“Personal Shopper” review

Maureen, una joven estadounidense en París, se hace cargo del guardarropa de una celebridad. Aunque no le gusta su trabajo, es lo único que encontró para su pagar su estancia mientras espera una manifestación del espíritu de Lewis, su hermano gemelo desaparecido hace poco. Maureen comienza entonces a recibir en su móvil extraños mensajes anónimos.

El intentar ha día de hoy el analizar o desgranar un film como el que nos ocupa no resulta tarea fácil e incluso me atrevería a decir que tampoco agradecida, especialmente debido a encontrarnos en unos tiempos donde queda reflejado de forma muy palpable el subrayado a la hora de contextualizar una propuesta en concreto, en relación a esta tan socorrida y nueva parataxis en la crítica queda de manifiesto cómo se deja poco margen a profundizar de forma conveniente en lo referente al interior del producto en cuestión. Hace bien poco mucha gente hacia un especial énfasis a la hora de referirse a la espléndida The Lost City of Z de James Gray a su supuesto clasicismo, un subrayado de nuevo demasiado evidente que convendría el legitimarlo de una forma mucho más adecuada de como se ha hecho mayoritariamente. Personal Shopper del siempre estimulante Olivier Assayas parte nuevamente a la hora de analizarla de una referencia o etiqueta que denota nuevamente demasiada previsibilidad o incluso superficialidad, el referirse a ella de forma redundante como una película de nuestro tiempo así lo atestigua, es evidente que cada película es en cierta manera de una forma u otra esclava y fiel reflejo del tiempo en que ve la luz, quizás sería importante el preguntarnos si lo que nos explica la propuesta nos puede llevar a una reflexión o exposición que resulte adecuada a la temporalidad de la que parte, en esta ecuación es posiblemente donde encontremos la principal razón de ser un producto tan fascinante como resulta ser Personal Shopper.

Personal Shopper ganadora del premio a la Mejor Dirección de la edición del Festival de Cannes de 2016 transita a través de la volatilidad del presente, un concepto del que en cierta manera todos en mayor o menor medida somos esclavos en relación al tiempo en que nos toca subsistir, en este aspecto Olivier Assayas tan personal como siempre a la hora de plasmar en imágenes un discurso que nuevamente se ampara en lo genérico y sus convenciones (en esta ocasión con el referente al cine de terror) nos ofrece lo que él entiende como su película de fantasmas, una propuesta en extremo arriesgada por la osada manera en que el realizador francés utiliza los habituales recursos genéricos en la historia, un posicionamiento que como tal no nos termina por ofrecer un producto perfecto, más bien irregular sería un término más apropiado, en este aspecto resulta muy evidente el conflicto existente en como el discurso racional que nos quiere hacer llegar Assayas choca de frente con el elemento puramente fantástico del relato, algo que quedan en un segundo plano ante la incuestionable valentía de la propuesta, posiblemente estemos ante una de las películas que mejor reflejen el medio cinematográfico como mero instrumento exploratorio del que parten sus personajes (extraordinaria labor interpretativa por parte de Kristen Stewart que al igual que su compañero de reparto en la saga Twilight Robert Pattinson han sabido revertir sus carreras en base a su innegable talento).

Como en casi todo el cine perpetrado por Assayas este se sirve de lo sofisticado a la hora de divagar del papel y función de la tecnología en el individuo contemporáneo, somos testigos de cómo el personaje interpretado por Kristen Stewart ante el desarraigo emocional en el que se encuentra se ampara en esa falsa conectividad digital ya sea a través de mensajes de texto en su móvil, visionado instantáneo de películas, documentales en su portátil o infructuosas interactuaciones con su novio a través de Skype, pocas veces ha quedado tan bien reflejado en celuloide como la tecnología nos consigue llevar a la total indiferenciación entre la existencia de lo vivo y lo muerto, en referencia a este postulado resulta clave el trazado del personaje principal, una apariencia que deviene como completamente liquida, durante la película esta repite de forma constante a sus supuestos allegados el desconocer en donde se encontrara ella misma en un futuro muy inmediato, pero el mejor ejemplo lo podemos encontrar en su faceta laboral, su función de personal shopper (compradora de una persona de alto standing) no deja de ser la de una suerte de avatar, una sustituta virtual que interviene pero que se encuentra imposibilitada a la hora de materializar la acción (muy significativo resulta en este aspecto el tener prohibido por su jefa el probarse la ropa que ella mismo elige).

Personal Shopper pese a estar un escalón por debajo de las en mi opinión fundamentales Irma Vep y Demonlover supone una de las propuestas más fascinantes del presente año e indiscutiblemente uno de los mejores films de Olivier Assayas, una apasionante tesis fílmica acerca de la no identidad del individuo, para terminar y volviendo a intentar ir un poco más allá del subrayado al que hago referencia al principio del texto me gustaría hacer una pequeña acotación con respecto a las muy sugerentes capas de ambigüedad que atesora el film de Olivier Assayas, para ello no estaría de más la licencia de dirigir la mirada hacia la magnífica The Innocents de Jack Clayton, la mejor con diferencia adaptación al cine de la novela de Henry James The Turn of the Screw y en mi opinión posiblemente la mejor película de fantasmas en la historia del cine, en ella encontramos muchos puntos en común en la que se sustenta Personal Shopper, especialmente en referencia a lo que podemos entender como una inconsciente proyección del subconsciente a modo de anhelo tanto de los deseos ocultos como de los miedos reprimidos no confesos por parte de las dos protagonistas de ambos films, evidentemente en la película de Assayas no encontraremos la sutileza que impregnaba todo el relato de The Innocents, sus recorridos son bien distintos aunque no así su final de trayecto como vemos en la conclusión de ambas películas, historias trágicas que versan acerca del drama identitario de connotaciones fantasmales, de cómo enfrentarlos o incluso interprétalos según qué situación, pero sobre todo de cómo lo más puramente espectral en el caso de Personal Shopper se pone de manifiesto y hace mella de una forma perturbadora en lo que es el presente de nuestros días.

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