“Proxima” review

Sarah es una astronauta francesa que se entrena en la Agencia Espacial Europea en Colonia. Es la única mujer dentro del exigente programa. Vive sola con Stella, su hija de siete años. Sarah se siente culpable por no poder pasar más tiempo con la niña. Su amor es abrumador, inquietante. Cuando Sarah es elegida para formar parte de la tripulación de una misión espacial de un año de duración llamada Proxima, se produce el caos en la relación entre madre e hija.

En este 2019 han surgido un par de películas con la ciencia ficción y la carrera espacial de fondo en donde se han tratado complejas relaciones y vínculos parento-filiales expuestos en mayor o menor medida a modo de alegoría espacial, si en la magnífica Ad Astra de James Gray se incidía en una ruptura no afectiva dependiente entre un padre y un hijo en Proxima, coproducción francoalemana de la realizadora francesa  Alice Winocour, se transita a través de las dificultades emocionales de una mujer a la hora de poder delimitar las fronteras existentes entre su responsabilidad materna y su carrera profesional, la semejanza entre ambas cintas sin embargo las encontraremos tan solo en el punto de partida arriba citado, si en el film del responsable de The Lost City of Z la ciencia ficción deviene como fundamental en un relato que mira sin ningún tipo de complejos al El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad en Proxima el elemento genérico no deja de ser algo parecido a una excusa argumental a la hora de desarrollar un discurso más próximo al melodrama domestico que transita a través de tintes de claro tono existencialista y que pese a ser un reveso del genero materno indaga al igual que el film de James Gray en una ruptura del cordón umbilical y de paso pone el punto de mira en una cierta invisibilización que ha tenido la mujer dentro de la carrera espacial.

Proxima nos habla principalmente de un dilema interno, una íntima radiografía de una dificultad representada a nivel laboral y doméstica y en la importancia que conlleva según qué tipo de renuncias, en este caso el abandonar a su hija de siete años durante el largo tiempo que durara la misión espacial, a las que ha de hacer frente su protagonista principal, una notable, una vez más, Eva Green, dicha encrucijada moral expuesta en base a la dificultad existente en poder compaginar estos dos ámbitos de la vida esta relatada de una forma ciertamente pausada en la medida de poder ofrecernos un lienzo tan detallista como extremadamente austero, de claras connotaciones poéticas especialmente en su tramo final, ayudado en este aspecto por una inmersiva banda sonora a cargo de Ryuichi Sakamoto, un tono el expuesto que de alguna manera contribuye a que no estemos ante un film de narrativa lenta como puede parecer en un primer instante sino más bien profundo. El film de la responsable de Augustine, que vuelve a indagar con cierta sutileza en este su tercer trabajo tras las cámaras en imaginarios eminentemente femeninos, se aleja de la épica norteamericana que suele relatar la hazaña estereotipada del héroe masculino, a tal respecto resulta fundamental la ubicación en donde se desarrolla la acción al ofrecernos una visión completamente multicultural, y por tanto plenamente actual, que no delimita fronteras territoriales en lo relativo a las nacionalidades bastantes diversas que forman parte de la trama.

De un desarrollo tan realista que por momentos se acerca al trazo documental dado su extremo rigor, algo que dado su inequívoco tono neutro posiblemente dote al film de un exceso de frialdad narrativa pese a atesorar curiosamente algún tipo de licencia de muy difícil justificación, como por ejemplo la fuga de la protagonista para poder ver a su hija en el último día de la cuarentena a la que esta sometida, Alice Winocour tiene al menos la indudable virtud de saber indagar con cierto aplomo a través de un retrato y un universo plenamente femenino, el desarrollo y la complejidad existente en el crecimiento personal de la mujer aquí retratado a través de un entorno que deviene como extremadamente masculinizado, un discurso que atesora la gran virtud de no estar acoplado forzosamente a ningún tipo de militarismo en lo referido a las desigualdades de género, algo que hoy en día y viendo las coyunturas sociales actuales aplicadas al arte es ciertamente digno de elogio.

Valoración 0/5:3