Crónica D’A 2019. Día 3: Ray & Liz/ Nuestro tiempo

Ray & Liz

En las afueras de Birmingham y en los márgenes de la sociedad, la familia Billingham lleva a cabo rituales extremos, rompiendo tabúes en una vida determinada por factores que escapan a su control. Basada en las memorias del fotógrafo y director Richard Billingham, la película se centra en sus padres Ray y Liz, su relación y el impacto que tuvieron en Richard y su hermano pequeño Jason.

La puesta de largo del reconocido pintor y fotógrafo Richard Billingham fue indudablemente y por méritos propios una de la operas primas más interesantes de las vistas este año dentro del D’A, Ray & Liz no deja de ser un incómodo y nada gratificante anexo en celuloide de lo que fue su libro Ray’s a Laugh y su posterior exposición fotográfica “Sensation”, en ellas al igual que la cinta que nos ocupa se nos ofrecía instantáneas cotidianas del pasado vividas por el autor muy poco complacientes.

Ray & Liz es un relato que bascula básicamente a través del recuerdo en base a una mirada íntima, en este caso centrado y expuesto en modo autobiográfico en lo relativo a la dura infancia que le toco vivir al propio Richard Billingham, es a través de esa visión expuesta casi a modo de diapositivas en donde somos testigos de un desamparo parental a través de una indagación que rehúye del juicio sobre su causa, en este caso la adicción, pobreza y miseria en definitiva. El film de Richard Billingham en cierta manera transita por recovecos bastantes parecidos a la fundamental Léolo del tristemente malogrado Jean-Claude Lauzon, la principal diferencia entra ambas historias la podemos encontrar en que el joven protagonista de Ray & Liz no tiene la suerte o el beneficio de recurrir a las fugas oníricas que si encontraba el otro infante a la hora de evadirse de la dura realidad que le ha tocado vivir, tampoco podríamos decir que su sentido del humor sea muy parejo, si en una se recurría a lo extravagante en Ray & Liz aparecen de forma muy diferente y en muy contadas ocasiones, como en el impagable y tragicómico episodio del tío por ejemplo, lo hace a través de una cotidianidad narrada de forma episódica situada en tres épocas distintas, dicho posicionamiento posiblemente le resta algo de cohesión a un relato que no hace hincapié en la denuncia social ni en lo emotivo que todo ello puede acarrear, más bien la intención de Richard Billingham junto al director de fotografía Daniel Landin es la de intentar documentar la miseria a la hora de mostrarnos una mirada a su particular pasado en base a una reconstrucción casi milimétrica de su propia memoria, esta da lugar a posteriori a invitar al espectador a la reflexión en lo concerniente a la existencia de dos menores cuya infancia transcurre a través de un absoluto desamor familiar narrado de una forma tan sutil como devastadora.

Valoración 0/5: 3’5

 

 

Nuestro tiempo

En una ganadería de toros bravos en el campo sobrio de Tlaxcala vive una bella familia cosmopolita; en cada rincón de este planeta se siente agonizar el mundo viejo, aunque los niños, las visitas frecuentes y la tecnología de la comunicación contraponen con modernidad la existencia diaria. Esther lleva el rancho con poder y gracia; Juan, escritor reconocido, se da a la crianza de las bestias. Cuando Esther se enamora de otro hombre, Juan parece incapaz de cumplir las expectativas que de sí mismo tiene.

La pujanza del cine latinoamericano en los certámenes cinematográficos en un  hecho plenamente constatado a día de hoy, el D’ A 2019 no fue ajeno a dicha coyuntura, entre los diversos films presentados este año provenientes de Latinoamérica uno de los platos fuertes fue sin duda la nueva película del realizador mexicano Carlos Reygadas titulada Nuestro tiempo, un trabajo como viene siendo habitual en su autor nada complaciente que nos sitúa en los vaivenes existentes en una crisis matrimonial en donde los actores devienen como los propios creadores de un ejercicio cinematográfico provisto de una incuestionable libertad creatividad.

Nuestro tiempo se sustente en el docudrama y su correspondiente indagación psicológica a la hora de contarnos una historia sobre una crisis de pareja provista de supuestas ataduras maritales y continuas contradicciones de naturaleza sentimental, cuando el adulterio es consentido pero resulta que no, por momentos un estudio sobre la toxicidad masculina en lo concerniente a determinadas relaciones abiertas y posteriores confianzas erróneamente traicionadas que da lugar al inevitable reproche. Uno viendo este nuevo trabajo tras las cámaras por parte del responsable de Post Tenebras Lux tiene la ligera impresión de estar hecha y estructurada en parte para el mismo autor a modo de algo parecido al autoanálisis, uno no sabe hasta qué punto la historia puede llegar a ser algo autobiográfica, el estar ante un relato totalmente libre de ataduras conceptuales supone sin embargo un cierto riesgo, por una parte el peligro que puede conllevar en referencia a su propia autocomplacencia de cara al espectador poco predispuesto a ser partícipe de una terapia interiorizada que parece ir en círculos sin un rumbo fijo provista de un excesivo metraje, en el lado positivo el asistir a una auto ficción que por momentos intenta ir más allá de sus iniciales postulados en base a bifurcar en diversas vías la eterna lucha de poderes, tanto a un nivel meramente visual en referencia a su tratamiento formal, en base a un portentoso formato panorámico especialmente visible en un hipnotizarte plano subjetivo de un avión aterrizando en Ciudad de México, como a través de un trazo metafórico situado a medio camino entre el misticismo y lo opaco de un relato que en todo momento  da la impresión de transitar a través  de una batalla emocional tan contradictoria y exasperante en ocasiones como interesante en referencia a la complejidad de esa alegoría expuesta sobre una arrogancia viril que en muchos momentos de la película da la sensación de estar continuamente derrotada.

Valoración 0/5: 3