunadamente hace un par de años Seven Chances ha logrado resetear contenidos intentando en la medida de las circunstancias se lo mas fiel a sus fundamentos.

La oportunidad en un único pase de ver en pantalla grande un film tan curioso como resulta ser The Living Skeleton sin embargo y por lo que respecta a un servidor se vio algo empañada por parte de una organización que inexplicablemente no incluyo dicha proyección como pase de prensa, con una sala a medio llenar no tiene una lógica el tenerse que pagar un acreditado la entrada de su propio bolsillo y mucho menos aún en una sección fundamentada desde el ACCEC. Vicisitudes de difícil explicación aparte y centrándonos en lo que realmente importa The Living Skeleton deviene como una producción ciertamente atípica que hará las delicias de los fanáticos que suelen indagar en las curiosidades genéricas, el film de Hiroki Matsunono se atiene a un patrón concreto, la película de alguna manera nace, o eso parece, con la intención de abrir nuevas vías en una productora tan poca dada al género fantástico como fue la mítica Shochiku, el film no deja de ser una curiosísima mezcla que aúna desde el horror al cine negro teniendo una conclusión que en parte le emparenta al Kaidan clásico, rizando el rizo estamos ante un trabajo de claras ornamentaciones occidentales con visibles referencias al gótico europeo de principios de los sesenta, también es detectable tanto una indagación en la figura del Mad Doctor, que nos remite al cine de Val Lewton, como otra en lo concerniente a un romanticismo oscuro que bebe de fuentes como por ejemplo el The Black Cat de Edgar G. Ulmer. El mérito principal viene dado en la medida de ver como ante semejante batiburrillo genérico la cosa no desvaría en exceso, más bien al contrario, si llegar a ser ni  mucho menos una gran película The Living Skeleton tiene el agradable añadido de manejar bien lo que se podría denominar como el delirio fantástico, aquel en donde se nota una atemporalidad en el momento de su realización, ahí vemos el clasicismo en según qué detalles pero también un tono de truculencia que intentaba asomar la cabeza por aquel entonces a modo de ruptura esquemática de unos patrones inamovibles hasta aquel entonces.

Valoración 0/5: 3

 

It Comes

Hideki y Kana Tahara son una pareja de recién casados. Hideki está realmente emocionado por el futuro que le depara junto a Kana. Un día, una misteriosa persona visita la compañía en la que él trabaja. Pronto recibe un mensaje de un compañero, asegurando que la persona en cuestión se llama “Chisa”, algo que impacta a Hideki. “Chisa” es el nombre que tanto él como su mujer han elegido para su bebé, pero sólo ellos están al corriente del embarazo de Kana. En cuestión de días, el compañero que transmite el mensaje fallece bajo extrañas circunstancias. La vida de Hideki cambia por completo de ese momento en adelante, viéndose implicado en una serie de misteriosos acontecimientos en los siguientes dos años de su existencia.

Había suscitado mucha expectación por parte de los fieles seguidores al género fantástico la noticia de que Tetsuya Nakashima realizaría una película de terror, evidentemente quienes conozcan la trayectoria y las maneras del responsable de Confessions no se han visto sorprendidos a la hora de enfrentarse a unos resultados que devienen como completamente alejados de convencionalismos en referencia a un producto de las características de It Comes, un relato expuesto a modo de delirante antítesis de formulismos manidos en donde el desconcierto causante deviene como un arma de doble filo en lo concerniente a su algo complicada asimilación por parte de un público desconocedor de un imaginario tan extremadamente particular como resulta ser el de Tetsuya Nakashima.

Tetsuya Nakashima es una autor que va bastante más allá del simple exceso o delirio en sus películas como muchos pretenden etiquetarlo a modo de plantilla genérica, en cierta manera su visión o mirada anida principalmente a través de los demonios interiores que atesoran sus personajes, si nos fijamos brevemente en su filmografía esta viene a ser una constante habitual, basada en una novela de Ichi Sawamura It Comes no es ajena a dicha tesis, el escenario en esta ocasión está ubicado dentro de los paramentos del cine de terror japonés pero en parte esto no deja de ser una coyuntura parcial en donde parece primar más la mirada que el formato genérico en cuestión, dicha mirada vuelve a dirigirse en relación a los malos hábitos del ser humano disparando en esta ocasión al modelo prototípico de familia tradicional japonesa en donde anida esa doble moral adyacente en nosotros, o más bien en ellos, un déficit que actuara como desencadénate para que el elemento sobrenatural haga acto de aparición en una historia en donde la familia y la paternidad mal entendida actúa a modo de detonante abrupto en el relato. En lo relativo al formato este curiosamente deviene como algo mas sostenido que películas como Memories of Matsuko o The World of Kanako, films que buscaban a toda costa apabullar en lo visual mediante al frenesí o el desfase conceptual al espectador, más bien en referencia a las formas pues su fondo como marca registrada de la casa continua siendo excesivamente disperso a un nivel narrativo, por momentos desquiciante al igual que su excesivo metraje en lo concerniente a un desarrollo que a través de diferentes líneas temporales vuelve a crear abundantes matices expuestos a través de unos códigos tan concretos como difusos. El mensaje final de It Comes vuelve a ser demoledor como ya lo era en su día su anterior Confessions, aquí ni siquiera hace falta recurrir a una hibridación de géneros a la hora de curiosamente incomodar más que aterrar, a fin de cuentas Tetsuya Nakashima vuelve a recurrir a una infinidad de posibilidades estéticas y narrativas en relación a un tipo de cine aparatosamente complejo que para lo bueno y lo malo atesora esa virtud tan en desuso hoy en día de no dejar indiferente a prácticamente nadie, algo que se mire por donde se mire deviene como todo un logro dado los tiempos que corren.

Valoración 0/5: 3’5