“L’amant double” review

Chloé es una joven frágil que se enamora de su psicoterapeuta, Paul. Unos meses más tarde, cuando se van a vivir juntos, ella descubre que su amante le ha ocultado una parte de su identidad, con la que Chloé se obsesionará.

Mucho se ha hablado del cambio de registro llevado a cabo por el otrora enfant terrible del cine francés François Ozon en esta su nueva película titulada L’amant double, su decimoctavo largometraje, con respecto a anteriores trabajos suyos, si bien es cierto el aparatoso cambio temático con respecto a su anterior y clasicista drama posbélico Frantz lo cierto es que si uno repasa con algo de detenimiento la filmografía orquestada hasta la fecha por François Ozon salta a la vista un inconformismo temático bastante evidente, poniendo un especial énfasis en historias en donde parábolas, metáforas o símbolos juegan caprichosamente con el espectador, es por eso entre otras cosas que un thriller erótico y psicológico de las características de L’amant double más que una evolución o un retroceso hacia unos primero trabajos como pueden ser Sitcom o Les amants criminels no deja de ser un punto y aparte en referencia a un material con el que se desenvuelve con cierta soltura, un trabajo en donde lo implícito se convierte irremediablemente en explícito, expuesto básicamente y de manera casi exclusiva a través de imágenes.

François Ozon en L’amant double (indudablemente su película más de género realizada hasta la fecha) adapta de manera muy libre una conocida novela policiaca de tono algo clásico escrita por Joyce Carol Oates y la trasforma en una suerte de pastiche genérico a medio camino entre el Brian De Palma más desmedido y una suerte tramposa del Dead Ringer de David Cronenberg o incluso algún que otro matiz del cine más impertinente perpetrado por Paul Verhoeven. El gran lastre que subyace en L’amant double no está en apoyar la tesis del engaño narrativo sino más bien en cómo se utilizan ciertos recursos para ello, el juego de espejos que nos propone Ozon lejos de fascinar o perturbar causa cierta perplejidad al espectador desprevenido, el film se apoya en el manierismo y el abuso de la elipsis de una forma abrupta, hay tal énfasis en este tipo de formalismos que la argumentación termina siendo incluso algo predecible, o sea se anula la supuesta principal baza del producto en cuestión, no se trata de poner en riego la credibilidad de la historia en base a su más que evidente tono histriónico y rocambolesco sino más bien en el poco sutil énfasis que se hace del dispositivo formal, no hay mejor ejemplo de todo ello que la imagen con que comienza el film, en ella somos testigos de cómo el exterior de la vagina de la protagonista termina confundirse o mutando en su ojo lloroso, en cierta manera toda la película podría sustentarse en dicha escena, lo curioso del caso es que la premisa de la que parte y se desarrolla L’amant doublé es ciertamente interesante, diócesis acerca de una tara emocional en donde la dualidad interior a modo de gemelo parásito queda reflejada en modo obsesivo hacia el exterior, lástima que ese juego situado entre realidad e ilusión termine yéndose al lastre a causa de ese exceso de manierismo formal arriba comentado, algo que la deriva a una especie de desvarió o delirio narrativo de naturaleza muy poco sutil.

También es justo el decir que el L’amant double se beneficia para bien de la química existente entre sus dos protagonistas,  Marine Vacth y Jeremie Jenier, de echo podríamos decir que es uno de sus escasos aciertos que podemos encontrar en el film, ahí hay una interesante representación actoral de lo que podríamos denominar como la irrupción de una especie de corrupción enfocada hacia un ser supuestamente inocente, ese dolor físico y psicológico que remite al conflicto de identidad y el trastorno sexual al que se ve sometido el personaje interpretado por Marine Vacth queda completamente diluido al ver como el filme se toma muy poco en serio la credibilidad de un argumento, una narración en donde parece que Ozon se sitúa con demasiada frecuencia en el borde de lo más puramente grotesco,  direccionando sus supuestas intenciones en intentar elaborar un ejercicio casi de estilo en donde el plagio o el homenaje más acertado o menos buscará la interpelación emocional de un público muy poco exigente con lo que está presenciando.

 Valoración 0/5:2’5