“Laissez bronzer les cadavres!” review

Laissez bronzer les cadavres nos cuenta como Luce, una pintora excéntrica de cincuenta años, se instala en pleno verano en una pequeña casa aislada y medio en ruinas al sur de Francia en busca de inspiración, rodeada de invitados como Max Bernier, su antiguo amante, un escritor alcohólico, un abogado llamado Brisorgueil y tres amigos de este que no conocía todavía, Rhino, Gros y Alex, una banda de ladrones profesionales que tras haber hecho la compra en la ciudad asaltan un furgón blindado y se hacen con 250 kilos de oro. Volviendo poco después a la casa de Luce, con la idea de ocultarse allí tranquilamente hasta el final del verano. Ellos piensan que han encontrado el lugar perfecto para esconderse y ocultar el botín, pero algunos sucesos van a dificultar sus planes viendo como la casa se va a convertir en un campo de batalla con la llegada por sorpresa de dos agentes de policía.

Por fortuna parece ser que el cine perpetrado por Hélène Cattet y Bruno Forzani empieza a ser reconocido ya como una parada casi obligatoria en cualquier festival de cine que se precie de incorporar a su programación una mirada autoral situada en las antípodas de lo considerado habitualmente como heterogéneo, en este aspecto Laissez bronzer les cadavres! supone un posicionamiento firme por parte de unos autores que, lejos de instaurarse en una supuesta autocomplacencia tras un reconocimiento autoral especialmente visible entre un público de comportamiento inquieto habitual al cine de género, logran dar un paso hacia adelante hasta cierto punto lógico y consecuente, continúan con una experimentación cinematográfica de la cual salen reforzados al adecuar un discurso, aquí algo diferente en el fondo pero no en las formas, que en ningún momento llega a renunciar a sus inconfundibles señas de identidad.

Si en las anteriores y excepcionales Amer y The Strange Colour of Your Body’s Tears los directores franceses afincados en Bélgica a través un agresivo e insólito posicionamiento rendían pleitesía de una manera muy personal al giallo de los años 70 y 80 con Mario Bava y Dario Argento como principales referentes en Laissez bronzer les cadavres!, libre adaptación de la novela homónima de Jean-Patrick Manchette y Jean-Pierre Bastid, lo hacen a través del denominado Neo-Western, valiéndose de un intento (algo inconsistente por pura lógica) de narración consistente en un cóctel de sangre, sudor y tiros con la veterana actriz  Elina Löwenshohn como reina del caos, a medio camino entre el western y el polar y de estructura algo más convencional o frontal, o si se prefiere de una narrativa menos laberíntica acercándose a un tono más neutral aunque por el contrario la supuesta sutileza de los anteriores trabajos aquí es sustituida por una tendencia de connotaciones más corpórea, de una imagen en donde abunda el grano fílmico. El dúo de cineastas belgas vuelven a ampararse en la psicodelia y lo onírico de unas imágenes extremas para ofrecernos un tiroteo y expandirlo eternamente en el tiempo en medio del calor sofocante del Mediterráneo como único escenario, difuminando y jugueteando con códigos genéricos,  de características más pop que anteriores trabajos suyos y diseccionado hasta la extenuidad en función de un montaje alucinatorio, fotografía y sonido que juegan a favor del colapso y el aturdimiento del espectador a través de un ejercicio que vuelve a transitar por lo más puramente invasivo sensorialmente hablando como viene siendo habitual en el cine pretérito de sus autores, dichos hallazgos técnicos caminan al unísono casi a modo de sinfonía de claras connotaciones orgiásticas, de un erotismo muy acentuado, especialmente visible en las armas de fuego que vemos durante todo el metraje y que son presentadas como ineludibles objetos fetichistas insertados en agresivos conflictos de sangre.

Quien quiera ir al cine para que le expliquen o cuenten historietas argumentadas Laissez bronzer les cadavres! será desde luego una muy mala elección, de hecho soy de los que piensas que para disfrutar en mejores condiciones de tan exquisito y peculiar manjar cinematográfico es incluso adecuado el obviar por completo su supuesto argumento, si es que lo hay, en cierta manera no deja de ser una mera excusa para proyectar una serie de imágenes como la que nos muestran Cattet y Forzani que no están diseñadas para responder y si para exponer y hacer sentir a través de la más estricta contundencia fílmica, evidentemente habrá quienes incidan y pongan el acento en la irregularidad del producto en cuestión, ¿desde cuándo una película que nos es ofrecida a modo de reto ineludible, de mostrarnos algo diferente, no lo es?, en este sentido y aun a sabiendas de que no estamos ante un producto diseñado para todos los públicos bendita sea esa supuesta inconsistencia que aquí deviene en otra joya de culto (la tercera) por parte de ese islote autoral tan sugerente que forman el dúo compuesto por Hélène Cattet y Bruno Forzani.

Valoración 0/5: 4