Crónica D’A 2019. Día 6: A Land Imagined/ L’île au trésor

A Land Imagined

Wang, un trabajador chino que vive en el área industrial de Singapur sufre un accidente en el trabajo y está ansioso por la repatriación. Incapaz de dormir, comienza a frecuentar un cibercafé en medio de la noche. Con la esperanza de encontrar alguna forma de contacto humano en una tierra que lo hace sentir alienado, hace una amistad en línea que termina siendo mucho más siniestra de lo esperado. Cuando Wang desaparece repentinamente, el policía Lok es llamado a investigar la historia descubriendo una verdad inesperada.

Avalada con el prestigioso Leopardo de Oro a la Mejor película en el pasado Festival de Locarno el tercer largometraje de Yeo Siew Hua nos introduce en algo que bien podríamos denominar como la experiencia fílmica de un sueño, A Land Imagined como bien indica su título transita a través de mundos tan reales y desoladores en ocasiones como en otros fascinantemente imaginarios e incluso sobrenaturales.

A Land Imagined no deja de ser un film de realidades e identidades que devienen como paralelas siendo una de esas películas que de alguna manera requieren de un esfuerzo extra por parte del espectador habituado a la coherencia argumental del relato al uso, en este sentido estamos ante una película que no da respuestas, o al menos lo que muchos entienden como tal, sus trama detectivesca a modo de rompecabezas no dejan de ser una especie de excusa o punto de partida narrativa para algo en apariencia bastante distinto a su enunciado, el ofrecernos una muy interesante reflexión filosófica que en cualquier caso sirve para celebrar el atrevimiento y la libertad autoral en base a la estilización de sus formas expuestas tanto a un nivel meramente escénico como narrativo. Provista de una atmósfera nocturna y camuflada bajo las inequívocas texturas de un film de género negro la historia orquestada por parte de Yeo Siew Hua basa su razón de ser básicamente a través de un hibrido genérico ciertamente estimulante, también son muy visibles sus muy bien asumidas referencias a autores tales como Wong Kar-wai en base a su estilismo visual, Hou Hsiao-hsien o David Lynch, al igual que este último con su fundamental Lost Highway estamos ante un relato que transita a través de fugas o desapariciones, ya sean oníricas o reales de uno, dos o incluso tres personajes. A Land Imagined invita pues a un ampliación de horizontes que curiosamente no anula la intriga terrenal, en este sentido no deja de ser curioso como a través de una premisa de clara índole social como es el retrato de una precariedad laboral y marginación existente en las  áreas industriales portuarias situadas en Singapur recurra a la ensoñación, a ficticias fronteras mentales a la hora de presentarnos un país, que deviene más virtual que real, un territorio físico que usa la arena para ganarle terreno al agua y que nos remite de forma hipnótica a la estimulante alegórica en relación a la absorción de los propios protagonistas.

Valoración 0/5: 3’5

 

L’île au trésor

La temporada de verano en un centro recreativo cerca de París está en pleno apogeo, por lo que no escasean las situaciones divertidas en la concurrida piscina. Un vistazo a la mentalidad de los visitantes y empleados del extenso parque: franceses blancos e inmigrantes que vienen aquí para relajarse porque carecen de los medios para unas vacaciones más exóticas.

Situada en el ámbito del documental L’île au trésor tiene la particularidad de ser un trabajo que en todo momento da la impresión de colindar con la ficción a través de su nada disimulada condición de relato plenamente contemplativo a la hora de mostrarnos un determinado entorno y las personas que cohabitan en él, el francés Guillaume Brac tras su estimable Contes de juillet toma en esta ocasión como único punto de partida la famosa novela de Robert Louis Stevenson que de algún modo es trasladada a un micro mundo con la premisa de invitar al espectador al descubrimiento de las vicisitudes que acontecen dentro de un centro recreativo ubicado en la periferia de la capital francesa.

Esa área de recreo de Cergy-Pontoiseque se rigüe principalmente por el ocio de sus visitantes pero sobre todo también por la evasión autoimpuesta por ellos mismos dentro de unos márgenes situados en la más absoluta serenidad, dicho posicionamiento acontecerá en una especie de epicentro territorial en donde seremos testigos del continuo tránsito de un grupo de personas que parecen haber sido elegidas al azar por parte de Guillaume Brac a la hora de mostrarnos sus interioridades cotidianas, a través de una cámara fija e innumerables planos largos entre otros muchos veremos desfilar a un grupo de jóvenes que intentan entrar en el recinto sin pagar, a otro que intentan flirtean con chicas sin demasiado éxito, también estará muy presente la simple mirada del infante, del mismo modo habrá lugar para el testimonio entendido como tal, desde un profesor jubilado contando sus pasadas vacaciones en Croacia hasta las nada amables vivencias de un vigilante guineano entre otros, una especie de juxtaposición de fragmentos de vida escogidos por parte de Guillaume Brac que quedan expuestos en una estación, en este caso el verano, que de alguna manera representara el consabido ciclo vital de la vida. L’île au trésor en este aspecto parece tener claro el transitar en todo momento a través de la evocación en base a recuerdos de una infancia concreta o no apoyada en esta ocasión en el consabido fuera de campo omnipresente en todo momento dando la impresión de estar todo expuesto a modo de un mosaico de connotaciones casi sociológicas en relación a los cambios y transmutaciones sociales de un país visionados de algún modo en la rutina diaria de esa especia de micro sociedad que intenta devenir como igualatoria ubicada en esta ocasión dentro de un espacio cerrado que nos hace mirar un poco más de cerca a las personas que viven alrededor nuestro, aquellas con las que no solemos interactuar en nuestro día a día, de su complejidad en relación a temas ligeros y mundanos narrados de una forma profunda parte de una veracidad entendida como un propio ente que parecer ver la luz dentro de un espacio provisto de plena libertad.

Valoración 0/5: 2’5