“Eva no duerme” review

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Eva Perón ha muerto. Es la figura más amada y más odiada de Argentina. Un gran especialista se encarga de embalsamarla. Tras meses de trabajo logra un resultado perfecto. Pero se suceden una serie de golpes de Estado en Argentina y algunos dictadores quieren borrar el legado de Evita de la memoria popular. Su cuerpo se convierte entonces en el centro de una confrontación que durará 25 años. 25 años durante los cuales Evita ha sido una figura más poderosa que cualquier político vivo.

Eva no duerme” coproducción entre Argentina, Francia y España parte de una premisa a priori de lo más interesante, la de combinar imágenes históricas documentadas con otras friccionadas para contarnos un periplo y sobre todo la enorme influencia en lo social y emocional que tuvo el cuerpo embalsamado de Eva Perón en la historia de Argentina a lo largo de 25 largos y convulsos años, presentados en un prólogo y un epílogo separados por tres episodios narrativos centrales friccionados y titulados respectivamente “el embalsamador”, “el transportador” y “el verdugo”. En el primer corte vemos como el doctor Ara interpretado por Imanol Arias nos llega a introducir en un pasaje que circunvala entre la poética y la necrofilia con un tono levemente dantesco, en “el transportador” asistimos a una suerte de metáfora sobre la supuesta  obediencia ciega impuesta por una sociedad de régimen autoritario reflejado en un tenso enfrentamiento entre un soldado raso y su superior (con una interpretación imposible en lo concerniente a su supuesta credibilidad a cargo de Denis Lavant), el tercero y el posiblemente más conseguido es “el verdugo”, se centra en el secuestro del general Aramburu que interpreta Daniel Fanego, en  una encarnación del régimen que deriva por momentos hacia lo más puramente paternalista y reflexivo, todo ello sirviéndose de un tono claramente claustrofóbico (todas las acciones acontecen en lugares oscuros y cerrados) el resultado final del film termina siendo  algo irregular, su director Pablo Agüero expone más que discierne, da la impresión de permanecer quizás demasiado distante con respecto al espectador dando lugar a una cierta frialdad temática y del mismo modo esa irregularidad antes mencionada se vislumbra de manera bastante notoria en lo referente a sus segmentos, algunos más acertados que otros en su exposición.

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A falta de un posicionamiento más incisivo en lo concerniente a
 su discurso político “Eva no duerme” sin embargo sí que sabe utilizar (posiblemente de forma algo irregular) la figura de un símbolo para estudiar en parte ese pensamiento encontrado y tan característico en el pueblo argentino de continuas crispaciones y polarizaciones extremas, ya no solo en el ámbito político-social sino en lo referente a un comportamiento bastante más  generalizado dentro de la psique de sus propios habitantes, lástima que el atrevido planteamiento formal que nos propone Pablo Agüero no termine de encontrar una coherencia más sólida, la narrativa algo desquebraja no termina de posicionarse de una manera adecuada ni por la ficción ni por lo documentado, aunque posiblemente y de forma algo intermitente sí que funcione como relato de tono casi fantasmal, a modo de una utópica suposición o recreación de lo que pudo haber acontecido y que finalmente no fue.

Pese a que su conceptualidad cinematográfica está cargada de un evidente interés (especialmente subrayado en ese hipnótico prologo) “Eva no duerme” termina por dar la sensación de estar algo desaprovechada en lo referente a lo que es su síntesis, la historia del periplo del cadáver de Eva Perón durante 25 largos años, desde su muerte hasta su multitudinario entierro en Argentina era el caldo perfecto para una obra cinematográfica (que suponemos está por llegar) de mucho mayor empaque, aun así los riesgos que Pablo Agüero asume en el film y la exposición que hace de las distintas implicaciones existentes en el imaginario colectivo del pueblo argentino hacen del producto algo tan ligeramente imperfecto como atrayente en su modo de contar la historia de un rostro que a todas luces trascendió a su propia muerte.

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ración 0/5:2’5