“The Devil and Father Amorth” review

William Friedkin, director de “El exorcista”, sigue a un anciano sacerdote de 91 años a un pequeño pueblo italiano donde practica exorcismos reales a una mujer.

No era pocos los atractivos que atesoraba en un principio un trabajo de las características de The Devil and Father Amorth, de alguna manera suponía el cerrar esa especie de circulo temático que William Friedkin había abierto con la fundamental El exorcista en el ya lejano año 1972, esa especie de concomitancia existente entre la ficción y la supuesta realidad de la que se sustenta el presente trabajo daba la impresión de explorar muchas vías no exentas de interés, para más inri el formato documental parecía el más adecuado para dicha exposición, sin embargo este nuevo acercamiento por parte de Friedkin en lo relativo a esa visión acerca de la liberación del mal deviene casi como algo tan meramente anecdótico como imperfecto en lo referente a sus formas.

Lo primero que habría que señalar con respecto a The Devil and Father Amorth es su adscripción a una naturaleza que parece surgida de la más pura improvisación, dicho de otra manera, parece que estemos ante un trabajo no concebido a partir de una predeterminación concreta, en el documental somos testigos de que todo parece orbitar en lo concernientes a esos veinte minutos de exorcismo real realizado el pasado 1 de mayo de 2016 (un plano fijo rodado a tiempo real que nos muestra al padre Amorth y Cristina), esto da una cierta impresión de que una vez William Friedkin obtiene dicho material este decide alargarlo en forma algo improvisada e irregular en lo referente a sus formas narrativas, en un documental con otros cuarenta minutos adicionales. Curiosamente dicho trabajo más que hablarnos de la trayectoria, la del padre Amorth, lo hace del supuesto convencimiento y punto de vista de un William Friedkin omnipresente en todo momento, llegados a este punto podríamos aseverar que The Devil and Father Amorth no gira en torno al párroco, supuesto protagonista principal del documental, o del diablo, sino más bien de una reflexión hecha en primera persona (la expuesta por el propio Friedkin), por momentos una especie de púlpito diseñado por el propio cineasta a la hora de recordar tiempos pretéritos, a partir de este enunciado expuesto a modo de introducción entra en juego el debate existente entre creencia y escepticismo, a parte de una supuesta curiosidad dirigida de una manera nada disimulada a posibles conversos el problema viene dado en que uno tiene la ligera intuición, o al menos un servidor la tuvo, de que el autor de French Connection parece decantarse de buenas a primeras por un bando en concreto, siempre más interesado en confirmar creencias que en articular un relato que se apoye en lo supuestamente racional, algo totalmente legítimo evidentemente, mas dudad sin embargo genera que todos los interlocutores a los que acude para que expresen su opinión le sigan de alguna manera el juego. En este aspecto más que confrontar opiniones parece una unificación de criterios, por otra parte resulta harto evidente como se dota de un dudoso supuesto rigor de ficción al documento no sin antes recurrir sin embargo a un cierto efectismo que actúa como tal, uno echa en falta una mayor indagación en lo que podríamos denominar  como ese apartado cinematográfico que suele articular artefactos de trucos, como botón de muestra en un momento dado el padre Amorth confiesa ser un gran admirador de El exorcista aunque le parece muy exagerado en algunos momentos como representación supuestamente realista, algo que queda suficientemente claro en como ese supuesto exorcismo real resulta ser mucho más light que el ficticio orquestado en su día por el propio Friedkin.

The Devil and Father Amorth deviene finalmente como un producto que denota una falta de profundidad en su análisis bastante evidente, su resultado final y lo escueto de sus formas lo acercan irremediablemente a una suerte de extra de alguna edición domestica al uso que a un estudio pormenorizado que haga reflexionar a posteriori al espectador sobre la tesis que supuestamente pretende abordar, por el contrario si la intención de Friedkin era la de rendir pleitesía a la figura del padre Amorth esta se presenta igualmente como insuficiente pues el documental carece de la suficiente información necesaria como para que tengamos la sensación de estar desgranando de una manera sólida a dicho personaje. Posiblemente la misión final de un producto de estas características, o lo que uno entiende por ella, no es dar respuestas y si plantear un dialogo rico en matices entre el autor y el receptor, en este aspecto The Devil and Father Amorth resulta insuficiente a todas luces, aun así y a modo de consuelo siempre nos quedara el discernir por nosotros mismos acerca de esa eterna atracción filosófica que solemos atesorar a la hora de abordar la sempiterna dialéctica entre la ciencia y la religión.

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