“La villa” review

En una pequeña cala cerca de Marsella, en pleno invierno, Angèle, Joseph y Armand vuelven a la casa de su anciano padre. Angèle es actriz y vive en París, y Joseph acaba de enamorarse de una chica mucho más joven. Armand es el único que se quedó en Marsella para llevar el pequeño restaurante que regentaba su padre. Es el momento de descubrir qué ha quedado de los ideales que les transmitió su progenitor, del mundo fraternal que construyó en este lugar mágico en torno a un restaurante para obreros. Pero la llegada de una patera a una cala vecina cambiará sus reflexiones.

Tras su paso por el festival de Venecia en donde formo parte de la sección oficial a concurso  en el Zinemaldia de este año y dentro del apartado Perlas estuvo presente el último trabajo del veterano realizador francés Robert Guediguian titulado La Villa, el autor de Las Nieves del Kilimanjaro vuelve a contar con sus actores habituales Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Gérard Meylan y Jacques Boudet para proponernos un nuevo recorrido por un cine que como no podía ser de otra manera transita a través de claros contornos intimistas, repleto de manierismos en lo referente a la concepción de ideas tanto políticas, sociales y sobre todo generacionales que son perfectamente reconocibles si somos algo asiduos a anteriores trabajos suyos.

A medio camino entre el ejercicio nostálgico y el discurso social, muy presente en la parte final de la película posiblemente de forma algo forzada y no conceptuada del todo con el tramo narrativo intimo exhibido hasta ese momento Guediguian empieza un relato que parece anidar acerca de un convencional asunto familiar, en él nos retrata el reencuentro y posterior intento de reconciliación de tres hermanos en un escenario plenamente reconocible por parte de su autor, en cierta manera recurre como muchas veces atrás en su cine al aislamiento de sus personajes, es lejos de ese mundanal ruido en donde se da lugar a la reflexión, a los lamentos o los conflictos del pasado que van discerniéndose entre charlas, reproches o aceptación, todo ello ubicado en un punto escénico clave que vuelve a ser plenamente identificable, a modo de un teatro de claro calado cotidiano situado en un diminuto pueblo de la costa francesa cerca de Marsella, un lugar que el cabeza de familia ya desaparecido nunca ha abandonado casi a modo de posicionamiento a favor de lo que hoy se puede llegar a considerar por muchos como un desfasamiento en contra la globalización, en este sentido Guediguian pone especial énfasis en señalar a una Europa capitalista y cerrada al exterior, un continente cuyos antiguos y supuestos valores parecen cada vez  más frágiles. La villa da pasó al habitual discurso en donde el drama familiar adquiere reminiscencias sobre antiguas heridas afectivas que no parecen estar completamente sanadas, a partir de ahí una narración en donde impera mucho el silencio en lo concerniente a unos diálogos mezclados hábilmente con momentos de tragedias y confrontaciones visualizado y pausado por momentos a través de material de archivo a modo de vídeos caseros familiares como inmejorable vuelta al espacio que compartieron sus protagonistas en su infancia y juventud.

La Villa nos habla básicamente de cómo afrontar el ayer y el hoy, un drama familiar que empieza transitando a través de lo más puramente melancólico para dar paso a la reivindicación política y social de rigor (con el epicentro de dicho discurso especialmente centrado en la figura del padre ausente) para finalizar con un pequeño atisbo de esperanza,  esa ambivalencia temporal vista desde un prisma familiar que nos es presentado a modo de una mirada autoral de cierta tendencia hacia el beneplácito, estas virtudes por momentos parecen dar paso también a una morosidad de una narrativa excesivamente transitada con anterioridad por parte de su director, en este aspecto esa supuesta elegancia encorsetada queda algo en evidencia al intentar armar una historia en donde el conflicto generacional y social en la parte final de la película no terminan de adecuarse con la habilidad que antaño Guediguian si parecía dominar con algo de mejor tacto. Por fortuna el cine del autor francés de alguna u otra manera siempre estará comprometido con la moral contemporánea, en el encontraremos varios resquicios para la discusión ideológica, política y social rica en matices, una retórica que por fortuna a lo largo de los años ha sabido mantenerse alejada del mensaje populista.

Valoración 0/5: 3’5