Americana 2018 Día 4. Ingrid Goes West/ The Strange Ones/ Ex Libris: The New York Public Library

 

Ingrid Goes West

Ingrid tiene problemas mentales serios que siempre la terminan convirtiendo en una chica tóxica para sus amistades. Después de un incidente con su última amiga termina encerrada un tiempo en una clínica mental. Al salir, dispuesta a rehacer su vida, Ingrid se obsesiona con Taylor Sloane, una influencer de Instagram que parece tener todas las dotes de triunfadora de las que ella carece. Entonces comienza un viaje hacia el Oeste con la intención de conocerla. De forma inesperada (y censurable) lo consigue y surge una fuerte amistad. Pero pronto su conducta celosa y extraña pondrá en alerta a Taylor. Ingrid lo ha dejado todo por ella y si ahora la pierde, su vida se hundirá de forma estrepitosa.

Posiblemente lo primero que no estaría de más aclarar de una película de las características de Ingrid Goes West sea su en principio algo confusa adscripción genérica, una mirada algo superficial sobre ella antes de su visionado puede dar a entender erróneamente que estamos simplemente ante una comedia de tono ligero al uso, tanto por las características de su título, de ciertas reminiscencias a la sátira naif, como por algunas de sus instantáneas (póster incluido), indicios estos que puede dar lugar a algún malentendido, de manera algo afortunada la opera prima orquestada por Matt Spicer aun con varias derivas en su haber es algo más que esa manida ecuación estructural tan socorrida en la comedia independiente norteamericana de hoy en día.

Posiblemente los referentes cinematográficos más claros que podamos encontrar en Ingrid Goes West sean tanto el One Hour Photo de Mark Romanek como el The Cable Guy de Ben Stiller, al igual que aquel film protagonizado por Jim Carrey nos encontramos ante un relato que basa su narrativa en las dependencias anheladas, de un comienzo amable que termina derivando en una suerte de thriller psicológico, seguidas estas pautas argumentales el gran hándicap que atesora el film de Matt Spicer posiblemente venga dado por no apostar decididamente por una vía genérica que percibamos de forma clara, la película transita a través de la comedia, el relato denuncia y finalmente el thriller, todas ellas expuestas pero no profundizadas de manera conveniente. Es en ese apartado de supuesta denuncia en donde podemos apreciar como las nuevas tecnologías, la soledad y esa liquida forma de relacionarse que tiene gran parte de la sociedad actual en lo concerniente a las redes sociales en donde se echa de menos el matiz y la disección o la crítica a la dependencia de la exposición pública, a su favor es indudable que Matt Spicer sabe manejar según que mecanismos a la hora de ofrecer un producto sumamente entretenido pese a su continuo tono liviano, un desequilibrio narrado en primera persona que se beneficia de una Aubrey Plaza en estado de gracia, lástima que todo lo que se intuye termine siendo expuesto de una forma tan opaca.

 Valoración 0/5: 3

 

The Strange Ones

Dos hombres, un joven atractivo y un niño asustadizo, viajan en coche por los Estados Unidos buscando un sitio para poder acampar e ir de caza. Aunque a simple vista parecen unas vacaciones rurales en familia, rápidamente empieza a entreverse el reverso tenebroso del viaje. Una red de mentiras y hechos terribles envuelven en realidad a los personajes, sumiéndolos en una actitud siniestra y turbia.

No deja de ser una muy buena noticia que un festival como el Americana se atreva a abrir nuevas vías de programación ofreciendo productos autorales tan arriesgados como resulta ser la estimulante opera prima de Christopher Radcliff y Lauren Wolkstein The Strange Ones, largometraje basado en el propio cortometraje homónimo que sus autores filmaron ya hace seis años, un apasionante y oscuro relato de espiritualidad cruda, una huida hacia adelante en donde la delgada delimitación que separa la realidad de la pesadilla deviene en uno de los imaginarios telúricos más interesantes vistos últimamente dentro del fantástico contemporáneo más autoral.

Es en la construcción de esa atmosfera omnipresente en toda la película y de una clara sutileza ciertamente enfática en donde The Strange Ones echa mano a la referencia, aunque para ello no escoja el camino más complaciente ni el más obvio que digamos, como película de particularísimos enigmas por ahí asoma un primerizo Peter Weir o más que reconocible tono que nos direcciona a un cine pretérito orquestado por Nicolas Roeg, The Strange Ones es de esas películas en donde su muy aparente concepto minimalista se puede llegar a expandir en diversas vías, algunas ciertamente inabarcables, un relato en donde los pliegues temporales, ficticios y reales, dan pie a la inmersión. Posiblemente el gran hándicap que algunos puedan detectar en The Strange Ones sea en ver como ella misma no termina de solucionar sus propios enigmas, es aquí cuando queda claro que lo que realmente parece interesar a Christopher Radcliff y Lauren Wolkstein sea el trayecto y no la finalidad, un viaje en definitiva que basa su propia estructura en la forma de expandir los limites mentales fragmentados a través de lo más estrictamente atmosférico, todo un logro muy a tener en cuenta a la hora de seguir la futura trayectoria de ambos autores.

Valoración 0/5: 3’5

 

Ex Libris: The New York Public Library

Ex Libris: The New York Public Library lleva al espectador a la trastienda de una de las más grandes instituciones de conocimiento del mundo. La película examina cómo esta legendaria institución ha seguido con sus actividades habituales adaptándose a la vez a la revolución digital. Ex libris: The New York Public Library muestra que las bibliotecas informan y educan de múltiples formas: libros, conciertos, conferencias, clases y mucho más. Esta biblioteca se esfuerza en inspirar el estudio del conocimiento avanzado y fortalecer a la comunidad.

Durante las pasadas crónicas del festival de San Sebastián hemos estado comentando las indudables virtudes que conlleva tener una sección potenciada de forma acertada en estos dos últimos años como Zabaltegi-Tabakalera, un reducto consecuentemente libre de miradas y tendencias genéricas, un rico apartado a modo de cajón de sastre heterogéneo en donde el último trabajo de un indiscutible referente en el documental como es el veterano Frederick Wiseman se encargó de clausurar dicha sección encontrando en él un lógico y muy consecuente acomodo como no podía ser de otra manera.

En la monumental y humanista en conceptos Ex Libris: The New York Public Library vista también en la edición del Americana 2018 el estadounidense Frederick Wiseman a sus 87 años de edad y como lucido retratista de un entorno temporal y territorial determinado nos ofrece una apabullante y exhaustiva visita guiada por el interior de la biblioteca pública de Nueva York, su funcionamiento expuesto desde dentro, evidentemente tratándose de su autor este recorrido no es para nada superfluo o convencional en lo referente a propósitos, más bien todo lo contrario, pero siempre dentro de una coordenadas muy propias y plenamente reconocibles, al igual que en su anterior National Gallery estamos ante una inmersión del funcionamiento desde dentro de una institución sin ánimo de lucro, de clara vocación aglutinadora que no solo se dedica a la lectura o al mero almacenamiento de libros, a través de sus salas esta búsqueda del saber está representada por vertientes tan distintas pero al final tan hermanadas como puede ser el apartado a la investigación o el potenciar el mero estimulo del arte en lo referente a toda una diversidad de vertientes tales como el activismo cultural, vecinal e incluso político, una institución de origen burgués hoy al servicio comunitario, en lo concerniente a este apartado hay un espacial énfasis en mostrarnos  numerosas reuniones administrativas que dictaminan un proceder a tal respecto, un trabajo tan exhaustivo que por momentos resulta agotador en lo concerniente a su intensidad,  un énfasis que hace que sus más de tres horas de duración (resumen de 150 horas de grabación) se nos hagan al final algo insuficientes no en contenido y si en simetría.

La biblioteca pública de Nueva York se erige de esta manera como escenario en el documental de una precisa disección de sus órganos internos, como experimentado documentalista que es Wiseman nos hace participes de tal actividad, y lo hace como no podía ser de otra manera desde una distancia que se nos antoja muy cercana, su cámara en ningún momento incide en lo que se nos muestra, no juzga ni intercede a través de una visión individual, no existe un discurso como tal, y si lo hubiera este se ampararía en lo más estrictamente democrático a la hora de hilvanar el testimonio coral que anida en el interior de dicho organismo, tan solo nos expone un retrato a través de la observación, de cómo esta legendaria institución cultural actúa a modo de mapa interactivo del conocimiento, como se adapta a los nuevos tiempo en esa función formativa, no es un recurso institucional y si en cierta manera una obligación el dar la máxima accesibilidad a la cultura más allá de su primigenio apartado literato, en este aspecto si una cosa deja clara un documental de las características de Ex Libris: The New York Public Library es la ineludible función de dicho organismo a la hora de ser una herramienta clave a la hora de batallar a través de su fomentación al acceso de información para las clases más desfavorecidas, Frederick Wiseman nos viene a decir a través de sus imágenes creadas en el valor existente que anida en el conocimiento a modo herramienta de progreso en constante evolución. En unos días en donde se vulgariza hasta extremos insospechados la coletilla de cine necesario una obra tan medida y épica en lo referente a sus postulados como resulta ser Ex Libris: The New York Public Library valida por completo y sin que sirva de precedente dicha afirmación.

Valoración 0/5: 4’5