Crónica Festival de Sitges 2018. Día 4

Under the Silver Lake

¿Qué tendrán las calles de Los Ángeles que son como una telaraña? En ella se enreda Sam, un joven que aspira a ganarse la vida en la ciudad de los sueños, pero que pasa los días sin hacer nada de provecho. Las cosas cambiarán cuando conozca a una chica que desaparece misteriosamente al día siguiente. Sam se volcará entonces en su búsqueda, por Los Ángeles y por los rastros de la cultura popular.

Resulta bastante evidente que este año en Sitges hubo una importante brecha en lo referido a la calidad de un reducido grupo de películas provenientes del festival de Cannes en lo concerniente a las demás, a tal respecto y en un festival en donde las narrativas quedaron soterradas por los estilos Under the Silver Lake y su genérica indagación en la cultura pop actual fue posiblemente la película que lanzo los matices y las reflexiones más interesantes vistos en este Sitges 2018.

Por un temario bastante inherente al universo de David Robert Mitchell Under the Silver Lake como delirio estilístico de contornos exuberantes supone la indiscutible carta de graduación de su autor, algo que lo convierte en todo un referente del panorama indie actual en su mejor película hasta la fecha con bastante diferencia sobre el resto, en ella somos testigos a través de una atmósfera inquietante de un noir de tendencias paranoicas que explora conceptos e influencias de la cultura pop y su incidencia en una concreta generación, para ello el autor de It follows al igual que en la reverenciada cinta de terror se vale de la construcción de conceptos y tonos que quedan enclavados en un determinado escenario en donde lo atmosférico juega un papel ciertamente importante, en este sentido pocas veces Los Angeles ha sido retratada en base a una fantasmagoría tan peculiar y matizada, en ella visualizamos recorridos por recovecos que devienen como imposibles a través de una ciudad de un marcado tono hedonista, de alguna manera Under the Silver Lake es una desesperada travesía sin un destino específico al que ir, una búsqueda en modo de alegoría utópica enmascarada de cine negro en donde encontramos retazos de obras de Hitchcock y David Lynch, como mal menor la película dada su naturaleza adolece de un equilibrio que le haría casi perfecta. Under the Silver Lake tan frívola como por momentos solemne es un film plagado de ideas a cual más interesante, por momentos imposibles de ordenar de una forma ecuánime, uno tiene la ligera impresión de que este maravilloso desparpajo autoral correrá la misma suerte de películas como Donnie Darko o Southland Tales, un film en definitiva con un claro marchamo de culto y por ende algo maldita, peajes que parecen ser necesarios ante obras en donde se atisban a grandes narradores que suelen anidar e indagar a través del claroscuro de su propia generación.

Valoración 0/5: 4

 

Maquia: When the Promised Flower Blooms

Maquia pertenece a un grupo de gente que deja de envejecer en la adolescencia. Aunque vive tranquila, se siente sola. Esa tranquilidad se rompe cuando un ejército les invade para buscar el secreto de la inmortalidad. Maquia escapa, pero pierde a sus amigos y su hogar. En el bosque conocerá a Ariel, un pequeño que ha perdido a sus padres. La historia desarrolla la relación entre Maquia, que no envejece, y Ariel, que sí.

Uno de los platos fuertes este año en Sitges en lo referente a la animación con permiso de Mamoru Hosoda y su Mirai no Mirai fue el debut en la dirección tras dos décadas escribiendo historias de la reputada guionista Mari Okada, con Maquia: When the Promised Flower Blooms (Premio Fantàstic Discovery a la Mejor Película) se adentra en el terreno de la épica fantástica a través de un catálogo repleto de temarios tan extensos como ambiciosos en lo referente a sus formas, evidentemente la gran valía de un film de estas características radica en intentar ir algo más allá del relato de índole fantástico al uso, dichas ambiciones narrativas sin embargo terminan siendo algo inconclusas, tal es el basto temario a abarcar que por fuerza mayor algunos quedan en el tintero. Podríamos aseverar que Maquia: When the Promised Flower Blooms aparte de invitar al respetable como norma sine qua non a las lágrimas de rigor en su tramo final, aunque sin llegar a recurrir a la estridencia ,versa principalmente sobre la relación maternofiliar, sus sacrificios y recompensas están muy presentes en una historia en donde no se toma el camino más fácil a la hora de desarrollarlo, ese vínculo materno en la película deviene aparte de dual como no natural, dos personajes femeninos han de enfrentarse a dicha tesitura, una a modo de obligada adopción, la otra aunque madre biológica también forzada de forma no consensuada, de esta manera la figura característica de la madre angelical queda de alguna manera expuesta de una forma algo disfuncional, algo por otra parte hasta lógico dado que estamos ante un relato que transita siempre a través del fantástico de tono fabulario, su mensaje primigenio podría versar perfectamente en como el vínculo emocional familiar no ha de venir necesariamente de la sangre, en este sentido la práctica totalidad de relaciones emocionales expuestas en Maquia: When the Promised Flower Blooms de alguna manera u otra devienen como algo complejas, esto deriva hacia la reflexión algo que en parte y pese a las imperfecciones que uno puede detectar en lo referente a su propia narrativa es muy de agradecer en este tipo de films.

Valoración 0/5: 3

 

Killing

En el periodo Edo del tumultuoso siglo XIX japonés, un samurai llamado Ikematsu Sosuke siente desasosiego ante la guerra y los conflictos que amenazan con romper la paz y la tranquilidad de todos.

Shinya Tsukamoto no falto a su cita con Sitges, poco importa que sus trabajos no transiten por sendas que en apariencia les conecten directamente con el fantástico como por ejemplo su cinta bélica Fires on the Plain o esta notable incursión en el chambara que es Killing, Shinya Tsukamoto como autor indomable siempre sitúa si mirada por encima de géneros cinematográficos, el estilo siempre prevalece, de alguna manera y valga la redundancia su cine podría considerarse como un género en sí mismo, a tal aspecto y afortunadamente Killing no supone ninguna excepción en este sentido.

No deja de ser sintomático como la madurez alcanzada por el director nipón en referencia a sus últimos trabajos tras las cámaras demuestran un acentuado y muy interesante despliegue del propio universo del autor hacia conceptos más amplios de los que tránsito en sus primeros films, este sigue de alguna manera sin bajarse del burro mostrándose irreductible en lo referido a sus formas, posiblemente algo más depuradas, algo que ciertamente es motivo de celebración, en ellas seguimos atisbando imágenes agresivas y abruptas, también una cámara muy inquieta, Killing en este sentido y pese a tratarse de una pieza de cámara de connotaciones casi teatrales, apenas 80 minutos de duración, pocos personajes y un solo escenario, nos muestra a un Shinya Tsukamoto cuyo dictado vuelve a cobrar un sentido muy específico. Killing, película simple en apariencia, bascula en todo momento a través de un contrasentido, el de la violencia, también entra en la ecuación la venganza y el honor como sus consecuencias, el de unos personajes y como se enfrentan a ella, algunos a través de un miedo insondable, otros como una forma de subsistencia, ambos posicionamientos derivara inevitablemente en violencia, evitar el flujo de la sangre con el derramamiento de más sangre quedara finalmente como tesis conceptual de una narración que encuentra inequívocos desvíos a la hora de reformular conceptos ya transitados con anterioridad por el responsable de la saga Tetsuo, en este sentido un cine tan visionario como el que nos suele ofrecer Shinya Tsukamoto encuentra un prefecto acomodo en el trauma y la confrontación como exploración ofrecida por una de las autorías más fascinantes que ha dado el cine asiático en estos últimos años.

Valoración 0/5: 4

 

Khook (Pig)

Hasan es un cineasta en horas bajas: el gobierno le tiene vetado, su musa se plantea trabajar con otros directores, su mujer anda flirteando con otro y, para colmo, un asesino en serie se va cargando a todos los cineastas más importantes de Irán menos a él.

El cine iraní volvió a estar presente este año en Sitges de la mano del director Mani Haghighi que dos años atrás ya había presentado la delirante A Dragon Arrives! (Premio Nuevas Visiones 2016), con este su nuevo trabajo titulado Pig Haghighi vuelve a un  temario algo menos delirante que su anterior film, el problema viene dado en la medida que por mucho satanización social que ofrezca el producto este como comedia que es al fin y al cabo ha de tener algo de gracia, o cuanto menos intentar a través de su supuesta hilaridad hacerse valer de dicho cometido genérico, un propósito que lamentablemente no logra en ningún momento de su largo e interminable metraje.

No deja de ser un secreto a voces que muchos autores, por la circunstancia de sea, al terminar siendo despojados de un cierto tono críptico en sus trabajos es cuando muestran por las claras lo que son sus carencias, de alguna manera es como si despojados de un especifico estilo ya sea visual o narrativo quedaran desnudos, en este sentido y a diferencia de la curiosa y notable A Dragon Arrives! en Pig todo nos lo dan mascado dando lugar a que intenciones y evidentes carencias autorales a la hora de disgregar una determinada denuncia queden en evidencia no solo en lo relativo a una puesta en escena ciertamente pobre sino en lo referido a ese supuesto ejercicio de connotaciones metafílmicas, en este aspecto Pig que intenta ser excéntrica sin conseguirlo no deja de ser una fallida versión de una especie de sí mismo, por muy negro que intente ser el relato al respecto este ha de estar sujeto a una serie de artilugios que han de dar paso a un discurso o una narrativa que pretenda ser coherente en lo referente a sus postulados, en Pig este modelo parece fabricado y expuesto al revés, se prioriza por encima de todo un nada sutil grito en el cielo con respecto a un sistema dictatorial, del mismo modo se indaga en las interesantes repercusiones de cómo puede ser el papel de las redes sociales en dicho conclave pero todo en base a la extenuación y reiteración de unas situaciones ciertamente absurdas, esto lleva a un evidente cansancio ineludible en la mayoría de ocasiones por parte de una película que deviene como errática en casi todos los apartados por los que intenta transitar sin apenas éxito y que le ocasiono alcanzar las cuotas autorales más bajas vistas este año en Sitges.

Valoración 0/5: 1’5

 

Category III: The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema

Hasta finales de los noventa, el cine de Hong Kong que exploraba sin pudor los límites del sexo y de la violencia recibió la etiqueta de “categoría III”. El nuevo documental de Calum Waddell, exhaustivo investigador de los misterios del cine de género, se sumerge, mediante entrevistas e imágenes de archivo, en uno de los ciclos de cine popular más salvaje y apasionante.

Como habíamos comentado en una anterior crónica este año en Sitges se pudieron ver un interesante número, que a un servidor le hubiera gustado que hubiese sido algo mayor, de documentales que versaban sobre alguna parcela cinematográfica concreta, de hecho a día de hoy se produce tanto material al respecto que se podría hacer perfectamente un certamen dedicado exclusivamente a programar trabajos de dicho formato, evidentemente Sitges pone un filtro para mesurar el número documentales a exhibir, muchos de estos son derivados a una sección, o más bien apartado, a veces algo menospreciada por el público del festival como es Brigadoon. Category III: The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema por fortuna tuvo el privilegio de exhibirse en el cine Retiro pese a lo intempestivo de la hora, las dos de la madrugada, en este sentido quien no se consuela es porque no quiere.

Category III: The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema es un documental de manual que nos es expuesto con un rigor exquisito, posiblemente el más enriquecedor de los vistos por un servidor en este Sitges 2018, dicho trabajo transita en desgranar los entresijos del cine producido en Hong Kong en los años ochenta y noventa, un tipo de cine que exploraba sin ningún de pudor los límites del sexo y de la violencia, la equivalente aquí de aquella famosa catalogación “S” fue allí la denominación de Category III para que nos entendamos. Lo bueno de un documental de las características de The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema es que no se anda por las ramas a la hora de mostrar sus cartas, su director Calum Waddell es posiblemente una de los directores con más experiencia en el ámbito del documental que explora lo cinematográfico desde hace ya unos cuantos años, sus más de 127 trabajos tras las cámaras como director o productor son un bagaje ciertamente a tener muy en cuenta, American Grindhouse 2010, Eaten Alive! The Rise and Fall of the Italian Cannibal Film 2015 o All Eyes on Lenzi: The Life and Times of the Italian Exploitation Titan 2018 son solo una pequeña muestra de todo ello. En Category III: The Untold Story of Hong Kong Exploitation Cinema, sin forzar ningún tipo de empatía hacia el espectador, hay algo tan simple y sencillo como testimonios de gente muy entendida en la materia, también de los implicados aunque en menor medida, estas voces van acompañadas de un extenso material de archivo para ilustrar dichos testimonios, poca cosa hace falta más, lo demás es pura didáctica y una pedagogía cinéfila ciertamente enriquecedora.

Valoración 0/5: 3’5