“La doctora de Brest” review

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Basada en el libro Mediator 150 mg., de Irène Frachon. En el hospital donde trabaja, en Brest (Francia), una especialista en pulmón descubre una conexión directa entre una serie de muertes sospechosas y un medicamento aprobado por el estado. La especialista lucha por su cuenta para que la verdad salga a la luz. Es la historia de Irène Frachon, que destapó el escándalo Mediator.

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La película que sirvió como inauguración en el festival de San Sebastián vino de la mano de la actriz y cineasta francesa Emmanuelle Bercot, autora de la anterior y en mi opinión bastante más entonada La tête haute, en La fille de Brest la realizadora se adentra en una nueva muestra de esa retórica acerca de la sempiterna batalla existente entre David contra Goliat, un film que se adentra en los recovecos del cine como posible herramienta de denuncia social expuesto aquí a través de un suceso real acontecido o mejor dicho, el partir a través de una plasmación en donde nos volvemos a encontrar ante la misma historia vista ya quizás en demasiadas ocasiones tanto en la grande como en la pequeña pantalla, en donde vemos a una mujer (la neumóloga Irène Frachon originaria de la localidad bretona de Brest) luchar en solitario contra el sistema, aquí representada en una fallida propuesta cinematográfica que empieza a modo de investigación médica para posteriormente discurrir a través de una denuncia erróneamente ejecutada en lo referente a lo que es su propia tesis, dando cierta sensación de estar el producto más direccionado en esta ocasión en lo referente a las peripecias del grandilocuente personaje principal , una apuesta argumental esta en donde curiosamente tampoco se llega a profundizar de una manera adecuada y convincente.

image_content_5395078_20160916132816De alguna manera el punto más a destacar que vemos en La fille de Brest recae en el muy competente trabajo interpretativo a cargo de la actriz danesa Sidse Babett Knudsen (una de las mejores actrices del actual cine europeo, vista por un público mainstream en series de televisión tales como Borgen o la reciente Westworld, aunque su enormidad como interprete quizás adquiera su momento más álgido en la excelente The Duke of Burgundy de Peter Strickland), una interpretación esta que en parte salva al producto de una difícil papeleta al caracterizar con fundamento a un personaje revestido de un trazado excesivamente visceral y explícito en lo referente a lo que es su plasmación, todo ello posiblemente debido a una errónea percepción por parte de la directora de intentar llegar a empatizar con el personaje mediante dicho tratamiento de claros contornos  maniqueos, consiguiendo seguramente un efecto contrario al deseado. Sin embargo La fille de Brest denota una falta de riesgo cinematográfico bastante evidente, dando cierta  impresión de que se llega a profundizar o indagar en la problemática aquí expuesta de una manera muy convencional algo que la deriva a una carencia absoluta de sutileza en lo referente al subrayado de su narrativa, con una continua sensación de déjà vu, se cumple con cierto rigor en su faceta técnica en base a un ritmo excesivamente sostenido pero sin apenas sorpresas visuales en su haber, saliendo a flote aquella máxima que se basa en que el espectador siempre parece ir un paso por delante de todo lo que se nos va exponiendo, Emmanuelle Bercot para más inri patina sobremanera al querer dotar al conjunto de un supuesto efecto vérité en la historia, aquí representado entre otras cosas por unas crudas imágenes de tono muy explícito dentro del quirófano que llegan a tener una muy difícil justificación a la hora de intentar equipararlas a ese encorsetamiento social en el que parece querer sustentarse la película.

En cierta manera en La fille de Brest hay un visible intento de aproximación temática al cine de Ken Loach, un ligero acercamiento que habla y que de alguna manera quiere introducirnos en esa lucha de minorías contra estamentos, sin embargo sus resultados finales terminan direccionándolo inequívocamente y posiblemente de una forma no deseada por parte de Emmanuelle Bercot a una serie de esquemas más cercanos a ese tipo de cine supuestamente comprometido proveniente en su gran mayoría de Estados Unidos (en donde podríamos catalogar perfectamente como máximo exponente a la nefasta Erin Brockovich de Steven Soderbergh), un tipo de propuestas estas en donde se suele priorizar y enfatizar más la victoria individual y moral de una heroína que previamente ha estado dispuesta a pagar un peaje necesario para poder llegar a hacer justicia a cualquier otro tipo de disección global en lo concerniente a lo que tendría que ser su supuesto discurso social.

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Valoración 0/5: 1’5